Defensor del partido libertario: Teniendo en cuenta el éxito del partido libertario en estos últimos años, especialmente en difundir las ideas libertarias entre el público en general, quisiera saber por qué te niegas a apoyar al partido libertario – es más, lo criticas abiertamente.
Libertario anti-política: Tú mencionas dos aspectos que hay que separar. Primero, yo critico el lado político del partido libertario. Es decir, los esfuerzos para poner a libertarios en cargos del gobierno. No critico el aspecto educativo del partido, así como no me opongo a ninguna organización que intente reducir el tamaño del estado.
Segundo, es cierto que el partido libertario consigue publicidad, pero debemos preguntarnos si es el tipo de publicidad que lleva a fines libertarios. La publicidad que asocia al libertarismo con un partido político, cuando la esencia del libertarismo es anti-política, es contraproducente.
DPL: Pero el público entiende que el partido libertario es un partido diferente. Está dedicado a la libertad. Eso es lo importante.
LAP: Lo que me lleva a preguntar… ¿Puede un partido político abrazar la libertad sin compromisos? respondo: “no” – y es por eso que rechazo al partido libertario.
DPL: No estoy de acuerdo. No hay ninguna razón para que legisladores libertarios no puedan dedicarse a derogar leyes injustas. Hay que tener en cuenta que el fin último del partido libertario es una sociedad libre.
LAP: Separemos la retórica de campaña de la realidad. Es fácil decir que el objetivo del partido libertario es una sociedad libre. ¿Qué partido político que no estuviera loco se opondría a una sociedad ‘libre’? Pero lo importante es ¿Qué es lo que hace que el partido libertario sea un partido político? ¿Cuál es su característica esencial? En otras palabras, ¿Que tiene el partido libertario en común con otros partidos políticos pero que no comparte con organizaciones no-políticas? La respuesta es simple: el partido libertario busca poder político. El fin inmediato del partido libertario como partido político es (y debe ser) arrancarle el control del aparato estatal a sus competidores, los demócratas y republicanos. El partido libertario oferta en el remate político, usando la moneda del voto, intentado comprar el control de la maquinaria estatal.
DPL: Realmente estás equivocado. El partido libertario no busca poder. Al contrario, busca limitar al poder, desmantelando el estado. Formar parte del gobierno es simplemente un medio para alcanzar este noble fin.
LAP: Seamos claros. Hay una diferencia entre tener poder y usarlo. Los que controlan el estado tienen un poder inmenso, mas allá de que lo usen o no, en casos particulares. Poder político, la capacidad y la habilidad legal de agredir a otros es parte integral de los cargos políticos. Un agente del estado, libertario o no, tiene un poder considerable sobre ciudadanos indefensos. Es poco sincero afirmar que uno quiere cargos políticos pero no poder. El poder es una característica fundamental de los cargos políticos.
DPL: ¡Pero esto es solo meras definiciones! Un libertario puede tener ‘poder’ en un sentido legal, pero no va a usar ese poder de manera injusta. Su poder será usado para combatir a otros políticos y derogar leyes invasivas.
LAP: Acabas de darme la razón: El poder legal, que tomas tan poco en serio, es lo que hace de un político un político. Un político se puede juntar con sus vecinos (otros políticos) y votar para robar a la gente e invocar la fuerza de la ley para justificar ese voto. Pero si mis vecinos y yo votamos para robar a alguien, no tenemos la aprobación de la ley. El político tiene poder político, mientras que el ciudadano no. Esta característica del poder político nunca debe ser olvidada.
Tú admites que incluso el político libertario va a tener este poder cuando se lo elija, pero aclaras que va a ser usado para fines benéficos. Prefieres resaltar las (supuestas) buenas intenciones de los políticos libertarios – sus honorables motivos – mientras que yo prefiero hacer hincapié en la realidad de lo que implica un cargo político. Yo no quiero que nadie tenga poder político, mas allá de sus supuestas buenas intenciones. Me opongo a los cargos políticos per se y a su poder legalizado. Francamente me importan muy poco los estados psicológicos (intenciones) de los políticos.
DPL: Parece que estás diciendo que no confías en la palabra de los políticos libertarios. Bueno, vivimos en un mundo imperfecto, en el que no hay garantías absolutas. Tenemos la esperanza de que los políticos libertarios no vayan a hacer compromisos. Si los hacen, nosotros seremos los primeros en denunciarlos.
LAP: El asunto de la confianza en bien secundario. Si yo confió en este o aquel político no es el punto, aunque aquí surge un problema interesante. ¿Debe el sabio adagio que los libertarios citan a menudo “el poder corrompe” ser reformado a “el poder corrompe, a menos que seas un libertario”? No tengo claro por qué los libertarios deberían ser menos susceptibles a las tentaciones del poder que el común de los mortales.
Pero, como dije, eso no es lo fundamental. Puedo tenerle confianza a un político libertario en particular, pero aun así no quiero que tenga ningún poder político sobre mí. Los libertarios destacan que la libertad es un derecho natural. Si un sistema legal/político viola este derecho por una cuestión operativa, entonces el sistema es injusto en cierto grado. Los libertarios tienen que oponerse a esta injusticia por principio. Tenemos que abolir el mecanismo por el cual un individuo, en virtud de su cargo político, puede usar agresión legalizada contra otros individuos.
“Elegidme” proclama el político libertario “dadme un poder enorme sobre vosotros y vuestra propiedad pero quedaos tranquilos porque me abstendré de usar este poder injustamente”: Yo respondo “no tienes ningún derecho a ese poder en primer lugar, y deberías saberlo” – Deberías estar atacando precisamente el cargo que aspiras ocupar. Dices que tu campaña es clara y honesta, Señor aspirante-a-senador, pero a pesar de que busco, no puedo encontrar donde dices que “el cargo político de senador debe ser abolido”. Pero esta omisión es entendible, considerando la vergüenza que te podría causar. Incluso un niño podría preguntar “Pero Sr. aspirante-a-senador, ¿si la institución misma del senado es mala (por el poder político que conlleva), como puede Ud. con la conciencia tranquila, pedirnos que lo elijamos senador?”
DPL: Estás perdiendo el tiempo con tecnicismos. Este asunto de la incompatibilidad del libertarismo y los cargos políticos es solo teoría. Vayamos al mundo real. Sigo sin ver por qué un senador libertario no puede trabajar consistente y conscientemente para eliminar leyes injustas.
LAP: Si no lo ves, es porque (parafraseando a Platón) tienes ojos pero no inteligencia. No ves la respuesta porque no haces la pregunta correcta. No se empieza por el concepto de “senador libertario” y luego uno se pregunta si se puede confiar en esta persona. La dificultad básica está en el concepto de “senador libertario” en primer lugar.
“Libertario” y “senador” (por senador entender “cualquier cargo político”) son como un cuadrado y un circulo. Uno no puede ser las dos cosas al mismo tiempo. El tecnicismo con el que no acuerdas es el principio de identidad.
¿Que implica en esta sociedad ser un senador? Entre otras cosas implica tener el privilegio legal para formular y promulgar leyes sin tener en cuenta la justicia de esas leyes, e implica el poder de repartir cantidades inmensas de dinero robado. Estos poderes, inherentes al cargo de senador son incompatibles con los principios libertarios. Los libertarios no deben oponerse a este o a aquel senador, sino al cargo mismo de “senador”.
DPL: ¿Pero no puede un libertario aceptar un cargo político y al mismo tiempo ser consciente de que el poder legal que contiene el puesto es ilegitimo? No es necesario que use las capacidades legales que tiene, después de todo. Como libertario, sabe que no tiene derecho a actuar injustamente, a pesar de su posición política.
APL: Confundes lo subjetivo con lo objetivo. Una persona puede creer prácticamente lo que quiera. Un senador libertario puede creer que está fingiendo, y que no se toma la autoridad de su puesto seriamente. Se puede convencer a si mismo que a pesar de ser un empleado y un agente del estado, él es realmente anti-estado. Es posible también, supongo, para un general del ejército convencerse de que es anti-militarismo a pesar de su ocupación. Si este tipo de subversión desde adentro es una buena estrategia es un tema para otra conversación. Pero el hecho es que el puesto de senador está definido independientemente de los deseos de senadores particulares. Los poderes del cargo político no dependen de los deseos secretos del político del partido libertario ni cambian tampoco si el político cruza los dedos mientras jura durante su nombramiento.
Uno no puede negar la legitimidad del cargo de senador, lo que deben lógicamente hacer los libertarios, y al mismo tiempo proponer que alguien acepte el cargo. Uno no debe aceptar el nombramiento de senador, sabiendo bien lo que esto implica, y al mismo tiempo repetir slogans libertarios.
LAP: Consideremos un caso extremo. Si viviéramos en una dictadura, el partido libertario, ¿propondría que un libertario asuma el cargo de dictador o propondría la abolición de la dictadura?
DPL: La abolición debe ser ciertamente el objetivo de todo libertario. Eso no significa, sin embargo que la abolición no pueda ser efectuada usando ese método. Sería preferible tener un ‘dictador’ libertario que se niega a usar el poder del cargo, en vez de un dictador autentico – ¿no te parece?
LAP: Si debemos tener un dictador, entonces prefiero que sea lo más benigno posible. Pero un dictador benigno sigue siendo un dictador, y si hubiera un grupo de autoproclamados libertarios que gastaran su tiempo, energía y recursos para llevar al poder a su versión de dictador benigno, yo tendría graves dudas de sus credenciales de libertarios. Y vería a su candidato a dictador como una amenaza, aunque fuera una amenaza menos seria que el actual dictador.
DPL: Así que apoyarías al ‘dictador’ libertario.
LAP: No. No apoyaría ningún dictador. Podría preferir tu dictador en vez del actual, pero no apoyaría a ninguno. Si me dan a elegir entre Mr. Jones, quien planea cortarme la cabeza y Mr. White, que planea cortarme las manos, puede que elija a White, ya que prefiero perder las manos antes que la cabeza. Pero ciertamente no apoyaría ni aprobaría ni a White ni a Jones. Los dos son mis enemigos incluso si uno es menos nocivo que el otro.
No olvidemos el punto central. Tu dictador puede ser preferible a otro dictador. Hay obvias diferencias de grado. Pero no solo estamos preocupados con las faltas de mérito relativas de los dictadores, sino con la posibilidad de que uno pueda ser dictador y libertario al mismo tiempo. ¿Pueden los libertarios apoyar activamente y promover a un dictador benigno solo porque es el mejor dictador disponible? Esta es ciertamente una situación peculiar y forzaría a los libertarios a apoyar el menor de los males.
Resumiendo, yo no diría que tu candidato a dictador es libertario, porque son posiciones incompatibles. Puede que lo considere un dictador con buenas intenciones, pero no es ningún libertario. Y me opondría a él porque mis principios no me dan otra opción. No hay ninguna cláusula en mis principios que excluyan a los que tienen buenas intenciones.
De la misma manera, tu senador libertario puede hacer menos daño (e incluso algún bien) si se lo compara con demócratas o republicanos. Puede bajar los impuestos, por ejemplo, o evitar una guerra. Pero impuestos más bajos y paz no son posiciones exclusivas libertarias. Algunos conservadores y social demócratas las apoyan también. Lo que define al libertarismo es la razón para oponerse a los impuestos y a la guerra (los derechos del individuo) y el extremo al que lleva esta oposición. Más importante, existe el análisis libertario del estado como elite, la causa fundamental de los impuestos y la guerra. La naturaleza opresiva del estado está en el centro de la teoría libertario, y requiere que los libertarios tengan una posición principista con respecto al estado mismo. El estado es una institución con diferentes niveles de autoridad, y es esta autoridad, esta agresión legalizada que describí antes, lo que los libertarios deben rechazar.
Se ve entonces que los libertarios deben oponerse firmemente a todos los senadores, todos los presidentes y similares, porque esos cargos y el poder legal que implican son características indispensables del aparato estatal. Después de todo, ¿qué puede significar oponerse al estado sino oponerse a los cargos e instituciones particulares en los que el poder del estado se manifiesta? ¿Nos disgusta el presidente Carter porque tiene ideas erradas? No, nos disgusta porque es peligroso, y es peligroso porque es el presidente. Puede haber millones de personas con peores ideas que Carter, pero no los despreciamos personalmente a menos que estén en condiciones de poner sus ideas en práctica. El peligro no está en Carter sino en la presidencia. Carter obtiene su poder del cargo y de su carácter legal. El cargo político mismo es el peligro fundamental, y eso es lo que debemos esforzarnos en eliminar. Ciertamente Carter es una persona peligrosa, pero cualquier persona que sea presidente es peligrosa. La presidencia es poder político en una escala enorme y cualquier persona con ese cargo, “libertario” o no, debe ser resistida por libertarios en su sano juicio.
DPL: Bueno, tus fines son elogiables, pero vives en un mundo de fantasía. Realmente no crees que los cargos políticos vayan a desaparecer, ¿no?
LAP: No, pero tampoco creo que un grupo de libertarios va a llegar al gobierno, tomar el poder, instalarse, y después tratar de abolir el instrumento de su poder y sustento. Esa sí que es una verdadera fantasía.
DPL: ¿Qué sugieres entonces? Es fácil criticar pero es más difícil proponer una estrategia alternativa.
LAP: Para empezar, dejemos algo en claro. Esta no es, repito, no es, una cuestión de estrategia. Vosotros los del partido libertario parecéis tener dificultad en entender esto, así que lo tengo que subrayar especialmente. No estoy acusando al partido libertario de tener una estrategia defectuosa (aunque esto es un tema muy interesante para otra discusión). Esto no es solamente una cuestión de cómo ir de A a B.
DPL: Pero los dos estamos de acuerdo en las ventajas de una sociedad libre. Parece que disentimos en cómo alcanzarla.
LAP: Si, estamos de acuerdo en cuál es el objetivo a alcanzar. Pero yo no estoy solo diciendo que el camino político es inadecuado para este fin. Más bien estoy argumentando que la política es inconsistente con los principios libertarios y que va en contra de ideales libertarios básicos. Considera una analogía. Yo digo que un objetivo básico en mi vida es conseguir mucho dinero. Tu admites que este objetivo es en sí mismo legítimo. Procedo entonces a robar un banco. Te espantas y preguntas como puedo hacer eso. Yo contesto que tenemos una diferencia de opinión estratégica. Los dos estamos de acuerdo en que mi objetivo es laudable. Simplemente disentimos sobre los medios para alcanzarlo. Disentimos en cómo ir de A a B. Así que exijo que me des una estrategia alternativa para enriquecerme. Seguro, digo, mi plan puede no ser perfecto, pero vosotros los puristas, ¿que pueden ofrecerme? Dadme una estrategia alternativa, exijo, antes de tirarle piedras a la mía.
¿Cómo responderías a eso? Sospecho que me acusarías de cambiar los términos. Harías notar que la objeción a robar bancos no es simplemente una cuestión de estrategia, sino que está basada en cuestiones morales de fondo. Y dirías que tu rechazo a mi acción es de naturaleza moral, no estratégica. Por lo tanto, a menos que yo pueda refutar las objeciones morales a robar bancos, la cuestión de estrategia es irrelevante. No puedo ignorar las cuestiones morales y de principio con el subterfugio de pedirte estrategias alternativas.
Ahora, volviendo al tema de la acción política, contesto de esta misma manera. Perfecto, reunámonos y hablemos de estrategia algún día. Podemos hablar de educación, persuasión moral, contra-economía, instituciones alternativas, desobediencia civil, lo que sea, pero ese no es el tema aquí. Yo afirmo que hay un aspecto profundamente anti-libertario en la acción política, en el intento de elegir libertarios para cargos públicos, y que este es el asunto que los libertarios políticos tienen que enfrentar. Muéstrame que la acción política es consistente con principios libertarios y después podemos discutir sobre estrategia.
DPL: Pero tú tienes que discutir estrategia en algún momento. Tú quieres descalificar los medios políticos completamente, lo que parece dejarte muy pocas vías para llegar a una sociedad libre. Si tus principios te condenan a la inacción y a la derrota certera entonces seguramente debe haber algún problema con tus principios.
LAP: Esto es bien curioso. Tú equiparas acción política con activismo. Hacer algo para ti es hacer algo político. Ves a un libertario anti política como un no-activista. Y este es uno de los mitos más perniciosos que circulan en el partido libertario hoy. Muchas veces, cuando los miembros del partido libertario se enteran que no soy un miembro de “El Partido”, me hacen este bonito comentario, “Ah, eres un libertario con l minúscula”. A esto francamente me dan ganas de contestar, “Si y tú eres un idiota con O mayúscula”.
DPL: OK. Entonces no estás a favor de la inactividad o la pasividad. ¿A qué tipo de actividad deben según tu dedicarse los libertarios?
LAP: Voy a decir cuál es el mayor desafío que veo para los libertarios hoy, y a partir de eso se pueden justificar un numero de estrategias. Esta es la cuestión básica:
La lucha contra el estado no es solamente una lucha en contra del poder. La batalla sería mucho más fácil si así fuera. La esencia del estado no es solo agresión, sino agresión legalizada. El estado usa la sanción de la ley para legalizar sus actos criminales. Eso es lo que lo hace diferente de un delincuente común.
Lamentablemente, la mayoría de norteamericanos no perciben al estado como realmente es. Para decirlo crudamente, la vasta mayoría de norteamericanos no están de acuerdo con la visión libertarios del estado. Podemos estar de acuerdo en algunos puntos particulares, pero la visión del estado como una banda criminal es una visión mucho más radical de lo que la mayoría de norteamericanos quiere admitir.
Esto define nuestro objetivo educativo. Debemos quitarle al estado la legitimidad que tiene para el público. Debemos persuadir a la gente para que aplique al estado los mismos estándares morales que aplica a cualquier persona. No tenemos que convencer a la gente de que robar está mal. Tenemos que convencerla de que el robo, cuando es llevado a cabo por el estado en nombre de los impuestos, no es diferente del robo llevado a cabo por un individuo. No tenemos que convencer a la gente de que matar está mal. Los tenemos que convencer de que el asesinato cometido por el estado en nombre de una guerra de defensa nacional no es diferente del asesinato cometido por un individuo.
Como dije antes, el poder político es agresión legalizada. Puede que los libertarios no tengan la habilidad de detener toda agresión – eso sería ciertamente un objetivo poco realista – pero pueden ir lejos en quitarle a la agresión su santidad moral. Eso requiere todas las herramientas persuasivas que podamos conseguir, y también subraya la ilegitimidad de la acción política. Ser candidato a cargos políticos o apoyar a candidatos es conceder legitimidad justamente a la cosa que estamos tratando de deslegitimizar. Uno no puede denunciar al estado como una banda de criminales y al mismo tiempo tratar de aumentar las filas de esta clase criminal con sus propios amigos. La hipocresía está a la vista de todos. Así que tienes que, o abandonar la acción política, o diluir o abandonar tus principios básicos para esconder la obvia inconsistencia. Alguna gente dice que esta última alternativa es ser práctico. Para mi es ser deshonesto e hipócrita.
DPL: Así que no crees que los libertarios deban ser candidatos a cargos de gobierno. ¿Esto implica que los libertarios tampoco deben votar?
LAP. Sin duda, pero hay algo más, aparte de no votar. Los libertarios deben oponerse a las elecciones, por principio – deben oponerse al mecanismo por el cual se lleva a cabo la santificación política. El poder político es legalizado a través del proceso electoral. El sistema electoral actual está basado en la premisa de que derechos fundamentales pueden ser ganados o perdidos según el total de votos. Los libertarios deben oponerse a este proceso inescrupuloso. Debemos oponernos al proceso político mismo – al mecanismo mediante el cual algunas personas adquieren poder injusto (pero legalizado) sobre otros.
El voto santifica la injusticia. Si el mensaje libertario va a ser realmente radical, si los libertarios van a liderar la pelea, no en contra de esta o aquella injusticia, sino en contra del sistema político que perpetua y legaliza la injusticia, entonces tenemos que condenar las elecciones completamente. Un libertario no puede usar las elecciones para sus propios fines como si fueran moralmente neutras. Las elecciones son el método por el cual el estado mantiene su ilusión de legitimidad. No hay manera de que una organización libertaria pueda atacar la legitimidad del estado mientras pide votos.
DPL: Estas presentándolo como si poner un voto en un sobre fuera un acto de agresión. Pero no lo es, y no hay ninguna manera de que equipares esas acciones, particularmente si uno vota a un libertario.
LAP: Votar no es un acto de agresión en el sentido estricto. Pero los políticos no agreden en ese sentido estricto tampoco. Un presidente o un senador no arrestan o coacciona personalmente a gente que desobedece sus decretos. Es posible que el presidente Carter nunca haya cometido un acto de agresión en toda su vida. El presidente Johnson no viajó personalmente a Vietnam para asesinar vietnamitas. ¿Significa eso que los libertarios no pueden considerar a estas personas como violadores de derechos humanos? Claro que no. Estamos hablando de una línea de mando en la que los estratos superiores no tienen que hacer el trabajo sucio. Respecto de lo anterior, el presidente Johnson no tenía el derecho moral de ordenar el asesinato de vietnamitas inocentes. Y ningún político tiene el derecho moral de ordenar la violación de cualquier derecho, sin importar que tan pequeño sea.
Ahora, apliquemos esta idea al cuarto oscuro. Ser elegido para un cargo público es conseguir la aprobación legal para agredir. Esto es un hecho, nos guste o no, más allá de que un político en particular use su poder o no. Pero no hay un correspondiente derecho moral. El derecho político a agredir es una ficción legal sin fundamento en la ley moral.
Mantengo por lo tanto que nadie tiene el derecho moral a votar. Elegir una persona para un cargo público es darle a esa persona una autoridad injusta sobre otros. Votar a un candidato a presidente es concederle a esa persona la aprobación legal para la injusticia. Supongamos que un miembro del partido libertario vota a Ed Clark para presidente. Si Ed Clark ganara, tendría en su capacidad de presidente el derecho legal para agredir. Por ejemplo, podría ordenar que se encarcele a los disidentes políticos durante una ‘emergencia nacional’ – pero no hay un derecho moral a hacer eso. Es una usurpación de derechos. Y así como Ed Clark no tiene un derecho moral a este tipo de poder, nadie tiene derecho de concederle ese poder o de legitimar ese poder. Cuando un miembro del partido libertario entra al cuarto oscuro, está tratando de poner en un cargo público a una persona que va a tener una autoridad injusta sobre mí. Pero, dice el miembro del partido libertario, su candidato no va a usar ese poder. Contesto que eso, incluso si es cierto, es irrelevante. El poder legalizado del cargo público no es algo que él pueda conceder en primer lugar. El miembro del partido libertario no tiene derecho a agredirme y es pura arrogancia creer que puede transferir este privilegio a su político favorito. Como es posible que un libertario, entre todas las personas, tranquilamente conceda a su candidato el derecho legal a agredir, cuando todos los libertarios saben que uno no puede transferir derechos que no tiene, es algo que no puedo entender.
DPL: De vuelta, simpatizo con ese punto de vista, pero tengo que traerte de vuelta al mundo real. En una sociedad libertario ideal no habría elecciones como hay ahora – de acuerdo. Pero en este mundo, el voto es el método por el cual los cambios políticos se llevan a cabo, para bien o para mal. Hoy los libertarios tienen que votar por una cuestión de defensa propia. El gobierno nos agrede y lo va a seguir haciendo a menos que nos defendamos usando sus propias armas, si es necesario. Supongo que no le negarías a los libertarios el derecho a votar en defensa propia como medio para repeler los avances del poder estatal. Uno puede usar el voto de esa manera sin concederle aprobación moral.
LAP: De vuelta se me acusa de no vivir en el mundo real. ¿Puedo sugerir que ese comentario se te aplica más a ti que a mí? He argumentado que tenemos que dar una mirada detallada al mundo de la política. ¿Qué es el estado? ¿Cuál es la naturaleza de los cargos políticos? ¿Y tú contestas que esto es irrelevante? ¿Por qué? Porque los candidatos libertarios rebosan de buenas intenciones. Se van a colar en el estado y dirigir a esa máquina de poder monstruoso contra sí misma. Van a ganar el juego de las elecciones y todos los malos políticos caballerosamente van a admitir la derrota, juntar sus juguetes e irse a su casa y a conseguir un trabajo honesto.
Luego argumenté que votar implica darle poder a alguien para que actúe como tu agente y que no es moralmente posible darle a tu agente derechos que tu no posees legítimamente. Aparte, mostré que el voto es la base de la legitimidad política en los EEUU hoy. Es la raíz de la autoridad política en la mente de la mayoría de norteamericanos. Esto es un duro hecho, nos guste o no. Tú contestas que eso no importa, que los libertarios pueden ignorar estos detalles inconvenientes. Otras personas, tú dices, pueden pensar que estamos de acuerdo con votar y con el proceso político porque presentamos candidatos, igual que los otros partidos políticos, y porque incitamos a la gente a votar, igual que los otros partidos políticos. Esos pobres tontos. Obviamente no se dan cuenta que a pesar de las apariencias estamos realmente en contra de votar y del poder político. Bien adentro nuestro realmente nos oponemos a esas cosas. Lo que pasa es que tenemos que defendernos.
A tu alegación de defensa propia respondo. Bueno, defiéndete, pero déjame en paz. Pero votar está mal justamente porque no me deja en paz. Si llevas a tu candidato al gobierno en nombre de la defensa propia su poder no va a estar restringido solamente a ti a quienes los votaron. Va a tener poder también sobre mí y sobre otros como yo.
Cuando entras al cuarto oscuro estás cometiendo un acto de enorme arrogancia. Estas asumiendo que tienes el derecho nombrar un guardián político para mí. Uno benevolente dices tú, pero un guardián de todas maneras. Ahora hablando de un libertario a otro, tengo que repetir mi pregunta. ¿De dónde sacaste ese derecho? Tú no tienes ninguna autoridad particular sobre mí. ¿Dónde conseguiste entonces el derecho para nombrar un agente con esa autoridad? ¿Cómo te atreves a proponer que Ed Clark (o cualquier otro) tiene que tener poder de vida y muerte sobre mí y millones de otros norteamericanos? Tú aduces defensa propia. Yo afirmo que tu voto se extiende mucho más allá de los límites legítimos de la defensa propia.
DPL: Tu pones gran énfasis en esta noción de poder político abstracto, que dices es el derecho legal a agredir, y dices que el voto sanciona este poder ya sea que un político en particular ejercite este poder o no. Es principalmente por esta razón que tú excluyes a la acción política. Me parece que sacrificas una estrategia que tiene un gran potencial en el nombre de esta noción abstracta. Enfrentamos crisis reales, cuestiones de sobrevivencia economía, e incluso de vida y muerte. Si podemos elegir políticos que van a limitar los poderes del estado, y que no van a usar esos poderes injustos inherentes a los cargos políticos, entonces contribuimos grandemente a la causa de la libertad.
LAP: Ignoraste mucho de lo que dije. Yo como individuo no prohíbo la acción política. Digo que los principios libertarios la prohíben. A ti te resulta inconveniente y te quejas. Te digo, si quieres quejarte, quéjate de los principios, no de mí. La acción política está en conflicto con la oposición libertario a la agresión legalizada – poder político. La consistencia pide que yo rechace el poder político. Acepto el libertarismo y aceptarlo me fuerza a rechazar la acción política.
Por lo tanto, cuando me dicen que la acción política es una buena estrategia para alcanzar objetivos libertarios, solo puedo responder: Incluso si fuera cierto (lo que no acepto), no cambiaría la cuestión moral. Como el poeta Heine dijo una vez “No poseemos nuestras ideas sino que ellas nos poseen. Nos controlan y nos llevan a la arena donde, como gladiadores, debemos luchar por ellas”, Así que, aquí estoy. Lógicamente controlado por la consistencia del libertarismo, forzado a la arena, para pelear contra la acción política.
Defensor del partido libertario: Vosotros los anti-partido me sorprenden. Aquí tenemos miles de dedicados libertarios, trabajando para cambiar las cosas en Norteamérica mientras que vosotros los puristas se sientan en vuestras torres de marfil criticando. ¡Palabras, palabras, palabras! Si los libertarios escucharan a los puristas, nadie haría nada y el poder del gobierno seguiría creciendo. Supongo que seguirán parloteando sus principios cuando el estado los venga a encarcelar.
Libertario anti política: Si el estado viene a llevarme y encarcelarme, si, seguiré parloteando mis principios, especialmente si es un estado ‘libertario’ el que hace eso. Me acusas de purismo. Respondo “¿y que?” Si “purismo” tiene algún significado, este es negarse a abandonar cuestiones de principio a cambio de ganancias aparentes en el corto plazo. ¿Cuál es la alternativa? “Impurismo” “Corruptismo” “Venderse-al-mejor-postor-ismo” (“Selling Outism?*”)
Y ya que estamos discutiendo cosas sorprendentes, volvamos al asunto de la estrategia, que parece gustarte tanto. ¿Nunca te llamó la atención como los libertarios, que son tan innovadores cuando se trata de alternativas de mercado libre pueden ser tan poco imaginativos y ortodoxos en el área de estrategia política? Digo, los libertarios nunca se cansan de proponer planes para caminos privados, cloacas, servicios públicos, beneficencia, escuelas, policía, e incluso cortes de justicia. Cuando nuestros críticos se burlan del mercado libre en educación, por ejemplo, nosotros los invitamos a expandir sus ideas y a rechazar la noción de que si algo fue proveído por el gobierno en el pasado, eso implica que también debe serlo en el futuro. Pensamientos frescos e imaginativos son la clave aquí. Pero ahora viene el asunto de estrategia política y el libertario imaginativo de pronto se convierte en un vulgar ortodoxo. “¿Cómo podemos cambiar las cosas” pregunta, “sin acción política?”. Nadie, especialmente los medios, nos va a prestar atención. Todo el mundo sabe que primero tienes que conseguir el poder de los votos antes de poder cambiar las cosas de manera significativa. Tenemos que hacer firmar peticiones, poner a nuestra gente en las boletas, elegirlos – esta es la única manera efectiva de implementar nuestras metas.
A ese libertario pro-política le digo, “si dedicaras una parte del tiempo que dedicas pensar en alternativas a los caminos y servicios públicos, a pensar en alternativas a la acción política, quizás algo se te ocurriría. Gastas miles de dólares y miles de horas para hacer firmar peticiones y para hacer campañas políticas. Si gastaras una fracción de ese tiempo y dinero en alternativas no-políticas quizás verías un cierto progreso que hoy te parece imposible.
DPL: pero te estás olvidando del gobierno y sus leyes represivas. Alguien en algún momento va a tener que derogar esas leyes. Educación, contra-economía, desobediencia civil, instituciones alternativas – todas esas cosas suenan bien pero, ¿de que sirven a menos que lleven a derogar las leyes y regulaciones que restringen nuestra libertad? Y la derogación necesariamente implica acción política.
LAP: Primero: no es cierto que las leyes deban ser derogadas para que dejen de ser efectivas. Hay miles de leyes en los códigos que son virtualmente leyes muertas porque el público no toleraría que se las haga cumplir.
Segundo, siempre hay montones de advenedizos políticos que van a tratar de acomodarse haciendo lo que sea popular para el público. Las leyes se vuelven inefectivas o son derogadas cuando se hace imposible hacerlas cumplir – cuando el sentimiento del público se opone a ellas.
Eso me lleva a una diferencia fundamental en nuestras visiones sobre lo que los libertarios debiéramos tratar de conseguir. Tú quieres actuar directamente a través del proceso político. Yo mantengo que eso refuerza la legitimidad de ese proceso. De hecho, tú le dices a la gente que la forma de hacer valer sus derechos naturales es pidiéndole permiso al gobierno. Si el gobierno te da permiso para que te quedes con tu dinero, o eduques a tus hijos o tengas un estilo de vida particular, entonces está bien que lo hagas. Es todo muy correcto, el juego se juega con las reglas del estado.
Yo mantengo por el contrario que los libertarios deben cultivar un desprecio por el gobierno y sus leyes completo y sin compromisos. Tenemos que decirle a la gente, en términos claros, que los decretos del gobierno no tienen ninguna legitimidad moral – que son equivalentes a los decretos de la mafia. Debemos trabajar para desmitificar y minimizar al estado. Por supuesto está el problema practico de evitar penalidades y hay personas pueden elegir obedecer leyes particulares para evitar castigos. Pero un gobierno basado enteramente en el miedo no puede sobrevivir por mucho tiempo. Todos los gobiernos tienen que envolverse en algún tipo de legitimidad para ganar el apoyo pasivo de sus sujetos. Los libertarios deben tratar de disolver esta aura de legitimidad. Tenemos que decirle a la gente: tú tienes ciertos derechos – punto. Y lo que el gobierno haga no puede cambiar ese hecho. El gobierno es un ladrón y un matón – ten cuidado – míralo con cautela, porque es poderoso. Pero que no te impresione. No le tengas respeto ni le des aprobación moral. Trátalo como tratarías a cualquier otro criminal.
Digo que si esta falta de respeto pudiera ser inculcada en gran escala, habría un renacimiento de la libertad en los estados unidos. Los políticos estarían fuera de sí, si solamente un uno por ciento de la población fuera a votar. La política seria un hazmerreir. Se podría promulgar una ley tras otra y nadie se enteraría. El gobierno moriría por abandono. Esto, en vez de la acción política, es lo que le recomendaría a los libertarios. Y las probabilidades de éxito no son menores a las de desmantelar el gobierno desde adentro. Seguro, no tiene el encanto de las campañas políticas. No habría campañas ni propaganda en los medios. Sería una revolución silenciosa y mayormente descentralizada. Incluiría docenas de estrategias diferentes. Habría pocas o ninguna posición de poder por las que pelearse. Requeriría dedicación y conocimientos. Pero podría ser mortal.
Esta visión estratégica, como he argumentado, es incompatible con la acción política. Queremos que la gente no se dirija al gobierno para conseguir libertad Queremos que la gente vea al gobierno con una indiferencia despreciativa. Esto no se puede conseguir a través de la acción política.
“Party Dialogue” se publico por primera vez en New Libertarian (Vol. IV, No.8, Dec. 1980 – Feb. 1981) Box 1748, Long Beach, CA 90801