Las veladas de la calle Saint-Lazare. Capítulo 11

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Presentación de un orden de justicia y seguridad sin Estado en 1849 por Gustave de Molinari, miembro de la Sociedad de Economía Política de París. Molinari plantea gobiernos libres, un modelo voluntario de leyes y defensa en el que unas compañías de seguros que operan en un entorno de libre competencia son capaces de garantizar la seguridad de sus clientes. Un precedente histórico contemporáneo de la idea de anarquismo libertario o anarcocapitalismo. Velada (Soiree) 11 de Les Soirees de La Rue Saint-Lazare (Conversaciones sobre las leyes económicas y la defensa de la propiedad).

Onceava Soirée

Sumario:

Sobre el gobierno y su función – Gobiernos de monopolio y gobiernos comunistas – Sobre la libertad de gobierno – Sobre el derecho divino – El derecho divino es igual al derecho al trabajo – Vicios del gobierno monopólico – La guerra es la consecuencia inevitable de este sistema – Sobre la soberanía de la gente – Como uno pierde su soberanía – Como la recupera – Solución liberal – Solución comunista – Gobiernos comunistas – Sus vicios – Centralización y descentralización – Sobre la administración de justicia – Su vieja organización – Su organización actual – El “jury” no es suficiente – Como la administración de la seguridad y de la justicia pueden ser liberadas – Ventajas de los gobiernos libres – Lo que se debe entender por ‘nacionalidad’


Conservador

En vuestro sistema de propiedad absoluta y de plena libertad económica, ¿cuál es la función del gobierno?

Economista

La función del gobierno consiste solamente en asegurar a cada uno la conservación de su propiedad

Socialista

Bien, es el estado-gendarme de JB Say. Por mi parte tengo una pregunta para hacerle. Hay hoy en el mundo dos tipos de gobierno unos hacen remontar su origen a un pretendido derecho divino…

Conservador

¡Pretendido! ¡Pretendido! hay que ver…

Socialista

Los otros provienen de la soberanía del pueblo. ¿Cuáles prefiere Ud.?

Economista

No quiero ni los unos ni los otros. Los primeros son los gobiernos monopólicos, los segundos son los gobiernos comunistas. En nombre del principio de la propiedad, en nombre del derecho que poseo de proveerme a mí mismo seguridad, o de comprarla a quien me parezca, yo pido gobiernos libres.

Conservador

¿Es decir?

Economista

Es decir gobiernos de los que puedo, según mi voluntad individual, aceptar o rechazar los servicios.

Conservador

¿Habla Ud. seriamente?

Economista

¿Ya lo verá Ud. Ud. es defensor del derecho divino, no es así?

Conservador

Desde que vivimos en república, más aun – lo admito

Economista

Y Ud. se considera un adversario del derecho al trabajo

Conservador

¿Si me creo? ¡Pero claro! Yo afirmo…

Economista

No afirme nada porque Ud. es un partidario del derecho al trabajo.

Conservador

Pero le repito, yo…

Economista

Ud. es un defensor del derecho divino. Ahora, el principio del derecho divino es absolutamente idéntico al principio del derecho al trabajo.

¿Qué es el derecho divino? Es el derecho que poseen ciertas familias a gobernar al pueblo ¿Quién les ha concedido este derecho? El mismo Dios. Lea las Considerations sur la France, y el “Essai sur le principe générateur des constitutions politiques” de M. Joseph de Maistre:

“El hombre no puede ser soberano” dice M. de Maistre “A lo más, él puede servir de instrumento para desposeer a un soberano y transferir sus estados a un otro soberano que ya era principe. Por otro lado nunca ha existido una familia de soberanos a la que se le pueda asignar un origen plebeyo. Si este fenómeno ocurriera, sería una nueva época del mundo”.

“…está escrito:

Soy yo quien crea los soberanos. Esta no es una mera frase de iglesia, una metáfora del predicador, esta es la verdad literal, simple y palpable. Es una ley del mundo político. Dios crea los reyes, al pie de la letra. El prepara las razas reales, las alimenta en el seno de una nube que oculta sus orígenes. Luego aparecen coronadas de gloria y honor, y toman su lugar.

Esto significa que dios ha investido a ciertas familias con del derecho a gobernar a los hombres y que nadie les puede privar de ejercitar ese derecho. Ahora, si Ud. reconoce a ciertas familias el derecho exclusivo de ejercitar esta especie particular de industria que se llama gobierno, si, más aun, Ud. cree como la mayor parte de los teóricos del derecho divino que el pueblo debe proveer, ya sea sujetos para el gobierno, o indemnizaciones para los miembros de estas familias – y esto durante siglos – ¿esta Ud. en buena posición para refutar el derecho al trabajo? ¿Entre esta pretensión abusiva de obligar a la sociedad a dar a los obreros el trabajo que les conviene o un subsidio, y esta otra pretensión abusiva dé de dar a los obreros de las familias reales un trabajo acorde a sus facultades y a su dignidad, un trabajo en el gobierno, o una dote, donde está la diferencia?

Socialista

Ciertamente, no hay ninguna.

Conservador

¡Qué importa! El reconocimiento del derecho divino es indispensable para el mantenimiento de la sociedad.

Economista

¿Los socialistas no podrían responderle que el reconocimiento del derecho al trabajo es igual de necesario al mantenimiento de la sociedad? Si Ud. admite el derecho al trabajo para algunos, ¿no debe admitirlo para todos? ¿El derecho al trabajo no es simplemente una extensión del derecho divino?

Ud. dice que el reconocimiento del derecho divino es indispensable para el mantenimiento de la sociedad. ¿Cómo es entonces que todos los pueblos aspiran a librase de las monarquías de derecho divino? ¿Cómo es que los viejos gobiernos de monopolio están los unos en ruinas, los otros a punto de estarlo?

Conservador

La gente ha sido atrapada por el vértigo

Economista

¡Mirad un vértigo bien merecido! Pero, creo yo, la gente tiene buenos motivos para librarse de sus viejos dominadores. El monopolio en el gobierno no vale más que cualquier otro monopolio. No se gobierna bien, y sobre todo, no se gobierna barato cuando uno no tiene que temer ninguna competencia, cuando los gobernados son privados de elegir libremente a sus gobernantes. Conceda a un vendedor de verduras el aprovisionamiento exclusivo de un barrio, impida a los habitantes de ese barrio comprar cualquier mercadería a los vendedores vecinos, o bien aprovisionarse ellos mismos de verduras y verá que detestables requechos el vendedor privilegiado terminara vendiendo, ¡y a qué precio! Verá de qué manera engorda a costa de los infortunados consumidores y que adornos reales donara para la gloria del barrio… ¡Y bien! Esto que es cierto para los servicios más insignificantes no lo es menos para los más importantes. El monopolio en el gobierno no es mejor que el monopolio en la venta de verduras… La producción de la seguridad inevitablemente se torna costosa y deficiente cuando está organizada como un monopolio.

Es en el monopolio de la seguridad que reside la principal causa de las guerras que han, hasta el día de hoy, asolado la humanidad.

Conservador

¿Cómo es esto?

Economista

¿Cuál es la tendencia natural de todo productor, privilegiado o no? Es aumentar el número de sus clientes, a fin de elevar sus beneficios. Ahora, en un régimen de monopolio, ¿qué medios pueden utilizar los productores de seguridad para aumentar su clientela? Las personas no importan bajo este régimen, las personas forman el legítimo dominio de los ungidos por el Señor, nadie puede invocar sus voluntades para adquirir el derecho de gobernarlas. Los soberanos se ven obligados entonces a los procedimientos siguientes para aumentar el número de sus sujetos1- comprar en metálico reinos o provincias. 2- Casarse con herederas que aportan como dotes reinos o que los heredaran luego. 3- Conquistar mediante la fuerza los dominios de sus vecinos. ¡Primera causa de la guerra!

Por otro lado, las gentes a veces llevan a cabo revueltas contra sus soberanos legítimos como ha acontecido recientemente en Italia y Hungría, los ungidos por el Señor están naturalmente obligados a hacer volver a la obediencia a ese ganado insumiso. Forman una santa alianza y hacen una gran carnicería de los sujetos rebeldes, hasta conseguir apaciguar la
rebelión. Pero si los rebeldes se ponen de acuerdo con otros pueblos, estos entran en la lucha y la conflagración se torna general. ¡Segunda causa de la guerra!

No tengo que agregar que los consumidores de seguridad, envueltos en la guerra, pagaran los costos.
Tales son las ventajas de los gobiernos de monopolio.

Socialista

Ud. prefiere entonces los gobiernos surgidos de la soberanía del pueblo. Ud. pone a las repúblicas democráticas por sobre las monarquías y las aristocracias. ¡En buena hora!

Economista

Distingamos, le ruego. Yo prefiero los gobiernos surgidos de la soberanía del pueblo, pero las repúblicas que Ud. considera democráticas son lo más alejado en el mundo de la soberanía del pueblo. Esos gobiernos son monopolios extendidos,
comunismos. Ahora, la soberanía del pueblo es incompatible con el monopolio y con el comunismo.

Socialista

¿Qué es entonces, en su opinión, la soberanía del pueblo?

Economista

Es el derecho que posee toda persona de disponer libremente de su cuerpo y de sus bienes, de gobernarse a sí mismo.
Si el hombre-soberano tiene el derecho de disponer de su persona y de sus bienes, tiene naturalmente también el derecho a defenderlos. Tiene el derecho de libre defensa. Pero, ¿puede cada uno ejercer este derecho aisladamente? ¿Puede cada uno ser su soldado y su policía? ¡No! No más que el mismo hombre puede ser su propio obrero, su propio panadero, sastre, vendedor
de especies, medico, o cura.

Es una ley económica que el hombre no puede ejercer ventajosamente varias profesiones a la vez. Uno ve, desde los orígenes de la sociedad, que todas las industrias se especializan, y los diferentes miembros de la sociedad se dedican a las ocupaciones que sus aptitudes naturales les sugieren. Ellos intercambian los productos de su profesión particular contra los diversos objetos necesarios para satisfacer sus necesidades. El hombre aislado, goza, sin trabas, de toda su soberanía. Excepto que, este soberano, obligado a ejercer el mismo todas las industrias que satisfacen sus necesidades, se encuentra en un estado bien miserable. Cuando el hombre vive en sociedad puede conservar su soberanía o perderla.

¿Cómo pierde su soberanía?

La pierde cuando cesa de una manera total o parcial, directa o indirecta, de poder disponer de su persona y sus bienes.

El hombre no es completamente soberano más que en un régimen de libertad total. Todo monopolio, todo privilegio es un atentado contra su soberanía.

Bajo el viejo régimen nadie tenía el derecho de disponer libremente de su persona y de sus bienes, nadie tenía el derecho de ejercer libremente cualquier industria – la soberanía se hallaba severamente limitada.

Bajo el régimen actual la soberanía no ha cesado de ser atacada por una multitud de monopolios y privilegios que restringen la libre actividad de los individuos. El hombre no ha aun recobrado plenamente su soberanía.

¿Cómo puede recobrarla?

Dos escuelas existen, que dan a este problema soluciones totalmente opuestas, la escuela liberal y la escuela comunista.

La escuela liberal dice: Destruid los monopolios y los privilegios, restituid al hombre su derecho natural a ejercer libremente cualquier industria y así gozara plenamente de su soberanía.

La escuela comunista dice, en cambio, Cuidaos de conceder a cada uno el derecho a producir libremente cualquier cosa. ¡Eso resultará en la opresión y la anarquía! Conceded ese derecho a la comunidad, excluyendo a los individuos. Que todos se reúnan para organizar en común todas las industrias. Que el Estado sea el solo productor y el solo distribuidor de la riqueza.

¿Qué hay en el fondo de esta doctrina? Ha sido dicho frecuentemente: la esclavitud. La absorción y la anulación de la voluntad individual dentro de la voluntad común. La destrucción de la soberanía individual.

En la primera fila de las industrias organizadas en común esta aquella que tiene por objeto proteger y defender contra toda agresión la propiedad de personas y cosas.

¿Cómo se han formado las comunidades en las cuales esta industria se ejerce, la nación y las ciudades?

La mayoría de las naciones han sido formadas por las alianzas de propietarios de esclavos o siervos y por conquistas. Francia por ejemplo es un producto de alianzas y conquistas sucesivas. A través de casamientos, fuerza o artimañas, los reyes de la Isla de Francia extendieron sucesivamente su autoridad sobre las diferentes partes de las antiguas Galias. A los veinte gobiernos de monopolio que ocupaban la Francia actual les sucede un solo gobierno de monopolio. Los reyes de Provenza, los duques de
Aquitania, de Bretaña, de Burgundia, de Lorena, los condes de Flandes, etc., ceden su lugar al rey de Francia.

El rey de Francia estaba encargado de la defensa interior y exterior del Estado. Sin embargo, él no era el solo director de la defensa o policía interior. Cada señor castellano se ocupaba originariamente de la policía dentro de sus dominios; cada ciudad, emancipada a través de las armas, o pagando en dinero, de la onerosa tutela de su señor, hacía que la policía de su circunscripción
fuera reconocida.

Ciudades y Señores contribuían en cierta medida a la defensa general.

Se puede decir que el rey de Francia tenía el monopolio de la defensa general y que los señores de los castillos y los burgueses de las ciudades el de la defensa local.

En ciertas comunas la policía estaba bajo la dirección de una administración elegida por los burgueses de la ciudad, en las principales comunas de Flandes, por ejemplo. En otros lugares, la policía estaba constituida en una corporación como la panadería, la carnicería, la zapatería, en una palabra, como todas las otras industrias.

En Inglaterra, esta última forma de producción de la seguridad ha subsistido hasta nuestros días. En la ciudad de Londres, la policía estaba hasta ayer en las manos de una corporación privilegiada. ¡Y cosa singular! esta corporación se negaba a cooperar con las policías de otros distritos, tanto que la City se había convertido en un verdadero refugio para criminales. Esta anomalía desapareció con la reforma de sir Rober Peel [3]

¿Qué hizo la revolución francesa? Quito al rey de Francia el monopolio de la defensa general, pero no destruyo ese monopolio, sino que lo puso en manos de la nación, organizada como si fuera una inmensa comuna.

Los pequeños distritos, ciudades o comunas en los que se dividía el territorio del viejo reino de Francia siguieron existiendo. Incluso se aumentó considerablemente su número. El gobierno de la gran comuna tuvo el monopolio de la defensa general, los gobiernos de las pequeñas comunas ejercieron, bajo la supervisión del poder central, el monopolio de la defensa local.

Pero las cosas no se detienen ahí. Se organiza en la comuna general y en las comunas particulares otras industrias, notablemente la educación, los cultos, el transporte, etc., y se establecen diversos impuestos para solventar los costos de las industrias así organizadas en común.

Posteriormente, los socialistas, malos observadores si los hay, no se dan cuenta que las industrias organizadas por la comuna general o las comunas particulares funcionan a mayor precio y peor calidad que las industrias libres, y demandan la organización en común de todas las ramas de la producción. Ellos quieren que la comuna general y las comunas particulares no se
contenten con controlar la policía, construir escuelas y caminos, solventar las iglesias, crear bibliotecas, subvencionar los teatros,
mantener establos, fabricar cigarrillos, alfombras, porcelana, etc., sino que quieren que produzcan todas las cosas.

El buen sentido público se rebela contra esta malvada utopía, pero no va más lejos. Se ve que será ruinoso producir todas las cosas en común. Pero no se ve que será ruinoso producir algunas cosas en común. Se continúa entonces haciendo comunismo real y difamando a los socialistas quienes reclaman a grandes gritos el comunismo completo.

Sin embargo los conservadores, partisanos de un comunismo parcial y adversarios del comunismo completo se encuentran hoy divididos al respecto de un punto importante.

Unos quieren que el comunismo parcial se continúe ejerciendo principalmente en la comuna general; defienden la centralización.

Otros reclaman, al contrario, una mayor cantidad de atribuciones para las comunas pequeñas. Ellos quieren que estas puedan ejercer diversas industrias, crear escuelas, construir caminos, iglesias, subvencionar teatros, etc., sin necesidad de la autorización del gobierno central. Demandan la descentralización.

La experiencia ha mostrado los vicios de la centralización. La experiencia ha probado que las industrias ejercida por la gran comuna, el estado, proveen productos más caros y peores que las industrias libres.

¿Pero quiere esto decir que la descentralización es mejor? ¿Quiere decir que será más útil emancipar a las comunas o, lo que es lo mismo, permitirles establecer libremente escuelas e instituciones de beneficencia, construir teatros, subvencionar iglesias, o mismo ejercer libremente otras industrias?

Para solventar los gastos de los servicios que ellas proveen, ¿que necesitan las comunas? Necesitan capitales. ¿Dónde pueden conseguir esos capitales? En los bolsillos de los particulares, no en otro lado. Están obligadas a cobrar diferentes impuestos a los habitantes de la comuna.

Estos impuestos consisten hoy en los céntimos adicionales agregados a las contribuciones pagadas al estado nacional. Al mismo tiempo ciertas comunas han obtenido también la autorización para establecer dentro de sus límites una pequeña aduana que recibe el nombre de octroi. Esta aduana, que alcanza a la mayoría de las industrias libres, aumenta naturalmente y en gran medida los recursos de la comuna. Por lo tanto las autorizaciones para establecer un octroi son frecuentemente pedidas al gobierno
central. Este no las concede de buen grado y en esto actúa sabiamente. A cambio, el Estado permite frecuentemente a las comunas cobrar impuestos extraordinarios, es decir, permite a la mayoría de los administradores de la comuna establecer un impuesto extraordinario que todos los administrados son obligados a pagar.

Cuando las comunas estén emancipadas, cuando, en cada localidad, la mayoría de los habitantes tenga el derecho de establecer tantas industrias como le plazca, y de obligar a la minoría a contribuir a las expensas de estas industrias organizadas en común, cuando la mayoría sea autorizada a establecer libremente todo tipo de impuestos locales, verá Ud. constituirse en Francia tantos pequeños Estados, diferentes y separados, como hoy hay comunas. Ud. verá aparecer sucesivamente, para solventar
los impuestos locales, cuarenta y cuatro mil aduanas interiores con el nombre de octrois, Ud. verá, por decirlo en una palabra, reconstituirse la edad media.

Bajo ese régimen, la libertad de trabajo y de comercio será socavada por los monopolios que las comunas concederán a ciertas ramas de la producción y por los impuestos que ellas cobraran a las otras industrias para alimentar a las industrias ejercidas en común. La propiedad de todos quedara a la merced de las mayorías.

¿En las comunas donde predomina la opinión socialista, que pasara, le pregunto, con la propiedad? No solamente la mayoría cobrara impuestos para solventar las expensas de la policía, los caminos, la iglesia, los establecimientos de beneficencia, las
escuelas, etc. sino también para crear ateliers comunales, revistas comunales, fábricas comunales, etc. Estos impuestos locales, la minoría no-socialista, ¿Será obligada a pagarlos?

En un tal régimen, ¿Que ocurre con la soberanía del pueblo? ¿No desaparece bajo la tiranía del número mayor?

Más rápidamente que la centralización, la descentralización conduce al comunismo completo, es decir a la destrucción completa de la soberanía.

¿Que es necesario hacer para restituir a los hombres esa soberanía que el monopolio les ha robado en el pasado, y que el comunismo, ese monopolio extendido, amenaza robarles en el futuro?

Es necesario, simplemente, convertir en libres las diferentes industrias que en el pasado han sido constituidas como monopolios, y en el día de hoy ejercidas en común. Es necesario abandonar a la libre actividad de los individuos las industrias aun ejercidas o reglamentadas por el Estado o la comuna.

Entonces, el hombre poseyendo, como antes del establecimiento de las sociedades, el derecho de aplicar libremente, sin trabas o costos algunos, sus facultades a toda especie de trabajo, gozara nuevamente, plenamente de su soberanía.

Conservador

Ud. ha pasado revista a las diferentes industrias aun monopolizadas, privilegiadas o reglamentadas, y nos ha probado con más o menos éxito, que estas industrias debieran ser liberadas para el beneficio común. ¡Sea! No quiero volver sobre un tema cansador. Pero, ¿es posible quitar al Estado y a las comunas la función de la defensa general y la defensa local?

Socialista

¿Y la administración de justicia también?

Conservador

Si, y la administración de justicia. ¿Es posible que esas industrias, para hablar vuestro idioma, sean ejercidas de otra manera que no sea en común, por el Estado y las comunas?

Economista

Yo dejaría pasar esos dos comunismos si Ud. consintiera bien francamente a abandonar todos los otros. Si Ud. redujera el estado a no ser más que un policía, un soldado o un juez. Pero… ¡No! porque el comunismo de la seguridad es la llave de vuestro viejo edificio de servidumbre. Por otro lado, no veo ninguna razón para tolerar este comunismo a diferencia de los otros.

Entre dos cosas, una:

O el comunismo vale más que la libertad, y, en ese caso, hay que organizar todas las industrias en común, en el Estado o las comunas.

O la libertad es preferible al comunismo, y, en ese caso, es necesario liberar todas las industrias aun organizadas en común, incluyendo la justicia y la policía, la educación, las iglesias, los transportes, la fabricación de tabacos, etc.

Socialista

Es lógico.

Conservador

¿Pero es posible?

Economista

¡Veamos! ¿Qué hay de la justicia? En el viejo régimen, la administración de la justicia no estaba organizada y pagada en común, estaba organizada en monopolio y pagada por aquellos que la usaban. Durante varios siglos no ha habido industria más independiente. Formaba como todas las otras ramas de la producción material o inmaterial, una corporación privilegiada. Los miembros de esta corporación, podían legar sus cargos o magistraturas a sus hijos, o bien venderlos. Gozando de esos cargos a perpetuidad. Los jueces se hacían notar por su independencia y su integridad. Lamentablemente este régimen tenia, por otro lado, todos los vicios inherentes al monopolio. La justicia monopólica se pagaba bien cara.

Socialista

Y Dios sabe a cuantas quejas y reclamos llevaban las especies. Prueba son estos versitos que fueron escritos en la puerta del Palacio de Justicia después de un incendio.

Un beau jour dame Justice
Se mit le palais tout en feu
Pour avoir mangé trop d’épice. [7]

¿La justicia no debe ser esencialmente gratuita? Ahora, ¿no implica la gratuidad que deba organizarse en común?

Economista

Uno se queja de que la justicia ha comido demasiadas especies. No de que coma. Si la justicia no hubiera sido organizada como un monopolio, si en consecuencia, los jueces no hubieran podido exigir más que la remuneración legitima de su industria, uno no
se quejaría de las especies. En ciertos países donde los justiciables tenían el derecho de elegir a sus jueces, los vicios del monopolio se hallaban singularmente atenuados. La competencia que se establecía entre las diferentes cortes mejoraba la justicia y la hacía menos cara. Adam Smith atribuye a esta causa los progresos de la administración de justicia en Inglaterra. El pasaje es curioso y espero que disipe vuestras dudas.

“Las tasas de justicia (fees of court) parecen haber sido originalmente el principal sustento de las diferentes cortes en Inglaterra. Cada corte trataba de atraer tantos asuntos como pudiera, y a causa de ello, estaba dispuesta a ocuparse de juicios que originalmente no debían caer en su jurisdicción. La corte de “King’s bench” instituida para juzgar asuntos criminales solamente se dedicaba a casos civiles; el demandante pretendía que la otra parte al no comportarse justamente, había cometido una invasión (tresspass) o delito leve (misdemeanour). La corte del exchequer instituida para recaudar los impuestos del rey y para cobrar deudas que se le debían al rey, se ocupaba de todo las otras deudas contractuales, el demandante alegando que no podía pagarle al rey, porque su demandado no le pagaba a él. Gracias a estas ficciones, se llegó a depender totalmente en la elección que las partes para determinar cuál corte se usaría, y cada corte trataba a través de la prontitud e imparcialidad de atraer tantos casos como pudiera. La actual admirable constitución de las cortes en Inglaterra, fue quizás en gran medida, formada por esta emulación, la que antiguamente ocurrió entre los respectivos jueces: cada uno tratando de dar en su corte el más rápido y efectivo remedio que la ley admitiera para cada tipo de injusticia”

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Socialista

Pero nuevamente, ¿no es preferible la justicia gratuita?

Economista

Ud. no ha abandonado aun la ilusión de la gratuidad. ¿Necesito mostrarle que la justicia gratuita cuesta más cara que la otra, mostrarle los impuestos recaudados para financiar los tribunales gratuitos y pagar los salarios de los jueces gratuitos? ¿Necesito mostrarle que la gratuidad de la justicia es necesariamente inicua porque no todo el mundo se sirve igualmente de la justicia, no todo el mundo tiene igualmente la intención de litigar?

Al fin, la justicia está bien lejos de ser gratis en el régimen actual, Ud. no lo ignora.

Conservador

Los procesos son ruinosos. Sin embargo, ¿podemos quejarnos de la administración de justicia actual? ¿La organización de nuestros tribunales no es irreprochable?

Socialista

¡Ah! ¡Ah! Irreprochable. Un Ingles al que acompañe un día a la corte penal, salió de la audiencia indignadísimo. No concebía que un pueblo civilizado permitiera a un procurador del rey o de la republica usar la retórica para pedir una condena a muerte. Esta elocuencia, alimentadora del verdugo le horrorizaba. En Inglaterra uno se contenta con exponer la acusación, no se la dramatiza.

Economista

Agregad a eso la lentitud proverbial de nuestras cortes de justicia, los sufrimientos de los desgraciados que esperan sus sentencias por meses, y a veces años, cuando la instrucción podría hacerse en unos días; los costos y las perdidas enormes que estos retrasos entrañan, y Ud. convendrá que la administración de justicia en Francia difícilmente progreso.

Socialista

No exageremos tanto. Poseemos en el día de hoy, gracias al cielo, la institución del “jury”

Economista

En efecto, uno no se contenta con obligar a los contribuyentes a pagar los gastos de justicia, también se les obliga a cumplir las funciones de juez. Esto es comunismo puro: Ab uno disce omnes. Yo pienso que el “jury” es tan bueno juzgando como la guardia nacional, ¡otra institución comunista! lo es haciendo la guerra.

Socialista

¿Por qué?

Economista

Porque uno solo hace bien su ocupación, su especialidad, y la especialidad y ocupación de los jurados no es juzgar.

Conservador

Los jurados se contentan con constatar el delito y apreciar las circunstancias en las que ha sido cometido.

Economista

Es decir, ejercer la función más difícil del juez, la más espinosa. Es esta función tan delicada, que exige un juicio tan sano, tan ejercitado, un espíritu tan calmo y frio, tan imparcial, que se la confía a la suerte. Es como si se eligieran al azar los nombres de los ciudadanos que deberán ocuparse cada año de fabricar las botas o de escribir las tragedias para la comunidad.

Conservador

La comparación es forzada.

Economista

Es más difícil, me parece, juzgar bien que hacer un buen par de botas o alinear elegantemente algunos cientos de alejandrinos. Un juez perfectamente esclarecido e imparcial es más raro que un buen zapatero o un poeta capaz de escribir para el Théâtre-Français.

En las causas criminales la ineptitud del “jury” aparece todos los días. Pero no se presta, ay, más que una mediocre atención a los errores cometidos en las cortes penales. ¿Qué digo? Se considera un delito criticar una sentencia dictada. En las causas políticas, ¿no tiene el “jury” la costumbre de fallar según el color de su opinión, blanco o rojo, más que según la justicia? El hombre que es condenado por un jury blanco, ¿no será absuelto por un jury rojo, y viceversa?

Socialista

Lamentablemente.

Economista

Ya hoy las minorías son juzgadas por jurys pertenecientes a las mayorías. Esperad el final… ¿Hablaremos de la
industria que provee la defensa interior y exterior? ¿Cree Ud. que es más importante que la justicia? Nuestra policía y sobre todo nuestro ejército, ¿no nos cuestan bien caros por los servicios que nos prestan? ¿No hay en fin algún inconveniente en que esta industria de la defensa publica este en las manos de una mayoría?

Veamos. En un sistema donde la mayoría establece la asignación de los impuestos y controla el empleo de los dineros
públicos, ¿el impuesto no recaerá sobre ciertas partes de la sociedad según las influencias predominantes? Durante la monarquía, cuando la mayoría era puramente ficticia, cuando las clases altas se arrogaban el derecho de gobernar el país excluyendo al resto de la nación, ¿los impuestos no caían principalmente sobre el consumo de las clases inferiores, sobre la sal, el vino, la carne, etc.? Sin duda, la burguesía pagaba parte de esos impuestos pero la esfera de su consumo era infinitamente más grande que la de la clase inferior, sus fondos se encontraban en definitiva mucho menos afectados. A medida que la clase inferior, al irse esclareciendo, adquiera mayor influencia dentro del Estado, Ud. verá producirse una tendencia opuesta. Ud. verá el impuesto progresivo, el que hoy está dirigido contra la clase inferior, ser dirigido contra las clases superiores. Esta resistirá sin duda con todas sus fuerzas esta nueva tendencia; gritara con razón contra la expoliación y el robo, pero si la institución comunista del voto universal es mantenida, si un sorpresivo golpe no pone nuevamente el gobierno en manos de las clases ricas, excluyendo a las pobres, la voluntad de la mayoría prevalecerá y el impuesto progresivo será establecido. Una parte de la propiedad de los ricos será ahora legalmente confiscada para aliviar la carga de los pobres, como una parte de la propiedad de los pobres ha sido durante mucho tiempo
confiscada para aliviar la carga de los ricos.

Pero es peor aun. No solamente la mayoría en un gobierno comunitario puede establecer como mejor le parezca la asignación de los impuestos, sino que puede hacer de estos impuestos el uso que le parezca conveniente, sin tener en cuenta la voluntad de la
minoría.

En ciertos países, el gobierno de la mayoría emplea una parte de los dineros públicos para proteger a propietarios esencialmente ilegítimos e inmorales. En los Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno garantiza a los hacendados del Sur la propiedad de sus esclavos. Sin embargo están en los Estados Unidos los abolicionistas quienes consideran con razón, a la esclavitud como un robo. ¡No importa! el mecanismo comunitario los obliga a contribuir con sus fondos al mantenimiento de este tipo de robo. Si
los esclavos intentaran un día liberarse de un yugo inicuo y odioso, los abolicionistas serán obligados a ir a defender con las armas en la mano, la propiedad de los hacendados. ¡Esta es la ley de las mayorías!

En otro caso, acontece que la mayoría, empujada por las intrigas políticas o el fanatismo religioso, declara la guerra a un pueblo extranjero. La minoría tiene gran horror de esta guerra, y la maldice, pero está obligada a contribuir con su sangre y su dinero. ¡Esta es de nuevo la ley de las mayorías! ¿A qué se llega entonces? A que la mayoría y la minoría están perpetuamente en lucha y que la
guerra desciende de la arena parlamentaria y llega a la calle.

Hoy es la minoría roja la que se rebela. Si esta minoría se convirtiese en mayoría y si, usando de sus derechos de mayoría, rehiciera la constitución a su manera, decretara impuestos progresivos, empréstitos forzosos y papel moneda, ¿quién le asegura que no sería la minoría blanca la que se rebelaría mañana?

No hay seguridad posible en este sistema. ¿Y sabe Ud. por qué? Porque amenaza incesantemente la propiedad, porque pone a la merced de una mayoría ciega o esclarecida, moral o inmoral, las personas y bienes de todos. Si el régimen comunista, en lugar de ser aplicado como en Francia a una multitud de objetos, se encontrara estrechamente limitado como en los Estados
Unidos, las causas de disenso entre la mayoría y la minoría serian menos numerosas, los inconvenientes de este régimen serían menores. Sin embargo nunca desaparecerían por entero. El derecho reconocido al mayor número a tiranizar la voluntad del menor, podría en ciertas circunstancias desencadenar una guerra civil.

Conservador

Pero una vez más, uno no concibe como la industria que provee la seguridad de las personas y la propiedad puede ser practicada si es liberada. Vuestra lógica lo conduce a Ud. a sueños dignos de Charenton.

Economista

¡Veamos! No nos exaltemos. Supongo que después de haber reconocido que el comunismo parcial del Estado y de la comuna es decididamente nocivo, todas las ramas de la industria han sido liberadas, a excepción de la justicia y la defensa pública. Hasta aquí ninguna objeción. Pero un economista radical, un soñador viene y dice: ¿Por qué, entonces, después de haber liberado los diferentes empleos de la propiedad, no liberar también las industrias que mantienen la propiedad? ¿Cómo las otras, estas industrias no serán ejercidas de una manera más justa y útil si son liberadas? Ud. afirma que es impracticable. ¿Por qué? Por un lado, ¿no hay en la sociedad hombres especialmente dotados, los unos para juzgar las diferencias que surgen entre los propietarios y apreciar los delitos cometidos contra la propiedad, los otros para defender la propiedad de personas y cosas contra las agresiones de la violencia y el fraude? ¿No hay hombres a los que sus aptitudes naturales los hacen especialmente idóneos para ser jueces, policías y soldados? Por otro lado, todos los propietarios, indistintamente, ¿no tienen necesidad de seguridad y justicia? ¿No están todos dispuestos a imponerse sacrificios para para satisfacer esta urgente necesidad sobre todo si son impotentes para satisfacerla por si mismos o si les cuesta demasiado tiempo y dinero?

Ahora, si hay por un lado hombres aptos para proveer a una necesidad de la sociedad y por el otro, hombres dispuestos a imponerse sacrificios para obtener la satisfacción de esa necesidad, ¿no alcanza con dejar hacer a unos y otros para que la mercadería demandada, material o inmaterial, se produzca y la necesidad sea satisfecha?

Este fenómeno económico, ¿no se produce irresistiblemente, fatalmente, como el fenómeno físico de la caída de los cuerpos?

¿No estoy justificado en decir que si una sociedad renuncia a proveer seguridad pública, esta industria particular será mejor ejercida? ¿No estoy justificado en agregar que será mejor ejercida bajo el régimen de la libertad de lo que podría serlo bajo el régimen comunitario?

Conservador

¿De qué manera?

Economista

Eso no es asunto de los economistas. La economía política puede decir si tal necesidad existe, será satisfecha, y lo será mejor en un régimen de total libertad que en cualquier otro. ¡No hay ninguna excepción a esta regla! Pero como se organizara esta industria, cuáles serán sus procedimientos, técnicas, esto es algo que la economía política no sabe.

Así, puedo afirmar que si la necesidad de alimentación se manifiesta dentro de la sociedad, esa necesidad será satisfecha, y lo será tanto mejor cuanto cada uno sea libre de producir los alimentos o comprárselos a quien bien le parezca.

Puedo asegurar que lo mismo acontecerá si en lugar de la alimentación se trata de la seguridad.

Pretendo entonces que si una comunidad declara que al cabo de un cierto plazo, un año por ejemplo, dejara de pagar a los jueces, soldados y policía, al final del año, la comunidad no tendrá menos tribunales y gobiernos listos para funcionar y agrego que si, bajo este nuevo régimen, cada persona conservara el derecho de ejercer libremente estas dos industrias y de comprar libremente los servicios, la seguridad seria producida lo más económicamente y de la o mejor manera posible.

Conservador

Le responderé siempre que esto es inconcebible.

Economista

En la época en que el régimen reglamentario tenia a la industria prisionera dentro de los confines de la comuna, y donde cada corporación era dueña del mercado comunal, se decía que la sociedad era amenazada cada vez que un innovador audaz trataba de atentar contra este monopolio. Si alguien hubiera venido a decir que en lugar de las pequeñas y estancadas industrias y corporaciones, la libertad pondría un día inmensas fabricas que proveen productos menos caros y más perfectos, esta persona seria
llamada soñador y ridiculizada. Los conservadores de ese momento habrían jurado por sus grandes dioses que eso no se podía concebir

Socialista

¡Pero veamos! Como se puede imaginar que cada individuo tenga el derecho de ser gobierno, o de elegir su gobierno, o incluso de no elegir ninguno… ¿Qué pasaría en Francia, si después de liberar todas las industrias, los ciudadanos franceses anunciaran de común acuerdo que cesarían al término de un año de sostener el gobierno de la comuna?

Economista

No puedo hacer más que conjeturas al respecto. Ved sin embargo aproximadamente de que maneras las cosas ocurrirían. Como la necesidad de seguridad es aún muy grande en nuestra sociedad, sería rentable fundar empresas de gobierno. Uno estaría seguro de cubrir sus costos. ¿Cómo se fundarían esas empresas? Individuos aislados no alcanzarían, de la misma manera que individuos
aislados no alcanzan para construir ferrocarriles, docks, etc. Vastas compañías se constituirían entonces para producir la seguridad. Se procurarían el material y los trabajadores que necesitasen. Apenas estuvieran listas para funcionar estas compañías de seguros de la propiedad buscarían a sus clientes. Cada uno se abonaría a la compañía que le inspirara la mayor confianza, y cuyas condiciones le parecieran las más favorables.

Conservador

Haríamos cola para abonarnos. ¡Ciertamente haríamos cola!

Economista

Si esta industria fuese libre uno vería constituirse tantas compañías como fuera necesario. Si hubiera demasiado pocas, si, por consecuencia el precio de la seguridad fuera demasiado alto, sería rentable formar nuevas compañías; si hubiera demasiadas las compañías sobrantes no tardarían en disolverse. El precio de la seguridad de esta manera se acercaría constantemente al nivel de los costos de producción.

Conservador

¿Cómo harían estas compañías libres para ponerse de acuerdo y proveer a la seguridad general?

Economista

Como lo hacen hoy los gobiernos monopolistas y comunistas, porque tendrían interés en entenderse. Es más, se darían facilidades mutuas para atrapar a los ladrones y asesinos, y así disminuirían más aun sus costos.

Por la misma naturaleza de su industria, las compañías de seguros para la propiedad no podrían extenderse más allá de ciertas circunscripciones, perderían si tuvieran una policía en lugares donde los clientes fueran pocos. En sus propias circunscripciones no podrían oprimir ni explotar a sus clientes, bajo pena de ver surgir inmediatamente a la competencia.

Socialista

¿Y si la compañía existente quisiera impedir que la competencia se establezca?

Economista

En una palabra, si ella atentara contra la propiedad de sus competidores y la soberanía de todos… ¡Oh! Entonces todos aquellos a los que los monopolistas amenazaran en su propiedad e independencia se levantarían para castigarlos.

Socialista

¿Y si todas las compañías se pusieran de acuerdo para constituir un monopolio? ¿Si formaran una santa-alianza para imponerse a las naciones, y si fortificadas gracias a esta coalición explotaran sin piedad a los desgraciados consumidores de seguridad? ¿Si se apropiaran a través de pesados impuestos de la mejor parte de los frutos del trabajo de las
personas?

Economista

Es decir, si recomenzaran lo que las viejas aristocracias han hecho hasta nuestros días… ¡Y bien! entonces las gentes seguirían el consejo del extranjero:

Pueblos, formad una
santa alianza y daos la mano

Se unirían a su vez y como poseen medios de comunicaciones que sus ancestros no poseían, como son cien veces más numerosos que sus viejos dominadores, la santa alianza de las aristocracias seria bien extinguida. Nadie seria tentado, se lo juro, de constituir un monopolio.

Conservador

¿Cómo se haría bajo este régimen para repeler una invasión extranjera?

Economista

¿Cuál será el interés de las compañías? Repeler a los invasores porque ellas serán las primeras víctimas de la invasión. Se pondrán de acuerdo entonces para repelerlos y pedirán a sus asegurados una prima suplementaria para protegerlos de ese nuevo peligro. Si los asegurados prefiriesen correr los riesgos de la invasión, se negarían a pagar el suplemento, sino lo pagarían y así habilitarían a las compañías a evitar el peligro de la invasión.

Pero de la misma manera que la guerra es inevitable en un régimen de monopolio, la paz es inevitable en un régimen de libre gobierno. En este régimen los gobiernos no pueden ganar nada a través de la guerra; al contrario lo pueden perder todo. ¿Qué interés tendrían en iniciar una guerra? ¿Sería para aumentar su clientela? Pero los consumidores de seguridad estando libres de hacerse gobernar a su manera, escaparían a los conquistadores. Si estos quisieran imponer su dominación, después de
haber destruido al gobierno existente, los oprimidos pedirían al momento la ayuda de todos los pueblos…

Las guerras de compañía contra compañía no se harían excepto en el caso de que los accionistas quisieran financiar los costos de antemano. Ahora, la guerra no podría reportar a nadie un aumento de clientela porque los consumidores no se dejarían conquistar y los costos de la guerra no serían cubiertos, evidentemente. ¿Quién querría entonces arriesgar los fondos?

Concluyo por esto que la guerra seria materialmente imposible bajo este régimen porque ninguna guerra se puede hacer sin un avance de fondos.

Conservador

¿Qué condiciones una compañía de protección de la propiedad impondría a sus clientes?

Economista

Esas condiciones serian de varios tipos. Para poder garantizar a los asegurados plena seguridad de las personas y su propiedad, sería necesario:

1° Que las compañías de seguridad establecieran ciertas penas contra los atacantes de personas y propiedad, y que los asegurados consintieran a someterse a esas penas en el caso en que ellos mismos cometieran atentados contra las personas o
la propiedad.

2° Que impusieran a los asegurados ciertas inconveniencias con el objeto de facilitar el descubrimiento de los autores de los delitos.

3° Que recibieran regularmente, para cubrir sus costos, una cierta prima, variable según la situación de los asegurados, sus ocupaciones particulares y, la extensión, naturaleza y valor de las propiedades a proteger.

Si las condiciones estipuladas convinieran a los consumidores de seguridad, la transacción se realizaría, sino los consumidores se dirigirían a otras compañías o se proveerían ellos mismos la seguridad.

Desarrollad esta hipótesis en todos sus detalles y os convenceréis, creo, de la posibilidad de transformar los gobiernos monopólicos o comunistas en gobiernos libres.

Conservador

Veo bastantes dificultades aun. Y la deuda, ¿quién la pagara?

Economista

¿Piensa Ud. que vendiendo todas las propiedades hoy comunes, rutas, canales, riveras, bosques, edificios en uso de las administraciones comunales, materiales de todos los servicios comunes, no se conseguiría fácilmente repagar el capital de la deuda? Esta capital no pasa de 6000 millones. El valor de las propiedades comunes en Francia se eleva seguramente a mucho más de eso.

Socialista

Este sistema, ¿no será la destrucción de toda nacionalidad? Si varias compañías de seguridad de la propiedad se establecieran en un país, la Unidad Nacional, ¿no sería destruida?

Economista

Primeramente sería necesario que la unidad nacional existiera para que pudiera ser destruida. Ahora, yo no puedo ver una unidad nacional en esas informes aglomeraciones de gente que la violencia ha formado y que solo la violencia mantiene la mayoría de las veces.

Por otro lado, uno se equivoca al confundir estas dos cosas, que son bien diferentes: la nación y el gobierno. Una nación es una, cuando los individuos que la componen tienen las mismas costumbres, el mismo lenguaje, la misma civilización, cuando forman una variedad distinta y original de la especie humana. Que esta nación tenga dos gobiernos o solo uno importa poco. Excepto que cada gobierno rodee con una barrera ficticia las regiones sometidas a su dominación, y hostigue incesantemente a sus vecinos; en este último caso, el instinto de la nacionalidad reaccionara contra esta división bárbara y este antagonismo ficticio impuesto a una
misma gente y las partes separadas de ese pueblo tenderán incesantemente a reunirse.

Ahora, los gobiernos han hasta el día de hoy dividido a los pueblos a fin de someterlos más fácilmente a la obediencia, divide y reina, tal ha sido siempre la máxima fundamental de su política. Los hombres de una misma raza, quienes naturalmente se asocian, han rechazado enérgicamente la práctica de esta máxima; se han esforzado siempre por destruir las barreras ficticias que los separan. Cuando finalmente lo han logrado, no han querido tener más que un solo gobierno, para evitar ser separados nuevamente. Pero fijaos bien que nunca han pedido a ese gobierno que los separe de otros pueblos…El instinto de la nacionalidad no es egoísta, como se lo ha afirmado frecuentemente; es, al contrario, fundamentalmente simpático. Si la diversidad de gobiernos cesara de promover la separación y división de un pueblo, veríais que esa nación aceptaría voluntariamente a otras. No es necesario un solo gobierno para constituir la unidad de un pueblo, como no lo es un solo banco, un solo establecimiento educativo, un solo culto, una sola tienda de especies, etc.

Socialista

Ved, en verdad, ¡una solución bien singular al problema del gobierno!

Economista

Es la única solución conforme a la naturaleza de las cosas.


Notas

[1]
Durante mucho tiempo los economistas se han negado a ocuparse, no solo del gobierno, sino también de las funciones puramente inmateriales. J.B. Say ha hecho entrar, el primero, este tipo de servicios dentro del dominio de la economía política, y les aplico el nombre común de productos inmateriales. De esta manera ha brindado un servicio a la ciencia económica mayor de lo que se supone:

“La industria de un médico, dice Say, y si uno quiere multiplicar los ejemplos, de un administrador de la cosa pública, de un abogado, de un juez, que son de un mismo género, satisface necesidades tan necesarias, que sin su trabajo no podría subsistir. Los frutos de este trabajo, ¿no son reales? Son tan reales que se los paga con otros productos materiales, y de esta manera los productores de productos inmateriales adquieren fortunas. Es errado que el conde de Verri pretenda que los empleos de
príncipes, magistrados, militares, curas, no estén dentro de la esfera de objetos de los cuales se ocupa la economía política”

J.-B. SAY. Traité d’Économie politique, t. I, chap. XIII

[2]
Sobre el principio generador de las constituciones políticas – prefacio.

[3]
Ver los Études sur l’Angleterre, de M. Léon Faucher.

[4]
Wealth of Nations, Libro 5, Cap. 1


Adaptado de aquí.

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