La Historia está llena de extraños pliegues, giros y repeticiones. Considere, por ejemplo, la siguiente historia real.
Había una vez un gran imperio del tipo burocrático-despótico. Había disfrutado de siglos de gloria; pero al final llegó la corrupción, la parálisis política, incursiones foráneas y la fragmentación.
A medida que el imperio entraba en una prolongada decadencia, emergió una nación mucho más pequeña de diestros marinos y comerciantes, adquiriendo territorios en ultramar y comerciando vigorosamente. Esta nación no era de déspotas burócratas. El gobierno formal estaba en manos de ministros que responden a una asamblea popular. En la práctica, las poderosas familias de aristócratas y mercaderes generalmente se desenvuelven libremente, pero los ciudadanos ordinarios disfrutan de un grado de libertad inusual en el mundo para esa época.
Había una guerra y un tratado. Bajo los términos del tratado, el decadente imperio garantiza a la advenediza nación marítima una pequeña porción de territorio costero – una colonia – que podían utilizar como base de sus operaciones comerciales y navales.
Esta colonia comercial bajo control extranjero prosperó, en tanto se continuaba hundiendo la fortuna del imperio. Ciento veinte años después del tratado, según un historiador académico, obtenía siete veces más ingresos que la capital del imperio.
Al final el viejo imperio fue absorbido por un nuevo y más severo despotismo. La emergente colonia comercial mantuvo su distintivo carácter por unos pocos años, luego sucumbió al nuevo poder imperial. Siendo finalmente reducida a un insignificante suburbio.
Esta es, por supuesto, la historia de Galata, también conocida como Pera, situada al otro lado del Cuerno de Oro de la vieja Constantinopla. El Emperador Bizantino Miguel VIII Paleólogo cedió el lugar a la república de Génova en pago por la ayuda naval Genovesa en su plan de recapturar Constantinopla de los aventureros “Latinos” (Católicos, Europeos occidentales) quienes se habían apoderado de esa ciudad en la Cuarta Cruzada.
En este suceso, Miguel recuperó Constantinopla de manos de los Latinos sin la ayuda Genovesa, sin embargo Génova retuvo la colonia de Galata de todas formas. La mantuvieron a través de los disturbios de finales del siglo XIV y principios del XV, e incluso continuaron con su autonomía comercial por un tiempo, después de que el Imperio Bizantino fuera aniquilado por los Turcos Otomanos en 1453. Gibbon nos lo relata así:
Una larga lucha de ciento treinta años fue resuelta con el triunfo de Venecia; y las facciones de los Genoveses les empujaron a buscar la paz doméstica bajo la protección de un soberano extranjero… Sin embargo el espíritu comercial sobrevivió a aquella conquista; y la colonia de Pera aun temiendo la capital navegó el Euxine [Mar Negro], hasta que fue involucrada por los Turcos en la servidumbre final de la propia Constantinopla. [La decadencia y caída del Imperio Romano Cap LXIII.]
Así son las cosas. Galata-Pera es hoy en día un suburbio de Estambul, famoso principalmente por su equipo de fútbol (Galatasaray).
Cuatrocientos años después de que Galata fuera absorbida por los Otomanos, otra engreida potencia marítima, Gran Bretaña, ganó otra colonia de un imperio oriental diferente, China.
El gobierno británico de la época no tenía grandes expectativas del lugar. El Primer Ministro Lord Palmerston estaba, de hecho, furioso con el hombre que lo había adquirido, el Capitán de la Armada Real Charles Elliot, y le cesó de su cargo como representante comercial Británico en China por no haber obtenido mejores términos de los chinos:
Usted ha obtenido la cesión de Hong Kong, una isla yerma con escasamente una casa sobre ella. Ahora resulta obvio que Hong-Kong no será un Centro de Comercio, no más de lo que es Macao. Sin embargo, es posible que yo pueda estar equivocado en este respecto. [Palmerston to Elliot, Abril 21, 1841]
Ciertamente lo estaba. Al igual que galata, Hong-Kong generaría eventualmente más ingresos que Beijing, la capital imperial.
(Tenga en cuenta que la Victoriana Gran Bretaña fueron meros imitadores en el juego de la colonia comercial; los fundadores de Galata fueron… el artículo Genovés).
Cuando los británicos devolvieron Hong Kong a la soberanía China en 1977, era una gran ciudad comercial, el séptimo puerto más grande del mundo, con seis y medio millones de personas y un PIB per cápita anual mayor que el de Canadá ($24.300 versus $21.710).
Por tercer año consecutivo (1995,1996,1997) Hong Kong alcanzó el tope del índice de la Heritage Foundation para la libertad económica. Esto ha continuado así aun bajo el control de China, actualmente con un cómputo de veinte años consecutivos.
Compare lo que Hertiage dice acerca de la libertad económica en el continente:
Durante 20 años de historia del Índice, la libertad económica de China ha permanecido prácticamente inalterada, estancada cerca del límite inferior de la categoría de naciones “no libres”.
Publicado originalmente el 2 de octubre de 2014. Traducido del inglés por José Manuel García. El artículo original se encuentra aquí.