Entendiendo el crédito verdadero y el crédito falso

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Hay dos tipos de crédito: el que se ofrecería en una economía de mercado con dinero y banca fuertes (crédito verdadero) y el que se hace posible solo mediante un sistema de banca centralizada, tipos de interés artificialmente bajos y reservas fraccionarias (crédito falso).

Los bancos no pueden expandir el crédito verdadero como tal. Todo lo que pueden hacer en realidad es facilitar la transferencias de unas existencias concretas de ahorro de los ahorradores (es decir, los que prestan al banco) a los prestatarios.

Consideremos el caso de un panadero que hornea diez barras de pan. De esta existencia de riqueza real (diez barras de pan), el panadero consume dos y ahorra ocho.

Entrega sus ocho barras restantes al zapatero a cambio de un par de zapatos dentro de una semana.

Advirtamos que aquí el crédito es la transferencia de “cosas reales”, es decir, ocho barras ahorradas de pan del panadero al zapatero a cambio de un futuro par de zapatos.

Observemos también que la cantidad de ahorro real determina la cantidad de crédito disponible. Si el panadero hubiera horrado solo cuatro barras de pan, la cantidad del crédito habría sido de solo cuatro barras en lugar de ocho.

Advirtamos que las barras ahorradas de pan proporcionan sustento al zapatero. Es decir, el pan mantiene al zapatero mientras está ocupado fabricando zapatos.

Esto significa que el crédito, al sostener al zapatero, da lugar a la producción de zapatos y por tanto a la formación de más riqueza. Esta es la vía al crecimiento económico real.

Dinero y crédito

La introducción del dinero no altera la esencia de lo que es el crédito. En lugar de prestar sus ocho barras de pan al zapatero, el panadero puede ahora intercambiar sus ocho barras ahorradas por ocho dólares y luego prestárselos al zapatero.

Con ocho dólares, el zapatero puede asegurar u ocho barras de pan u otros bienes para mantenerse mientras se dedica a fabricar zapatos. El panadero proporciona al zapatero la capacidad de acceder a las existencias de riqueza real, que, entre otras cosas, incluyen asimismo las ocho barras de pan que ha fabricado este. Advirtamos también que sin el ahorro real el préstamo de dinero es un ejercicio de futilidad.

El dinero satisface el papel de un medio de intercambio. Así que cuando el panadero intercambia sus ocho barras por ocho dólares retiene su ahorro real, por decirlo así, por medio de los ocho dólares.

En dinero en su posesión le permitiría, cuando los considerara necesario, reclamar sus ocho barras de pan o conseguir cualesquiera otros bienes y servicios.

Hay aquí un requisito de que continúe el flujo de la producción de bienes. Sin la existencia de bienes, el dinero en posesión del panadero sería inútil.

La existencia de bancos no altera la esencia del crédito. En lugar de que el banquero preste su dinero directamente al zapatero, el panadero presta su dinero al banco, que a su vez lo presta al zapatero. En el proceso, el panadero gana un interés por su préstamo, mientras que el banco gana una comisión por facilitar la transferencia de dinero entre el panadero y el zapatero.

El beneficio que recibe el zapatero es que puede ahora asegurarse recursos reales para poder dedicarse a fabricar zapatos.

A pesar de la aparente complejidad que introduce el sistema bancario, la esencia del crédito sigue siendo la transferencia de cosas reales ahorradas del prestamista al prestatario.

Sin un aumento en las existencias de ahorro real, los bancos no pueden crear más crédito. En el corazón de la expansión del crédito bueno por el sistema bancario está una expansión del ahorro real.

Ahora bien, cuando el panadero presta sus ocho dólares debemos recordar que ha intercambiado por estos ocho dólares ocho barras ahorradas de pan. En otras palabras, ha intercambiado algo por ocho dólares. Así que cuando un banco presta esos ocho dólares al zapatero, el banco presta ocho dólares completamente “respaldados”, por decirlo así.

Crédito falso: Un agente de destrucción económica

Los problemas aparecen cuando en lugar de prestar dinero completamente respaldado, un banco se dedica a emitir dinero vacío (banca de reserva fraccionaria), que no está respaldado por nada.

Cuando se crea dinero sin respaldo, se disfraza como dinero real que está supuestamente respaldado por cosas reales. Sin embargo, en realidad, no se ha ahorrado nada. Así que cuando se emite se dinero, no puede ser útil para el zapatero, ya que los pedazos de simple papel no pueden mantenerle mientras fabrica zapatos: lo que necesita en su lugar es pan.

Como el dinero impreso se disfraza como dinero real, puede usarse para desviar pan de algunas otras actividades y por tanto debilita esas actividades. Esto es todo lo que pasa con el desvío de riqueza real por medio de dinero creado de la “nada”.

Si las ocho barras extras de pan no se fabricaran y ahorraran, no sería posible tener más zapatos sin dañar otras actividades, que están mucho más altas en la lista de prioridades de los consumidores en lo que respecta a la vida y el bienestar. Esto significa a su vez que el crédito no respaldado no puede ser un agente del crecimiento económico.

En lugar de facilitar la transferencia de ahorros a través de la economía a actividades generadoras de riqueza, cuando los bancos emiten crédito sin respaldo están de hecho poniendo en marcha un debilitamiento del proceso de formación de riqueza.

Hay que apreciar que los bancos no pueden prestar sin respaldo de forma indefinida sin la existencia de un banco central. El banco central, por medio de inyecciones monetarias, se asegura de que la expansión de crédito sin respaldo no haga que los bancos hagan quebrar unos a otros.

Podemos así concluir que mientras el aumento en el préstamo esté respaldado totalmente por ahorros reales, debe considerarse una buena noticia, ya que promueve la formación de riqueza real. El crédito falso, que se genera de la “nada”, es una mala noticia, ya que el crédito que no está respaldado por ahorro real es una gente de destrucción económica.


Publicado originalmente el 5 de marzo de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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