Los datos económicos recientes muestran el lado bueno de la deflación

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La Fed, el BCE y el Banco de Inglaterra nos dicen repetidamente que la deflación es extremadamente peligrosa para una economía. Los banqueros centrales, la mayoría de los economistas y los medios de comunicación hablan de deflación como uno de los grandes desastres que pueden golpear a una economía.

Así que es sorprendente que, dada la aparente importancia del tema (y el posible daño colateral de las políticas pro-inflación) pocos parezcan preocuparse por plantear la pregunta más profunda y fundamental: ¿demuestran los datos históricos que la deflación es realmente algo terrible? Los datos sugieren que no. De hecho, mirando a los datos recientes de PIB, inflación y empleo, incluso se podría decir que un golpe de deflación es lo que necesitan las economías. Echemos un vistazo a los ejemplos recientes de la vida real.

Japón

Japón es el único país occidental que ha experimentado deflación extendida en décadas recientes. Según la gente con deflación-fobia, la deflación es un desastre en parte porque causa que las familias pospongan su gasto, llevando a una caída en el consumo y a un alto desempleo. Así que Japón debería ser un país caracterizado por un alto desempleo, un escenario de tiendas lejos de estar animadas y un nivel de vida mucho menor que, digamos, hace veinte años. Japón debería también estar ausente de toda comparación internacional de economías en términos de innovación. Por el contrario, Japón se encuentra al menos entre los 5 primeros de todas las clasificaciones de los países más innovadores del mundo, el consumo ha aumentado a pesar de los años de precios a la baja, la tasa de desempleo es inferior al 4% y las calles japonesas están llenas de tiendas vendiendo todo lo conocido por el hombre.

Por supuesto, la experiencia japonesa con la deflación podría ser solo una excepción a la regla. Por suerte tenemos también datos para otras economías.

Grecia

En la Eurozona hay dos países que han caído recientemente en la deflación. En Grecia, los precios han estado bajando desde inicios de 2013. En España, la tasa anual de inflación empezó a despeñarse al final de la primavera de 2013 y cayó abruptamente al 0% en el otoño del mismo año. Ha estado allí desde entonces, poniéndose bajo cero en el verano de 2014.

Si echamos un vistazo al crecimiento del PIB en Grecia, descubrimos que en el primer trimestre de 2013 disminuyó un asombroso 5,8%. En todos los trimestres sucesivos de ese año, el PIB griego continuó disminuyendo, pero también disminuyó el ritmo al que lo hacía. En el primer trimestre de 2014 la economía perdió solo un 0,4% de su tamaño. Ese fue el último trimestre en el que encogió el PIB griego. Desde entonces, el crecimiento económico ha vuelto, primero solo al 0,4%, pero pronto la tasa de crecimiento aumentó hasta casi el 2%. Así que la economía empezó a recuperarse al mismo tiempo que los precios empezaban a caer.

España

En España vemos desarrollarse el mismo escenario. Al final de enero de 2015, España reportaba una crecimiento económico del 0,7% en el trimestre final de 2014, el mayor porcentaje de crecimiento en siete años. Cuando trazamos el crecimiento del PIB español en años recientes, vemos que la tasa de decrecimiento empezó a ralentizarse en el primer trimestre de 2013 y la economía empezó a crecer de verdad en el tercer trimestre de ese año. El PIB español ha estado creciendo desde entonces  y la tasa de crecimiento se ha ido incrementando: del 0,2% del primer trimestre de 2013 al 0,7% en los últimos tres meses de 2014. Como en el caso de Grecia, puede defenderse que la recuperación económica coincide con el momento en que los precios empezaron a caer fuertemente y la recuperación despegó cuando la tasa de inflación se convirtió en negativa.

Holanda

Bastante más al norte de la Eurozona, en Holanda, la tasa de inflación empezó su rápido descenso en el verano de 2013. La tasa anual de inflación cayó de más del 3% al 1,5% en solo un par de meses, y luego algo más. En menos de un año, la tasa de inflación cayó de más del 3% a casi un 0% y ha estado rondando justo por encima de ese nivel hasta recientemente, cuando los precios cayeron incluso por debajo del 0%.

Cuando trazamos la tasa de desempleo, la confianza del consumidor y el gasto en consumo en Holanda en el mismo gráfico que la tasa de inflación anual, vemos el mismo patrón que hemos visto en Grecia y España: casi al mismo tiempo que se hundía la tasa de inflación, el gasto en consumo empezaba a aumentar más deprisa (incluso aumentó al ritmo más rápido en años en un momento determinado), la tasa de desempleo empezaba a caer y la confianza del consumidor mostraba una fuerte recuperación. El PIB, que estuvo contrayéndose en cada trimestre a partir del inicio de 2012, inició su ascenso en el tercer trimestre de 2013 y ha vuelto a territorio positivo en los meses finales de 2013, donde ha estado desde entonces.

Los beneficios de los precios a la baja

¿Por qué todas estas evoluciones contradicen lo que hemos estado oyendo a los banqueros centrales y economistas? Para empezar, la tasa general de inflación empezó a disminuir principalmente debido a una caída o un aumento relativamente modesto de los precios de los alimentos, por ejemplo. Luego, en el último par de meses, la brusca caída en los precios del petróleo empujó la categoría de la energía de la cesta de la inflación muy por debajo. Alimentos y energía son las dos categorías en las que la gente gasta una gran parte de su dinero. Si necesitan menos dinero para esas cosas, pueden gastar más en otros bienes y servicios. Después de años de aumentos en impuestos y otros ataques a su renta, la gente en varios países de la Eurozona empezó a tener de verdad más dinero para gastar en términos reales. Por ejemplo, en Holanda, la caída de la inflación ha llevado a algo que los holandeses no habían experimentado en años: sus salarios aumentaban más rápido que los precios. Aun así, los banqueros centrales rechazan reconocer esto y continúan con el peligro de deflación, refiriéndose a menudo a la Gran Depresión.

Al mismo tiempo, algo que sabemos con seguridad acerca de la deflación es que aumenta la carga de la deuda en términos reales. Así que uno no puede sino preguntarse si esta insistencia en la deflación como razón para la flexibilización cuantitativa en la Eurozona tiene algo que ver con el hecho de que muchos gobiernos de la zona euro tienen una gran deuda que se convertiría en aún mayor con una deflación extendida. Los bancos centrales está echando el resto contra los precios a la baja, algo que el ciudadano medio en realidad no necesita.

Hablé recientemente con el legendario expresidente de la Fed, Paul Volcker. Según Volcker, “la idea de que cuando la gente vea caer los precios dejará de comprar esos bienes más baratos o esa comida más barata no tiene mucho sentido. Y buscar una inflación del 2% cada año significa que después de una década los precios están un 25% más altos y el nivel de precios se dobla cada generación. Eso no es estabilidad de precios, aunque lo sigan llamando así. No entiendo por qué los bancos centrales quieren un poco de inflación”.

Quizá los banqueros centrales y economistas de todo el mundo deberían poner en suspenso la teoría y su enfoque en los modelos económicos y por el contrario echar un vistazo al mundo real y dedicar algún tiempo a hablar con Volcker para recordar que la deflación no es el desastre que se imaginan que es.


Publicado originalmente el 20 de marzo de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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