Los republicanos del Senado echan a perder su interrogatorio a Janet Yellen

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En términos de impacto teatral, la primera representación de la mayoría republicana en el Senado respondiendo al testimonio semestral de la presidenta de la Fed, Janet Yellen, fue un fiasco. Son malas noticias para la reforma monetaria de EE. UU.

La causa raíz del fallo teatral es que no ha conseguido aparecer una estrategia ganadora para una revolución monetaria de entre las filas republicanas. Por el contrario, oímos los viejos y cansinos mensajes sobre “auditar a la Fed”, “cambiar la estructura de la FOMC” y adoptar una “regla” neokeynesiana de fijación de tipos.

Lamentablemente, los republicanos del Senado y también sus colegas en la Cámara se están uniendo en torno a una auditoría vacía, falta de ideología o principios. Uno piensa en los jueces de El proceso de Kafka escribiendo inanidades en hojas limpias de papel. La presidenta Yellen ha ganado el teatro visual lanzando sobre la mesa los libros de la última auditoría regular de la Fed delante de sus críticos republicanos y diciendo implícitamente “¿quieren más de esto?” ¡A la gente no le gustan los contables!

No hubo ningún momento senador Bunning. Jim Bunning, el senador de Kentucky que, votando contra la nominación del profesor Ben Bernanke como presidente de la Fed en diciembre de 2009 le dijo: “usted es la definición de un riesgo moral. De la política monetaria a la regulación, protección del consumidor, transparencia e independencia, su mandato como presidente de la Fed ha sido un fracaso”. El nuevo presidente de Comité Bancario del Senado, Richard Shelby, y sus colegas republicanos tuvieron varias oportunidades de hacer teatro de altura, pero las echaron a perder.

Esas oportunidades incluyeron la respuesta de Yellen al senador Shelby oponiéndose a una revisión de la estructura de la FOMC: “Creo que la estructura actual funciona bien, así que no recomendaría cambios”. El presidente o un senador edl mismo partido podrían haber respondido:

Tiene usted la desfachatez, señora presidenta, de decirnos que la estructura funciona bien. Eso a a pesar de que la Fed se ha dedicado en años recientes a un enorme experimento monetario que ha fracasado en su propósito fundamental de proporcionar una fuerte expansión económica (de hecho, esta ha sido a expansión económica más débil que ha seguido nunca a una gran recesión en la historia de EE. UU.), mientras extendía una enfermedad peligrosa de inflación de precios de activos en toda la economía global, cuya mortal fase final temen ahora los ciudadanos de EE. UU.

Luego estuvo la apasionada oposición de Yellen a la propuesta de “auditar la Fed”. “Generaría presiones políticas a corto plazo sobre el banco central y le disuadiría de tomar decisiones duras para mantener la inflación bajo control. Realmente me pregunto si la Fed de Volcker habría tenido o no el valor de tomar las decisiones duras que fueron necesarias para rebajar la inflación, si hubiera habido revisiones en tiempo real de las decisiones de políticas de la Fed”.

La respuesta adecuada (y lamentablemente no dicha) era esta:

Usted, señora presidenta, no es Paul Volcker. Durante su carrera de veinte años como alta burócrata monetaria no ha votado nunca contra una sola decisión sobre políticas. Las políticas que ayudó a diseñar y aprobar fueron responsables de la grave inestabilidad monetaria creada por la Fed cuyos síntomas han sido una secuencia de auges y declives especulativos. Estas han minado la prosperidad economía y la libertad.

En la reunión de la FOMC de julio de 1996 usted fue la principal defensora de reemplazar el objetivo de precios estables a largo plazo por un objetivo de inflación perpetua del 2%. La adopción de ese objetivo de inflación del 2% en un periodo de rápido crecimiento productivo como el que estaba ocurriendo en medio de la revolución de las TI produjo una enorme inflación en el precio de los activos que acabo en un crash y recesión. Usted y sus colegas gobernadores en la Reserva Federal conspiraron para mantener secreta esa decisión hasta que acabó conociéndose en transcripciones publicadas muchos años después. Por eso necesitamos hacer que entre la luz del sol mediante mayor transparencia y supervisión.

Sí, hubo algunos comentarios de republicanos en el Senado sobre inflación, pero desgraciadamente fueron gotas en un océano con nada detrás de ellas. El senador Shelby malgastó un tiempo valioso en preguntar a la presidenta Yellen si una estadística alternativa reflejaría mejor la inflación subyacente. El senador Toomey sí hizo una pregunta muy prolija acerca de cómo una inflación del 2% puede ser coherente con la estabilidad de precios, pero dejó la puerta abierta a la presidenta Yellen para dar una respuesta habitual aún más prolija acerca de las inclinaciones al alza de la medición de precios y la necesidad de evitar la deflación donde el “límite del tipo cero” paraliza la política monetaria. No hubo posibilidad de una réplica.

El senador podría haber usado su tiempo para atacar la defensa de Yellen de una inflación perpetua del 2% diciendo, por ejemplo:

Señora presidenta, usted expresa repetidamente simpatía por las víctimas del débil mercado laboral. Pero nunca ha lamentado su papel en su miseria al haber defendido y seguido una política de supuesta baja inflación perpetua, que ha ocasionado una enorme inflación de precios de activos. Habla de la necesidad de evitar la inflación. ¿Significa esto que niega la historia monetaria?

Antes de la inflación perpetua creada por la Fed, los precios de bienes y servicios fluctuaban de media tanto al alza como a la baja. De hecho, era la caída de precios a un nivel inferior en la recesión empresarial, junto con las expectativas de recuperación en la consiguiente expansión lo que causaba que empresas y familias gastaran más. La mano invisible lograba así lo que no ha conseguido su peligroso experimento monetario.

Usted ha hecho en la Fed todo lo posible por mantener una inflación del 2% tras la Gran Recesión en desafío al ritmo natural. El resultado ha sido la extensión de un poderoso virus de inflación global del precio de los activos, causando burbujas, algunas de las cuales ya han estallado, incluyendo el petróleo y otras materias primas. Es probable que les sigan declives mayores y nosotros los republicanos y en definitiva los ciudadanos de EE. UU. le harán a usted responsable. Se lo advertimos.

Estos escenarios, tanto el real como el contrafactual, destacan que el fracaso republicano de esta semana en el Senado para avanzar en la reforma monetaria no se ha debido solo a la falta de talento teatral, sino más esencialmente a la falta de un guion estimulante que incluyera tanto una lista de acusaciones  como un programa de reforma. Elementos centrales de este último deberían ser la legislación que derogaría el “mandato dual” e hiciera de la estabilidad monetaria, caracterizada por la ausencia de inflación de bienes y del precio de los activos, el objetivo último.

La determinación de los tipos de interés por un mercado libre sin intervención de la Fed en mercados de tipos a largo plazo sería el patrón establecido, aunque para su completa implantación haría falta una reforma radical del sistema monetario que hiciera de la base monetaria de nuevo una preocupación central. Y en lo inmediato, la legislación ordenaría un adelgazamiento radical del balance de la Fed de forma que no desestabilice los mercados de tipos a largo plazo.

Por ejemplo, podría ordenarse a la Fed convertir su cartera de hipotecas y deuda del Tesoro de EE. UU. en obligaciones a tipo variable, que luego vendería públicamente. Esto obligaría a la Fed a encoger su hinchado balance y eliminar la masa de potencialmente inflacionista de reservas extraordinarias creadas por sus políticas de QE y tipo cero.

De todas maneras, hay tres testimonios semestrales más para la presidenta Yellen hasta las elecciones de noviembre de 2016. Los senadores republicanos no deberían acabar con sus posibilidades restantes de convertir la reforma monetaria en un programa ganador en las elecciones de noviembre de 2016. Si antes de entonces la actual enfermedad de la inflación de precios de los activos se pasa a su fea fase terminal, los republicanos del Senado deberían usar retórica como esta en su última interpretación teatral:

Señora presidenta, le hablo acerca del salvaje viaje monetario al que está llevando a nuestra nación y no escucha. ¿Lamenta ahora la miseria que ha producido a sus conciudadanos estadounidenses y el daño a la prosperidad y la libertad?


Publicado originalmente el 27 de febrero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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