El romance de Frank Chodorov con el anarquismo

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Frank Chodorov (1887-1966) se convirtió en ícono de lucha del movimiento conservador en la década de 1950. Se lo podía encontrar en cócteles-fiesta de la derecha política, pero fue en el fondo un radical. Escribió para protestar por el etiquetado de sí mismo como un conservador en National Review, Chodorov una vez amenazó recompensar a quien lo llame por ese nombre con un puñetazo en la nariz. Era partidario del término “individualista”. Este muy estimado hombre de letras realmente flirteó con el anarquismo, por un tiempo.

Durante casi tres décadas Chodorov guió a las personas dedicadas a la libertad. Escribió cientos de artículos y editó tres revistas. Lo hizo sin esperanza de remuneración o incluso de un amplio reconocimiento. Algunos de sus mejores ensayos aparecieron en análisis, un periódico de cuatro páginas mensuales. Chodorov publicó él mismo desde un oscuro ático en el bajo Manhattan. Nunca había más de 4.000 suscriptores. No trataba de comercializarse con éxito.

El objetivo del análisis era dar forma al desarrollo de la derecha de posguerra “ayudando al remanente de libertarios a alcanzar la libre conciencia y la coherencia intelectual”. El libertario Albert Jay Nock consideró que era “sin duda la mejor contribución a nuestra literatura menor sobre asuntos públicos.”

En lugar de tratar de enseñar el individualismo, Chodorov intentó encontrar individualistas. Él encontró a varios, entre ellos Murray N. Rothbard, Edmund A. Opitz y James J. Martin. O mejor dicho – lo encontraron. Como testimonia Rothbard:

“Nunca voy a olvidar la profunda emoción – una emoción de liberación intelectual – que corrió a través de mí, cuando por primera vez encontré el nombre de Frank Chodorov, meses antes de que nos reunieran en persona. Como un joven estudiante graduado en economía, tuve siempre convicción en el libre mercado, y me he convertido en cada vez más libertario a lo largo de los años, pero este sentimiento es como nada ante el título que irrumpía en un folleto que por casualidad encontré en la librería universitaria: El impuesto es el robo, de Frank Chodorov “.

Frank Chodorov se opuso a la intervención del gobierno en el país y el extranjero. Puso en duda la idea misma de la tributación. No hubo, desde el punto de vista de Chodorov, ninguna razón para creer que el hecho de dar dinero y poder al Estado beneficiaría a la sociedad.

Inspirado por los escritos de, entre otros, Henry George, Franz Oppenheimer y Albert Jay Nock hizo una distinción entre lo económico y lo político. El Estado, desde este punto de vista, es la encarnación de la vida política y utiliza la fuerza para lograr sus fines. Las personas y las civilizaciones, por otro lado, prosperan a través de interacciones libres y voluntarias. “La sociedad es un fenómenos económico, no político”, observó Chodorov. “El mercado hace la sociedad”.

Como un hombre joven, Frank Chodorov experimentó “una violenta historia de amor con el anarquismo.” Más tarde escribió:

“No sé si tomé a Kropotkin y Proudhon porque me aportaron con argumentos con que refutar a los socialistas en el campus o porque escribieron mucho sobre individualismo, que parece estar arraigado en mi formación”.

Esta historia de amor terminó cuando Chodorov observó las doctrinas económicas de las diversas escuelas de anarquismo entonces existentes. Todos ellos tuvieron una visión minimizante sobre la institución de la propiedad privada. Esto fue, por supuesto, inaceptable:

“Si un hombre no puede gozar de los frutos de su labor, sin obstáculos, es esclavizado a quien se apropia de su propiedad; un esclavo no tiene derechos de propiedad. Además, razoné, la abolición de la propiedad privada podría ser lograda sólo por la intervención de un todopoderoso Estado, que los anarquistas estaban tan empeñados en destruir. Esta incongruencia frenó mi breve pasión por el anarquismo.”

Hubo otra razón para rechazar esta creencia:

“Bakunin me preocupaba especialmente. Su urgencia para “hacer algo al respecto” con bombas no sienta bien conmigo … El tirabombas podría lograr algún cambio en el gobierno con su táctica, pero ¿podría contener la tentación de arrojar bombas? ¿No podría utilizarlas para adquirir y ejercer el poder por su propia cuenta?”

Chodorov encontró esta perspectiva abominable:

“Desde una edad temprana he desarrollado una aversión hacia “hacer algo al respecto” – es decir, hacia la reorientación organizacional y forzosa de la sociedad hacia una imagen de mi propia creación.”

Las ideas Chodorov están muy vivas. No sólo eso. Existe hoy un movimiento anarquista con mucho espacio para una verdadera tradición de individualistas chodorovianos. Este movimiento está creciendo. Puedes verlo en acción en sitios como Strike the RootAnarchism.netLewrockwell.com y Anti-state.com. Las etiquetas no son importantes, pero hay muchas: anarquismo individualista, anarcocapitalismo, anarquismo de propiedad privada, anarquismo de libre mercado, agorismo, libertarismo radical, paleolibertarismo. Todas ellas son utilizadas por personas que quieren abolir el Estado y sus guerras, y mantener el mecanismo institucional de la libertad – los derechos de propiedad privada.

La anarquía y la propiedad van de la mano en las visiones de los libertarios modernos. Para los individualistas hoy, la historia de amor con Kropotkin no es necesaria. ¿Y con respecto a Bakunin, entonces? Eso está fuera de discusión, me temo.


Publicado originalmente el 9 de noviembre de 2002. Traducido del inglés por Fabricio Terán. El artículo original se encuentra aquí.

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