Teoría austriaca de la explotación

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Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914), el gigante de la segunda generación de la escuela austriaca de economía, famosamente refutó la teoría, más comúnmente asociada con Marx, de que la relación empleador-empleado es intrínsecamente explotadora. Menos conocido es que Böhm-Bawerk tenía una teoría de la explotación propia, que expresó en su obra maestra de 1889, Teoría positiva del interés, volumen dos de su Capital e interés, de tres partes.

Para recapitular su crítica, la cual se encuentra en Historia y crítica de las teorías de interés (volumen uno de Capital e interés, 1884): Marx (junto a los pensadores premarxistas) creyó que los trabajadores eran rutinariamente explotados al ser pagados con menos de lo que obtienen sus productos en el mercado. Eso es porque, como la Stanford Encyclopedia of Philosophy señalapara Marx el trabajo tiene un precio “en términos de la cantidad de fuerza de trabajo socialmente necesaria para producirlo”, esto es, los productos necesarios solo para mantener el trabajador vivo. (Marx derivó esto desde la teoría del valor-trabajo que heredó de Adam Smith y David Ricardo). Sin embargo, un trabajador puede producir más que esa simple cantidad en un día. En ese caso la “plusvalía” va al empleador o capitalista. Los capitalistas se salen con la suya porque controlan los medios de producción. Los trabajadores, después de haber sido privados de esos medios, no tienen más remedio que ofrecerse a sí mismos como mano de obra y tomar solo lo que puedan. La alternativa es el hambre. Así es que como están dispuestos a ser explotados.

La “distribución” dada por hecho

Al centrarse en la cuestión de la explotación, Böhm-Bawerk dio por hecho la legitimidad de la “distribución” de los medios de producción y, por supuesto, rechazó la teoría del valor-trabajo, o del trabajo en la formación de precios (no puedo ponerme aquí a discutir la objeción legítima de que, históricamente, los gobiernos han otorgado a pocos el control los medios de la producción a costa de la mayoría, forzándolos a entrar al mercado de trabajo. En la medida en que estoes cierto, el sistema salarial es explotador, pero el culpable es el Estado, no el mercado).

Böhm-Bawerk respondió a los teóricos de la explotación que la diferencia entre lo que se paga a un trabajador y el precio de mercado de su producto se puede explicar sin recurrir a la teoría de la explotación. Uno de los componentes de la ganancia del empleador es el interés sobre el dinero que adelanta a los trabajadores como salario mientras el producto está siendo preparado para la venta. Hacer y comercializar productos lleva tiempo. Normalmente, dijo Böhm-Bawerk, los trabajadores no pueden permitirse el lujo de esperar hasta que el producto es vendido antes de que se les pague. Ellos quieren un cheque cada semana. Pero ¿cómo pueden ser pagados antes de que sus productos hayan sido vendidos? Sus empleadores les pagan el dinero acumulado anteriormente. Por lo tanto los salarios son, en efecto, un préstamo, que al igual que todos los préstamos es devuelto con intereses. Esto es así debido a la preferencia temporal: valoramos los bienes presentes más altamente que los bienes futuros, es decir, los bienes presentes se descuentan de su valor futuro. Otras cosas iguales, X dólares futuros valen menos que X dólares hoy. O para mirarlo desde otra perspectiva, si quieres usar mis X dólares hoy, eso me exige abstenerme de usarlos, yo querré ser pagado más de X dólares cuando el préstamo se venza. El pago de intereses es mi recompensa por la abstención.

Como escribió Böhm-Bawerk, “hemos trazado todos los tipos y métodos de adquisición de interés desde una fuente idéntica — el aumento del valor de los bienes futuros a medida que maduran en bienes presentes”. Si Böhm-Bawerk está en lo cierto, y los salarios son, en efecto, un préstamo a ser “pagado” cuando el producto se vende, entonces no deberíamos sorprendernos si los ingresos de la venta es mayor que los salarios pagados (y otros costos de los insumos). No tiene por qué haber ocurrido explotación. (El “beneficio” tiene otros componentes, como el puro beneficio empresarial de arbitraje, es decir, de actualizar el hasta ahora pasado por alto valor potencial de recursos infravalorados).

Teoría pura

Böhm-Bawerk escribía teoría pura, como si estuviese diciendo: “En un mercado libre esto es lo que sucedería”. Él no estaba dando a entender que la teoría describiría un determinado momento y lugar en el que el mercado fuese menos que libre. “La esencia de una institución es una cosa, y las circunstancias que pueden acompañar accidentalmente en su práctica al funcionar son otra”, escribió.

De hecho, Böhm-Bawerk señaló, la explotación puede ocurrir cuando se suprime la competencia entre los empleadores, elevando la tasa de interés del empleador a un nivel más alto de lo que hubiera sido en condiciones de libre competencia y así bajando los salarios. Eso, dijo, era usura.

Escribe, “es innegable que, en este intercambio de mercancías actuales contra el futuro, las circunstancias son de tal naturaleza como para amenazar a los pobres con la explotación de los monopolistas”.

Böhm-Bawerk se limitó a aplicar la teoría de la explotación más general sostenida por los pensadores de libre mercado por lo menos regresando a Adam Smith: los monopolios y oligopolios (competencia suprimida) perjudican a consumidores y trabajadores a través de precios más altos y salarios más bajos. Para Smith el monopolio era esencialmente el resultado de privilegio gobierno. Esto en gran parte ha sido el punto de vista de posteriores austriacos, también. (Mises permitió la posibilidad teórica de un monopolio de un recurso sin el privilegio gubernamental). Sin embargo, Böhm-Bawerk no atribuyó explícitamente la explotación monopólica al Estado en esta discusión.

Competencia suspendida

“De vez en cuando”, escribió, “algo suspenderá la competencia de los capitalistas, y entonces, aquellos desafortunados, a quienes el destino ha puesto en un mercado local regido por el monopolio, se entregan a la discreción del adversario… De ahí que los bajos salarios explotados por la fuerza a los trabajadores — a veces los trabajadores de las fábricas individuales, a veces de diferentes ramas de la producción, a veces — aunque felizmente no a menudo, y solo bajo circunstancias desfavorables peculiarmente — de naciones enteras” (énfasis añadido).

Böhm-Bawerk no dice qué podría ser ese “algo”. Tal vez él se refiera a la colusión privada; tal vez a la protección del gobierno en contra de la competencia. Él sólo da esta pista: “Como cualquier otra institución humana, el interés está expuesto al peligro de la exageración, la degeneración, el abuso; y, tal vez, en mayor medida que la mayoría de las instituciones”. (Lamentablemente, gracias a la colusión corporativa-gubernamental, que él pensaba era rara,  en realidad ha sido la norma en los así llamados países “capitalistas”).

Él advierte que “lo que podríamos estigmatizar como ‘usura’ no consiste en la obtención de una ganancia del préstamo, o de la compra de la mano de obra, sino en la medida del aumento inmoderado de ganancia… Alguna ganancia o beneficio sobre el capital que habría si no existiera compulsión sobre los pobres, y no hubiera monopolio de la propiedad… Es sólo el monto de esta ganancia donde, en casos particulares, alcanza un nivel excesivo, que está abierto a la crítica y, por supuesto, las condiciones muy desiguales de riqueza en nuestras comunidades modernas nos llevaría desagradablemente cerca del peligro de explotación y de tasas usurarias de interés”.

La esencia del interés

Böhm-Bawerk se esfuerza en subrayar que no está condenando interés per se: “Pero, ¿cuál es la conclusión de todo esto? Seguramente que, debido a circunstancias accesorias, el interés puede estar asociado a la explotación usurera y con malas condiciones sociales; no es que, en su más íntima esencia, sea algo corrupto”.

Sin embargo, él se pregunta: “¿Qué pasa si estos abusos están tan inseparablemente unidos con el interés que no pueden ser erradicados, o no pueden ser erradicados absolutamente?”. Su respuesta fue:

Incluso entonces, no es de ninguna manera cierto que la institución deba ser abolida… Los acuerdos absolutamente libres de desventajas no existen en los asuntos humanos…

En lugar del bien absoluto, que está fuera de lo posible, debemos elegir lo que, en conjunto, es la mejor relación, donde el balance entre las ventajas alcanzables y los inconvenientes que se deben tomar en la negociación, sea el más favorable posible para nosotros.

Al final, él no cree que el abuso esté inseparablemente conectado al interés: “No hay ninguna mancha inherente a la naturaleza esencial del interés. Aquellos entonces que exigen su abolición podrán basar su demanda en ciertas consideraciones prácticas, pero no, como los socialistas hacen en la actualidad, en la afirmación de que este tipo de ingresos es esencialmente injustificable”.

Hay preguntas sin respuesta acerca de la posición de Böhm-Bawerk, pero sabemos que el pensador que refutó la teoría de la explotación de Marx tenía una propia.


Publicado originalmente el 6 de agosto de 2010. El artículo original se encuentra aquí.

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