Aparecen los autómatas económicos para atacar The Forgotten Depresion de James Grant

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robot2 (2)Durante unos años, una forma moderna de ludismo ha denostado un aparente incremento en el uso de la tecnología que se supone que acabaría con los mercados laborales en el futuro cercano hasta niveles nunca vistos. En este mundo, lo que conocemos como restaurantes comida rápida se convertirían en completos autoservicios, con pantallas de iPad usadas para pedir patatas fritas y máquinas en la cocina para prepararlas. Todos los trabajadores en ese sector, bueno, no tendrán suerte y tendrán que contentarse con la siguiente mejor opción laboral, lo que probablemente implique cobrar el paro del gobierno y una cama con sus padres.

Pero no es solo la comida rápida. Pensemos en los camiones que condicen solos. Los coches de Google. Las aulas virtuales que reemplazan a las tradicionales. Robots que reemplazan a trabajadores de fábricas. Los modelos de negocio orientados verticalmente con origen en los Estados Unidos de posguerra están dando paso a otros orientados horizontalmente y que producen más con menos. Prueba A típica: En 1988, Kodak empleaba a 144.000 personas en su negocio de película fotográfica. En 2012 firmó la quiebra, un año que fue testigo de la aparición de Instagram, una empresa de fotografía que, en ese momento, atendía a más de treinta millones de clientes con sus trece empleados.

Sin ocuparme de la economía de estas tendencias, que considero positiva a largo plazo (aunque exacerbada por las políticas públicas que aumentan los costes laborales), dejadme que os confiese algo. Siempre pensé que los economistas iban a evitar estas tendencias. Sí, nuestras interacciones con los estudiantes podían cambiar y los robots incluso podían reemplazarnos en el aula., pero esta evolución parece muy lejana. En todo caso, la trabajo diario de escribir un artículo y libro académico nunca será asumido por la tecnología.

La incómoda depresión de 1920-21

Pero leyendo la escueta reseña de James Pethokoukis de The Forgotten Depression de James Grant en el New York Times me pregunto si tengo razón. Es fácil idear un algoritmo informático que produzca algo similar a la visión de Pethokoukis de la tesis de Grant.

La tesis del libro es bien conocida para los austriacos, al menos desde el artículo en la Intercollegiate Review de 2009 de Tom Woods. En dos palabras, dice que la recesión económica que EEUU experimentó al principio de la década de 1920 fue bastante similar al de finales de esa década. La diferencia entre las dos recesiones fue la respuesta política. A principios de la década de 1920, la política explícita era evitar la intervención en la fuerzas del mercado, de forma que pudieran corregirla lo más rápidamente posible, al contrario que la que tuvo lugar tras el Jueves Negro en 1929, cuando los intervencionistas eran muchos y mandaban. Mientras que mucha de la recuperación de la década de 1920 se basó en factores reales resultantes de ajustes reales realizados durante la corrección, la recuperación en la década de 1930 fue obstaculizada y retrasada durante toda la década, ya que las intervenciones perturbaron los procesos normales de corrección del mercado, causando problemas secundarios no pretendidos que sirvieron para justificar más intervenciones.

Hoy, los economistas ortodoxos (y periodistas como Pethokoukis) ignoran la carta depresión y corrección que se produjo a principios de la década de 1920. No se ajusta a la justificación keynesiana para un gobierno activista, hiper-burocracias y “think tanks” estatistas de derecha e izquierda (el propio Pethokoukis es miembro del American Enterprise Institute). La única depresión que importa es la Grande, porque, sin ella, Washington podría seguir siendo el aburrido pequeño pueblo del pantano que preveían los redactores de la Constitución, desde la que podrían ejercitarse poderes explícitos y poco más. Antes de la Grande, Estados Unidos era (puede decirse) una confederación descentralizada, pero después fue un estado nación centralizado, cuyo crecimiento se ha relacionado inversamente con la sociedad libre.

Pero si resulta que resides en el Capitolio, ¿por qué no te iba a gustar?

Economía con piloto automático

Así que al criticar la tesis de Grant, Pethokoukis expone antiguos embustes que son fácil de refutar, pero están realizados de una forma repetitiva, ¡cómo una máquina! He aquí cómo funciona. En términos del clásico modelo de entrada-salida asociado con el economista Wassily Leontief, se entran términos como “liquidacionista”, “austeriano”, “inactivo” y “Harding” y la salida aparece en forma de reseña que emplea términos como “nostalgia económica”, “pre-New Deal”, “malos argumentos” y “papel crítico del gobierno”.

Y el argumento, bueno, ya lo habéis escuchado antes. La austeridad que funcionó a principios de la década de 1920 ya no funcionaba a finales de dicha década porque la economía había cambiado entretanto, que es por lo que aparecieron entonces respuestas políticas económicamente activistas y estas se requieren hoy “para los políticos del siglo XXI en una crisis”, por usar las palabras de Pethokoukis. En este argumento se pierde la razón por la que la Depresión de 1921 se ha olvidado casi completamente: Las fuerzas del mercado acabaron con la Depresión antes de que produjera un daño duradero, de forma que la electrificación, la telefonía, la producción en masa de automóviles, radios y películas definió a la década de 1920 en lugar de las líneas de comedores sociales, desempleo récord, vacaciones bancarias y brain trusts. Recordamos la Depresión de 1929 porque definió la triste década que le siguió (y no acabó realmente hasta que los desacreditados seguidores del New Deal no fueron echados de Washington tras la muerte de FDR en abril de 1945).

No estoy diciendo que Pethokoukis no haya leído al menos por encima The Forgotten Depression antes de criticarla, pero su reseña parece como si hubiera hecho poco más y volver a la explicación del curso de civismo aprobado de las escuelas públicas para la Gran Depresión al formular sus objeciones. Cabe suponer que si lo leyó, habría sido menos displicente ante los argumentos, ricos y anécdotas de Grant.

Pero estos son los términos de la argumentación que prefiere el New York Times y el establishment de la capital y son tan comunes que quizá pueda perdonarse que suponga que derivan de la tecnología de producción masiva  con reducción laboral. Si Pethokoukis sí utilizara un programa de entrada-salida, su salida incluiría los que Pethokoukis pretende que sea el golpe de gracia casi al final:

Un experimento natural mejor para la fórmula de Grant para luchar contra la depresión es lo que está ocurriendo ahora mismo en la Eurozona. Con una tasa de desempleo por encima del 11%, una combinación de austeridad fiscal y moneda fuerte está a punto de enviar a la región a su tercera recesión desde 2007. Pero, quién sabe, tal vez genere una canción pegadiza o dos.

¿Está Pethokoukis realmente argumentando que el fantasma de Warren G. Harding, y no el de John M. Keynes, ha influido siquiera remotamente en las políticas de la UE y el BCE después de 2008? ¿No sabe que la economía alemana de presupuesto equilibrado y superávit comercial ha estado entre las más fuertes de la UE, una especie de anti-Grecia? ¿O ha contratado el AEI secretamente a Krugman como negro?

Mi explicación es más sencilla: Hay una máquina que produce estos artículos y, a veces, requiere una actualización de software.


Publicado originalmente el 9 de junio de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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