[Prólogo para el libro La educación económica de las empresas familiares.]
El presente libro que tiene en sus manos es tal vez el primer libro que se escribe sobre formación económica desde la perspectiva de la Escuela de Economía Austriaca dirigido a familias empresarias.
Las empresas familiares por su idiosincrasia innata comparten con la Escuela de Economía Austriaca muchos de sus principios teóricos. Para comenzar, la familia es vista como institución social emprendedora; su concepto y actitud hacia el ahorro son valorados como base fundamental de toda economía real; su apuesta por el largo plazo permite crear estructuras y dinámicas económicas más estables; por su propia mentalidad tiende en sus relaciones tanto familiares como empresariales a buscar modelos espontáneos de cooperación social alejados de intervencionismos públicos; otro tanto puede decirse de su apuesta por los mercados libres como escenarios idóneos para hacer sus intercambios comerciales; les gusta respetar los contratos y cumplir la palabra dada; tienden a utilizar los recursos propios como medios de capital para producir más riqueza; impulsan, respetan y defienden la propiedad privada; etc.
Sabemos también que las empresas familiares soportan y resisten mucho mejor las crisis económicas, pues están menos endeudadas; tienen un trato más directo y personalizado con sus mercados clientes, con los cuales hay una fidelidad mutua que les permite una más rápida adaptación en las recesiones económicas; incluso en dichas crisis económicas sus reestructuraciones de personal son mínimas comparadas con las empresas no familiares. ¿Alguien se imagina, en la actual recesión económica en Europa y en España, cuáles serían las consecuencias sociales sin la existencia de las empresas familiares?
Sin embargo, se da la paradoja de que el modo que tienen de entender las empresas familiares las dinámicas productivas y la economía, justamente están en las antípodas de lo que se enseña en la mayoría de las Facultades de Ciencias Empresariales y Económicas actuales. Hoy el mainstream académico es mayoritariamente neoclásico y keynesiano. Para empezar, no cree en la iniciativa emprendedora, más aún, estigmatiza la figura del empresario; en vez de incentivar el ahorro como base de un consumo o inversión sana, incentiva el endeudamiento; entiende el funcionamiento de los mercados como escenarios que han de ser fuertemente intervenidos por los gobiernos, como única forma de garantizar su normal funcionamiento, pues para dichos gobiernos, solo existen los «fallos del mercado», se minimizan o no se tienen en cuenta los «fallos del estado», etc.
Pero en los países en los que se han ido imponiendo académicamente estas teorías económicas, las consecuencias están a la vista. Una fortísima caída del espíritu empresarial; altas tasas de paro; aumento imparable de los impuestos; elevados índices de deuda tanto privada como pública; ciclos económicos auge-recesión cada vez más frecuentes e intensos, lo que provoca numerosas quiebras de empresas incapaces de preveer sus causas y consecuencias; etc.
Con este modelo económico keynesiano no pocos empresarios familiares han visto como sus hijos se iban desmotivando en relación a la continuidad de la empresa familiar. En unos casos, por pura estigmatización ideológica de la figura del empresario transmitida desde la infancia en la educación pública; en otros, por las altas tasas impositivas que frenen los mayortes esfuerzos; en otros casos aún peores, por las permanentes reglamentaciones abusivas y no pocas veces contradictorias que aumentan artificialmente los costes de producción, etc., los hijos acabaron creyendo que era mejor buscar un empleo «seguro y tranquilo» en la Administración Pública. Ahora esos hijos ni están preparados para trabajar en sus empresas ni el estado les aporta esos empleos.
Necesitamos con urgencia modelos económicos menos intervenidos, que permitan que en la sociedad resurja el espíritu empresarial y la motivación por el beneficio como medio más eficaz para seguir invirtiendo; necesitamos que los mercados vuelvan a ser libres para que adecuen la oferta a la demanda, la más eficaz fórmula de impulso de la creatividad y de la coordinación social desde el respeto a las libertades individuales. En pocas palabras, necesitamos las suficientes condiciones de libertad individual y de calidad institucional para que merjan, no solo los generadores de riqueza (los empresarios), también la riqueza, la creatividad y, los deseos de cooperación e intercambio que todo ser humano lleva dentro.
La Escuela de Economía Austriaca parte de la idea de que en la acción humana está la base de todo objetivo de mejora (nos movemos para mejorar en algo una situación dada); que en dichos objetivos de mejora reside la impronta emprendedora existente en todo ser humano; respecto a la cual, cuando se dan las suficientes condiciones de libertad de mercado, en ellos emergen los espontáneos deseos de cooperación y coordinación social. La empresa, el mercado, la familia, el dinero, la propiedad privada, los acuerdos libres convertidos en leyes, etc., son instituciones sociales resultado de ese libre interaccionar de los individuos, que han llegado hasta nosotros porque han demostrado ser más justas y eficaces a la hora de proporcionar de manera pacífica la respuesta económica a las ingentes necesidades humanas. La clave, por tanto, para medir la salud de una economía reside en el protagonismo que en ella tienen directamente las personas que actúan; pues son las personas las que mejor conocimiento tienen de sus necesidades reales y quieren sentirse libre en el proceso continuo de búsqueda de soluciones.
Las empresas familiares por su propia idiosincrasia llevan muchas décadas nadando contracorriente, y sin embargo tienen todo el derecho a sentirse orgullosas de su proceder… y de saber que existen teorías y escuelas económicas (muy en concreto la Escuela de Economía Austriaca) que han articulado, conceptual y metodológicamente, los modelos económicos con los que las familias, sin saberlo, intuitivamente fundaron y engrandecieron sus empresas familiares.
Por tanto, animo a todas las familias empresarias a leer con sumo interés el presente libro. Será para ellas una fuente inagotable de estímulo, concimientos y entusiasmo.