Anarquía y monarquía

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anarcho_monarchismNi la anarquía ni la monarquía se comprenden bien hoy en Estados Unidos. Para la mayoría, los anarquistas son nihilistas violentos y los monarcas son bufones ridículos. Así, cuando yo defiendo algo llamado “anarco-monarquismo”, la gente se confunde mucho. Además, muchos anarquistas de izquierda afirman que el anarquismo de derecha (anarco-capitalismo, anarco-monarquismo, etc.) no puede siquiera existir. Pero es una crítica basada en la ignorancia. El aprecio tanto por la monarquía como por la anarquía no es nuevo. Pierre-Joseph Proudhon, uno de los primeros filósofos anarquistas, no simpatizaba con el “hombre común”, esa figura que prevalece en las sociedades democráticas modernas. Aunque se oponía a todas las formas de estatismo, Proudhon reconocía que la democracia era la peor. Él dijo que “la democracia es el ideal del Estado proyectado al infinito”, y que “la democracia es más costosa que la monarquía, y es incompatible con la libertad”. Este brillante anarquista declaró que

. . . por lo primitivo de sus instintos, por la urgencia de sus necesidades, por la impaciencia de sus deseos, las masas prefieren formas sumarias de autoridad. Lo que buscan no es garantías legales, de lo cual no tienen ni idea ni entienden su alcance; no quieren intrincados mecanismos de control y equilibrio, que, para ellos, son inútiles; lo que buscan es un jefe en cuya palabra confían, un líder cuyas intenciones son conocidas y que protege los intereses del pueblo. A este jefe le otorgan una autoridad sin límites y un poder irresistible. El pueblo, que considera justo todo lo que sea útil a sí mismos –por algo es EL pueblo-, se ríe de todos los trámites y no impone límites a los depositarios del poder. Inclinado hacia la sospecha y la calumnia, pero incapaz de una discusión metódica, no cree en principios definidos que puedan salvar la voluntad humana. Su única esperanza es el hombre. Sólo confía en creaturas … No esperan nada de principios -lo único que puede salvarlos. Carecen de una “religión de ideas”. 

En otra parte Proudhon escribió que

Abandonadas a sí mismas o dirigidas por sus tribunos, las masas nunca crean nada perdurable. Tienen su rostro vuelto hacia atrás; ninguna tradición se forma entre ellas; ningún espíritu ordenado, ninguna idea adquiere fuerza de ley. De política no entienden nada, excepto las intrigas; del arte de gobernar, nada, excepto la prodigalidad y la fuerza; de la justicia, nada, fuera de la mera acusación; de la libertad, nada, excepto la capacidad de crear ídolos que se romperán mañana. Con el advenimiento de la democracia comenzó una era de retroceso que conducirá a la muerte de la nación y el Estado.

Despreciando el materialismo de las masas, escribió que “El dinero, el dinero, siempre el dinero: tal es la esencia de la democracia”. Comprendiendo la diferencia filosófica fundamental entre la monarquía y la democracia, Proudhon develó el totalitarismo inherente en la democracia al afirmar que “la Autoridad, que en la monarquía es el principio de la acción gubernamental, en la democracia es el objetivo del gobierno”. Mientras que el marqués de Sade y los republicanos en Francia clamaban por medidas igualitarias que extendieran el sufragio a las mujeres, los niños y los criminales, Proudhon sugería irónicamente que también se permitiera votar a burros y caballos.

Aún más explícito, afirmó que

La democracia no es más que la tiranía de las mayorías, la tiranía más execrable de todas, porque no se basa ni en la autoridad de una religión, ni en la nobleza de la raza, ni en las prerrogativas del talento o la propiedad. Su fundamento es el número, y su máscara es el nombre del pueblo.

Otras declaraciones suyas son:

La democracia es una aristocracia de mediocridades.

La democracia es, de hecho, esencialmente militarista.

Mis puntos de vista sobre la familia no son diferentes a los del antiguo Derecho Romano. El padre de la familia es para mí un soberano … Considero todos nuestros sueños acerca de la emancipación de las mujeres como destructivos y estúpidos.

Cuando decimos “el pueblo” nos referimos inevitablemente a la parte menos progresiva de la sociedad, a la más ignorante, a la más cobarde, a la más ingrata.

Este aspecto elitista de Proudhon lo separa de otros anarquistas democrático-colectivistas, como Bakunin y Kropotkin. Y es precisamente la rama del anarquismo de Proudhon (entre las primeras formas de anarquismo)  la que más influye en mis propias opiniones políticas. Incluso Bakunin, comprometido como estaba con el anti-estatismo y el igualitarismo, reconoció que la nivelación política y la democracia eran peligrosas para la libertad en un régimen centralizado.

Estamos convencidos de que si Francia ha perdido su libertad en dos ocasiones, y ha visto cómo su república democrática se ha transformado en una dictadura y en una democracia militar, la culpa no fue de su pueblo, sino de su centralización política.

Lo que Bakunin no entendió –pero sí Proudhon y muchos otros- fue que la centralización política y el igualitarismo político van de la mano. No puedes tener uno sin el otro.

Como he dicho en otras partes, no soy monárquico. Soy un abogado de la anarquía, a la vez que un defensor de la monarquía. El paso del dominio de las familias monárquicas en el siglo 18 a las mayorías burocráticas de hoy en día no fue progreso. Habría sido progreso si se hubiese rechazado el mercantilismo y se hubiera adoptado el liberalismo de Manchester; o si en lugar del autoritarismo se hubiera proclamado un verdadero autogobierno; o si se hubiera sustituido el privilegio artificial por la jerarquía natural y la nobleza. Sin embargo, Occidente eligió el capitalismo estatal de las grandes empresas, el socialismo corporativista, el totalitarismo centralista, y el igualitarismo opresivo que detiene continuamente nuestra cultura y sociedad.

Lo concedo: el término ‘anarco-monarquismo’ es en sí mismo paradójico. Anarquía significa literalmente sin gobernantes; monarquía significa literalmente gobierno de uno solo. Pero no defiendo algún tipo de estado anarquista con un rey absoluto (sería un sinsentido). Mi meta es la anarquía (un tipo de anarquía a la Proudhon,Tucker, Spooner y Rothbard); pero también busco corregir conceptos erróneos sobre la monarquía. La democracia no es un paso en la dirección correcta hacia el auto-gobierno o hacia la libertad. La monarquía lo es.


Traducido del ingles por William Gilmore. El artículo original se encuentra aquí.

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