El consejo de Jeb Bush: Trabajar más duro, no más inteligentemente

0

wages2En una entrevista reciente, Jeb Bush decía que para que Estados Unidos alcanzara un nivel superior de crecimiento económico “la gente tiene que trabajar más horas”.

Los izquierdistas inmediatamente saltaron ante este comentario como una prueba de que Bush está terriblemente desconectado de los trabajadores estadounidenses normales.

Bush reculó enseguida y trató de explicar que lo que realmente quería decir es que había demasiada gente trabajando menos horas  de las que le gustaría. En otras palabras, explicaba Bush, la participación de la fuerza laboral es demasiado baja para una sociedad en la que a mucha gente en realidad le gustaría tener un empleo mejor remunerado.

Por supuesto, es imposible saber qué intentaba realmente Bush. Y el hecho de que Bush (que nunca ha tenido que preocuparse por si podía pagar la próxima cuota de su casa) sea miembro de la poderosa casa de capitalismo de compinches conocida como La Familia Bush no demuestra necesariamente que no sepa que la gente solo puede trabajar un número concreto de horas diarias.

Sin embargo, lo que probablemente traicione el comentario de Bush es una falta de comprensión de cómo crecen, prosperan y se hacen más productivas en realidad las economías. Si Bush verdaderamente quería hacer lo que fuera necesario para estimular tasas superiores de crecimiento económico, estaría hablando de recortar el poder del banco central, hacer recortes drásticos en el gasto público, abolir los impuestos sobre las rentas y destripar las regulaciones públicas. Condenaría todos los rescates públicos y defendería una vuelta a una moneda fuerte como el oro.

Sin embargo esperaría sentado a que Bush apoyara creíblemente incluso versiones limitadas de estas posturas.

Trabajar más inteligentemente, no más duro

Pero Bush no estaba tampoco completamente equivocado. Hasta cierto punto, trabajar más horas puede producir más riqueza. Evidentemente, trabajar ocho horas cortando madera produce más madera cortada de la que puede conseguirse en solo cuatro horas. Al menos esto es verdad si todo lo que tenemos es un hacha y algún bosque. Así que, en este caso, más trabajo significa más producción.

Pero si puedo conseguir una máquina que pueda cortar madera más rápidamente, podré conseguir la misma cantidad de madera cortada en solo una fracción de ese tiempo.

El problema con la postura de “trabaja más para ser más rico” es que supone un mundo estático en el que el emprendimiento y la innovación técnica no pueden usarse para producir más riqueza sin aumentar el número de horas trabajadas.

Por otro lado, cuando tu ahorrador abuelo te decía que “trabajes más inteligentemente, no más duro” suponía la posibilidad de innovación que ahorre trabajo.

¿Entonces cómo hacemos más productivo el trabajo?

Los estudios han demostrado desde hace mucho tiempo que una vez los trabajadores trabajan más de cincuenta horas en una semana, se convierten en considerablemente menos productivos e incluso en un peligro para sí mismos y otros trabajadores en muchos entornos. Así que hay un límite físico real a simplemente trabajar más. Las forma en que sobrepasamos estas limitaciones es usar técnicas y tecnologías que permiten más producción en menos tiempo.

El primer paso, por supuesto, es pensar nuevas ideas de estrategias que ahorren trabajo. Sin embargo, al final, implantar esas ideas requiere el uso de riqueza previamente ahorrada. En otras palabras, necesitamos dinero para construir esas máquinas que ahorran trabajo (suponiendo una economía basada en dinero).

¿Y cómo conseguimos este dinero? Bueno tenemos que ahorrarlo dejando de consumir. Así que en último término los componentes clave para tener más trabajadores productivos es ahorrar y luego poner ese ahorro en un buen uso. Mises explicaba la necesidad de todos estos componentes (en La mentalidad anticapitalista):

Ni el capital ni los bienes de capital por sí mismos tienen el poder de aumentar la productividad de los recursos naturales y el trabajo humano. Solo si los frutos del ahorro se emplean o invierten sabiamente, aumentan la producción por unidad de la entrada de recursos naturales y trabajo. Si no es así, se desvanecen o desperdician.

Obstáculos a una mayor productividad

Por desgracia, tenemos una economía y un gobierno que están ambos orientados contra todos los ingredientes necesarios para un crecimiento sostenible en productividad, ahorro e innovación.

Para empezar hay un estado regulatorio que favorece a los grandes participantes políticamente conectados del sector a costa de nuevos productos, nuevas empresas y nuevas innovaciones. Las empresas nuevas que pongan en peligro a las afectadas serán prohibidas o penalizadas para hacerlas menos competitivas. Las mejoras en productividad se perderán.

Y luego, por supuesto, está el banco central que, al suprimir artificialmente los tipos de interés castiga evidentemente el ahorro y estimula el gasto en bienes de consumo. El resultado final es una economía dirigida hacia el consumo y no hacia el ahorro y la inversión. Esto, a su vez, reprime la creación de fondos verdaderamente prestables que puedan dedicarse a una economía basada en la producción en lugar de basada en el consumo.

Y finalmente está el problema de una divisa fiduciaria inflacionista y los efectos de una economía inflacionista en el ahorro, la inversión y los salarios reales. Nuestra actual situación monetaria de inflación lenta pero constante lleva a una caída en los salarios reales mientras que la renta disponible no se dirige a la producción futura, sino al consumo presente.

Rothbard explicaba en qué sería diferente una economía basada en una moneda fuerte:

El nivel de precios en suave caída significa un aumento anual constante en el poder adquisitivo del dólar o el franco, animando el ahorro de dinero y la inversión en producción futura. Una producción al alza y niveles de precios a la baja significan un aumento constante en el nivel de vida de cada persona en la sociedad. Normalmente, el coste de la vida cae constantemente, mientras que los salarios permanecen iguales, lo que significa que los salarios “reales” o los niveles de vida de cada trabajador aumentan constantemente año tras año. Ahora estamos tan condicionados por la inflación permanente de precios que la idea de precios bajando es difícil de aceptar. Y aun así, los precios generalmente bajan cada año desde el inicio de la Revolución Industrial en la última parte del siglo XVIII hasta 1940, con la excepción de periodos de grandes guerras, en los que los gobiernos inflaban la oferta monetaria radicalmente e impulsaban al alza los precios, después de lo cual caían gradualmente de nuevo. Tenemos que darnos cuenta de que precios a la baja no significa depresión, ya que los costes están cayendo debido a una mayor productividad, así que los beneficios no están disminuyendo.

Una economía basada en moneda fuerte lleva a una mayor productividad, aumentos en los salarios reales e inversiones en el futuro. Sin embargo, lo que tenemos ahora es lo contrario de eso. Tenemos una economía basada en el consumo, en la que los salarios reales bajan para muchos debido a la inflación de precios y en la que los salarios ganados es mejor gastarlos que invertirlos, lo que significa que hay menos capital disponible para innovaciones que aumenten la productividad.

Queremos una fuerza laboral más pequeña

En su explicación extendida, Bush decía que necesitábamos más gente trabajando más horas para aumentar la productividad. Eso sería cierto si la única forma de crear riqueza fuera trabajar más en un mundo desprovisto de mejoras en la productividad.

Por suerte, no vivimos en ese mundo y en el mundo que sí tenemos nuestro objetivo debería ser realmente conseguir un crecimiento continuo en los niveles de vida mientras tenemos menos gente trabajando menos horas.

Después de todo, fue la Revolución Industrial la que permitió a la humanidad escapar, por primera vez, de lo penosos de trabajar largas horas sin ningún alivio a la vista y con poco tiempo restante para educación, ocio o actividades caritativas.

Desde entonces, gracias a una victoria limitada pero significativa de la ideología del laissez faire, la productividad laboral ha aumentado continuamente en los siglos que han seguido a la Revolución Industrial y hoy difícilmente tenemos que trabajar más de un par de días cada semana para alcanzar el mismo nivel de vida disfrutado por nuestros antepasados en el siglo XVIII. No trabajamos más horas que nuestros bisabuelos. Indudablemente trabajamos menos horas, porque queremos.

Sin embargo Bush tiene razón en que los trabajadores deberían tener la oportunidad de trabajar más horas si quieren. Tiene razón en que nuestra economía actual ha obligado a muchos trabajadores a trabajos a tiempo parcial. Pero si lo que queremos en más crecimiento económico, tenemos que mirar a objetivo más allá de tener más gente haciendo más trabajo o la idea errónea de que más empleo es la clave para una economía mejor. El verdadero crecimiento económico proviene del ahorro, la inversión y una economía empresarial que se está haciendo cada vez menos posible en nuestro mundo actual.


Publicado originalmente el 17 de julio de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email