Los medios digitales (particularmente los medios “sociales” como foros, wikis, blogs y tweets) han forzado a todos, incluidos los intelectuales, a relacionarse entre sí como nunca antes en la historia de la humanidad.
Y aún así, la gente ha descubierto que conocer a otros no significa necesariamente amarlos. Los conflictos y confrontaciones son una característica habitual en las discusiones diarias, lo que está bien, pero a veces pueden convertirse en personales e histéricas y llevar a odios eternos.
La gente que frecuenta foros y lugares así lo sabe bien. A menudo son “noobs” los que están en el frente de las guerras de flames, haciendo que se dañen sus sentimientos y emprendiéndola a golpes, creando una espiral desde abajo. Los usuarios experimentados aprenden a distinguir las discusiones de fondo y las que se producen por choques de caracteres.
Por ejemplo, en los foros de Mises.org, las guerras de flames incluyen protestas porque un post o cometario es demasiado descarado, o demasiado estudiado o demasiado distante. Puede ser verdad o no, pero ¿de dónde sacamos esas impresiones? ¿Y qué patrón hay disponible para decidir lo que es tolerable y lo que no?
He advertido tres tipos de personalidad basados en tres arquetipos o maestros de la historia y tradición austriaca: Ludwig von Mises, Friedrich A. Hayek y Murray N. Rothbard.
Las quejas suenan a algo como esto:
- “Mises nunca hubiera usado ese tono inflamado y no era un anarquista. Debe estar dando la vuelta en su tumba después del artículo que publicaste ayer”.
- “¿Cómo puedes publicar un artículo sobre la Fed que se ajusta sólo a un análisis económico sin apuntar a los autores internos de la estafa que se están llevando a manos llenas lo robado?”
- “La reciente obsesión de la web por [rellene este espacio] es un alejamiento enorme de lo que decían los economistas austriacos del pasado”.
Lo que se apunta aquí no es completamente inválido, aunque sin duda ningún artículo tiene que decir todo o ser todo. Hay momentos para el análisis de la élite del poder y momentos para avanzar en la comprensión de la economía pura. Hay momentos para denunciar la guerra y momentos para reflexionar sobre la metodología en las ciencias sociales. La perspectiva austro-libertaria es vasta y variada con implicaciones en todo el mundo de las ideas.
Y es cierto que algunos de nuestros artículos pueden ser bastante especulativos (Block sobre las carreteras privadas, Kinsella sobre la propiedad inteelctual, French sobre la parte negativa de la desregulación bancaria), pero no hay nada malo en impulsar un paradigma a que siga su camino. Tampoco hay nada malo en la pasión en defensa de la libertad.
¿Hay realmente una necesidad de elegir que prevalezca una postura? ¿Por qué no pueden trabajar juntas, siempre que la gente pueda ser tolerante hacia los distintos temperamentos?
Estos tres tipos generalmente siguen los estilos y posturas de estos grandes pensadores, aunque fueran muy diferentes. Examinemos los modelos principales y veamos en cuál encaja usted.
Ludwig von Mises (1881-1973)
Era un caballero de la vieja escuela, nacido en la Europa anterior a las guerras, un estudiante brillante en todo, con maneras corteses que retuvo hasta su muerte. Afrontó inmensas pruebas en su vida (dos guerras, depresión económica, dos emigraciones y constantes trastornos profesionales) y aún así nunca perdió su compromiso inicial de argumentar razonada, calmada e incesantemente como la postura correcta para cambiar la sociedad. Incluso cuando fue testigo de asombrosas estafas bancarias, se resistió a dar nombre para atender sólo a los hechos y la lógica.
Su dedicación a la verdad tal y como la veía era intransigente desde el momento en que leyó los Principios de Menger hasta su muerte. Su estilo era firme, dedicado y lleno de fuerza, pero siempre del viejo mundo. Asimismo, mantuvo su compromiso con el liberalismo del estilo del siglo XIX, a pesar de las tendencias totalitarias del siglo XX y el creciente radicalismo de sus últimos estudiantes. Su método era una argumentación sistemática en forma de largos tratados en los que la lógica era el mecanismo y su sistema de pensamiento se reveló libro a libro durante el curso de su vida.
Creía que las ideas que sostenía la gente eran al final más poderosas que sus intereses personales. Pienso en él como el intelectual puro, lleno de disciplina y rigor, pero quizá un poco impersonal. Las formas del viejo mundo para enterrar la personalidad a favor de la ciencia prevalecían en su práctica. Y esto era cierto hasta el punto de que cuando Jörg Guido Hülsmann estaba escribiendo su biografía, se quedó asombrado de la poca documentación que encontró sobre sus asuntos personales. Vivió puramente dedicado al intelecto, sugiere Guido.
Friedrich A. Hayek (1899-1992)
Hayek era un colega de Mises que adoptó un estilo y una postura diferentes, primero como profesor fiel a su maestro en Austria y más tarde en Londres como popularizador y sistematizador de la teoría del ciclo económico de Mises en esta ciudad. Sin embargo, sus batallas con keynesianos y fabianos le imprimieron un fuerte sentido de la importancia de la presentación en la guerra de las ideas. Estaba dispuesto por temperamento a ver los puntos de vista de su oponente, presentó su mensaje en una forma que no era simplemente verdad, sino asimismo, en su opinión, convincente.
No fue tanto un constructor de sistemas como un estudioso curioso y brillante que se ocupó de los asuntos de uno en uno durante una larga vida, un hombre cuyas posiciones en las cosas evolucionaron de forma impredecible. Fue un devoto defensor del patrón oro, que más tarde (lamentablemente) sugirió que podría ser necesaria alguna reinflación después de una crisis y (sensatamente) llegó luego a la defensa radical de un cierre inmediato de toda la banca central.
Llegó a un compromiso con el estado de bienestar en un libro y luego argumentó la opinión “extrema” de que ninguna forma de intervención puede mejorar la evolución natural del orden social. Habló acerca de la ley común y el valor de la tradición que evoluciona, por un lado, y en otras obras tomó una opinión estrictamente libertaria acerca de la propiedad y el estado. Y justo cuando piensas que Hayek era un poco buenazo, descubres una antigua entrevista en la televisión nacional en la que sostenía una línea dura sobre los asuntos de la inflación y el desempleo.
Parte de lo que hace interesante a Hayek es precisamente esa sensación de lucha que ves en sus obras, la sensación de que no está presentando un paquete terminado, sino trabajando los conceptos a la luz de su comprensión erudita, llevado por las evidencias y la reflexión. De esta forma, nos deja algunas sorpresas muy interesantes. De todos los austriacos fue el más fuerte opositor contra la “propiedad intelectual” y, antes de Rothbard, podría haber sido el que más simpatizara con la idea de una sociedad sin estado como opción viable. Nunca dejó de aprender y nunca abandonó su lucha intelectual.
Murray N. Rothbard (1926-1995)
Rothbard fue un constructor de sistemas de un tipo diferente, pero más abierto, más entusiasta y enérgico, un investigador cuyo aparato teórico parece haber estado mucho tiempo implantado desde el momento en que puso la pluma sobre el papel y sin duda cuando acabó su gran tratado sobre la teoría económica. Tomó su economía de Mises y su libertarismo de Chodorov y los antiguos liberales estadounidenses y los entrelazó en un deslumbrante sistema de pensamiento.
Tuvo esta notable capacidad de extraer lo mejor del pensamiento de todas las épocas, devorando libros como palomitas y poniendo lo que encontraba en un modelo aplicable a nuestro tiempo y a todos los tiempos.
El punto de vista resultante ofrecía un retablo perfecto para los estudios históricos y aquí, en mi opinión, es cuando la obra de Rothbard realmente despega. No había tabús, ni ideas impensables, ni frases impronunciables, ni preconcepciones, ni vacas sagradas. Era un descubridor cuyos libros llevan al lector a través de viajes salvajes de villanos y héroes, charlatanes y verdaderos oradores, víctimas trágicas y luchas triunfales. Incluso los personajes muertos hace más tiempo para la historia seguían vivos en la mente de Rothbard.
En cuanto a su estilo retórico, era puro fuego y podría decir que era temerario y hay verdad en ello: tan temerario como un radical de este tipo podía ser. El progreso significa romper el modelo. Estaba comprometido con la ciencia pero era asimismo exaltado en una forma muy poco característica de los grandes eruditos. Divertido no le describe suficientemente. Su simple presencia en una sala hacía que todo el evento fuera entretenido para todos. Reía con facilidad y lo hacía muy a menudo y estruendosamente y la yuxtaposición entre la teoría radical y la diversión escandalosa era irresistible.
La lucha contra los enemigos de la libertad era para él una aventura galante y emocionante y la lucha por la libertad, pura alegría. Tenía una forma de considerar cada momento de la vida como algo de importancia histórica. Podía convertir una aburrida reunión académica en una ocasión memorable y escribir más tarde sobre ello de la misma forma que otros podrían escribir sobre guerras y revoluciones. Esto está lejos de Hayek, lejos de Mises, pero es completamente cautivador y por tanto esencial en la forma rothbardiana.
Tres en uno
Así que aquí las tenemos: las tres tendencias de los austro-libertarios que he visto en línea. Podríamos resumir los rasgos dominantes como razonado, reflexivo y radical. Esto no quiere decir que cada uno de estos pensadores no incluya todos estos rasgos. Estamos hablando de grandes tendencias desarrolladas durante tres largas vidas, acerca de características dominantes que uno podría tomar de cada pensador.
Tampoco se trata de que la gente que trabaje en esta tradición deba siempre caer en una sola categoría. Algunos días nos sentimos tan radicales como Rothbard, otros tan racionales y fríos como Mises y otros tan especulativos y buscadores como Hayek. A veces depende de quién hayamos leído recientemente. Los grandes pensadores tienden a tener este efecto en el mundo, transfiriendo no sólo sus ideas sino asimismo sus temperamentos a quienes influyen.
Sí, hay tensiones de vez en cuando, pero las comunidades de Mises.org son una prueba de que los tres tipos pueden progresar mucho, siempre que nadie esté dispuesto a purgar al otro o a promover un estilo, una postura, un método a expensas de los otros. Podemos fijarnos en otras figuras en la historia de la escuela, gente como Hazlitt o Hutt o a pensadores modernos, como Salerno o Hoppe y ver que ellos también encarnan una variedad de estas posturas.
Es una tarea inútil intentar imitar a alguien y los expertos de Mises.org no pueden ni deberían hacer esto por Mises, Hayek o Rothbard. Sólo podemos aprender de ellos e inspirarnos en ellos. Tomar ideas de todas las fuentes es crear el tipo de diversidad que integra un paradigma intelectual vibrante y productivo y un sitio web infinitamente fascinante erigido en defensa de la libertad.
Publicado el 18 de diciembre de 2009. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.