Geopolítica de Rusia en Sudamérica

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Los Estados que conforman el ALBA en Sudamérica y el Caribe, fundada en 2004 por Hugo Chávez y alineada ideológicamente con el comunismo de forma abierta o velada, constantemente buscan un acercamiento con la Rusia de Vladimir Putin frente a los Estados Unidos. Acercamiento que es consentido y a veces promocionado por el gobierno ruso (un corto tiempo en la página de RT y es fácil darse cuenta). ¿En qué contexto y con qué fines puede leerse este acercamiento al área de influencia rusa? A simple vista pudiera parecer nostalgia izquierdista latinoamericana al extinto régimen soviético, pero intentemos ver el mapa completo más allá de América Latina.

La Federación Rusa no es la Unión Soviética ni el gobierno de Putin es un regreso al comunismo real. Rusia actualmente trata de encaminarse a un desarrollo dinámico como el del primer mundo, pero sin volverse parte del área de influencia política y cultural de los países de la OTAN-Unión Europea. La Rusia actual se parece más a un Gobierno conservador occidental, tradicionalista en lo cultural y religioso, con el autoritarismo heredado de la costumbre política rusa, y con una tímida pero progresiva apertura económica (Doing Bussines 2014). Similar a lo que representaría, por ejemplo, el derechista Partido Popular Europeo, pero con hiperpresidencialismo y con otros intereses geoestratégicos. En Europa Occidental, es conocido el acercamiento de Rusia hacia formaciones consideradas de derecha “populista” enemigas del establishment de la Unión Europea, por ejemplo con el nacionalista Frente Nacional de Le Pen en Francia o el euroescéptico UKIP de Nigel Farage en el Reino Unido, y en Estados Unidos (a través de RT) se promueve cierta simpatía hacia el libertario y excongresista del Partido Republicano, Ron Paul.

Sería una creencia equivocada tanto por parte de izquierdistas y derechistas latinoamericanos suponer que la aproximación entre Rusia y el ALBA se debe a algún tinte ideológico en el sentido de una alianza de la izquierda versus la derecha.

Veamos el contexto de Rusia en el mundo. Todo Estado hegemónico en una región suele tener, o bien satélites de su política exterior, o bien aliados en una situación de primus inter pares. Para ejemplificar, lo primero suele suceder entre Estados Unidos y algunos estados de Centroamérica, y ejemplo de lo segundo sería Estados Unidos con el Reino Unido. No es distinto con Rusia y los estados de la Comunidad de Estados Independientes. Luego de la caída de la URSS, Rusia pierde influencia sobre Europa Oriental que poco a poco se ha puesto en la órbita de la Unión Europea o de la OTAN. Rusia pretende mantener su influencia sobre las exrepúblicas soviéticas, sin embargo, la tendencia prorusa dentro de estos países ha sido combatida de forma electoral y por medio de la desobediencia civil por las fuerzas prooccidentales (cómo no, auspiciadas desde el extranjero) a través de las revoluciones de colores que se han ido tomando a países estratégicos para la órbita rusa como Ucrania o Georgia.

Con la primavera árabe las fuerzas de la OTAN han interferido militarmente en su zona de influencia histórica en Libia y Siria (este apoyo a Estados socialistas es a cuenta de la herencia que la URSS dejó a la nueva Rusia conservadora más que la existencia de una política de apoyo a proyectos ideológicos socialistas). En este juego de ajedrez internacional, Rusia, tradicionalmente menos agresiva en su expansionismo si se compara con la OTAN, necesita otros satélites o aliados, para mantener su poder de influencia global, o al menos demostrar que los que conserva no se los dejará quitar gratuitamente. Y dar mensajes al mundo de la existencia de más aliados puede venir bien como estrategia de comunicación.

Podemos concluir diciendo que una posible expansión diplomática y militar de la órbita rusa en zonas de clásica influencia occidental es, al menos en parte, una elegante retaliación por la irrupción del atlantismo militar de la OTAN en zonas de clásica influencia rusa. Hasta ahora la relación de los países de la ALBA con Rusia ha sido más bien anecdótica, nostálgica de parte de la ALBA con una Rusia que ya no es la URSS. La lejanía geográfica y cultural puede influir en esa relación, pero también el nivel del interés ruso en la ALBA. A partir de este contexto podemos empezar a hacer una visión del futuro de las relaciones ALBA-Rusia.


Publicado originalmente en Revista Perspectiva de Colombia en 2013. Esta es una versión actualizada al 2015.