Los políticos buscan ventajas a corto plazo dando clases a los capitalistas sobre el largo plazo

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Mises Daily August 4 2015La última salva de campaña de Hillary Clinton atacaba el “capitalismo del trimestre”, el foco corporativo supuestamente irresponsable en los resultados a corto plazo a costa del crecimiento a largo plazo. Prometió soluciones públicas.

Cortoplacismo, precios de participaciones e incentivos

¿Hay mucho cortoplacismo en las empresas? Para responder a esto, veamos los incentivos de las participantes.

Los accionistas poseen el valor actual de su participación a prorrata de las ganancias netas, no las ganancias actuales. No quieren dañarse a sí mismos sacrificando hoy inversiones en bienes que aumenten ese valor presente esperado. Los propietarios a menudo acusados de ser demasiado egoístas no ignoran esas consecuencias. Los críticos también confunden los resultados empresariales a corto plazo como el objetivo, cuando en realidad son indicadores valiosos de probable resultado futuro de las ganancias netas. Solo que los buenos resultados a corto plazo aumenten los precios de las acciones no implica un cortoplacismo excesivo.

Como los precios de las acciones son al tiempo un métrica primaria del éxito en la gestión y una base para sus recompensas y reflejan el valor actual de futuras ganancias netas esperadas, los horizontes temporales de gestión reflejan los horizontes temporales de los accionistas, extendiéndose mucho más allá de las mediciones inmediatas.

Los tenedores de bonos, que quieren que se les pague, incorporan al futuro, donde está el riesgo de pago, en sus decisiones. Trabajadores y suministradores también son sensibles a las perspectivas de futuro de la empresa y la perspectiva de que esas relaciones terminen si las cosas se tuercen obliga a la consideración del futuro de las decisiones presentes.

Más allá de malinterpretar las respuestas en los precios de las acciones a los buenos resultados a corto plazo como una inclinación por el corto plazo, la principal prueba de Clinton de cortoplacismo era que las empresas habían aumentados las recompras de acciones, supuestamente sacrificando inversiones razonables frente a devolver fondos a los accionistas. Ignora que esos fondos en buena parte se invertirán en otro lugar con mejores perspectivas. Pero también ignora que la fiebre de recompras refleja el abaratamiento artificial a largo plazo de la Fed del dinero prestado. Cuando la financiación de la deuda se hace relativamente más barata que la financiación de los valores, las empresas se dirigen hacia la deuda. Pero una empresa que sustituye la financiación de la deuda por una cantidad igual de valores no controla menos fondos para inversiones orientadas a futuro.

El papel de la Fed y la intervención pública

Confundir las respuestas empresariales con las intervenciones artificiales de la Fed como causadas por las empresas solo inicia la lista de inclinaciones hacia el cortoplacismo creadas por el gobierno. Las constantes propuestas de aumentar los tipos de los impuestos corporativos y empeorar el tratamiento de las ganancias de capital en el futuro reducen la rentabilidad después de impuestos de las buenas inversiones. Los mandatos e imposiciones regulatorios se acumulan, con muchos más en la recámara para el futuro, haciendo lo mismo. La política energética amenaza con enormes aumentos en costes, reduciendo probables retornos de inversión. Y la lista continúa.

El que los reguladores públicos pongan más énfasis en el futuro que el sector privado se ve también contradicho por los incentivos políticos. Los propietarios ven consecuencias futuras predecibles en los precios actuales de las acciones, pero los incentivos políticos son de mucho menor alcance.

El sector público está más orientado al corto plazo que el sector privado

El perdedor de unas elecciones estará fuera del cargo y no conseguirá un beneficio apreciable para los esfuerzos invertidos. Así que cuando están en duda unas elecciones, todo va a al cuaderno de subastas para comprar ventajas políticas a corto plazo. Y los incentivos de los políticos dirigen a los que afrontan la maquinaria de patrocinio de Washington. Por eso tantas “reformas” cumplen la definición de Ambrose Bierce de “Una cosa que satisface sobre todo a los reformadores opuestos a la reformación”. La simple aprobación de propuestas de ley políticamente justo a tiempo, incluso las que apenas se han leído, pueden declararse legados victoriosos, con consecuencias dañinas nunca tenidas realmente en cuenta por los que toman las decisiones.

No solo la política es de por sí más cortoplacista que la propiedad privada y las disposiciones contractuales voluntarias, hay multitud de ejemplos de cortoplacismo en el gobierno a costa del futuro, cuya magnitud empequeñece  cualquier cosa que prometan reformar.

Los pasivos no financiados de 14 dígitos desarrollados por la Seguridad Social y Medicare castigarán a las generaciones futuras, causados por el exceso de promesas masivas públicas para comprar elecciones previas. Otros fondos de protección y pensiones infrafinanciados amenazan con reparaciones futuras similares para “pecados” cortoplacistas previos. Expandir la deuda pública representa igualmente un castigo futuro para sobornos políticos a corto plazo. La política exterior y militar se han alejado igualmente de tratar temas a largo plazo. Pero temas serios a largo plazo como la inmigración no tienen una atención seria porque los “servidores públicos” temen el castigo de su grupo de interés a corto plazo.

Los ataques políticos al cortoplacismo y las reformas para arreglarlo están más que confundidos. Ignoran los claros incentivos de los participantes en el mercado financiero para tener en cuenta los efectos futuros. No tienen idea acerca de qué proporciona evidencias de cortoplacismo. Tratan las respuestas del sector privado a imposiciones públicas como fallos del sector privado. Ignoran los muchos peores incentivos políticos que afrontan los “reformistas”. Y actúan como si los ejemplos más egregios de cortoplacismo en Estados Unidos, toda la progenie del gobierno, no existieran.

Hay poco en la crítica y las supuestas soluciones de Clinton más allá de una mala comprensión y una mala interpretación. Deberíamos darnos cuenta, con Henry Hazlitt, de que “hoy ya es el mañana que el mal economista nos pidió ayer que ignoráramos” y que el poder en expansión del gobierno para hacer lo mismo no interesa a los estadounidenses.


Publicado originalmente el 4 de agosto de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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