Si gastar es nuestra estrategia militar, nuestra estrategia ha quebrado

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money and subsIncluso hoy, pocos niegan el poder del largo brazo del ejército de EEUU. Después de todo, el ejército de EEUU ahogó a la Unión Soviética, aplasto a Saddam Hussein y obligó a ocultarse a la al Qaeda de Osama bin Laden.

¿A qué deberíamos atribuir estos triunfos? Algunos dirían que a la planificación y previsión de EEUU. Otros mencionarían el trabajo duro y dedicación de soldados, marineros y fuerzas del aire de EEUU. Otros más señalarían el uso de una tecnología superior. Todo tendrían razón hasta cierto punto, pero cada una de estas explicaciones olvida el hecho de que durante más de una generación Estados Unidos ha gastado desbocadamente más que sus competidores militares.

Durante muchos años, Estados Unidos gastó más en defensa que los siguientes diez grandes gastadores juntos. Eso ya no es verdad, según Jane’s y PPGF. Pero aunque la cuenta actual sea de siete o nueve, debemos reconocer que el dominio de EEUU se compró a un alto coste.

El alto coste de las grandes deudas

El primer coste es la acumulación de deuda. Aunque muchos admitirán las cifras, pocos reconocerán públicamente la amenaza a largo plazo que plantean para la seguridad nacional e internacional. Entre esos pocos, el almirante Mike Mullen, expresidente del Estyado mayor Conjunto, ha declarado constantemente durante años que “La mayor amenaza para la seguridad nacional es la deuda nacional”. Mientras que el gsto en defensa de EEUU está actualmente disminuyendo, estos gráficos ilustran que la participación de EEUU en el gasto global en defensa se ha mantenido fuerte (1) independientemente de los altibajos irregulares de acontecimientos externos y (2) en buena parte independiente de la carga de la deuda.

El segundo coste es la acumulación de compromisos y expectativas. A pesar de la retirada de tropas de Iraq y Afganistán, los políticos veteranos de EEUU siguen obstinadamente decididos a mantener un nivel alto de implicación global. Si lo dudáis, leed la recientemente publicada Estrategia Militar Nacional de EEUU 2015. Entre otras cosas, subraya el compromiso de EEUU de combatir agentes de inestabilidad, ya sean “organizaciones violentas extremistas” o estados nación, siendo los principales ejemplos Rusia y China. No es sorprendente que la estrategia haya llevado a titulares como “China irritada por informe de Nueva estrategia Militar de EEUU”, “El Pentágono concluye que Estados Unidos no estará a salvo si no conquista el mundo” y “La nueva estrategia militar del Pentágono reclama conservar el dominio mundial de EEUU”.

Sí, estas críticas provienen de bandos predecibles, pero en este caso la percepción es realidad y la realidad es que los políticos de EEUU continúan siguiendo una estrategia cargada de compromisos inevitablemente caros, compromisos llevados a cabo para oponerse a Rusia y China. (Todo lo cual estimula un arriesgado bucle de refuerzo de retroalimentación). Como bromeaba Patrick Tucker en Defense One: “Estados Unidos se está preparando para una guerra eterna en el extranjero”. A pesar de esto, no esperéis encontrar ninguna referencia a la “deuda” en la estrategia publicada, una visión general que ignora la advertencia de Mullen y valida la declaración de David Stockman de que “Estamos ciegos ante la burbuja de la deuda”.

Nuestra “estrategia” militar equivale a poco más que grandes planes de gasto

El tercer coste (uno que raramente discutimos) es el peligroso aunque acallado concepto sostenido durante una generación de cargos públicos veteranos de EEUU: la creencia en que son estrategas innatamente superiores. ¡Preguntadle a al unión Soviética, Saddam Hussein y Osama bin Laden! ¿Pero qué pasaría si en realidad el gasto fuera el motor y árbitro principal de estos resultados?

Es sugerente que en casos en los que todo el peso de la potencia de fuego resultó inútil para conseguir una victoria decisiva (Corea y Vietnam son ejemplos canónicos), los pobres en dinero pero tácticamente inteligentes oponentes de Estados Unidos siguieron consiguiendo frustrar y confundir a las fuerzas de vanguardia de EEUU. Como ha señalado H. John Poole, un coronel retirado de los marines, combatiente veterano y autor prolífico:

Para las unidades de combate de Estados Unidos, la potencia de fuego ha sido y sigue siendo el nombre del juego. Este juega tiene algunas ramificaciones lejos de ser ideales. Desde la Segunda Guerra Mundial, demasiadas unidades no se han ajustado bien (tácticamente) a sus equivalentes orientales. Por muy increíble que parezca a la comunidad hoy en activo, esto está sin embargo bien documentado.

Sobre esto, la “ciberguerra” es un buen ejemplo  de otro ámbito en el que el gasto no garantiza un dominio proporcional. El reciente hacking a la OPM es un ejemplo doloroso y si profesionales como Richard Stiennon (There Will Be Cyberwar) tienen razón, hay más por venir.

Por norma, los políticos de EEUU minimizan estos contraejemplos. Comentaristas como John Poole que apuntan debilidades y alternativas tienden ser descalificados por parte de los apparatchiks de Washington como fanáticos equivocados. Y para ser justos, desde la perspectiva general el argumento de Washington en apoyo del estatus quo es realmente bastante fuerte, mientras el dinero continúe fluyendo.  Para quienes aprecian la incómoda verdad de que la adicción a la deuda de EEUU es insostenible, el paisaje se ve muy distinto. Existen alternativas al gasto como estrategia, pero obligan a los políticos y estrategas a repensar sus supuestos más queridos de superioridad económica y estratégica. Hace falta una mentalidad única y una entereza interna robusta para hacer esto y en esta década, hasta ahora, hemos visto pocas evidencias en Washington de este tipo de ideas y personalidades. Esperemos que la previsión de crisis por venir empuje a los hasta ahora olvidados reformistas al frente del debate sobre la seguridad nacional.

Acabo replanteando el problema por medio de una analogía: la superioridad global de EEUU en asuntos militares es en realidad la superioridad de un chico rico que piensa que realmente es inteligente pero solo es rico. Cuando el aparentemente infinito flujo de dinero se ralentice (como hará inevitablemente) caerá la máscara de la inteligencia. Todos los resentidos con el chico estarán esperando en la salida del patio para este día del juicio y como nadie habrá sido tan dependiente del gasto como estrategia, el antiguo chico rico lo va a pasar mal.

 

 


Publicado originalmente el 28 de julio de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.