Confiad en nosotros, somos superhéroes

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Trust Us, We've Superheroes[Del número de julio-agosto de The Austrian]

Desde 2008, los estudios Marvel, ahora propiedad de Disney, han estado lanzando al menos una nueva película de gran presupuesto cada año, con mucho éxito. Las películas del llamado universo cinematográfico de Marvel (que incluye las películas posteriores a 2007 de Marvel sobre el increíble Hulk, Capitán América, Iron Man, Thor y los Vengadores) suman en total unos ingresos brutos de 8.500 millones de dólares.

El estudio ha tenido cuidado de conectar vagamente todas las tramas de estas películas para construir un único mundo en el que tienen lugar todas las películas. Así, los espectadores de las películas Marvel a lo largo e los últimos siete años se han visto inmersos en un mundo amplio y entrelazado de superhéroes, supermalvados, robots asesinos y amenazas interplanetarias de criaturas similares a dioses y extraterrestres aparentemente indestructibles.

Al mismo tiempo, el mundo Marvel está protegido por la organización secreta conocida como S.H.I.E.L.D (Strategic Homeland Intervention, Enforcement and Logistics Division), que también sirve como cuerpo coordinador que reúne a todos los Vengadores para, luchar contra amenazas sobrehumanas a la raza humana.

Por tanto, como cabría esperar, las películas Marvel contienen una considerable cantidad de política y numerosos mensajes, a veces en conflicto, acerca del papel central de un complejo tecnológico-militar-industrial a la hora de proteger a la raza humana de una destrucción total y completa.

Hay que reconocer que las películas Marvel generalmente evitan la gravedad en sus moralinas, lo que sin duda es una razón para su éxito. A menudo se mantienen ambiguas acerca de las “lecciones” a aprender en cada película. En otras palabras, los espectadores pueden darse a sí mismos el mensaje que quieran tomar de cada película. Sin embargo, se puede detectar que, en conjunto, el mensaje político general contenido en el universo cinematográfico de Marvel es de sospecha hacia las instituciones “oficiales” de los gobiernos mundiales, que frecuentemente fracasan en sus misiones o están corruptas ante amenazas existenciales. Por suerte para los espectadores, los llamados superhéroes (muchos de los cuales muestran motivaciones y lealtades ambiguas) deben proporcionar el heroísmo necesario.

En el núcleo del universo cinematográfico de Marvel hay tres superhéroes: Iron Man, el increíble Hulk y Capitán América y sus relaciones con las instituciones públicas forman la espina dorsal de lo que podría ser una ideología tras las películas Marvel.

Iron Man: colaborador convertido en vigilante

La época moderna de los estudios Marvel empezó con el éxito de Iron Man en 2008, que cuenta la historia de Tony Stark, que ha heredado de su padre un negocio de fabricación de armamento. Stark se ha convertido en un playboy multimillonario gracias al éxito masacrador de las armas de su padre. Sin embargo, después de que Tony ve el efecto de sus armas y la ambigüedad moral de los conflictos en los que las ha estado suministrando, pierde su fe en estos acuerdos con el gobierno de EEUU y empieza una misión de proporcionar unilateralmente paz mundial mediante su nueva superarma Iron Man.

En el tiempo de Iron Man 2 (2010), se ha establecido ciertamente la paz mundial y Stark está enredado en un conflicto con el gobierno de Estados Unidos, que quiere para sí el traje de Iron Man. Stark declara que el traje es “mi propiedad” y rechaza conceder al gobierno acceso a la tecnología. Sin embargo al final la competencia de los contratistas de armamento consigue conspirar con un oficial de la Fuerza Aérea para producir armas similares para propósitos malvados.

Hulk: Traicionado por el estado

Igual que Stark había trabajado muy intensamente para suministrar armas del gobierno de EEUU antes de su conversión, el Dr. Bruce Banner, un brillante científico en The Incredible Hulk (2008) fue convencido por el mismo gobierno de EEUU para ayudar a revivir el programa del “supersoldado” que había existido durante la Segunda Guerra Mundial. Después de un experimento fallido, Banner se convierte él mismo en una superarma, Hulk, haciéndole incapaz de llevar a cabo relaciones humanas normales. El gobierno de EEUU procede entonces a cazar a Banner, afirmando que es de su “propiedad”, haciendo de Hulk un fugitivo que solo puede vivir al margen de la sociedad.

Capitán América: El supersoldado completamente estadounidense

Capitán América proporciona el reverso de la desilusión y la traición encontradas en los personajes de Iron Man y Hulk. Al contrario que el experimento fallido de Hulk, experimento con Steven Rogers (dramatizado en Capitán América: El primer vengador, de 2011) es un completo éxito, convirtiendo a Rogers en Capitán América y proporcionándole los superpoderes necesarios para derrotar a Hydra, una organización terrorista secreta que busca la dominación mundial.

Rogers mantiene su ética idealista de la década de 1940 y su inocente patriotismo hasta el final y descubrimos que el éxito del proyecto se debió en buena parte a las contribuciones del padre de Tony Stark. Incluso después de que Capitán América es congelado accidentalmente en el Océano Ártico durante sesenta año y revivio justo a tiempo para hacer equipo con los demás Vengadores, Rogers continúa siendo un agente leal a los Estados Unidos.

La lección principal del universo Marvel: Nuestras propias armas pueden destruirnos

Aunque nuestra opinión del complejo científico-militar-industrial se hace complicada e interesante mediante estas opiniones contrastadas, nos enfrentamos en todo caso al tema único: si la raza humana afronta enemigos tan intratables como Loki, el hermano de Thor (presentado en Thor (2011) y una raza alienígena agresiva conocida como los chitauri, la raza humana no puede esperar sobrevivir sin la ayuda de superhéroes y el asombroso conocimiento técnico de S.H.I.E.L.D.

Y aun así, incluso aquí las películas Marvel plantean dudas sobre la pureza y competencia de los defensores de la Tierra a lo largo de ellas y especialmente en Capitán América: El Soldado de Invierno (2014), en la que se revela de S.H.I.E.L.D. ha sido infiltrado por Hydra, el antiguo enemigo de Capitán América. Así que la mayor esperanza de la humanidad resulta ser una quinta columna y corresponde a Capitán América (ahora calificado como traidor) acabar con la amenaza de S.H.I.E.L.D/ Hydra.

Este tema de los-mejores-planes-funcionan-mal continúa después en Vengadores: La era de Ultrón, cuando Iron Man, desesperado por la amenaza planteada por fuerza alienígenas mucho más poderosas crean otra superarma más (esta vez una inteligencia artificial) que se vuelve contra la humanidad. Al final, solo los restos bondadosos de la ahora desarticulada S.H.I.E.L.D. y los propios Vengadores pueden intervenir para salvar la situación.

Para fines cinematográficos, este repetido retorno al tema de salvar el mundo por un pelo funciona extremadamente bien. ¿Pero qué efecto tendrá, si es que tiene alguno, sobre las ideologías de los espectadores? En el mundo de estas películas Marvel, cada nuevo intento de proteger al mundo de todo peligro lleva a solo otra amenaza más nueva y grave que no podía anticiparse.

En definitiva, la salvación del mundo recae en un grupo de inadaptados dispares, traicionados por sus propios intentos de una paz duradera. Esto es bueno para mantener en marcha una franquicia cinematográfica. Pero quizá haya en algún lugar también una lección para la vida real.


Publicado originalmente el 25 de septiembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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