Grecia y Europa necesitan libertad monetaria

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patrick-barronCon respecto a los problemas financieros de Grecia, se han producido últimamente muchas afirmaciones no científicas, especialmente sobre la cuestión de cómo se podrían resolver estos problemas. En lo que sigue expreso tres de estos errores:

  1. El euro es una moneda demasiado fuerte para Grecia

Este argumento se escucha normalmente junto con una referencia a la menor productividad de Grecia en comparación con los países más al norte de la UE. La lógica que se esconde detrás de eso vendría a decir que el euro no es una moneda apropiada para países con productividades muy diferentes. Esto viene seguido por la recomendación de que Grecia debería abandonar el euro e introducir otra vez el dracma. El banco central griego podría entonces fijar un cambio muy bajo entre el dracma y el euro, lo que haría que los productos griegos fuesen más competitivos.

Se podría llenar un semestre académico completo con los errores que hay detrás de estas consideraciones. Una moneda es un medio de intercambio indirecto. Dos países con diferente productividad pueden utilizar el mismo medio de intercambio, del mismo modo que pueden hacerlo dos personas. Pueden, por ejemplo hacer que los hijos de los vecinos les corten el césped y pagarles con dólares que ellos han ganado en un trabajo altamente calificado y muy bien pagado. Ambos pueden utilizar dólares. No hay ninguna razón por la cual los griegos y los alemanes no puedan utilizar la misma moneda. En la era del patrón oro se definieron monedas nacionales con unas relaciones de cambio con el oro específicas para el oro redimibles en especie; de modo que todos los países utilizaban la misma moneda: el oro.

  1. Con la ayuda de una depreciación de la moneda se recuperarán las exportaciones griegas

La creencia errónea descrita anteriormente está estrechamente relacionada con la opinión de que la depreciación de la moneda ayudaría al tener un efecto estimulante sobre las exportaciones de la economía griega. La idea detrás de esto es hacer que las exportaciones griegas sean más baratas, con ello aumentarían y así se produciría un impulso económico total. Sin embargo, una devaluación de la moneda únicamente desencadenaría, lamentablemente, una transferencia de riqueza dentro de la zona monetaria. A través del “efecto Cantillon” sabemos que los destinatarios iniciales del recién impreso dinero se ven favorecidos, porque pueden comprar bienes a los precios actuales. Los perdedores son los que solo comienzan a disfrutar del dinero nuevo cuando los precios ya han subido, los pensionistas, por ejemplo. Se darán cuanta de que ya no pueden permitirse lo que antes debido a los aumentos de precios, que son una consecuencia inevitable de la expansión monetaria.

En última instancia, los exportadores encontrarán que sus costos están subiendo y fomentarán una nueva devaluación de la divisa para apoyar las exportaciones y evitar pérdidas.  Se verán obligados a aumentar los precios en moneda local debido a los mayores costos de producción. Para evitar la pérdida de ingresos, necesitan más y más compradores extranjeros. Porque para no tener que aumentar los precios de exportación para los clientes extranjeros, necesitan más ingresos que compensen los mayores costos de producción. Esta política solamente sirve para ocultar los problemas reales. La moneda no tiene la culpa.

  1. La introducción de una moneda propia coloca al gobierno en una posición buena para evitar recortes poco populares de gastos.

También podría argumentarse que la devaluación de la moneda es una forma de apartar del camino al temido “monstruo de la austeridad”. Los gobiernos buscan hacer creer a la gente que hay suficientes recursos, que pueden tomarse los ricos y después con ellos aliviar cualquier situación de pobreza. Esto presupone que los ricos se han incautado vergonzosamente de los activos del resto de la gente y que solo se necesita redistribuir a la manera socialista para que haya suficiente para todos. Este lema socialista -“Suficiente para todos”, existe ya desde hace mucho tiempo, pero cada día está más pendiente la evidencia de que pueda aliviar la pobreza.

Los griegos (y Europa)  necesitan libertad monetaria

Resumiendo, se puede decir que muchos de los comentarios sobre la crisis griega se han ocupado de si Grecia debe abandonar el euro o no, y algunos de ellos hablan sobre problemas estructurales del país, que tienen su origen en décadas socialismo. El gobierno griego ha prestado más dinero que el pueblo griego puede devolver en las actuales circunstancias. Una devaluación de la moneda no hará desaparecer este hecho, por el contrario, podría causar aún más daño.

Es significativo que los griegos muestran en encuesta tras encuesta que – aunque no desean la austeridad – no quieren renunciar al euro. Ellos saben que este paso del gobierno le daría la oportunidad de destruir la poca riqueza que aún queda en el país. Los griegos consideran el euro, a pesar de sus fallos, preferible a la reintroducción del dracma.

La mejor posibilidad para Grecia sería ahora abolir la moneda de curso legal, lo que permitiría a los griegos a operar en aquellas divisas que les parezca más deseable. Tal vez el gobierno griego se vería obligado también a declararse en quiebra con respecto a sus pasivos en euros. Es difícil imaginar el efecto que tendría un rescate más. Y es igualmente difícil imaginar el efecto que tendrá cuando se someta la población griega el yugo de una nueva subida de impuestos.

El propio gobierno griego reaccionó en su día de una forma razonable a la estructura de la UE y la unión monetaria. Tomó prestado mucho dinero a bajos tipos de interés de prestatarios deseosos. Aceptó todos los euros recién impresos que fueron puestos a su disposición tan tentadoramente por esas frágiles organizaciones. No es el único país que ha actuado así. Es tan sólo el primero en el que se aprecian las consecuencias de la deficiente construcción de la UE. Vendrán más, y las consecuencias perjudiciales serán aún más graves. Ahora bien, es importante que Europa finalmente deje de destruir su base de capital en esa prosecución de un sueño socialista que ya se ha convertido en una pesadilla.


Publicado el 3 de agosto de 2015. El artículo original se encuentra aquí.