Recientemente ha conseguido la atención de los medios de comunicación el que la Universidad de Auburn haya invertido la decisión inicial de eliminar la carrera de administración pública de su currículum en 2013. Esta inversión se produjo como consecuencia de la resistencia del departamento de deportes de Auburn. Aparentemente, la carrera de administración pública es menospreciada por buena parte de la facultad de la universidad. Pero su popularidad entre los deportistas, en concreto el equipo de fútbol americano de Auburn, es lo que parece que la ha mantenido a flote.
¿Cómo de popular es seguir la carrera de administración pública en Auburn? Bueno, si eres deportista, es bastante popular. Aunque la administración pública sea menos del 1% de los alumnos de la universidad, el 51% de los estudiantes que siguieron esta carrera fueron deportistas de Auburn, según la estadística de 2013. Entre este grupo estaban el quarterback y running back titulares, el principal wide receiver y varios jugadores defensivos titulares. En 2014, el 32% del equipo de fútbol americano seguía la carrera de administración pública.
La razón para tener una carrera como administración pública en un programa deportivo de la élite de la División Uno como Auburn es bastante evidente. La naturaleza sencilla del material del curso normalmente la hace más fácil para los estudiantes deportistas que quieren dedicar más atención a su deporte. Según un memorando del departamento interno de deportes de 2012: “Si se elimina el programa de administración pública, las cifras [de tasa de éxito en graduación] para nuestros estudiantes deportistas probablemente bajen”.
Es previsible que haya quien critique a Auburn (y otras universidades similares de las grandes conferencias) por seguir teniendo este tipo de carreras. Pero parémonos y pensemos acerca de qué daño se está produciendo realmente con esto. ¿Hay alguna víctima real en toda esta experiencia?
Alguien capaz de jugar al fútbol americano en Auburn, indudablemente un gran programa de fútbol universitario, está claramente entre la élite de jugadores jóvenes del país. Lo más probable es que alguien lo suficientemente bueno como para competir a este nivel sea mejor en este deporte que en cualquier otra cosa. Si es así, ¿no debería poder alguien con este don ser capaz de poner tanto empeño como sea posible en lo que es mejor? Si elegir la carrera de administración pública permite a estos jugadores de élite dedicar más tiempo y esfuerzo a mejorar sus habilidades futbolísticas, tener esta carrera como opción debería verse como positivo en lugar de una mancha en las enseñanzas de Auburn.
Sin la opción de la administración pública, algunos de los futbolistas de la universidad se verían obligados a elegir carreras más difíciles. Esto llevaría a menos tiempo de entrenamiento, prácticas, trabajo de gimnasio y otras cosas que podrían mejorar la habilidad de un futbolista. Así que el talento de los jugadores y el programa general de fútbol americano en Auburn podrían sufrir. Considerando la cantidad de dinero que Auburn consigue por el éxito de su equipo, este tipo de potencial declive sería realmente problemático.
Los jugadores individuales del equipo de Auburn que ya no puedan graduarse en algo como administración pública tendrán obstáculos más importantes en la vía a convertirse en profesionales bien pagados. La universidad se supone que es una institución que prepara a alguien para una carrera profesional donde se pueda ganar la vida. Impedir los futbolistas de universidades de élite mejorar sus talentos para convertirse en futbolistas profesionales va contra lo que se supone que es una universidad. Especialmente porque el salario de un deportista profesional novato excede con mucho prácticamente cualquier otro salario que alguien podría conseguir inmediatamente después de la universidad.
Aunque es indudablemente cierto que no todos los jugadores de Auburn llegarán a la NFL, ir a la universidad en general no es una garantía de empleo en un campo que requiera una licenciatura universitaria. Según una encuesta de careerbuilder.com, la mitad de los graduados universitarios recientes está trabajando en empleos que no requieren esos grados. Y como menos de un 1% de los alumnos de Auburn siguen la carrera de administración pública (como hemos señalado antes), no es que una porción significativa de universitarios sean engañados para elegir una carrera sencilla que enseña pocas habilidades. Los alumnos de la universidad saben más o menos para qué está ahí administración pública y saben lo bastante como para evitar seguir esta carrera.
En un mundo ideal, habría deporte aficionado independientemente de las universidades. Los jóvenes aspirantes a profesionales avanzarían a través de niveles por debajo del profesional que probablemente estarían controlados por equipos profesionales. Esto sería muy similar a lo que son las ligas menores para la MLB.
Pero por supuesto no vivimos en un mundo ideal. La NCAA nunca dejará que algo ponga en peligro su control sobre los deportistas antes de convertirse en profesionales. Así que si clases sencillas y falsas carreras son el precio que pagamos por la capacidad de los deportistas de élite de especializarse en lo que hacen mejor, que así sea. No solo beneficia a los deportistas, sino que la universidad consigue más dinero y los alumnos ven un equipo de fútbol americano con más talento. Suena a ganador en todos los aspectos.
Publicado originalmente el 23 de septiembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.