El 27 de agosto de 2015, se descubrieron setenta y un refugiados ahogados en un camión de transporte abandonado en Austria, justo en la frontera con Hungría. Estas personas, identificadas como refugiados huidos de la guerra civil en Siria, hicieron un viaje de más de 1.500 kilómetros. Es una larga cadena de la creciente crisis de refugiados y emigración que golpea a Europa en los últimos años, con 2.500 muertes estimadas solo por barcos hundidos en el Mediterráneo, del casi medio millón de personas que trataron de llegar a Europa a lo largo de 2014-2015.
El problema no es únicamente de Europa. Muchos de estos mismos emigrantes consiguieron llegar a Brasil y luego murieron tratando de cruzar la jungla en un intento de llegar a Estados Unidos. Esto les pasó a cinco emigrantes de Ghana, encontrados muertos en las junglas de las fronteras entre Panamá y Colombia. Es una terrible pérdida de vidas y aunque la mayoría está de acuerdo en que se debe hacer “algo”, tenemos antes la pregunta de cuál es la causa origen de esta emigración y qué es ese “algo” que debería hacerse.
La causa origen de la emigración
Se ha escrito mucho del grado de inestabilidad causado por la política de guerras en el exterior y los efectos distorsionadores de la ayuda exterior que normalmente impulsa las dictaduras militares corruptas. La observación más interesante de la última crisis migratoria no es que se esté produciendo, sino hacia dónde se dirigen los emigrantes.
En el pasado, los refugiados normalmente recorrían la mínima distancia necesaria para escapar de los combates con unos pocos grupos políticamente populares recibiendo ayuda aérea para llegar a naciones distantes, como los refugiados somalíes acogidos en Minneapolis, Minnesota. El resto se dirigía a la zona segura más cercana alejándose de los combates. Sin embargo, esta última oleada de refugiados y emigrantes están pasando a través de numerosas naciones seguras, cruzando océanos por aire y atreviéndose a un viaje que es mucho más peligroso que permanecer en casa. Por ejemplo, los antes mencionados setenta y un sirios encontrados muertos en Austria decidieron dejar atrás e ignorar casi una docena de países seguros y llegar a Austria y, supuestamente, más allá. Es raro que un refugiado nepalí se vaya en avión a Sao Paulo, Brasil, luego viaje por carreteras a través de la jungla amazónica y cruce la frontera de EEUU-México si solo está huyendo de la guerra o de un desastre natural.
Las prestaciones públicas crean los incentivos
Un gran impulsor que crea los incentivos para hacer este viaje peligroso en que se pone en riesgo la vida puede resumirse en una sola foto:
Arriba aparece una carta de referencia creada por contrabandistas humanos obtenida por Frontex, la agencia de control de fronteras de la Unión Europea. Los contrabandistas de todo Oriente Medio, Turquía y norte de África producen esas tarjetas y las entregan a potenciales clientes. En la práctica, los refugiados han dejado de buscar al refugio seguro más cercano y ahora optan por las mejores naciones a las que ir. Esto ha hecho que la gente ya no huya del conflicto o la pobreza, sino hacia el paquete de prestaciones más lucrativo. La tarjetas anteriores sí deforman los sistemas legales al deducir que estar es causa suficiente para el asilo que las prestaciones son permanentes y para toda la vida. Sin embargo, la presencia de esos paquetes de prestaciones sí existe y es un gran incentivo para los emigrantes. Esto explica por qué la gente que abandona Libia está cruzando el Mediterráneo en botes desvencijados y sobrecargados y pasando a través de cuatro o cinco naciones perfectamente seguras para llegar a la UE. Parte de esta gran crisis humanitaria se genera por mostrar los incentivos de las prestaciones que se darán a quienes lleguen y que son opulentos para el receptor, relativamente hablando.
Estados Unidos proporciona prestaciones similares de reasentamiento e incluso incluye la posibilidad de una completa reunificación familiar. En Estados Unidos, algunos aspectos se exacerban en el tratamiento de Menores No Acompañados, que se anuncian como algo que se da por entero con solo presentarse. Esto explica el aumento de varones de quince a dieciocho años cruzando la frontera de EEUU bajo condiciones peligrosas.
Montones de papeleo
Otra explicación para este comportamiento es cómo manejan los estados la emigración y el control de fronteras. Entrar legítimamente en las naciones de la UE y Norteamérica es una pesadilla burocrática. Los emigrantes que siguen las normas tienen que conseguir documentos e identidad que no son fáciles de conseguir en los naciones de origen. Por ejemplo, en Estados Unidos, el tiempo de petición tiende a ser largo, requiere viajar a incómodas sedes del servicio de inmigración en la nación de origen y está limitado a gente que tenga familias u ofertas de trabajo debido a sus cualificaciones. Si se lee la FAQ de la Tarjeta Verde, hay pocas posibilidades para un trabajador no cualificado que busque una vida mejor, aparte de proceso de asilo estrecho y complicado. El proceso de entrada en la UE es igualmente difícil.
Puedo decir por experiencia propia al viajar a Suiza para mi MBA que incluso como ciudadano de EEUU pedir un visado para un año en el área Schengen es una tarea compleja y difícil. Es difícil siquiera pensar en lo que tendría que pasar alguien de Siria o Ghana para poder entrar legalmente. Incluso la tasa de solicitud de 1.010$, que no da ninguna garantía de aceptación, aunque no sea irracional para los patrones occidentales de riqueza, representa múltiples años de ganancias para algunos inmigrantes. Incluso para los refugiados legítimos, el proceso es difícil y, con las cuotas existentes, llevaría casi una década procesar solo a los desplazado por el conflicto sirio.
Al hacer inaccesibles los puntos legales de acceso para la mayoría de los emigrantes, estos se dirigen a través de rutas anormales, como el peligroso paso de la frontera de Panamá-Colombia o las vallas de púas afiladas de la frontera húngara o se asocian con bandas criminales que es tan posible que se dediquen a esclavizar, robar o asesinar a los emigrantes como a ayudarles a cruzar la frontera. Estas rutas se eligen por encima de las alternativas seguras, porque las alternativas seguras han quedado inservibles por la política del gobierno.
La tormenta perfecta
Cada una de las políticas anteriores crea problemas, pero juntas tenemos la tormenta perfecta. Al poner un rico paquete de prestaciones delante de refugiados y emigrantes potenciales, los gobiernos están creando incentivos para que las personas hagan el viaje. Pero al hacer imposibles estas supuestas prestaciones sin lanzar un peligroso guante, acabamos enviando a más gente a las bastante literales trituradoras de carne. Esta combinación casi cruel en un sentido: grandes prestaciones, pero casi imposible conseguirlas.
La solución
La solución clave a este problema es doble. Primero, los subsidios sociales públicos garantizados a los refugiados tienen que recortarse o eliminarse completamente. Al eliminar los incentivos, la gente atraída a emigrar por las prestaciones públicas desaparecería, reduciendo enormemente la aparente recompensa por llevar a cabo el viaje. Permanece el coste del viaje peligroso, pero la recompensa se ha desvanecido. Los que estén verdaderamente desesperados ya no tendrán los incentivos para viajar más allá del lugar seguro más cercano.
Segundo, el sistema bizantino, largo y costoso de la emigración legal tiene que desecharse. Esto no significa entrar en el debate sobre fronteras abiertas, pero se apoyen o no las fronteras abiertas, es difícil discutir que el sistema actual de emigración es costoso y difícil para todas, salvo los mejor formados y mejor relacionados. Los que busquen emigrar y contribuir a la sociedad receptora se ven en buena parte desprovistos de vías legales, dejándoles disponibles solo las rutas muy peligrosas.
Aunque voces influyentes como la del papa tienen rezón en que esto es un disfraz, las políticas promovidas por él y otros altos cargos solo empeorarán esto. Ofrecer ayuda a emigrantes rescatándoles cuando tengan problemas o permitir a los emigrantes permanecer sin cambios en la base burocrática solo creará mayores incentivos para que cada vez más gente tome las mismas rutas peligrosas. Hay que considerar la compensación de riesgos: cuanto mayores sean los mecanismo de seguridad implantados, más arriesgado se hará el comportamiento. Por desgracia, las soluciones actuales probablemente generen botes aún más sobrecargados con gente e incluso mayores cifras atravesando peligrosos pasos en la jungla.
Publicado originalmente el 14 de septiembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.