¿Qué tienen que ver los costes?

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Hace tres semanas leí la noticia de un diamante “de un color rosa intenso” de 24,78 quilates vendido por 46.158.674$ por Sotheby’s en Ginebra. La puesta ganadora del “Graff Pink”, como fue llamado inmediatamente después de su compra por el joyero londinense Laurence Graff, fue el mayor precio nunca registrado en una subasta y casi supera el doble del precio de 24,3 millones de dólares pagados el diamante azul Wittelsbach, de 25,56 quilates, comprado por Graff en 2008. En ninguna parte del artículo había ninguna mención a los costes monetarios de producir esas gemas, aunque supongo que en ambos casos fue una fracción insignificante del precio del diamante, si es que alguien hoy vivo conoce esos costes.

La semana pasada acompañé a mi esposa a comprar figuritas de navidad para iluminar el exterior de mi casa. Un hombre nieve expuesto en la tienda llamó nuestra atención y decidimos comprarlo solo para que el vendedor nos dijera que ya estaba agotado. Mi esposa, siempre negociadora, propuso que nos vendiera la figura con un descuento de 5$ con respecto al precio indicado del hombre de nieve. Estuvo de acuerdo, aunque el hombre de nieve expuesto probablemente costara a la tiende 5$ o 10$ más a producir que la cosa indisponible empaquetada, porque implicó una hora adicional de trabajo del dependiente sacarlo del embalaje y montarlo.

La pasada noche, estaba comprando en línea entradas para un partido de baloncesto de los New Jersey Nets como regalo de navidad. Los Nets son una franquicia de la NBA en tránsito de New Jersey a Brooklyn, New York, y su hogar temporal para los próximos dos años es el Prudential Center in Newark, New Jersey. El 12 de diciembre los Nets juegan contra Los Angeles Lakers. Los precios de las entradas individuales en las secciones de los rincones superiores (los asientos de “gallinero”) suponían a partir de 24$, en el centro inferior de 160$ y en la secciones junto a la pista frecuentada por famosos de 400$. Dos días después, los Nets juegan contra Philadelphia 76ers: los precios de las entradas exactamente en las mismas secciones son de 1$, 29$ y 150$, respectivamente. Así que la diferencia de precios entre los mismos asientos en los partidos de los Lakers y los 76ers va de dos veces y media más altos para los asientos más caros a 24 veces superior para los más baratos. Supuestamente el coste monetario medio de producir un partido de baloncesto para una persona que ocupe el mismo asiento es idéntica para ambos partidos y no difiere mucho para los que ocupen asientos distintos en el mismo partido.

A pesar de incontables ejemplos como estos que todos encontramos habitualmente en nuestras actividades de mercado, la mayoría de la gente da por sentado que los costes de producción determinan básicamente los precios. Más aún, creen que si los precios exceden enormemente los costes, es el resultado de hinchar precios, monopolio o algún otro plan nefasto por parte de los productores. Pero como explicó brillantemente Carl Menger, el fundador de la Escuela Austriaca de economía, hace casi 140 años, los gastos pasados incurridos durante la producción de un bien son completamente irrelevantes ara la determinación del precio actual de dicho bien. Para Menger, el precio de mercado de un bien se determina únicamente con las valoraciones relativas de bienes y dinero por parte de los compradores y vendedores del bien, en conjunción con el número de unidades del bien actualmente existentes. Los registros y recuerdos de cuánto se gastó para conseguir la mano de obra y otros recursos necesarios para producir el bien no tienen absolutamente ningún efecto en cuánto dinero está actualmente la gente dispuesta a pagar por una unidad de dicho bien.

Pero Menger incluso fue más allá y demostró que los precios (anticipados) de venta de bienes determinan realmente los costes de producción de un bien. Utilizando el ejemplo del tabaco, Menger argumentaba que si la gente perdiera completamente su deseo de consumir tabaco, no solo caerían a cero los precios de cigarrillos, puros y pipas, sino que el tabaco en bruto y las máquinas diseñadas específicamente para producir estas cosas dejarían de valer un precio mayor que cero, sin que importe cuánto cueste producirlos.

Así que, para Menger y los austriacos modernos, el origen último del valor son los incesantes esfuerzos de los seres humanos individuales por usar sus recursos y dinero escasos para mejorar su bienestar interactuando con otros en el mercado para alcanzar sus objetivos y deseos preferidos mientras renuncian a deseos y satisfacciones menos importantes. Los precios del mercado y costes de producción reales que observamos son sencillamente la manifestación objetiva de esta guerra contra la escasez en el alma humana. Son los bienes presentes o futuros que tenemos que sacrificar y las oportunidades de satisfacción a las que tenemos que renunciar los únicos “costes de oportunidad” relevantes de las cosas que compramos. Estas experiencias subjetivas e inmediatas de renuncia y sacrificio (y no alguna suma registrada de dinero que uno pagó a otro para llevar a cabo tareas de producción el mes pasado o el año pasado) son costes que incluirán en nuestras decisiones acerca de qué comprar y qué no, por lo que determinan las precios que pagamos durante la temporada de compras de navidad.

Los economistas dominantes modernos presentan la teoría mengeriana-austriaca del precio como “extremista” y “parcial”, supuestamente sobrevalorando el valor subjetivo al tiempo que ignorando los costes monetarios de producción. Pero es precisamente la parcialidad de la teoría austriaca la que da sentido a nuestras experiencias de mercado. El hombre de nieve “expuesto” de mayor coste se vende por un precio inferior que el hombre de nieve empaquetado porque la mayoría de los consumidores ven al primero como algo “usado” y menos valioso. No le preocupan los gastos o salarios pasados del dependiente. El “Graff Pink” obtuvo un precio tan alto en la subasta por ser tan escaso en relación con el número de personas que quieren poseerlo y la intensidad de su deseo de él en relación con el dinero y otras cosas. Incluso si los costes de producción del diamante fueran los mismos, el repentino descubrimiento de 10.000 diamantes idénticos al Graff Pink pondría su precio muy por debajo del precio registrado en la subasta. Y no tengo que extenderme en que el diferencial de precios de hasta el 2.300% del mismo asiento en el mismo estadio dos días después se produce porque, para la mayoría de los aficionados al baloncesto, la experiencia de ver a unos Lakers plagados de talento con su entrenador icono y gloriosa tradición hacer trizas a los horribles Nets es muy preferible a ser testigos del triste desafío entre los Nets y los igualmente lamentables 76ers.

Las leyes del valor y el precio descubiertas por Carl Menger son universales e inmutables. Son verdaderas y se aplican en todas partes y en todo momento, mientras los seres humanos busquen conscientemente mejorar su bienestar utilizando su tiempo, energía, dinero y recursos materiales escasos para conseguir sus objetivos más importantes.

Ahora dejadme que vuela a entrar en línea y comprobar si el precio de las entradas del Nets-76ers han caído ya por debajo de un dólar.


Publicado originalmente el 9 de diciembre de 2010. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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