La muerte de un verdadero patriota

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ka[Irwin Schiff falleció el viernes, esposado a una cama de hospital. En este tributo a su vida, Peter Schiff comparte pensamientos personales acerca de su padre, un verdadero héroe estadounidense]

Mi padre, Irwin A. Schiff, nació el 23 de febrero de 1928; el octavo y único hijo varón de una pareja de inmigrantes judíos que había cruzado el Atlántico veinte años atrás en busca de libertad.

Como resultado de la esperanza y coraje de sus padres, mi padre fue afortunado de haber nacido en la nación más libre en la historia del mundo. Sin embargo, cuando falleció, el 16 de octubre del 2015, a la edad de 87 años, era un preso político de esa misma nación, estaba oficialmente ciego y esposado a una cama de hospital, en una habitación resguardada en cuidado intensivo; la nación libre en la que había nacido, había muerto en sí misma años atrás.

Mi padre tuvo una eterna historia de amor con los principios fundamentales de nuestra nación y orgullosamente sirvió a su país durante la guerra de Corea por algún tiempo, aun teniendo la menos que honorable distinción de ser un soldado estadounidense del rango más bajo en Europa. Mientras que en la universidad fue expuesto a los principios de la economía austriaca a través de los escritos de Henry Hazlitt y Frederick Hayek.

Empezó su actividad en la política durante la fallida campaña electoral de Barry Goldwater en 1964. Su activismo se intensificó durante la era de Vietnam, cuando dirigió los esfuerzos de un movimiento local para resistir los planes de la universidad de Yale de conducir envíos de ayuda al norte de Vietnam, en un momento en el que dicha nación estaba peleando activamente contra las fuerzas estadounidenses en el sur. Más tarde en la vida, dirigió una campaña inscrita sin éxito para el entonces gobernador de Connecticut,  y finalmente perdió la Nominación Presidencial del Partido Libertario con Harry Brown en 1996. En 1976, sus creencias en la economía de libre mercado, un gobierno limitado, y una interpretación estricta de la Constitución, lo llevaron a escribir su primer libro El Mayor Fraude: Cómo el Gobierno lo Está Desfalcando (The Biggest Con: How the Government is Fleecing You), una fuerte acusación contra la expansión del New Deal del gobierno en los Estados Unidos. El libro alcanzó elogios dentro de la corriente principal del mundo conservador, recibiendo una revisión estelar en el Wall Street Journal, entre otras publicaciones convencionales.

Pero mi padre era más conocido por su firme oposición a los Impuestos Federales, por lo que el Gobierno Federal lo catalogó como un “manifestante contra los impuestos”. Aunque él no tenía ninguna objeción contra los impuestos legales y razonables. No era un anarquista y creía que el estado tenía un papel importante, pero limitado, que desempeñar en la economía basada en el mercado. Se oponía a la ejecución ilegal e inconstitucional del Gobierno Federal y la recaudación del impuesto sobre la renta. Su primer libro sobre este tema (fue autor de seis libros en total), Cómo Cualquiera Puede Dejar de Pagar Impuestos Sobre la Renta (How Anyone Can Stop Paying Income Taxes), publicado en 1982, se convirtió en un best seller del New York Times. Su último libro, La Mafia Federal. Cómo el Gobierno Impone y Colecta Ilegalmente Impuestos Sobre la Renta (The Federal Mafia; How the Government Illegally Imposes and Unlawfully Collects Income Taxes), el primero de tres ediciones publicadas en 1992, se convirtió en el único libro de no-ciencia ficción, y el segundo libro en ser vetado en Estados Unidos. El otro único libro es Fanny Hill; Memorias de Una Mujer de Placer, vetado por obscenidad en 1963.

Su cruzada para forzar al gobierno a obedecer la ley le ganó tres sentencias a prisión, la última de ellas fue de catorce años, que empezó a cumplir hace diez años, con 77 años. Esa sentencia se convirtió en cadena perpetua, dado que mi padre no logró sobrevivir hasta la fecha programada para su liberación en el 2017. Pero, en realidad, la cadena perpetua vino a ser una sentencia de muerte. Mi padre falleció de cáncer de piel, que no fue diagnosticado ni tratado mientras se encontraba bajo custodia federal. El cáncer de piel luego llevó a un brote virulento de cáncer pulmonar que le quitó la vida apenas dos meses después del diagnóstico inicial.

El giro innecesariamente cruel en sus últimos años ocurrió siete años atrás, cuando cumplió 80 años. En ese momento el gobierno lo trasladó de una prisión federal de seguridad extremadamente baja en el Estado de Nueva York, en donde estaba a poca distancia de sus familiares y amigos, a un instituto correccional federal, primero en Indiana y luego en Texas. Esto fue hecho especialmente para darle acceso a una mejor atención médica. El dilema consistía en que mi padre estaba siendo forzado a vivir aislado de los que lo amaban. Dado que visitarlo requería largos vuelos, alquileres de automóviles y estadías en hoteles, sus visitas eran pocas y distanciadas entre sí. Sin embargo, aun estando en estas instalaciones médicas supuestamente superiores, mi padre prácticamente no recibió ninguna atención médica en absoluto, ni siquiera por las cataratas que lo dejaron oficialmente ciego y hasta que el cáncer de piel se había extendido a casi todos los órganos de su cuerpo.

En el momento del diagnóstico a principios de agosto de este año, le dieron de cuatro a seis meses de vida. Tratamos de sacarlo de prisión por libertad compasiva para que pudiera vivir fuera los últimos meses de su vida con su familia, pasando algunos preciosos momentos con los nietos que apenas había conocido. Pero no vivió lo suficiente para que el proceso burocrático se completara. Dos meses después de que el proceso empezara, a pesar de la ayuda combinada de una congresista demócrata estadounidense y un senador republicano, su petición estaba aún sobre algún escritorio, esperando todavía una firma más, aun cuando todos en la prisión querían en realidad que fuera liberado. Incluso mientras mi padre yacía muriendo en cuidados intensivos, recibimos una llamada de un abogado y de la Oficina de Prisiones deWashington pidiendo a los representantes médicos de la prisión más pruebas de la gravedad de la condición de mi padre.

A medida que el cáncer lo consumía, su voz cambiaba y el sistema telefónico de la prisión ya no la reconocía, por lo que no pudo ni siquiera hablar por teléfono con familiares durante su último mes de vida. Cuando su condición se deterioró hasta el punto en que tuvo que ser hospitalizado, los empleados del gobierno siguieron ciegamente órdenes de mantenerlo esposado a su cama. Esto a pesar del hecho de que era imposible escapar para un enfermo terminal de 87 años de edad, oficialmente ciego, que difícilmente podía respirar y mucho menos caminar.

Estén de acuerdo o no con las opiniones de mi padre sobre los impuestos, o la manera en que son recolectados, es difícil perdonar la manera en que fue tratado por nuestro gobierno. Mantuvo sus convicciones tan sincera y apasionadamente que continuó abrazándolas hasta su último aliento. Como William Wallace en la escena final de Braveheart, un gobierno opresivo puede haber tenido éxito en matarlo, pero no quebró su espíritu. Y ese espíritu vivirá en sus libros, sus videos, y en sus hijos y nietos. Esperemos que su legado algún día ayude a restaurar las libertades que murió tratando de proteger, finalmente permitiéndole descansar en paz.


Publicado originalmente el 19 de octubre de 2015 en schiffOro.

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