Etimológicamente el término economía hace referencia a la gestión del patrimonio doméstico, tal como indican las palabras griegas de las que procede (oikos: casa, patrimonio, y nomos: regla, norma, o ley). En Grecia, no obstante, no pasó de ser un conjunto de conocimientos prácticos de carácter secundario que recibió un tratamiento poco sistemático. En todo caso, merece la pena destacar el análisis que hace Aristóteles sobre el dinero y el valor en el libro primero de su Política (47), y también en el libro primero de la Ética a Nicómaco, en el que se concluye que “la riqueza no es más que una cosa útil a que aspiramos con la mira de otras cosas que no son ella”.
Las pocas referencias de los filósofos mayores no hacen olvidar que, siendo Atenas una economía altamente mercantilizada, la problemática económica no podía estar ausente de sus reflexiones. Así, la primera acepción formal de la economía como ciencia aparece explícitamente en el Económico de Jenofonte, gracias al cual sabemos que, para Sócrates, maestro directo de Jenofonte, la economía es “el nombre de un saber, y ese saber resultó ser el que permite a los hombres acrecentar su hacienda; y la hacienda nos pareció ser lo mismo que la totalidad de las propiedades, y definimos como propiedad lo provechoso para la vida de cada cual; y descubrimos que la propiedad es todo aquello de que se supiera hacer uso” (48). La componente subjetivista de esta definición hace que sea extraordinariamente moderna y meritoria, sobre todo teniendo en cuenta que en la época griega la economía se refería a un saber de administradores profesionales más de tipo técnico que de tipo científico.
En la Grecia clásica, comienzan a distinguirse cuatro clases de economía: la real, la satrápica, la de la ciudad y la privada. Aunque la economía de la polis o ciudad daría lugar etimológicamente al término de economía política, hay que esperar hasta el Traité d’Oeconomie Politique de Antonio de Montchrestien, publicado en 1615 con una dedicatoria a Luis XIII, para que la expresión “economía política” quedara ya definitivamente consagrada (49). Para Montchrestien, el objeto de la economía es la consecución de los bienes necesarios para la vida. En este sentido, puede considerarse un paso atrás la concepción de Adam Smith (1776), para el cual el objeto central del estudio de la economía sería la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (50). Poco después, David Ricardo (1817) considera que el problema primordial de la economía estriba en la determinación de las leyes que rigen la distribución (52), mientras que para Karl Marx (1867), el mayor interés radica en la investigación de las relaciones de producción y circulación en el sistema capitalista. En 1890, Marshall entiende que la economía trata del estudio de la humanidad en los asuntos ordinarios de la vida, sobre todo en lo que se refiere a la obtención y uso de los artículos necesarios para el bienestar (53). Philip Wicksteed considera, en 1914, que el campo propio de la economía es la relación en la que los hombres entran voluntariamente cuando encuentran y pueden lograr mejor sus fines de una forma indirecta (54). Y así llegamos a la definición clásica de Lionel Robbins (1932), para el cual la economía es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios limitados que tienen diversa aplicación (55). En sentido parecido define Oskar Lange (56)la economía en 1945, siendo a su vez las definiciones de Robbins y Lange las que sirven de base para la definición más extendida de economía, según la cual ésta sería la ciencia que estudia de forma sistemática el “ajuste social para el manejo de la escasez de bienes y recursos (57)“. Recientemente, se ha puesto de manifiesto (58) que esta definición estándar generalmente aceptada y que tiene su origen en Lionel Robbins deriva de una errónea interpretación de las enseñanzas metodológicas de Ludwig von Mises (59). Efectivamente, en la definición de Robbins, los fines y los medios siempre están dados, con lo cual parece que la labor de la economía quedaría reducida a un problema técnico de maximización, que consistiría en encontrar la forma de utilizar de la manera más efectiva y eficaz posible los medios dados para llegar a la consecución de unos fines también dados. Kirzner señala que el problema económico es mucho más amplio y consiste en estudiar de una manera formal la acción humana o, si se prefiere, siguiendo la terminología de Mises, la praxeología. Desde este punto de vista se asignan dos tareas fundamentales a la Ciencia Económica. La primera consiste en hacer inteligible el mundo en términos de acciones humanas. La segunda consiste en explicar cómo acciones humanas conscientes que se orientan a la consecución de determinados objetivos individuales en unas circunstancias particulares de tiempo y lugar generan, a través de los procesos espontáneos de interacción social, consecuencias de gran transcendencia que no habían sido previstas ni buscadas deliberadamente por nadie. Esta concepción de la economía como formando parte de la praxeología es compartida por el Premio Nobel Hayek, para el cual lo más importante es resaltar el carácter subjetivista de la ciencia económica, entroncándola siempre con las acciones individuales de aquéllos que intervienen en los procesos sociales (individualismo metodológico) y sacando a la luz los resultados no previstos ni diseñados conscientemente de la acción humana individual (60). El propio Hayek insiste en que las “definiciones tipo Robbins” podrían implicar incluso lastrar el desarrollo de la economía como ciencia social, dado que el objeto de ésta es el estudio del proceso a que dan lugar de forma espontánea las distintas interacciones humanas, y si se concibe que los fines y los medios están dados y que no hay cambios en la información, tal proceso desaparece y se convierte en un equilibrio repetitivo que tiene poco interés desde el punto de vista científico.
Uno de los primeros pensadores que se dio cuenta de la existencia de ordenes espontáneos que son resultado de la interacción humana pero no del diseño consciente o deliberado de ningún ser humano fue Bernardo de Mandeville en su Fábula de las Abejas (61). De allí su influencia pasa a Hume, a Adam Smith, y después enriquece el mundo científico de la Ciencia Natural a través de la aportación de Darwin. En el campo de la Ciencia Económica se hace explícita sobre todo a través de los trabajos metodológicos del fundador de la Escuela Austriaca, Carl Menger, perfeccionándose después por sus principales continuadores, Mises (62), Hayek y Kirzner.
El anterior punto de vista que considera a la economía (o praxeología) como la ciencia que estudia teóricamente los procesos de interacción humana posee, entre otras, la ventaja de permitir la inclusión en su ámbito de investigación de modernos desarrollos de la Ciencia Económica que serían, de otra forma, de difícil clasificación. Así, forma claramente parte de la praxeología el estudio de la acción humana individual en el entorno político, así como el análisis de las consecuencias no previstas de la interacción humana en lo que a la elección pública se refiere. Por tanto, encajan claramente dentro de la economía las aportaciones de la Escuela de la Elección Pública, que analiza teóricamente los incentivos, condicionamientos y resultados no intencionados de la interacción combinada de los políticos, burócratas y votantes. Desde esta concepción, el Premio Nobel de Economía James Buchanan también considera que la economía no es sino una teoría del comportamiento o acción humana (63). El mismo Buchanan manifiesta que la definición de Robbins induce sistemáticamente al error, puesto que, de acuerdo con la misma, se tiende a maximizar como si los datos (fines y medios) estuvieran dados, cuando de hecho ni fines ni medios están dados, son difícilmente observables, y los datos relevantes para el decisor están modificándose constantemente. Por este motivo concluye Buchanan que también es preciso aplicar el individualismo metodológico de forma sistemática en el campo de la teoría de la elección pública (public choice) (64).
Precisada nuestra definición de la economía, que como hemos visto evoluciona desde la concepción de la economía como ciencia de la riqueza, la ciencia de la distribución o de las relaciones de producción, la teoría de la decisión entendida como maximización de medios dados para lograr unos fines también dados, hasta terminar en la concepción de la economía como ciencia de la interacción humana y de los procesos sociales espontáneos, hay que señalar que el cuerpo central de conocimientos económicos se está diversificando y especializando constantemente en parcelas que pueden agruparse de las más variadas formas y en las más distintas combinaciones. Así, por su claridad y utilidad, podemos resaltar la división efectuada al respecto por José Castañeda.(65) Castañeda establece una matriz en la que aparecen las distintas unidades en columnas: social o particular y ésta con dos divisiones, pública y privada, que a su vez pudieran ser de producción y consumo. Las cuatro columnas serían cruzadas por cuatro enfoques diferentes, de los que tres corresponderían a la economía pura (teoría económica, historia económica y economía descriptiva) y una a la economía aplicada o política económica en su terminología. Existirían, pues, dieciséis divisiones de importancia muy desigual, que aconsejarían una graduación adicional que su cuadro no permite. En todo caso, la clasificación de Castañeda describe el contenido de lo que ha de entenderse por economía política y que es algo significativamente más amplio que el estricto concepto de teoría económica, pues incluye los hechos económicos de la economía
(47)Aristóteles, Moral a Nicómaco, traducción de Patricio de Azcárate, Espasa-Calpe, 3ª edición, Madrid, 1983, p. 63. Esta cita está traducida de manera distinta en la edición de la Biblioteca Clásica Gredos, donde leemos que “la riqueza no es el bien que buscamos pues es útil en orden a otro”, Aristóteles, Ética Nicomáquea, traducción de Julio Palli Bonet e Introducción de Emilio Lledó, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1988, p. 135. Igualmente son de gran interés sus consideraciones sobre “la justicia y la reciprocidad”, incluidas en el Libro V, 5, pp. 247-252.
(48)Jenofonte, Económico, edición, traducción y notas por Juan Gil, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid, 1966, pp. 314-316.
(49)Émile James, Historia del Pensamiento Económico, Editorial Aguilar, Madrid, 1971, pp. 39-40.
(50)Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, W. Strahan y T. Cadell, in the Strand, Londres, 1776, vol. II, p. 278, donde leemos que “What is properly called Political Oeconomy, or of the nature and causes of the wealth of nations”.
(51)David Ricardo, On the Principles of Political Economy and Taxation, vol. I, The Works and Correspondence of David Ricardo, Piero Sraffa (ed.), Cambridge University Press, Cambridge, 1982, p. 5, donde leemos que “To determine the Laws which regulate this distribution, is the principal problem in Political Economy”. (Existe una traducción publicada por el Fondo de Cultura Económica en Méjico, 1959).
(52)“En la presente obra nos proponemos investigar el régimen capitalista de producción y las relaciones de producción y circulación que a él corresponden.” Carlos Marx, El Capital: Crítica de la Economía Política, vol. I (1867), traducido al castellano por Wenceslao Roces y publicado por el Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1973, “Prólogo a la Primera Edición”, p. xiv.
(53)“Political Economy or Economics is a study of mankind in the ordinary business of life.” Alfred Marshall, Principles of Economics: An Introductory Volume, Macmillan, Londres, 1972, p. 1. Existe una traducción castellana de Emilio de Figueroa, Aguilar, Madrid, 1948, p. 3.
(54)Philip H. Wicksteed, The Common Sense of Political Economy, Augustus M. Kelley, Nueva York, 1967, vol. 1, pp. 15-17.
(55)“Economics is the science which studies human behaviour as a relationship between ends and scarce means which have alternative uses.” Lionel Robbins, An Essay on the Nature and Significance of Economic Science, Macmillan, Londres, 1972, p. 16. (Existe una traducción al castellano de Daniel Cossío Villegas publicada por el Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1944 y 1980.)
(56)“Economics is the science of administration of scarce resources in human society.” Oskar Lange, “The Scope and Method of Economics”, Review of Economic Studies, 13(33), 1945, pp. 19-32. Reproducido como cap. 5 en Economic Theory and Market Socialism: Selected Essays of Oskar Lange, Tadeusz Kowalik (ed.), Edward Elgar, Aldershot, Inglaterra, 1994, p. 68.
(57)N. Bronfenbrenner, “Introducción a la metodología económica para lectores con pretensiones intelectuales medias”, De Economía, nº 94, octubre-diciembre de 1976.
(58)Israel M. Kirzner, The Economic Point of View, editorial Sheed & Ward, Kansas City, 1970.
(59)En este sentido, hay que recordar el reconocimiento expreso que Robbins hace a Mises en el Prólogo de su Ensayo sobre la Naturaleza y Significación de la Ciencia Económica (p. xvi de la primera edición inglesa citada en la nota 54).
(60)Véase, en este sentido, las consideraciones que hacemos en el capítulo siguiente al hablar sobre la concepción subjetivista y dinámica de la Ciencia Económica.
(61)The Fable of the Bees: or, Private Vices, Publick Benefits, J. Roberts in Warwick Lane, Londres, 1714. Existe una traducción al castellano de José Ferrater Mora, publicada con el título de La Fábula de las Abejas, por el Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1982.
(62)En este sentido es muy significativo que Mises haya titulado su conocido Tratado de Economía La Acción Humana (Unión Editorial, Madrid, 1986, 4ª edición, traducción de Joaquín Reig Albiol). Es importante resaltar que, como luego veremos (nota 3 del cap. II), los antecedentes de la concepción austriaca se encuentran más bien situados en la Escuela de Salamanca de los siglos XVI-XVII que en la mencionada tradición anglosajona.
(63)James M. Buchanan, What Should Economists Do?, Liberty Press, Indianápolis, 1979, pp. 120-121.
Publicado originalmente en JHS (www.jesushuertadesoto.com).