Los Estados Unidos es el hogar de un sector socialista gigantesco, más grande y con un mayor alcance que cualquier otro en el mundo, y se alimenta del dinero de los impuestos que es manejado en su totalidad por el gobierno.
Extrañamente, los adversarios de la medicina socializada y la industria socializada no se quejan de ello. De hecho, durante todas las décadas de 1980 y 1990, pidieron su expansión.
Este sistema es llamado sistema penitenciario. Este sistema es nuevo, pero sus crueldades son tan famosas que en toda la historia se ha hablado de ellas, hasta en los Salmos: “Porque el Señor oye a los necesitados y no desprecia a sus propias personas que están presas”.
La presunción que se cita en Salmos es que los presos son despreciados, ignorados, olvidados y están en nuestro país, donde este tema ni siquiera está en la lista de debates principales.
Por ejemplo: el sistema penitenciario se está convirtiendo en un gran sector en el se aloja a los ancianos Business Insider informa:
2.3 millones de adultos estadounidenses están en la cárcel, 246.000 son mayores de 50 años (…) el envejecimiento de la población reclusa continúa aumentando considerablemente. Para 2030, se prevé que el número de presos mayores de 55 años supondrá un tercio de la población carcelaria total, lo que representa un incremento del 4.400% de los mayores de 50 años.
Es impresionante cuando se piensa en ello. Los estadounidenses constituyen el 5% de la población mundial y, sin embargo, una cuarta parte de los internos de todo el mundo se encuentran en EEUU. La proporción de la población carcelaria con respecto a la población en general es mayor que la de cualquier otra nación en el mundo. Rusia es la segunda. China es la tercera.
Si los presos vivieran en un solo lugar, esos 2,3 millones conformarían una ciudad estadounidense, la cuarto mayor del país, similar a Chicago o Houston. Cada día, entran a prisión 35,948 personas, y a los ciudadanos de a pie e incluso les molesta hablar de ello, lo consideran como si fuese un tema de la izquierda, a la que tratan locos que no pueden dejar de reclamar intereses especiales. Rand Paul es singular entre los republicanos ya que ha abordado este tema.
¿Tal vez debemos tener más criminales que deban estar encerrados? Depende de cómo se defina un criminal. Alrededor de dos tercios de las personas introducidas en el sistema de justicia (cárcel, libertad condicional, libertad bajo palabra) están por delitos no violentos (delitos sin víctima). Entre los presos federales, el 91% lo son por delitos no violentos. Ningún dictador en el mundo llegó tan lejos a este respecto.
Y mientras que el sistema penitenciario como lo conocemos hoy en día, nació en la primera parte del siglo XX, la tendencia hacia el encarcelamiento en masa es relativamente nuevo. Los datos dicen que en la cárcel hay cinco veces más presos que en 1980, cuando la guerra contra las drogas se convirtió en realidad en una manía nacional y la sentencia se hizo larga y obligatoria. Casi la totalidad de este cambio se explica por estos dos hechos por sí solos. En 1980, 40.000 personas se encontraban en la cárcel por cargos relacionados con drogas. Hoy en día, son más de medio millón (500.000).
Las estadísticas no son desconocidas por las personas. Nunca han sido más accesible que ahora. Sin embargo, la gente escucha estas estadísticas y piensa: “Bueno, eso parece un montón de gente, pero yo no estoy allí, ni mi familia ni mis amigos tampoco. En todo caso, estamos probablemente mejor con bastante gente en la cárcel, que es un lugar para muy pocos. Por lo menos las calles están un poco más seguras que antes. Así que vamos a olvidarnos de todo esto, ¿si?
Pero resulta ser muy fácil en estos días tropezar con algo que te haría ir a la cárcel. El problema es que no se sabe cuándo puede suceder. Podría ser un error que hayas cometido tú o un miembro de la familia, como manejar mucho dinero en efectivo. Podría ser de alguien haya fumado en la fiesta de tu casa. Podría ser una multa sin pagar. Podría ser un tweet que enviaste y que insultaba a un burócrata.
Podría ser una carga, descarga o intercambio de archivos. O tal vez perdiste los estribos en el aeropuerto y dijiste algo que no debiste decir, en presencia de un agente de la TSA (Administración de Seguridad en el Transporte). Tal vez hayas actuado de una forma que fuera demasiada sospechosa, Incluso la mirada equivocada a un policía podría hacer que tu vida cambie.
Cualquiera de estas acciones y miles de personas puede hacer que estés envuelto en un sistema que no puedes controlar y al que no se puede resistir. Te pasas la noche en la cárcel. Ahora no tienes problemas, pero hay batallas legales interminables delante para salir de embrollo.
Tu vida se convierte de repente en solo defender tu libertad. Pagas abogados. Pierdes el tiempo del trabajo, solo en ir a las audiencias. Pierdes las ganas de dormir por la preocupación y tienes que tomar pastillas por algo que nunca pensaste que harías. Tus finanzas están muy mal. Difícilmente se puede pensar en otra cosa. Y esto continúa durante meses, que son más o menos la ruina.
Todo esto parece una locura y un absurdo. ¿Por qué se centra el Estado en ti, en lugar de en los verdaderos criminales? Porque eres un blanco más fácil y más seguro. Además, has violado la ley. Es una ley estúpida y es comprensible que la hayas incumplido y nunca lo harías de nuevo, a pesar de que muchos otros que han hecho lo mismo están fuera libres, pero finalmente tendrás que admitirlo: Eres más culpable que inocente.
Llega el momento de pedir clemencia. Tus abogados hacen un trato con el sistema. Si admites ser culpable, te dejan fuera. La sentencia es de 20 años, o lo que sea, pero probablemente será condicionada. Aceptas el trato, aunque solo sea para poner fin a este infierno. Pero algo sale mal. El juez te sanciona de todas formas. ¡Espera, esto no es lo acordado! Pero ya no hay nada que puedas hacer.
Entonces te encuentras con que el sistema penitenciario es la cristalización de la vida bajo el control del gobierno. Tu Facebook, Twitter, correo electrónico, número de teléfono, todos son todos destruidos/borrados. Las libertades de reunión, expresión y de prensa están totalmente ausentes. Los derechos humanos no se aplican. Las decisiones que puedas tomar sobre la manera de pasar el tiempo son asignadas por los guardias a su discreción. Tú como persona y tu trabajo no son valorados por nadie en particular. Todo lo que consumas, si se trata de alimentos o en tu espacio, se considera como un favor concedido.
Todos los que se preocupan por ti están fuera de la prisión. A la gente en el interior no les importa si vives o mueres. Y para tu asombro y sorpresa, descubres que la prisión no está lleno de matones violentos, ladrones y asesinos. Casi todo el mundo es muy parecido a ti. Son personas, personas reales con las familias y los amigos y la vida, que fueron detenidas por un policía y a los que se les había olvidado quitar la marihuana de la guantera. Son personas que explotaron con rabia temporal por culpa un burócrata. Son personas que han descargado y compartido los archivos equivocados.
Descubres que todo un mundo está detrás de las paredes, miles de personas como usted, y casi todos ellos podrían estar llevando una vida productiva, al cuidado de sus familias, lo que contribuye a la vida en sus comunidades, viviendo sus sueños en el exterior. Pero aquí están, en esta institución gubernamental, como millones de otros en nuestro tiempo y en toda la historia, consumiendo sus vidas en nombre de una cierta demanda de “justicia” que claramente no existe.
La experiencia es esclarecedora y sorprendente. Los presos no son lo que pensabas que eran. Quieres dar la noticia a todo el mundo en el exterior. Quieres revelar este escándalo a todo el mundo.
¿Qué estás diciendo? Las consignas que crearon sobre este sistema: “la guerra contra las drogas”, “mano dura contra el crimen”, “tolerancia cero”, “detención obligatoria” son sobre política, no sobre justicia o humanitarismo y no tienen nada que ver con la realidad. Es un sistema cruel, completamente fuera de control, y uno con un enorme coste humano.
El sistema penitenciario es una violación masiva de los derechos humanos. Tiene que ser parado.
Pero hay un gran problema: no se puede hablar. No se puede actuar. Ahora ya se sabe la verdad, pero ahora también se sabe que no hay nada que puedas hacer al respecto. Y también sabes que todo el mundo fuera piensa prácticamente lo mismo que tú solías pensar . No les importa.
Traducido por Mario Felipe Daza. El artículo original se encuentra aquí.