Conocimiento práctico y conocimiento científico

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descargaEl conocimiento práctico es todo aquél que no puede ser representado de una manera formal, sino que el sujeto lo va adquiriendo o aprendiendo a través de la práctica, es decir, de la propia acción humana ejercida en sus correspondientes contextos. Se trata, como bien ha explicado Hayek, del conocimiento relevante en torno a todo tipo de circunstancias particulares en cuanto a sus coordenadas subjetivas en el tiempo y en el espacio (13). En suma, estamos hablando de un conocimiento sobre valoraciones humanas concretas (14), es decir, tanto de los fines que pretende el actor, como de su conocimiento en torno a los fines que él cree que pretenden o persiguen otros actores. Igualmente se trata de un conocimiento práctico sobre los medios que el actor cree tener a su alcance para lograr sus fines, y en particular sobre todas las circunstancias, personales o no, que el actor considere que pueden ser relevantes dentro del contexto de cada acción concreta (15). Este conocimiento que ahora estamos analizando, es el conocimiento protagonista cara a la acción humana y es, por tanto, un conocimiento subjetivo, de tipo práctico y no de naturaleza científica. Modernamente, la distinción esencial entre los conceptos de “conocimiento práctico” y “conocimiento científico” se la debemos a Michael Oakeshott. (16)Además, esta distinción de Oakeshott es paralela a la distinción hayekiana (17) entre “conocimiento disperso” y “conocimiento centralizado”, a la efectuada por Michael Polanyi entre “conocimiento tácito” y “conocimiento articulado”, y a la desarrollada por Mises (18) entre el conocimiento sobre los “eventos únicos” y el conocimiento sobre el comportamiento de toda una “clase de fenómenos”. La aproximación desde los distintos puntos de vista de estos cuatro autores a estos dos tipos básicos y diferentes de conocimiento que estamos analizando puede resumirse en el Cuadro

I-1:

Dos tipos distintos de
CONOCIMIENTO           TIPO A                                     TIPO B
Oakeshott                  Práctico(tradicional)              Científico(técnico)
Hayek                         Disperso                                    Centralizado
Polanyi                       Tácito                                         Articulado
Mises                          de “Eventos Unicos”               de “clases”

ECONOMIA (conocimiento tipo B sobre conocimiento tipo A)

Cuadro I-1
Las relaciones entre ambos tipos distintos de conocimiento son complejas y están poco estudiadas. Por un lado, todo conocimiento científico (tipo B) tienen una base tácita no articulable (tipo A). Y los avances científicos y técnicos (tipo B) en seguida se materializan en nuevos conocimientos prácticos (tipo A) más fructíferos y potentes. La Economía como ciencia, sería un conocimiento tipo B (científico) sobre los procesos de creación y transmisión del conocimiento práctico (tipo A). Se entiende ahora que, para Hayek, el principal riesgo de la Economía como ciencia radique en que, por consistir en teorizar sobre los procesos de creación y transmisión de los conocimientos tipo A, se llegue a creer que, de alguna manera, su cultivador (“científico de la Economía”) puede llegar a hacerse con el contenido específico de los conocimientos prácticos tipo A. O incluso, llegar a ignorar completamente el contenido específico del conocimiento práctico, como tan certeramente ha criticado Oakeshott, para el cual el racionalismo, en su versión más peligrosa, exagerada y errónea, consistiría en defender la idea de que el conocimiento práctico no es ni siquiera conocimiento, de manera que no existiría más conocimiento que el conocimiento científico (19). Debemos, por tanto, de evitar el “endiosamiento” del conocimiento científico, y ser conscientes de que existe un tipo muy importante de conocimiento, el conocimiento práctico, que constituye además el conocimiento esencial que utiliza el ser humano cuando actúa. Éste es básicamente un conocimiento de tipo empresarial, subjetivo, privativo, disperso y difícilmente articulable (20), que no constituye conocimiento científico, sino que es el objeto de investigación de la Economía como ciencia, en cuanto al análisis de su generación, creación y transmisión espontánea a través de los mercados.

Igualmente peligroso que el racionalismo exagerado es su extremo opuesto, es decir, el “endiosamiento” e imperialismo del conocimiento práctico, tal y como el mismo es defendido por la moderna corriente hermenéutica post-modernista, que encabezada por H.G. Gadamer (21) y otros, considera que no existe un verdadero conocimiento objetivo y científico, sino que incluso éste es completamente de naturaleza tácita y contingente, pues depende del contexto en que se formule y de cómo se interprete.


(13)Santo Tomás de Aquino definió las circunstancias particulares como “accidentia individualia humanorum actuum” (es decir, los accidentes individuales de los actos humanos); y afirma que, aparte del tiempo y el lugar, la más importante de tales circunstancias particulares es la que se refiere al fin que persigue el actor (“principalissima est omnium circunstantiarum illa quae attingit actum ex parte finis”). Ver su Suma Teológica, Parte I-II, Q7, art. 1 y 2, volumen IV, B.A.C., Madrid, 1954, pp. 293-294 y 301.

(14)Para Karol Wojtyla el conocimiento sobre “el objeto que se presenta a mi atención como bueno y demuestra su valor es una forma específica del conocimiento” práctico y constituye la motivación de la acción. Véase Karol Wojtyla, Persona y Acción, B.A.C., Madrid, 1982, p. 151.

(15)Véanse especialmente los importantes artículos seminales de F.A. Hayek, “Economics and Knowledge” (1937) y “The Use of Knowledge in Society” (1945) que se encuentran incluidos en su libro Individualism and Economic Order, Henry Regnery, Chicago, 1972, y en concreto las pp. 33-56 y 77-91. Es preciso resaltar que estos dos artículos de Hayek se encuentran entre los más importantes y transcendentales para la Ciencia Económica. Sin embargo, sobre todo el primero de estos artículos pone de manifiesto que aún existía cuando fue escrito una cierta confusión en la mente de su autor en cuanto al carácter de la Economía como ciencia. En efecto, una cosa es que la Economía básicamente estudie procesos de transmisión de información práctica, cuyo contenido concreto depende de las circunstancias de cada momento y lugar, y otra bien distinta, como en algunos lugares parecía sugerir Hayek, que la Ciencia Económica sea, por esta razón, una ciencia “con un cierto contenido empírico”. En nuestra opinión precisamente el hecho de que el científico no pueda llegar a disponer de toda la información práctica y dispersa que tienen los observados, hace inevitable que la Economía sea básicamente una ciencia teórica, que estudia la forma, pero no la materia ni el contenido específico, de los procesos empresariales de creación y transmisión de información práctica (y que serían objeto de investigación o estimación por parte del historiador o del empresario, según que ya hayan o no acaecido).

(16)Michael Oakeshott, Rationalism in Politics, Methuen, Londres, 1962. Posteriormente reeditado de forma ampliada con el título de Rationalism in Politics and other Essays, Liberty Press, Indianápolis, 1991, y especialmente las pp. 12 y 15.

(17)Véanse los artículos de Hayek citados en la nota 14 anterior.

(18)Ludwig von Mises, Human Action: A Treatise on Economics, Henry Regnery, 3ª edición revisada, Chicago, 1996, pp. 110-118. Existe una traducción al castellano de Joaquín Reig Albiol, publicada con el título de La Acción Humana: Tratado de Economía, 4ª Edición, Unión Editorial, Madrid, 1986 (5ª edición de 1995). Sobre Michael Polanyi debe verse la nota 83 del próximo capítulo II.

(19)“Now, as I understand it, Rationalism is the assertion that what I have called practical knowledge is not knowledge at all, the assertion that, properly speaking, there is no knowledge which is not technical knowledge. The Rationalist holds that the only element of knowledge involved in any human activity is technical knowledge and that what I have called practical knowledge is really only a sort of nescience which would be negligible if it were not positively mischievous. The sovereignty of ‘reason’ for the Rationalist means the sovereignty of technique.” Michael Oakeshott, Rationalism in Politics and other Essays, ob. cit., pp. 15-16.

(20)Jesús Huerta de Soto, Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial, Unión Editorial, Madrid, 1992, capítulo 2, pp. 41-86.

(21)Hans-Georg Gadamer, Truth and Method, The Seabury Press, Nueva York, 1975; y en el ámbito de la economía Deirdre (antes Donald) McCloskey, The Rhetoric of Economics, The University of Wisconsin Press, Wisconsin, 1985 (edición española, Alianza, Madrid, 1990). Véase igualmente la nota 43 de la página 41.


Tomado del sitio web de JHS

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