Obama y correos

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Escribiendo en El estado y la revolución en 1917, Vladimir Lenin resumía el objetivo económico del socialismo como sigue: “Organizar toda la economía siguiendo la línea del servicio postal”.

Increíble, ¿no? Después de siglos de tratados y millas de papeles y tubos de tinta, este es el gran punto histórico de inflexión: funcionarios llevando sacas de correo de casa en casa, y funcionando con pérdidas económicas.

Es fascinante como todo se reduce a correos, una y otra vez en la historia de las políticas públicas. Y lo mismo pasa en nuestros tiempos, con la admisión/pifia/desliz de Obama con respecto a correos y su analogía con lo que quiere hacer con la atención sanitaria.

He aquí una transcripción de una charla informal en un instituto. Un estudiante planteó una pregunta acerca de la provisión pública de servicios sanitarios y su impacto en los servicios privados.

¿Cómo puede una empresa privada competir contra el gobierno? Mi respuesta es que si las aseguradoras privadas está proporcionando buenas ofertas y si la opción pública tiene que ser autosostenible, lo que significa que los contribuyentes no la están subvencionando, sino que tiene que funcionar cobrando primas y proporcionando buenos servicios y una buena red de doctores, igual que las aseguradoras privadas, entonces las aseguradoras privadas deberían poder competir.

Lo hacen continuamente. Si lo piensas, a UPS y Fed-Ex les está yendo bien. Es correos el que siempre tiene problemas (…) no hay nada inevitable acerca de que esto esté destruyendo de alguna forma el mercado privado. Mientras no se haga con el gobierno siendo subvencionado por los contribuyentes de forma que aunque estén proporcionando un buen negocio, tengamos que ir aportando cada vez más dinero.

Ahora, estos comentarios son completamente increíbles. Correos ha estado en pérdidas durante muchas décadas. Más recientemente, ha sido incluido en la lista de alto riesgo de la GAO, aumentando su deuda a 10.200 millones de dólares e incurriendo en un déficit de efectivo de 1.000 millones.

Advirtamos que correos no ha sido cerrado por este desastre. Por el contrario, se ha estando subvencionando no solo con dinero de los contribuyentes sino, lo que es más importante, con leyes. El Título 18 (I.83.1696) dice que “Quien establezca cualquier servicio exprés privado para el transporte de cartas o paquetes” puede ser multado y encarcelado. Además, otra ley (39.I.6.606) dice que cualquier acrta enviada por medios ilegales puede ser confiscada y robada por el gobierno. Es inmune a la acción antitrust y a la responsabilidad criminal. Podéis leer todo el Gosplan de correos aquí.

Si correos fuera realmente una institución del mercado, estaría patas arriba en un ahora. Así que no, no hay competencia aquí. Solo al gobierno se le permite entregar cartas de primera clase. ¿Cómo funcionan UPS y Fed-Ex? Se cuelan por un agujero en la ley entregando paquetes, no corroe. Y ni siquiera así les fue fácil sobrevivir.

Igual que en el siglo XIX, cuando el gobierno federal inició una guerra contra la American Letter Mail Company  de Lysander Spooner y contra Wells Fargo (y Benjamin Tucker defendía “la empresa privada en el negocio de envío de cartas”), el gobierno ha estado persiguiendo a los servicios privados en nuestros tiempos, ya sea mediante acusaciones malvadas de los sindicatos o restringiendo sus servicios tanto como sea posible.

La libertad de UPS y Fed-Ex para operar en general se ha ganado duramente. Pero el gobierno ha conseguido destruir el mercado privado en un área que monopoliza por ley. Hizo falta la innovación de la mensajería digital para introducirse finalmente en esa área. Y esto ha funcionado de una forma masiva, con un enorme colapso en el número de personas que eligen los correos públicos por encima de las alternativas digitales.

Por tanto Obama tiene razón de una forma extraña: la empresa privada ha triunfado y el servicio público es espantoso. Todos lo sabemos. Es completamente absurdo que el servicio público de correos exista en absoluto. No hay teoría económica que apoye esto. No hay ahora ni ha habido nunca ninguna razón económica para un servicio postal público. Debería abolirse inmediatamente y las empresas privadas deberían asumirlo. Incluso basándose en los argumentos débiles y extraños de Obama, cualquiera podría argumentar esta conclusión.

Pero tal vez Obama quería sugerir que la razón por la que Correos es tan malo es porque tiene que competir con empresas privadas. Si quería decir esto, vive en un país de fantasía socialista y tenemos en nuestras manos un hombre muy peligroso. En el mundo real, nadie podría creer que el servicio postal mejorara eliminando a los productores eficientes y concediendo un monopolio total a un solo proveedores respaldado por el gobierno.

¿Cómo puede una empresa privada competir contra el gobierno? Simplemente porque el gobierno es tan horrible en lo que hace que lo hace mejor incluso una empresa privada que es apaleada y contra la que compite con todos los dólares fiscales del mundo. Es verdad en el correo y es verdad en la sanidad. Pero lo que no podrán hacer es prosperar hasta el punto del servicio universal, especialmente cuando hay leyes que impiden la competencia directa entre servicios.

Otro punto que hay que tratar es la afirmación de Obama de que el servicio público funcionaría igual que el servicio privado, con financiación autosostenible.

Pero aquí está la pregunta que los socialistas nunca han podido contestar: si el objetivo es hacer que el gobierno funcione como un servicio privado, ¿cuál es el valor añadido por el hecho de que lo proporcione el gobierno? La única razón para un servicio público es precisamente proveer apoyo financiero para un funcionamiento que es en otro caso insostenible o si no, no tendría sentido la intromisión del gobierno en absoluto.

Y dejamos aparte la asombrosa y absurda afirmación de que si el servicio público no funciona de acuerdo con los principios de mercado, debe cerrarse. Nunca en toda la historia del gobierno ha sido eso verdad. No importa lo malo, no importa lo financieramente absurdo, no importa cuánto sufra la gente, la propensión de los servicios públicos es a durar eternamente, precisamente porque están protegidos de los exámenes de las pérdidas y ganancias del mercado.

La vía correcta para la reforma sanitaria es la vía del mercado (sin subvenciones, sin monopolios como patentes de medicinas, sin licencias, sin nada) que tienda a la distribución universal a precios muy bajos y una incansable mejora en el servicio. La vía incorrecta es hacer que la sanidad funcione igual que correos. Obama parece estar a favor de esta última vía, aunque admita que es la que peor funciona. Esa es sin duda la definición de fanatismo. Si las multitudes no están enfadadas, deberían estarlo.


Publicado originalmente el 13 de agosto de 2009. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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