Carta abierta a Warren Buffett

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Mr. Warren Buffett

3555 Farnam Street
Suite 1440
Omaha, NE 68131

Señor Buffett:

Usted ha sido citado una y otra vez, sin ninguna negativa por su parte hasta donde yo sé, habiendo dicho: “Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está luchando y estamos ganando”.

A la vista de la seriedad de esta declaración, tengo que hacerle unas preguntas.

¿Pretende que se le tome en serio cuando habla? ¿No conoce el significado de las palabras que usa? ¿Sabe el origen y las implicaciones de las doctrinas que defiende?

La doctrina de la lucha  de clases es una derivación de la teoría de la explotación, cuyo expositor más conocido es Karl Marx. Según la teoría de la explotación, beneficio e interés, en realidad cualquier ingreso que no sean salarios es una deducción injusta de lo que naturalmente y por derecho deberían ser salarios.

Lo que hace posible la existencia de rentas distintas de los salarios, según Marx, es el mismo hecho básico que hace posible que un dueño de esclavos gane poseyendo un esclavo. Es el hecho de que un trabajador es capaz de producir las necesidades que requiere para tener la fuerza y energía para trabajar toda una jornada laboral en menos de toda una jornada laboral.

Por usar uno de los ejemplos del propio Marx, un trabajador es capaz de producir en 6 horas la comida y otras necesidades que necesita para poder trabajar 12 horas. A las 6 horas, o cualquier número de horas que puedan ser las que necesite el trabajador para producir sus necesidades, Marx las llama “tiempo laboral necesario”. A las horas que el trabajador labora por encima del tempo laboral necesario, Marx las llama “tiempo laboral de plusvalía”.

Igual que el tiempo laboral de plusvalía es el origen de la ganancia del dueño de esclavos, también, según Marx, es el origen del beneficio y el interés del capitalista. Cuando el trabajador labora 12 horas para un capitalista, su trabajo, según Marx, añade un valor de producto correspondiente a 12 horas de trabajo a los materiales y otros medios físicos utilizados para producir los productos resultantes. Si esos materiales y otros medios de producción requirieran 48 horas de trabajo para su propia producción, el producto que resulte contendrá esas 48 horas de trabajo más las 12 horas adicionales de nuevo trabajo realizado. Tendrá un valor correspondiente a 60 horas de trabajo en total.

Así que, el proceso de producción, según Marx, ha generado un valor añadido correspondiente a 12 horas de tiempo laboral. Ese valor añadido se dividirá entre el asalariado y el capitalista en forma de salarios por un lado y de beneficio/interés por otro. Lo que el capitalista debe pagar como salarios, dice Marx, se determina por la aplicación de un principio supuestamente universal de valoración del producto, que es la teoría del valor trabajo. El capitalista pagará al asalariado un salario correspondiente a las horas de trabajo requeridas para producir sus necesidades, que se supone que son 6 horas, y se embolsará el valor añadido por el rendimiento del trabajador de 12 horas laborales. Su beneficio/interés es lo que queda después de deducir los salarios del trabajador y se corresponde exactamente con el tiempo laboral de plusvalía.

Este ejemplo puede traducirse fácilmente a términos monetarios, suponiendo simplemente  que a cada hora de trabajo realizado en la producción de un producto le corresponde 1$ de valor producto. Así los materiales y otros medios producidos de producción  valían 48$ y los productos resultantes de la aplicación de 12 horas de nuevo trabajo valen 60$. Las 12 horas de nuevo trabajo añaden 12$ de valor producto nuevo y adicional.

El beneficio/interés del capitalista supuestamente resulta del hecho de que por las 12 horas de nuevo trabajo añadido, que se corresponden con el valor adicional del producto de 12$, el capitalista paga solo 6$, la suma correspondiente al tiempo laboral requerido para producir las necesidades que permiten al trabajador realizar sus 12 horas de trabajo. El beneficio/interés del capitalista representa así el “valor de plusvalía” que corresponde al “tiempo laboral de plusvalía”.

A la relación entre valor de plusvalía y salarios o de tiempo laboral de plusvalía y tiempo laboral necesario, Marx la llama “la tasa de explotación”. En este ejemplo es del 100%, es decir, 6$/6$ o 6 h./6 h.

Una combinación de avaricia y fuerzas que de otro modo tenderían a reducir el beneficio/interés en relación con el capital invertido, dice Marx, lleva a los capitalistas a aumentar la tasa de explotación. Si los trabajadores son capaces de trabajar 18 horas al día sobre la base de las necesidades producidas en solo 6 horas por día, entonces la jornada laboral aumentaría a 18 horas. Si los salarios que los capitalistas pagan a sus trabajadores varones adultos basta para permitirles mantener una esposa y dos hijos de reemplazo, los capitalistas reducirían esos salarios y así dirigirían a mujeres y niños a las fábricas, dando a los capitalistas el beneficio de aún más tiempo de trabajo de plusvalía y valor de plusvalía. Los capitalistas también supuestamente intentarían abaratar la dieta del trabajador, sustituyendo patatas o arroz por trigo, digamos, reduciendo así el tiempo laboral necesario y aumentando la porción de la jornada laboral que es tiempo laboral de plusvalía. Las condiciones de trabajo, no hace falta decirlo, serían horribles, ya que su mejora generalmente se produciría a costa de una reducción en el valor de plusvalía.

Este supuesto estado de cosas de salarios de subsistencia, de hecho de subsubsistencia, horarios y condiciones laborales inhumano, que lleva a los niños pequeños a trabajar en las minas, es el resultado del funcionamiento del capitalismo y la búsqueda del beneficio, dice Marx, basándose en su teoría de la explotación.

La lucha de clases es el resultado del hecho de que a la vista de la teoría de la explotación los capitalistas han de considerarse enemigos mortales de la abrumadora mayoría de la humanidad, mereciendo ir al paredón y ser fusilados, que es exactamente lo que ha ocurrido una y otra vez cuando los marxistas han tomado el poder.

¿Dónde le pone esto a usted, Sr. Buffett?

Basándose en esta explicación de los orígenes y naturaleza de la supuesta lucha de clases, tengo que preguntarle cómo ve su sitio en el mundo, Sr. Buffett. ¿Es usted un explotador laboral? ¿Ha consistido el trabajo de su vida en la acumulación de riqueza de una forma esencialmente indistinguible de la de un dueño de esclavo? ¿La acumulación de sus miles de millones ha sido el resultado de su robo sistemático de los salarios justos de los trabajadores? ¿Ha consistido su vida fundamentalmente en intentos de tratar de empobrecer aún más a los trabajadores que emplea y solo le ha impedido hacerlo el grado de existencia de medidas legislativas favor de sindicatos, salarios mínimos y horarios máximos?

Por su visión de las cosas, Sr. Buffett, ¿son usted y sus compañeros capitalistas verdaderamente enemigos del resto de la raza humana, viles chupasangres parásitos que merecen ser asesinados por lo que la teoría de la explotación de Marx afirma que han hecho y todos los días tratan de hacer en un grado aún mayor? ¿Está intentando eludir lo que implícitamente reconoce como su justo castigo pidiendo a la presidente Obama sencillamente que aumente sus impuestos y les exhiba ante el país como su “hogar capitalista” al nombrar una supuesta regla impositiva (la “regla Buffett”) con su nombre? ¿Se ha apresurado a tomar el látigo con el que le fustigará con la esperanza de evitar lo que usted considera el castigo más justo que pueda recibir?

Lo que usted tiene que saber, Sr. Buffett

Me gustaría que supiera, Sr. Buffett, que lo que usted cree acerca de la naturaleza del capitalismo y del beneficio/interés no tiene absolutamente ninguna conexión con la naturaleza real del capitalismo y el beneficio/interés. A pesar de todos sus grandes logros en el ámbito de la inversión, usted ignora estas cosas tanto como el sindicalista medio y el profesor de literatura medio.

Espero que esté interesado en corregir sus errores y malos conceptos esta área vital. Francamente, no sé cómo puede soportarse a la vista de sus opiniones acerca de la naturaleza de su actividad económica. El hecho de que, de acuerdo con su “promesa de entregar”, planee dar más del 99% de su riqueza no atenúa sus delitos si la teoría de la explotación y la doctrina de la lucha de clases fueran correctas. Serían todavía no solo el peso muerto de todo lo que usted y su familia han consumido personalmente a lo largo de los años y que fue robado a otros, desde un helado ocasional que pueda gustarle a su jet privado. También estaría el hecho de que cualquier cosa que usted pueda querer entregar ahora no compensaría a sus víctimas reales, muchas de las cuales han muerto o son demasiado viejas como para disfrutarlas como podrían haberlo hecho cuando se las merecerían y usted se las robó que no recibirían nada en absoluto en la medida en que usted entrega su riqueza de gente completamente distinta.

Si, por el contrario, usted consiguiera corregir sus errores en esta área, casi con seguridad sería capaz de considerarse desde una perspectiva fuertemente positiva, como una persona altamente productiva, cuyas actividades económicas en interés propio y su resultantes gran riqueza acumulada han servido para mejorar las vidas de otros en lugar de dañarles. Alguien que ha conseguido tanto como usted tiene realmente, no debería soportar una enorme carga de culpabilidad inmerecida, como aparentemente le pasa a usted.

Los capitalistas, no los asalariados, son los productores primarios

Usted no se da cuenta, Sr. Buffett (casi nadie ahora), pero los asalariados que usted y todos los demás capitalistas supuestamente explotadores emplean no son los productores primarios que la teoría de la explotación les atribuye. Igual que Colón fue el descubridor de América, no los marineros que tripulaban sus barcos y que fueron sus ayudantes en el éxito de sus (de Colón) planes y proyectos, igualmente, Sr. Buffett, usted es el productor primario de productos producidos por su empresa Berkshire Hathaway y cualquier otra empresa que usted pueda poseer y cuyas acciones tienen lugar bajo su iniciativa y control. Sus empleados, Sr. Buffett, se describen apropiadamente como “la ayuda” en la producción de sus productos. Sus beneficios o intereses no son una deducción de lo que por justicia les pertenece como salarios. Son lo que usted ha ganado debido principalmente a su labor intelectual de pensar, planear y tomar decisiones. Y, por supuesto, lo mismo es aplicable a todos sus compañeros “explotadores” capitalistas, pasados y presentes, que están produciendo sus productos, aunque con la ayuda de otros cuyo trabajo emplean para el fin de implantar sus planes y por tanto producir sus productos. Así, por ejemplo, el viejo Henry Ford fue el productor original en la Ford Motor Company, Rockefeller, en la Standard Oil y ahora Gates en Microsoft y Bezos en Amazon, junto con usted en Berkshire Hathaway.

Marx tenía una idea importante que en sí misma era completamente correcta y que puede ilustrar mejor esta explicación. Esa la distinción entre lo que llamaba “circulación capitalista” y la “circulación simple”. Marx, por desgracia, ignoró y contradijo completamente la importancia real de esta idea.

A lo que se dedican usted y todos los demás supuestos explotadores capitalistas es a la circulación capitalista. La circulación capitalista, tal y como la describe Marx, es el gasto de un dinero, M, para la compra de productos, C, que se van a usar para producir productos que se venderán por una suma mayor de dinero, M’. La circulación capitalista, en resumen, es M-C-M’. Si usted y todos los demás supuestos explotadores capitalistas no existieran y la circulación capitalista desapareciera del mundo, lo que quedaría de los que ahora pueden trabajar como asalariados tendría que vivir en un mundo de circulación simple, es decir, C-M-C. Es decir, sin hacer ningún desembolso inicial de dinero intentarían producir productos, C, que venderían por dinero, M, que a su vez usarían para comprar otros productos, C.

Los capitalistas no son responsables del fenómeno del beneficio, sino del fenómeno de los pagos y costes salariales

Marx, como Adam Smith antes que él, suponía erróneamente que en un mundo de circulación simple, al que Smith llamaba “el estado temprano y rudo de la sociedad”, toda la renta serían salarios y el beneficio/interés solo existiría si apareciera circulación capitalista y entonces habría una deducción de lo que originalmente habrían sido todo salarios. La verdad es que en un mundo de circulación simple lo que está ausente no es el beneficio/interés, sino los desembolsos monetarios (la M inicial) que pagan salarios y compran bienes de capital y luego aparecen como costes de producción.

Un mundo de circulación simple sería un mundo sin costes monetarios de producción. Sería un mundo en el que los gastos por productos con dinero recibido de la venta de otro productos o de la extracción de dinero nuevo y adicional, constituirían ingresos de ventas para vendedores que no tendrían costes monetarios que deducir de esos ingresos de ventas, porque no habrían hecho ningún desembolso previo de dinero para producir esos ingresos de ventas. Sería por tanto un mundo en el que el trabajo sería la única fuente de renta, pero en el que las rentas de los trabajadores serían beneficio, no salario. Sería un mundo de trabajadores produciendo productos, sin embargo, primitivos y exiguos, por los cuales recibirían ingresos de ventas, de los cuales no tendrían costos monetarios a deducir y que por tanto representarían un beneficio puro.

Por tanto, la aparición de la circulación capitalista no es responsable de ninguna deducción de beneficios/intereses de los salarios. Por el contrario, es la responsable de que aparezcan los pagos de salarios, los gastos de bienes de capital y los costes monetarios de producción a deducir de los ingresos de ventas, que antes habían sido completamente beneficios. Cuanto más capitalista sea el sistema, en el sentido de mayor grado de circulación capitalista, es decir cuanto más alta sea la relación de M con M’, mayores son los salarios y otros costes en relación con los ingresos de ventas y más bajos son los beneficios en relación con los ingresos de ventas. Al mismo tiempo, la mayor concentración del sistema económico en la compra y por tanto de la producción y suministro de bienes de capital sirve para aumentar la productividad de la mano de obra y aumentar la capacidad general para producir. La oferta de productos crece en relación con la oferta de mano de obra y por tanto los precios bajan con respecto a los salarios, con el resultado de que aumentan los salarios reales y continúan aumentando mientras las productividad de mano de obra continúe aumentando.

Así que la verdad, Sr. Buffett, con respecto a la relación entre capitalistas y asalariados es exactamente la contrario de lo que afirma la teoría de la explotación. Es decir, los capitalistas no deducen los beneficios de los salarios, sino que son responsables de la existencia positiva de los salarios. Como un coste de producción, los salarios son una deducción de los ingresos de ventas, que en ausencia de capitalistas serían puro beneficio. Así que los capitalistas son responsables de aumentar los salarios en relación con los beneficios y de reducir los beneficios con respecto a los salarios. Al mismo tiempo, mediante el aumento de la producción y oferta de bienes y por tanto la reducción de precios, aumentan el poder adquisitivo de los salarios que pagan. No hay ninguna explotación de los asalariados, sino una mejora económica enorme y progresiva.

La buena economía que usted ha realizado sin darse cuenta

A lo largo de su vida, Sr. Buffett, usted ha acumulado una cantidad enorme de capital. El capital que usted ha acumulado sirve como base de la demanda de una cantidad muy grande de mano de obra y por tanto es una fuente de salarios más altos en el sistema económico respecto de los que habría en otro caso. Al mismo tiempo, es el origen de la oferta de una considerable cantidad de bienes y servicios, cuyo efecto es hacer más bajos los precios de los que serían en otro caso. Así que me parece, Sr. Buffett, contrariamente a sus creencias acerca de la naturaleza de su actividad económica, que usted en realidad ha hecho una cantidad importante de bien en el mundo. Ha hecho una importante contribución positiva al nivel de vida del pueblo de Estados Unidos y el resto del mundo.

Parece que usted no entiende el efecto positivo sobre otros en la forma en que ha ganado la mayoría de su riqueza, que ha sido principalmente en la compra y venta de valores. Usted describe su trabajo sencillamente como detectar los “malos precios de valores”. Corregir estos malos precios es en realidad muy importante para el sistema económico. Al comprar valores que están infravaloradas, ayuda a aumentar su precio, reduciendo así el mal precio actual. Al vender valores que están sobrevalorados, ayuda a rebajar el precio, reduciendo así de nuevo el mal precio actual. En la medida en que su juicio sea correcto, usted obtiene beneficios y  en la medida en que ahorre esos beneficios, usted está en disposición comprar y vender valores a una mayor escala y así corregir errores o malos precios a una escala mayor.

Al aumentar el precio de sus valores, el efecto de su acción es ayudar a las empresas a obtener capital que debería ser capaz de obtener capital; al reducir el precio de sus valores, el efecto de su acción es hacer más difícil obtener capital a las empresas que no deberían obtener capital. Como sabe, el precio de los valores funciona así porque determina a qué porcentaje de propiedad en una empresa  tiene que renunciarse para obtener una cantidad concreta de capital o cuánto capital puede obtenerse renunciando a un porcentaje concreto de propiedad. En otras palabras, usted está facilitando la obtención de capital a empresas que lo usen bien e impidiendo al obtención de capital a empresas que no lo hacen.

Por supuesto, incluso con su mayor esfuerzo, junto con muchos otros que trabajan e n la misma línea, no basta con contrarrestar lo nuevos errores masivos de malos precios una y otra vez introducidos en los mercados de valores por el Sistema de la Reserva Federal. La creación masiva de dinero y crédito de la Fed y su manipulación de los tipos de interés inflan correspondientemente los precios de los valores, que luego empiezan a desplomarse tan pronto como acaba el estímulo. Entretanto, dirige erróneamente la actividad económica a las áreas en que se gasta predominantemente el nuevo dinero adicional.

Los beneficios sociales generales que acompañan a la acumulación de grandes fortunas

Los beneficios sociales generales que acompañan a la acumulación de una gran fortuna son más fáciles de ver en el caso típico. Aquí, como en su caso, la fortuna se crea por una combinación de la ganancia de una lata tasa de beneficio acompañada por una alta tasa de ahorro de esta tasa de beneficio. Esto determinar la tasa de crecimiento de la fortuna. Una alta tasa de crecimiento continuada durante muchos años convierte sumas inicialmente pequeñas de capital en sumas inmensas.

Lo que proporciona la alta tasa de beneficio es la innovación con éxito, es decir, la introducción de productos nuevos y mejorados o de métodos más eficientes para la producción de productos existentes o la previsión correcta de cambios en el patrón de la demanda del consumidor. Su actividad contribuye a este proceso facilitando la obtención de capital por parte de empresas que puedan tener éxito en una o más de estas vías y negando el capital a las que no puedan. El efecto es un aumento en la producción general en el sistema económico y por tanto un aumento en el nivel general de vida.

Una y otra vez, la competencia erosiona los altos beneficios que acompañan a las innovaciones de éxito. Para continuar ganando una alta tasa de beneficio debe producirse toda una serie de innovaciones de éxito. Tal vez el ejemplo más dramático de esto sea el caso de Intel. A principios de la década de 1980, obtenía altos beneficios por la fortaleza de lo que entonces era el chip más avanzado de PC: el 8086. Pero muy pronto la competencia eliminó esos beneficios y, para continuar siendo excepcionalmente rentable, Intel tuvo de que desarrollar el 80286.

Luego la misma historia se repitió con la necesidad de reemplazar el 286 con el 386, este con el 486, luego el 586 y una serie igualmente larga de avances desde entonces. El resultado final ha sido decenas (en todo el mundo millares) de millones de personas con más potencia informática sobre su mesa de la que había disponible hace 50 años en una computadora que ocupaba toda una sala o más y a un precio equivalente a un décimo de un 1% o menos del precio de las computadoras hace 50 años. Y todo o prácticamente todo el capital que Intel acumuló en este increíble proceso de innovación y consiguientes ganancias y ahorro de los altos beneficios se emplea en fabricar los chips informáticos que ahora vende o en desarrollar los chips aún más avanzados que venderá en los próximos años.

Aunque tal vez no sea a menudo tan claro como en el caso de Intel, ha prevalecido el mismo patrón en el sistema de economía capitalista en prácticamente todos los sectores desde el inicio de la Revolución Industrial. Se obtenían altos beneficios en la producción textil, el uso de la desmotadora y la devanadera, utilizando telares automáticos y más tarde, al usar máquinas de coser para producir ropa lista para usar. La competencia eliminó pronto estos altos beneficios y para obtener más altos beneficios en estos campos, tenían que llevarse a cabo más avances. Entretanto, los altos beneficios en buena parte revertieron en la producción a mayor escala de hilo y telas. El resultado final fue que la persona media en Occidente  conseguía ropa nueva y mejor cada vez más asequible.

La misma historia se repitió en la producción de calzado, la producción de cereales, barcos de vapor, minería del carbón, producción de hierro y acero, producción de gas natural, producción de petróleo, envasado de carne, energía y luz eléctrica, agua corriente caliente y fría, retretes, calefacción central, teléfonos, automóviles, películas, radios, neveras, aire acondicionado, televisores, antibióticos, todo tipo de medicamentos, equipos de diagnóstico, dispositivos protésicos e incluso extremidades artificiales, además de un vasto número de otros avances. En todos los casos, el resultado final fue que la persona media consiguió el beneficio de productos o métodos de producción que, por sí misma, nunca podría ni siquiera haber imaginado y a precios cada vez más asequibles.

Y en todos los casos en que se acumularon fortunas, los altos beneficios se ahorraron e invirtieron en su mayor parte y se usaron para producir o una mayor cantidad de los mismos productos cuya producción los generaron o una mayor cantidad de otros productos. Al mismo tiempo, el capital representado por las fortunas proporcionaba salarios para el miembro medio del sistema económico lo suficientemente altos como para poder adquirir estos productos, junto con los fondos para financiar la investigación y desarrollo requeridos para posteriores mejoras.

Los resultados maravillosos de crear una fortuna

El resultado final ha sido un sistema económico en el que la persona media disfruta hoy de un nivel de vida muy por encima del de reyes y emperadoras hace unas pocas generaciones, un nivel de vida mucho mayor no solo del de Alejandro Magno, Julio César, Luis XIV y Napoleón, sino incluso de la reina Victoria, que vivió en el siglo XX. Los odiados “explotadores” capitalistas han generado un sistema económico en el que el disfrute de las maravillas científicas y tecnológicas es una característica normal de la vida cotidiana. Un sistema económico en el que la persona media puede viajar en automóvil a 100 kilómetros por hora, escuchando la mejor música del mundo si lo desea y con el confort del aire acondicionado. Y cuando llega a su casa o piso, puede inundar la oscuridad con luz con solo un interruptor, disfrutar de comida del otro extremo del país y de todo el mundo, dentro y fuera de temporada, sin un esfuerzo mucho más terrible que abrir la puerta de su nevera. Y mientras come, puede pulsar un botón o dos y ver acontecimientos que tienen lugar a 15.000 kilómetros o, pulsando otros pocos botones, hablar con alguien por el teléfono no solo en la cercanía, sino prácticamente en cualquier lugar del mundo. Y, por supuesto, de vez en cuando puede volar por el aire a 30.000 pies viendo una película mientras bebe un Martini si quiere y en el curso de unas pocas horas viajar distancias que hace pocas generaciones requerían meses de travesía.

La gente habla de “pararse y oler las rosas”. Tengo una sugerencia mejor. Antes y ahora, todos deberían pararse y tratar de ver nuestro mundo de maravillas tecnológicas a través de los ojos de alguien nacido en un siglo anterior. Deberían imaginar que alguna figura histórica a la que admiren pudiera venir a nuestro tiempo y que les invita a un breve paseo por el mundo moderno. ¡Qué grande sería su asombro, pasmo y sorpresa! De vez en cuando tenemos que pararnos y experimentar ese asombro, pasmo y sorpresa. Tenemos que darnos cuenta de que nuestro mundo, a pesar de todos sus problemas y defectos, es, en lo que respecta a sus productos materiales, verdaderamente asombroso y maravilloso.

El sistema económico que ha producido todos estos maravillosos resultados, sobre la base de los incontables avances individuales en productos y métodos de producción creados por capitalistas con ánimo de lucro, este es el sistema económico al que usted tiene al audacia de aplicar el concepto de “lucha de clases”, como si quienes aumentan una y otra vez el nivel de vida de las masas estuvieran en guerra con ellas. Es sencillamente increíble que alguien tan astuto como usted pueda estar tan completamente ciego ante los hechos y realice tan monstruosa injusticia con una clase, no de explotadores, sino de innovadores y benefactores.

Lo que usted tiene que hacer y deshacer, Sr. Buffett: La promesa de dar

Creo que está claro, Sr. Buffett, que en lo que se refiere a los asuntos más esenciales de la teoría económica y la política económica, usted es tan ignorante como genio en el campo del comercio de valores. Malamente necesita corregirse y rescindir su absurda declaración acerca de la lucha de clases.

Usted tiene que hacer mucho más. Tiene que deshacer el daño que ha hecho victimizando la injusta culpabilidad de sus compañeros millonarios a los que ha llevado a pensar equivocadamente que, para expiar sus supuestos pecados, tienen que renunciar al menos a la mitad de su riqueza. Aquí me estoy refiriendo a la llamada “promesa de dar”, en la que sus firmantes prometen hacer esto. Usted y sus cosignatarios de la “promesa de dar” parecen querer abandonar la institución de la herencia (al menos hasta el 50%) y su transmisión de riqueza acumulada a herederos en favor de una política de expiación por pecados ficticios que echa en cara el haber logrado un bien masivo real.

Increíblemente, usted ha conseguido ayudar a convencer a más de 80 multimillonarios, cuyos millones reflejan haber dado a sus congéneres los beneficios tanto de una serie de importantes innovaciones, junto con el beneficio diario de la riqueza acumulada en virtud de esas innovaciones, de que sus fortunas las han recibido graciosamente, a cambio de nada. Y que ahora tienen que devolver al menos la mitad de su riqueza supuestamente no ganada. Usted y ellos tienen que entender que ya han dado y dan diariamente, en virtud de lo que han logrado y en virtud del capital que han acumulado como resultado de dichos logros.

De hecho, si realmente renunciaran a su capital por el supuesto bien de sostener a los pobres, el resultado sería una seria reducción en el nivel general de vida. Significaría una desacumulación de capital, que es un proceso de comer el grano que sirve como semilla a escala de todo el sistema económico. Significaría que la demanda de trabajo y salario sería más baja junto con la demanda y la oferta de bienes de capital. La oferta reducida de bienes de capital y la consecuente capacidad reducida de producir significaría una reducción no solo en la consiguiente oferta de bienes de consumo, sino también de la oferta consiguiente de bienes de capital, cuya producción también depende de la oferta existente de bienes de capital. Como mínimo, se reduciría la tasa de mayor progreso económico. El consumo de capital a una escala suficiente se vería seguido por una retrogresión económica. Lo que usted está defendiendo con su apoyo a la promesa de dar, Sr. Buffett, es una política de desacumulación de capital y destrucción económica, aunque realizada voluntariamente. Debería abandonar la promesa de dar y pedir a los demás signatarios que hagan lo mismo.

Pero usted no se limita a pedir la destrucción voluntaria. Usted quiere que el gobierno aumente los impuestos de quienes tienen las rentas más altas y los que ahorran e invierten más. Así que quiere reducir la demanda de trabajo y bienes de capital por la fuerza.

Por qué sus impuestos son demasiado altos, no demasiado bajos, Sr. Buffett

Usted habla continuamente acerca de la supuesta injusticia de que los impuestos pagados por su secretaria constituyan un porcentaje mayor de su renta que la enormemente mayor cantidad absoluta de impuestos que paga usted en relación con su renta. Para corregir esta supuesta injusticia, quiere que el presidente Obama aumente sus impuestos.

En realidad, Sr. Buffett, sus impuestos ya son demasiado altos. Lo que hace que su tipo impositivo general sea el 17,4% reportado por ABC News, mientras que el de su secretaria es del 35,8% es el hecho de que casi toda su renta refleja dividendos o ganancias de capital. Estos tipos de rentas estaban gravados en el 15% en el año fiscal en cuestión. Un tipo impositivo del 15% no es un tipo bajo: es en realidad parte de un muy alto tipo de impuestos sobre beneficios corporativos. Los dividendos se gravan al 15% a pesar del hecho de que los beneficios a partir de los cuales se pagan esos dividendos están ellos mismos gravados, a un tipo tan alto como el 35% a nivel federal más un 4,2% de media a nivel estatal. De hecho, de acuerdo con la CNN, Estados Unidos tiene hoy el impuesto general de sociedades más alto del mundo.

En la medida en que usted o cualquier otro posea acciones, el impuesto de sociedades es indirectamente parte de su carga fiscal y de la de ellos, en cada caso en proporción al porcentaje de propiedad que tenga un individuo de una empresa concreta. Así, por ejemplo, si usted posee el 5% de una hipotética Empresa X, que gana 1.000 millones de dólares de beneficio y paga 392 millones de impuesto de sociedades, usted indirectamente tiene 50 millones de renta y 19,6 millones de impuestos que tienen que incluirse en el cálculo de su carga impositiva. Los dividendos que recibe de esta empresa están contados en los 50 millones, pero los impuestos que usted paga sobre esos dividendos se añaden a sus impuestos generales. Así que si la empresa le paga un dividendo de, digamos, 10 millones de dólares, los 1,5 millones de impuestos que usted tiene que pagar sobre dicho dividendo se añadirían a los 19,6 millones de impuesto de sociedades ya pagados por la empresa a su costa. Su porcentaje real de impuestos en este ejemplo no es del 15% de 10 millones de dólares, sino el porcentaje hallados dividiendo 21,1 millones de pagos de impuestos por 50 millones de beneficio corporativo, es decir, más del 42%. Este, por supuesto, es un porcentaje superior de impuestos del que paga su secretaria. Y, por supuesto, esos resultados se aplican a todas sus acciones que paguen dividendos.

Antes de entrar en el asunto de los impuestos a las ganancias de capital y de por qué sus impuestos ya son demasiado altos debido al gravamen de los dividendos, tomémonos un momento para apreciar la diferencia entre la cantidad de impuestos que usted paga y la cantidad de impuestos que paga su secretaria, que es coherente incluso con el 17,4% que usted cree que describe el grado de su carga tributaria.

Se ha reportado que su fortuna estaba en torno a los 47.000 millones de dólares en 2010. Aceptemos esa cifra y supongamos que usted tuvo un año bastante bueno en 2011, ganando un 6% de ganancias de capital sobre esta suma. La cantidad de sus rentas de ganancias de capital estaría entonces en el orden de los 2.820 millones. Esa renta, por supuesto, se grava solo en la medida en que se hace efectiva mediante ventas de valores a precios superiores a los pagados. Supongamos que toda esa renta se realizara realmente. Al 17,4%, los impuestos que usted pagaría serían entonces 490,68 millones. No sé cuánto paga a su secretaria, pero supongamos que son 200.000$ al año, lo que es extremadamente alto para prácticamente cualquier secretaria. En ese caso, los impuestos de su secretaria al 35,8% equivaldrían a 71.600$. Los impuestos que usted paga, sin embargo, sería 6.911 veces más grandes que los impuestos que paga ella. (De hecho, son sustancialmente mayores, porque cualquier cálculo apropiado de ellos incluiría su porción de impuestos pagados por las corporaciones que usted posee, que, como hemos visto, no están incluidos en la cifra del 17,4%). Pero este enorme múltiplo tampoco sería bastante para usted, simplemente porque el porcentaje de los impuestos que paga su secretaria es mayor que el de los suyos.

En el reportaje de las noticias de ABC, se cita a su secretaria diciendo: “Todos en nuestra oficina estamos pagando un tipo impositivo más alto que el de Warren”. Si se ignora la no inclusión de pagos de impuestos de sociedades en su nombre, es verdad. Pero incluso si eso fuera un cálculo legítimo, que no lo es ¿qué pasa? ¿Cuál es el porcentaje de su renta que su secretaria y todos los demás en su oficina pagan por todo, desde una libra de manzanas y una libra de zinc, comparado con el porcentaje de su renta que usted debe pagar? ¿No es normalmente superior, en el grado preciso en que su renta es superior? ¿Quiere que se haga que todos paguen el mismo porcentaje de su renta por todo? ¿Es ese su concepto de justicia? Sería un sistema de igualitarismo perfecto, en el que todos son perfectamente iguales en términos de poder adquisitivo respecto de todos. Estoy seguro de que lo cierto es que si alguna vez usted hubiera tenido una experiencia en la que su secretaria hubiera pagado 5$ por algo por lo que usted pagó 35.000$, lo consideraría un caso muy serio de “precio erróneo” y no lo aceptaría instantáneamente. ¿Por qué está dispuesto a aceptarlo en caso de impuestos? Una parte considerable de los impuestos pagados por su secretaria y otros empleados es para seguridad social y Medicare. Usted no necesita ninguno de ellos. ¿Por qué debería verse obligado no solo a pagar por ambos, sino a pagar miles de veces más por ellos como pagan sus empleados?

El hecho de que normalmente usted pague un porcentaje inferior de su renta superior para todo lo que compren usted y sus empleados es precisamente lo que le permite a usted comprar más que ellos, es lo que deja los fondos requeridos para comprar su jet privado y todos los valores adicionales y otras inversiones que usted añade a sus pertenencias. Indudablemente, usted acepta esto. Usted no es un comunista, ¿verdad?

Las ganancias de capital como subproducto de la inflación

Ahora podemos ocuparnos específicamente del tema de las ganancias de capital. Lo que crea ganancias de capital en todo el sistema económico, principalmente en la bolsa y el mercado inmobiliario, es la continua expansión pública de la oferta monetaria. Más dinero y más gasto hacen que aumenten los precios. En la medida en que el aumento en los precios se aplique a acciones o inmuebles, se crean ganancias de capital.

Estas ganancias no deberían gravarse en absoluto. No son ganancias genuinas. La prueba de que no son genuinas puede verse en el hecho de que después de pagar el impuesto de ganancias de capital, el vendedor de un activo cuyo precio ha aumentado solo puede comprar menos de otros activos cuyo precio ha aumentado de forma comparable que hubiera podido comprar antes de aumentar los precios. Por ejemplo, cuando alguien compra 1.000 acciones  a 100$ por acción, tiene la capacidad de comprar 1.000 acciones de cualquiera que venda a 100$ por acción o 2.000 acciones de cualquiera que venda a 50$ por acción y así sucesivamente.

Ahora, si la inflación de la oferta monetaria consiguiera doblar los precios de las acciones, nuestros comprador vende las 1.000 acciones que compró por 100.000$ por 200.000$. Pero después de pagar un impuesto del 15% a las ganancias de capital, le quedan 185.000$. Con esta suma puede querer comprar 1.000 acciones de otra empresa que previamente estaban a 100$ por acción y ahora están a 200$ por acción. Con 185.000$ ahora solo puede comprar 925 acciones, no 1.000. Y el mismo principio se aplica a la compra de todo lo demás cuyo precio haya aumentado en el mismo grado que el precio de sus activos que estén sometidos al impuesto de ganancias de capital. En términos de lo que puede comprar, el perceptor de ganancias de capital se ve empobrecido en un caso así. La combinación de inflación y e impuestos de ganancias de capital es un engaño que pone dinero en manos del gobierno a costa de sus ciudadanos.

El gasto de los ciudadanos no está en modo alguno limitado al gasto de aquellos que deban pagar el impuesto de ganancias de capital. También es a costa de los asalariados en todo el sistema económico que afrontan una demanda de mano de obra y por tanto de salarios que no mantiene el ritmo de los aumentos de precios, porque el impuesto de ganancias de capital rebaja el aumento en la oferta de fondos de capital que pagan los salarios. También es a costa del público consumidor en general en la medida en que suministros menores de bienes de capital y por tanto una menor producción de bienes de consumo contribuyen a que los precios aumenten más de lo que habrían hecho en otro caso.

Debería ser evidente que ante la inflación no debería haber impuesto de ganancias de capital. De hecho, si se entiende el papel del capital tanto en hacer posible la demanda de mano de obra como la oferta de bienes de consumo, nunca debería haber un impuesto de ganancias de capital. Los impuestos deberían evitar hasta donde sea posible interponerse en la vía a la acumulación de capital y el uso eficiente del capital. Un impuesto de ganancias de capital hace ambas cosas.

El interés de los asalariados se atiende mucho mejor reduciendo sus impuestos, Sr. Buffet, que los de su secretaria

Simpatizo con su secretaria y con cualquier otro cuya renta se vea devastada por el impuesto de la renta. Pero por mucho que dé la bienvenida a una reducción en sus impuestos, cuando analizo mi propio interés material y el propio interés material de todos los demás asalariados en el sistema económico, debo concluir que una reducción en los impuestos que usted paga me interesa más que una reducción en los impuesto que ella paga. Porque cuando usted y sus iguales multimillonarios y quienes están en camino a convertirse en multimillonarios pagan menos impuestos, el principal efecto es un aumento en el ahorro y la inversión, lo que sirve para aumentar la demanda del trabajo que vendo y la oferta de los bienes de consumo que compro. Impuestos más bajos para su secretaria tienen poco o ninguno de este efecto.

La forma de reducir la carga impositiva en el sistema económico es empezar con la reducción de los impuestos que recaen más duramente sobre el ahorro y la inversión. Esto incluye al impuesto de ganancias de capital, el impuesto a la herencia, el impuesto progresivo de la renta y el impuesto de sociedades. Toda reducción en estos impuestos, siempre que venga acompañada por reducciones equivalentes en el gasto público, llevan al sistema económico en la dirección de un mayor progreso económico y de aumento en las rentas reales. Bajo esas condiciones, cualquier carga inicial de impuestos se convertiría en progresivamente menor al pasar el tiempo y las rentas reales aumentarían cada vez más.

La acumulación renovada del capital y el progreso económico también requieren una reducción radical en la regulación pública

Este programa de reducción de impuesto no bastaría por sí mismo. Debe haber también una reducción masiva en las leyes y regulaciones que socavan la eficiencia de la producción. Lo que socava la eficiencia de la producción, socava la acumulación de capital tanto como los impuestos que impiden el ahorro y la inversión.

Lo esencial de lo que se requiere para la acumulación de capital en el sistema económico puede entenderse considerando las condiciones del granjero autosuficiente. Para ese granjero, la semilla puede considerarse como representativa de bienes de capital. Al producir sus cosechas, consumo semillas. Reemplaza las semillas consumidas para producir esta cosecha a partir de dicha cosecha. Dado el tamaño de la cosecha, alguna porción concreta de ella debe apartarse para reemplazar las semillas consumidas en su producción y tener así semillas disponibles para producir el año que viene una cosecha del mismo tamaño. A esta porción se le puede llamar la “porción de mantenimiento”. En la media en que más que la porción de mantenimiento de semillas se deje aparte, el granjero tendrá más semillas disponibles para hacer crecer su cosecha en el siguiente año con respecto a este año. Y por tanto será capaz de producir una cosecha mayor al año siguiente. El grado en que la cosecha de un año se deja aparte para servir a la producción de la cosecha del año siguiente representa el papel del ahorro y la inversión en el sistema económico.

El segundo determinante de la acumulación de capital es la eficiencia de la producción que puede ejemplificarse en término de la cantidad de fanegas de cosecha por cada fanega de semilla consumida al producirla. Si solo pueden producirse dos fanegas de cosecha por cada fanega de semilla consumida para producirla, entonces se requiere toda la mitad de la cosecha para reemplazar la semilla consumida al producirla. Esa sería la porción de mantenimiento. Sin embargo, si pueden producirse cuatro fanegas de cosecha por cada fanega de semilla consumida al producirla, la porción de mantenimiento sería de solo el 25% en lugar del 50%. En ese caso, dedicar la mitad de la cosecha a semilla produciría la capacidad de producir el doble de semilla requerida para mantenimiento y, potencialmente, el doble de cosecha. Aunque todo esto esté muy simplificado, sin embargo se deduce que cualquier cosa que sirva para reducir la eficiencia de la producción sirve para reducir la cantidad de bienes de capital producidos no menos que la cantidad de bienes de consumo y por tanto para disminuir la producción en el futuro.

Todas las leyes y regulaciones que aumentan innecesariamente los costes de producción tienen este efecto. Todas sirven para requerir más entradas para producir la misma salida y por tanto hacen que haya menos salida para las mismas entradas. Esa menor salida significa una oferta menor de bienes de capital producidos, junto con una menor oferta de bienes de consumo. Esta menor oferta de bienes de capital sirve a su vez para rebajar más la producción de tanto bienes de consumo como de bienes de capital en el futuro.

Para entender el declive en la tasa de progreso en nuestros sistema económico, hay que tener en cuenta cosas como una regulación medioambiental más extensa. Esa regulación aumenta una y otra vez los costes de producción solamente para satisfacer las demandas arbitrarias y en buena parte religiosas del movimiento ecologista. Al hacerlo, necesita emplear más entradas para producir la misma salida y reduce así la producción general que puede producirse con las mismas entradas. Un buen ejemplo es requerir tras camiones de basura para recoger la misma cantidad de basura para la que bastaría con uno, para satisfacer requerimientos de “reciclaje” impuestos arbitrariamente. La misma situación se ha repetido en sector tras sector, en la producción de un bien o servicio tras otro.

Lo peor, Sr. Buffett, sería aumentar sus impuestos y los de sus colegas multimillonarios para proveer fondos para financiar la imposición de aun más leyes y regulaciones que obstaculicen la eficiencia económica.

En conclusión, Sr. Buffett, debería guardarse su dinero y continuar ahorrando e invirtiendo sus beneficios con tanto vigor como siempre. No se presente voluntario para financiar aún más destrucción económica.

La riqueza de los ricos hace su mayor bien a otros mientras sigue siendo suya y sirve como capital

Por supuesto, su dinero es suyo. E indudablemente usted debería ser libro de regalarlo a su antojo. Tal vez pueda hacer algún bien a otros al hacerlo. Andrew Carnegie, a quien usted eligió como su mentor, indudablemente lo hizo. Pero hay que darse cuenta de que usted ya está haciendo el bien con su dinero, solo usándolo como capital. El bien que hizo Carnegie a otros no empezó con sus donaciones de caridad. Estaba en marcha y continuó en escala creciente con su financiación y expansión progresiva de la Carnegie Steel Company, que proporcionó a miles de personas un empleo lucrativo y a decenas de millones de personas con productos de hierro y acero. Ese bien fue ciertamente tan gran o mayor que el bien que produjo regalar su riqueza. Y para evitar la pérdida de dicho bien, sería útil que quienes quisieran reglar su riqueza lo hicieran en forma de legados. Esto financiaría sus actividades caritativas a partir de rentas en lugar de a partir de capital.

Renuncien a la actitud de que lo único que tienen que hacer para liderar la opinión pública es tener buenas intenciones. Eso no basta. También se tiene que saber de qué se habla. Si no es así, serán una fuerza de destrucción económica y todas sus buenas intenciones serán inútiles. No puede permitirse que las buenas intenciones sirvan como coartada para ir a través del sistema económico con una apisonadora. Pero esa es hoy nuestra situación. Durante los últimos 75 años, el Tribunal Supremo a abandonado su papel como protector de la libertad económica, permitiendo a mayorías ignorantes en el Congreso hacer prácticamente cualquier cosa que quieran, por muy destructivas que puedan ser sus acciones.

Conducir bajo la influencia del alcohol y otras sustancias que afectan al juicio es peligroso e ilegal. Legislar bajo la influencia del marxismo, sin salvaguardias constitucionales que sirvan para hacer ilegal esa legislación, es mucho más peligroso. Representa desatar fuerza física contra víctimas inocentes: la amenaza de ser arrastrados a la cárcel por las fuerzas armadas por hacer lo sirve a un propósito pacífico de interés propio y por rechazar hacer lo que uno cree que va contra su propio interés. Si quiere saber por qué está en peligro y tiene cada vez más problemas nuestro sistema económico, Sr. Buffett, es porque el gobierno está impidiendo cada vez más que la gente haga lo que le interesa y obligando cada vez más a hacer lo que va contra su propio interés. Es así de sencillo. Y cuando detiene a quienes son capaces de revolucionar el sistema económico a través de la introducción de grandes nuevos productos y métodos de producción y la financiación de nuevos sectores completos para que no persigan su propio interés, su acción es un ataque al interés propio de todos.

Un consejo para concluir

Tiene usted que formarse en teoría económica y filosofía política del capitalismo, Sr. Buffett. Usted, sus colegas multimillonarios y prácticamente el resto del país se han criado en un entorno intelectual que es increíblemente sesgado y partidista en su tratamiento del empresario y el capitalista. Ideas como las que le he presentado en esta carta prácticamente no se oyen. Las ideas marxistas han tenido prácticamente un monopolio intelectual.

Como ejemplo de esto, considere los significados de las palabras “socialista” y “capitalista”. Un socialista se supone que es un intelectual desinteresado que cree, a partir de su comprensión de la economía, la historia, la filosofía y tal vez de otras materias, que el socialismo es un sistema económico que funciona en interés de toda la humanidad (salvo de los capitalistas explotadores). ¿Pero qué es un capitalista? Un capitalista no es ningún tipo de pensador o intelectual, que defiende el sistema capitalista basado en su conocimiento y convicciones. No. Un capitalista es un propietario de medios de producción. Usted y sus colegas multimillonarios son capitalistas. Usted y los demás capitalistas se supone que son los únicos posibles defensores del capitalismo, basándose no solo en cualquier consideración de los intereses de la humanidad, sino basándose en su supuesto estrecho interés de clase en la explotación de la mano de obra y la comisión de daño al resto de la humanidad. Y, por supuesto, ni siquiera usted ni la mayoría de los capitalistas son de hecho defensores del capitalismo, porque usted y ellos han aceptado lo esencial del marxismo junto con casi todos los demás.

Así que tenemos una situación en la que hay dos sistemas económicos y sociales ostensibles, socialismo y capitalismo, pero supuestamente solo uno compuesto por pensadores desinteresados: los socialistas. Al mismo tiempo, los socialistas nos dirigen hacia un control gubernamental cada vez mayor de nuestras vidas, un proceso que, si no se controla, acabará con la esclavitud y las matanzas masivas, como ha demostrado repetidamente la historia, en casos como la Rusia soviética, la Alemania nazi y la China comunista.

Esta es una situación que debe cambiar. Hay intelectuales procapitalistas. Siguen siendo pocos en número, pero intelectualmente son muchísimo más poderosos que los socialistas. Tienen el potencial para cambiar el mundo en dirección diametralmente opuesta a la de los socialistas, es decir, en dirección hacia la libertad individual y la seguridad de personas y propiedades. Necesita urgentemente conocer sus escritos.

Si quiere hacerlo, le recomiendo sobre todo que estudie las obras de  Ludwig von Mises, especialmente sus grandes clásicos, Socialismo, La acción humana y La teoría del dinero y del crédito. Por el camino, sus libros más cortos también serán de utilidad. Como sus Planificación para la libertad, Burocracia y Liberalismo, así como las obras de Henry Hazlitt y Frederic Bastiat. Los escritos de algunos predecesores de Mises en la Escuela Austriaca de economía, siendo los más notables Eugen von Böhm-Bawerk y Carl Menger, también contienen contribuciones importantes. (Hay también material valioso en los escritos de antiguos economistas clásicos, en particular en Smith, Ricardo, James Mill, Say, McCulloch, Senior y John Stuart Mill, pero las grandes verdades en sus escritos por lo general se han visto perjudicadas por su apariencia de haber sido precursores de Marx). Además, debería asegurarse de leer La rebelión de Atlas, La virtud del egoísmo y Capitalismo: El ideal desconocido, de Ayn Rand. I finalmente, le recomiendo leer mi libro Capitalism: A Treatise on Economics. Un tema que unifica, explícita o implícitamente todos estos libros es la demostración de una armonía de intereses entre ricos y pobres y entre capitalistas y asalariados bajo el capitalismo de laissez faire y por tanto la ausencia total de explotación de la mano de obra y de lucha de clases bajo el capitalismo de laissez faire.

Me gustaría acabar, Sr. Buffett, haciendo una sugerencia final. Si lee y estudia a los autores que acabo de nombrar, sobre todo a Mises y Rand, y llega a concluir que lo que tienen que decir merece al menos ser escuchado, le pediría que diera un paso en el camino abierto por Carnegie. Estoy seguro de que sabe bien que Carnegie fundó miles de bibliotecas gratuitas, que sirvieron para dar educación a enormes cantidades de personas. Lo que le pediría es que contribuyera con una cantidad sustancial a la compra de versiones electrónicas de las obras a las que me he referido, en nombre de bibliotecas en todo Estados Unidos y el resto del mundo, incluyendo bibliotecas de universidades y escuelas secundarias y públicas. El objetivo sería hacer accesibles estos libros a estudiantes y miembros inteligentes del público en general en todas partes, incluyendo miembros de facultades en todos los niveles educativos, periodistas, juristas, profesionales de todo tipo y, por supuesto, empresarios. Con la tecnología actual, la gente podría leerlos en sus portátiles, tabletas e incluso smartphones. En el caso de instituciones de enseñanza superior, deberían comprarse copias suficientes para hacer posible la asignación de estos libros a un gran número de estudiantes al mismo tiempo, para que se puedan conseguir en casos en que partes de ellos sean recomendados o requieran su lectura en cursos sin obligar a los alumnos a comprarlos.

El establishment educativo actual se enorgullece de su amor por la “justicia”, “nivelar el campo de juego” y la “diversidad”. Esta sería una posibilidad para sus miembros de demostrarlo, haciendo que los alumnos conozcan estos libros como una alternativa seria y cohesionada a su propia filosofía política y económica y asignando las partes más importantes de ellos en cada curso de letras y programas empresariales y en todos los demás programas que contengan cursos que puedan considerarse como pertenecientes a las letras. Usted y sus colegas multimillonarios deberían hace que las universidades llevaran a cabo esta política como condición absoluta para recibir de ustedes donaciones o legados para cualquier fin. Puede pensar en ello, tal vez, como la “Justicia del juramente capitalista”.

El éxito de este proyecto le produciría un estado de cosas en el un número mucho mayor de estudiantes universitarios y gente inteligente en general, conocieran en profundidad ideas procapitalistas, expuestos por sus mejores defensores. Empresarios y capitalistas son habitualmente denostados, acusados y acosados en nuestra sociedad, no solo en su perjuicio, sino en perjuicio de toda la sociedad, en la medida en que ese ambiente lanza una y otra vez obstáculos en el camino de un mayor progreso económico. El proceso deriva de las aulas, liderados por profesores que están impregnados de marxismo. Este proyecto contrarrestaría esa influencia maligna y poderosa.

A los sospechosos de un delito se les indica su derecho a un abogado. Usted y sus colegas multimillonarios son percibidos habitualmente como  sospechosos de delitos en el tribunal de la opinión pública, donde no solo son denostados, acusados y acosados, sino cada vez más sometidos a una acusación penal real. Además de los abogados habituales que usted debe emplear, lo que necesita son abogados ante el tribunal de la opinión pública. Estos autores son esos abogados. Con su ayuda, la gran mayoría de ustedes acabarán siendo juzgados no solo no culpables, sino positivamente honrados a los ojos del público.

El efecto posterior a más largo plazo de la exposición global a estos autores podría ser un mundo de respeto a los derechos de propiedad y a todos los demás derechos individuales reales. Esto significaría un mundo de libre comercio, libertad de inversión y en definitiva el libre movimiento de personas de un lugar a otro. Ese mundo sería un mundo en el que no existiría ningún motivo para el agrandamiento territorial por parte de ningún país, ya que sus ciudadanos ya serían capaces de obtener todo lo que desearan del territorio de cualquier otro país sencillamente comprando sus productos, invirtiendo en él o viviendo allí.

De esta manera, la educación mundial de los intelectuales en la teoría económica y la filosofía política de una sociedad capitalista sería el fundamento para un mundo pacífico y cada vez más próspero.

Su importante participación en este proyecto, Sr. Buffett, haría mucho más que remediar el daño que ha hecho hasta ahora con sus declaraciones sobre la lucha de clases. Espero, tanto por el avance del capitalismo como movimiento intelectual, como también por su propio bien, que haga lo correcto y ayuda a poner en marcha este proyecto.

Suyo sinceramente,

George Reisman.


Publicado originalmente el 26 de julio de 2012. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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