Brasil está pasando la que se considera su peor crisis económica en setenta años y normalmente no hay acuerdo en lo que se refiere a las causas de la situación. La presidenta Rosseff y el Partido de los Trabajadores dicen que fue el corolario de la “crisis internacional”, un fantasma de la depresión de 2008 creado en sus mentes. Sin embargo la realidad es diferente. Desde que el expresidente Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, asumió el cargo en 2003, el gobierno ha seguido el típico proyecto keynesiano de crecimiento por gasto público. Los tipos de interés se rebajaron constantemente, la cantidad de los préstamos aumentó a un nivel sin precedentes, los ahorros por cabeza disminuyeron y el gasto público continuó creciendo.
Para los defensores de la intervención pública, la economía del país era un paraíso en la tierra. No debería sorprender que Paul Krugman, el defensor de la flexibilización cuantitativa en Estados Unidos, dijera que Brasil no era un país vulnerable. Sin embargo, esas políticas tan fuertemente defendidas por algunos economistas y por burócratas llevó al país a la terrible situación en la que está ahora.
Desde el punto de vista del gobierno brasileño, resulta difícil que las cosas vayan peor: el país afronta una depresión económica que es probable que dure al menos dos años más, la calificación del país fue degradada a la categoría de basura por Standard & Poor’s y un escándalo político puede llevar a la reprobación de la presidenta del país, Dilma Rousseff. Debemos reconocer, sin embargo, que aunque este fue el resultado de la acción del gobierno, este se limitó a poner en práctica las ideologías más prevalecientes del país, que son una mezcla de marxismo en la política y en las universidades, con keynesianismo en la economía. Esta ideología nacional alaba, en general, una completa dependencia del gobierno por parte del pueblo. El hecho de que “la carga fiscal del Brasil ya equivalga al 36% del PIB” se sostiene con orgullo por catedráticos y economistas en todo el país, que extienden el mensaje de que las políticas públicas crearán empleo y contribuirán al bienestar del pueblo.
Brasil y la teoría austriaca del ciclo económico
Para entender lo que está ocurriendo en Brasil y por qué algunos economistas predijeron hace tiempo el desastre actual, es crucial entender la teoría austriaca del ciclo económico, ya que da una crítica concreta de la implicación del gobierno con la expansión de la moneda y el crédito (dos factores que el gobierno brasileño usó como herramientas para el crecimiento económico) y su mal uso, que fue lo que generó la crisis.
Como señalaba Mises: “las fluctuaciones cíclicas de los negocios no son algo que se origine en la esfera del mercado no intervenido, sino un producto de la interferencia pública en los negocios”.
De hecho, esos ciclos de “auge-declive”, como el que se produjo en Brasil, son generados por la intervención monetaria en el mercado en forma de expansión del crédito bancario. Así que son un resultado de la planificación centralizada y la intervención pública, justamente lo opuesto al mercado libre.
Sin embargo es importante hacer la distinción entre expansión del crédito bancario en forma de préstamos a empresas y otras formas de expansión del crédito. El primero es normalmente un método que usa el gobierno para estimular la economía de un país, rebajando los tipos de interés “por debajo del nivel al que los habría fijado el mercado libre” y por eso es tan importante en nuestro análisis.
En el gráfico siguiente, vemos la absurda subida en la cantidad de préstamos (dada en millones de reales, la divisa de Brasil) realizados a empresas, especialmente desde 2006 (y reforzada a partir de 2008, como manera de “luchar” contra la crisis internacional) cuando el gobierno trataba de generar un auge insostenible. (La línea roja representa los préstamos dados por bancos públicos y la línea azul los préstamos dados por bancos privados).
Gráfico 1. Cantidad de crédito otorgado a empresas en Brasil.
Este nuevo tipo de crédito no habría estado disponible sin la interferencia pública generando el llamado “auge”. Este auge causó que los empresarios, como describía Rothbard en America’s Great Depression, “tomaran sus fondos recién adquiridos y aumenta los precios de los bienes de capital y de otros productores y esto estimula una cambio de la inversión de los órdenes ‘inferiores’ (cercanos al consumidor) a los ‘superiores’ (más lejanos del consumidor), del sector de bienes de consumo al de capital”.
El traslado de la inversión de los bienes de consumo a los bienes de capital es una característica del auge y explica, frente a otras teorías, por qué los sectores de los bienes de capital se ven afectados primero en el inicio de la depresión. Podemos ver en el siguiente gráfico cómo se ven afectados esos sectores en el escenario brasileño. La línea verde representa los sectores de bienes de capital y la caída que vemos se produjo durante las primeras etapas de la depresión, al final de 2013.
Gráfico 2. Índice de producción industrial y componentes clave.
También merece la pena advertir que esta caída se produjo inmediatamente después de que el gobierno volviera a aumentar los tipos de interés, lo que ocurrió después de un periodo de un mínimo histórico de los tipos de interés del país. Como podemos ver más abajo, el gobierno brasileño rebajó los tipos de interés a un mínimo sin precedentes y cuando trató de aumentarlos para controlar la inflación generada por sus políticas de “dinero barato”, el auge llegó a su fin.
Gráfico 3. Tipos de interés de Brasil (Fuente: Financial Times).
Como observaba Murray Rothbard (de nuevo en America’s Great Depression),
Los empresarios se ven engañados por la inflación del crédito bancario para invertir demasiado en bienes de capital de orden superior, que solo podrían ser mantenerse prósperamente mediante preferencias temporales más bajas y un mayor ahorro e inversión; tan pronto como la inflación llega a la masa del pueblo, se restablece la antigua proporción consumo-inversión y las inversiones empresariales en los órdenes superiores se ve que han sido un desperdicio. Los empresarios cayeron en este error por la expansión del crédito y su intromisión con los tipos de interés del mercado libre.
Como observaba Mises en su ensayo “Middle-of-the-Road Policy Leads to Socialism”, debemos prestar atención al hecho de que “los intentos de rebajar los tipos de interés mediante expansión del crédito generan, es verdad, un periodo de auge en los negocios”, lo que ocurrió en Brasil principalmente entre 2006 y 2013. “Pero la prosperidad así creada es solo un producto artificial de invernadero y debe llevar inexorablemente a la caída y la depresión. El pueblo debe pagar duramente la orgía de dinero barato de unos pocos años expansión del crédito e inflación”. La depresión que se está produciendo en el país no es, por tanto, un mal contra el que haya que luchar con cada vez más políticas públicas. La depresión es la cura.
Como hemos visto, la mayoría de lo que describía la teoría austriaca del ciclo económico puede aplicarse bien a Brasil. Es importante admitir que otros factores también desempeñaron papeles importantes, como el precio del dólar con relación al real y la ralentización de la demanda china de materias primas brasileñas, pero la mayoría de ellas fueron normalmente y en cierto modo solo una consecuencia de las políticas que ya hemos analizado. La conclusión es que el país sufrió una gran expansión de la oferta crediticia y monetaria, junto con años de tipos bajos de interés. Es crucial señalar que, contrariamente a otras explicaciones, “la teoría del ciclo económico de Mises (…) encaja correctamente con una teoría general del sistema económico. La teoría de Mises es, en realidad, el análisis económico de las consecuencias necesarias de la intervención en el mercado libre por medio de la expansión del crédito bancario”.
Consecuentemente, podemos ver cómo la crisis actual de Brasil no es sino un resultado de la intromisión pública en el mercado. El escenario de la economía del país de verdad da miedo, pero tenemos razones para creer que la situación intelectual de Brasil está pasando por un cambio nuevo y prometedor. Puede ser que, como decía Lord Keynes, “en el largo plazo todos estaremos muertos”, pero si queremos salir de esta terrible crisis, para prosperar y disfrutar de una mejora constante en nuestro nivel de vida, “es el momento de transformar el capitalismo de estado del país en un sistema de libre mercado”.
Publicado originalmente el 26 de enero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.