Ahí estaba en el mostrador de la farmacia, resfriado, moqueando y pidiendo algún producto que contuviera pseudoefedrina, que funciona como un desatascador mágico de narices. Lo que puedes conseguir en los estantes ahora contiene una medicina similar llamada fenilefrina, pero bien podría ser un placebo. Sencillamente no funciona y casi todos lo saben.
Todavía puedes conseguir el buen producto antiguo del farmacéutico, pero se sospechará de ti por esta grave acción. Veréis, el gobierno dice que la gente ha estado comprando el producto antiguo y convirtiéndolo en metanfetamina. Por eso el Congreso y la administración aprobaron la Ley de Combate de la Epidemia de Metanfetamina de 2005, que raciona la cantidad que puedes comprar y requiere que te identifiques y firmes un formulario especial.
Y sí, esta ley es ahora parte de la monstruosidad llamada Patriot Act. Me ocupé de toda ella el año pasado, pero este año estoy realmente oliendo una rata, sobre lo cual hablaré más adelante.
“Gracias Bush”, musité mientras firmaba bajo la mirada del farmacéutico, que había sido formado para tratarme como un posible delincuente.
Es realmente notable. Hace dos años, comprar Mucinex no era distinto de comprar pasta de dientes o champú. Hoy es algo complicado y entras en alguna lista del gobierno de posibles sospechosos. Y, si, arrestan a gente por comprar demasiado, como el congestionado William Fousee de Nueva York descubrió este mismo año.
Los datos que demuestran una crisis nacional de uso de metanfetamina me parecen malditamente débiles, como informes de tests positivos en el trabajo en aumento compensados por informes de menor uso entre los jóvenes.
En todo caso, cabe preguntarse sobre una ley nacional que afectaría tan dramática a la salud de millones para impedir que algún tipo fabrique metanfetamina en su sótano. En nombre de salvarnos de nosotros mismos, el gobierno ha hecho mucho más difícil que nos sintamos sanos.
Las leyes se aprueban por alguna razón. Si no es la salud, ¿qué posible motivación podría tener el gobierno para imponer esta ley? ¿Posiblemente crear una base nacional de datos de las narices congestionadas? No es probable.
Sigamos un poco el dinero. Parece que casi toda la pseudoefedrina se fabrica en China e India y de manera muy barata, mucho más arata que si se fabricara en Estados Unidos o Europa. Lo que eso significa es que estas empresas no tienen cabilderos en Washington que puede defender eficazmente su producto.
Lo contrario pasa con la fenilefrina, cuyo mayor fabricante mundial se encuentra en Alemania. La empresa se llama Boehringer-Ingelheim, según MSNBC. Desarrolló el medicamente en 1949 para usarlo en colirios. En los dos últimos años, prácticamente todos los fabricantes de medicinas para resfriados han cambiado sus fórmulas para incluir el producto de Boehringer. Algunas continúan teniendo disponible la vieja fórmula, pero solo con acceso especial.
¿Es posible que el movimiento contra la maravillosa y a favor de la inútil fenilefrina sea realmente una forma disfrazada de proteccionismo? ¿Qué realmente trate de recompensar a una empresa bien relacionada a costa de empresas sin conexiones?
Si suena a cínico, echad un vistazo a esto. Parece que nuestros amigos de Boehringer-Ingelheim están bastante interesados en la política estadounidense, con un 73% de sus donaciones yendo a candidatos republicanos para cargos federales. Podéis ver aquí que Boehringer tiene incluso un Comité de Acción Política con sede en Ridgefield, Connecticut. Alguien con más tiempo que yo, tendría que verificar cómo votaron la gente que apoyaron la ley para el Congreso que resultó en un enorme cambio hacia su producto y que prácticamente ha mantenido su producto competitivo en el mercado.
¡Ah! Y mirad aquí. Resulta que esta empresa gastó 1,85 millones de dólares en cabildeo en 2005 y esto fue un enorme aumento sobre todos los años anteriores.
Al año siguiente gastó, 922.000$ y bajó en 2007.
Y aquí está el informe anual 2006 de Boehringer, que anuncia triunfalmente que “el negocio de la fenilefrina continúa creciendo a un alto nivel”.
Ahora, antes de llamarme un chalado teórico conspiracionista, considerad esta asombrosa coincidencia. La principal empresa que resulta beneficiarse de una ley (aprobada en nombre de la patriótica guerra contra las drogas) que marginaliza en la práctica su principal competencia y da un impulso a su producto inferior, gasta millones en cabildeo y donaciones de campaña en el mismo año en que se aprueba la ley. No hay registro de ningún gasto sustancial antes de que empezaran las presiones para la ley y el gasto ha estado disminuyendo desde que se aprobó la ley.
Así que dejadme que me la juegue y diga que cualquier persona razonable tendría fuertes sospechas. La razón por la que no se puede conseguir Mucinex y Sudafed que funcionen sin pasar por el aro no es realmente detener las bases de los usuarios de metanfetamina. Realmente se trata de un plan que se produce en Washington, en el que se usa la ley para beneficiar a productores influyentes en connivencia con la clase política y a costa de productores menos influyentes y el pueblo estadounidense, que debería tener libertad para elegir.
Recordad: hay una historia como esta detrás de casi todo lo que hace el gobierno. Si entendéis esto, podéis entender por qué gente como Albert Jay Nock decía que el estado es siempre y en todas partes el enemigo.
Publicado originalmente el 26 de diciembre de 2007. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.