En un mundo post-auge, bajarán los precios de los automóviles

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In A Post-Boom World, Auto Prices Will Fall Parece que cada nueva burbuja trae afirmaciones de que, aunque dicha burbuja pueda ser el resultado de demanda creada artificialmente, los precios de este o aquel producto no bajarán e incluso puede que continúen aumentando. ¿Cuántos supuestos “expertos” inmobiliarios y de planificación financiera afirmaron que el camino más seguro para la seguridad financiera estaba en comprar la vivienda más grande posible con la menor cantidad posible de dinero propio?

El auge: McMansiones y coches de lujo

Como los precios de las viviendas nunca bajan (se nos decía), la ganancia de usar dinero de otra gente generaba enormes múltiplos de ganancia para el poco dinero propio invertido. Así que en la primera década del nuevo siglo, los estadounidenses estaban comprando las llamadas McMansiones: viviendas enormes con todas las comodidades imaginables. Cuando estalló la burbuja, el efecto de apalancamiento trabajó en sentido contrario. Los balances hipotecarios excedían con mucho el menor precio de mercado, creando las llamadas “hipotecas hundidas”. Los precios más bajos habían arrasado no solo con el poco dinero aportado por el comprador, sino que crearon un balance negativo en el valor. Los compradores abandonaron sus duras hipotecas y buscaron casas más pequeñas y baratas. Resultó que los precios de las viviendas no subían hasta los cielos, como habían previsto los expertos.

Lo mismo pasa con los automóviles y especialmente con los comprados con préstamos automóvil. El crédito barato ha llevado a los compradores de coches a vehículos cada vez más lujosos y llenos de extras. Hoy es imposible comprar un coche nuevo que no esté cargado de extras de lujo, navegación y dispositivos de seguridad que eran desconocidos hace solo unos pocos años.

Muchos de estos extras nunca se habrían vendido en tales cantidades sin el beneficio del crédito barato. Como habitual en el alquiler de vehículos, he visto estos dispositivos y los he encontrado difíciles de usar en el mejor de los casos y completamente innecesarios y distractores en el peor. En un viaje reciente de negocios, el velocímetro de mi modesto Buick sedán de cuatro puertas se proyectaba en el parabrisas y las advertencias de proximidad del carril sonaban constantemente. No conseguí saber cómo desactivar estos molestos dispositivos, que, lo admito, pueden desear unos pocos conductores marginales. El coste de cada preferencia se mide en las preferencias alternativas que uno sacrifica. Si se hacen más baratas algunas preferencias, estas suben en la escala personal. El crédito automóvil barato significa que los compradores no tenían que sacrificar tantos usos alternativos para su dinero.

La pasada semana, Tommy Behnke, en Mises Daily, predecía que los precios de los automóviles caerían al estallar la burbuja de la demanda creada artificialmente y generada por una creación excesiva de crédito. Behnke señalaba que la producción de coches ha aumentado un asombroso 100% desde 2009, pero que los apologistas de los programas públicos de estímulo monetario ven este hecho como una prueba del éxito de su hipótesis keynesiana de la demanda agregada.

Behnke, por el contrario, tomaba la perspectiva austriaca de que el gobierno sencillamente ha sustituido con una burbuja en los préstamos subprime para automóviles a la burbuja en los préstamos subprime para viviendas. Al aumentar los impagos y endurecerse los créditos para préstamos para automóviles, el resultado sería el mismo. Es decir, un exceso de coches usados y precios a la baja. Lo mismo ocurrió con las viviendas tras el estallido de la última burbuja: un exceso de casas “usadas” y precios a la baja.

Sorprendentemente, el artículo atrajo varios comentarios de lectores que predecían que los precios de los coches usados no bajarían, supuestamente debido a aumentos en la complejidad de los coches o a aumentos en la dificultad de repararlos. Otra sugerencia era que los grandes vendedores dominarían el mercado de los coches usados y sencillamente aumentarían los precios a voluntad.

Aunque es indudablemente verdad que la interferencia del gobierno (como en Cash for Clunkers) puede aumentar el precio de los coches, no es verdad que los vendedores privados (o cualquier otra parte privada) puedan sencillamente aumentar el precio. Coches más complejos y difíciles de reparar no impedirán que los precios caigan en un entorno en el que está aumentando el inventario de coches usados.

¿Vendedor de coches usados o recolector de coches usados?

Hay una caso que podemos saber a priori: que un aumento en la oferta de algún bien o una caída en su demanda harán que su precio sea menor del que sería en otro caso. No hay otra forma de liquidar el mercado.

Mises explicaba que, al final, incluso un monopolista preferiría cualquier precio a un precio cero. Mantener un precio por encima del precio de liquidación del mercado produce cero ingresos. En un mercado inundado de coches usados, los vendedores de coches deben reducir sus precios para evitar la quiebra. De otra forma, el vendedor de coches usados deja de ser un vendedor y se convierte en recolector. Las leyes de la oferta y la demanda no se han derogado, ni siquiera en un mundo con coches caros de fabricar y complejos. Al estallar la burbuja del automóvil, los coches usados de calidad inundarán el mercado, creando una oportunidad de compra para los que tengan efectivo.

Igual que con las viviendas, no importa lo grande o lujoso o complejo que fabriques coches nuevos. Cuando estalle le burbuja del crédito, los precios de los automóviles no “aumentarán siempre”.


Publicado originalmente 19 de enero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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