“Friday”, de Rebecca Black: Una alegoría libertaria

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La sorprendente popularidad del vídeo “Friday” de Rebecca Black, que se convirtió en el meme de todos los memes de YouTube durante seis semanas salvajes, ha dejado perplejos a muchos críticos.

¿Fue compartido y visto tan profusamente porque era tan malo? Indudablemente el juicio abrumador por parte de los que lo han visto es atroz y aun así es difícil de saber qué significa eso, ya que 85 millones de personas no solo vieron el vídeo, sino que también descargaron la canción, compraron el tono de llamada y devoraron toda la información acerca de la cantante y la canción.

Utilizando el principio de la “preferencia demostrada”, este video musical se encuentra como el más popular en la historia humana.

Quizá sea la versión de la era digital de la comedia de éxito de Broadway Los productores, de Mel Brooks, una historia de un intento de escribir una obra tan mala que fracase la primera noche. Pero en la hilarante historia de Brooks, los resultados eran los opuestos: la obra era tan mala que era brillante y se convertía en un gran éxito, aunque sin pretenderlo.

Los amantes de la libertad a menudo señalan estos escenarios porque destacan la incapacidad de conocer el futuro, la impredecibilidad de las decisiones humanas y la forma en que las intenciones de los planificadores (en este caso, los productores y escritores) de ven derrotados por la decisión del consumidor, que es la fuerza motriz del progreso económico.

La ironía de la similitud con Los productores aumenta en el caso del vídeo “Friday” de Black porque no pretendía ser una parodia o un intento de crear un fracaso. Esto hace de él más brillante como pieza de arte viral. De alguna forma capturaba un arquetipo de bubblegum pop, pero con inocencia y  ausencia de agudeza.

Los niños dicen que es horrible y la odian. No es así, a pesar de lo que digan. Los adolescentes a menudo afirman odiar lo que realmente aman, como se demuestra con solo una familiaridad somera con los amoríos adolecentes. La niña que no puede dejar de hablar del chico al que odia probablemente esté protestando demasiado.

Musicalmente, la canción no parece ofrecer tanto, pero yo señalaría que su uso de las palabras no es del todo convencional. El uso repetido de la palabra “partying” en una doble métrica crea algunos ritmos fuera de lugar que no son completamente intuitivos.

Mucho más importante es la celebración subyacente de la liberación que representa el viernes. Los chicos que aparecen en el vídeo están en bachillerato, una época en la que empieza a aparecer la edad adulta y, con ella, la apreciación del estado de cautividad que representa la escuela pública.

Desde el momento en que los niños son institucionalizados por primera vez en etas estructuras de cemento financiadas con impuestos, se les cuentan las reglas. Ir, obedecer las reglas, aceptar las notas que te den y nunca pensar en escapar hasta que oigas la campana. Si escapas, aunque sea pacíficamente por decisión propia, serás declarado haciendo “novillos”, que es la ausencia intencionada y no autorizada de la escuela obligatoria.

Este entorno similar a una prisión va del lunes al viernes, de las 8 de la mañana a finales de la tarde, durante al menos diez años de la vida de cada niño. Se le llama la “sentencia a doce años” por una buena razón. En algún momento, todo chico en la escuela pública se hace consciente de la extraña realidad. Puedes aceptarlo como demanda el orden cívico o protestar y ser declarado un vago y un perdedor para la sociedad.

“Friday” ilustra muy bien la completa banalidad de una vida gastada en este sistema similar a una prisión y la perspectiva de liberación que supone el viernes. Ir de fiesta, en este caso, es solo otra expresión para la libertad frente a la autoridad del estado.

La escena más larga del vídeo se ocupa por tanto de lo que esta ventana de libertad, el fin de semana, significa en la vida de alguien por otro lado atrapado en un laberinto de estatismo. Tened en cuenta aquí que la celebración de un viernes en este contexto significa más de lo que sería para un trabajador en una fábrica, por ejemplo: porque el trabajador es libre de ir y venir, de solicitar un trabajo o despedirse, de negociar los términos de un contrato o lo que sea. Todo esto se le niega al chico en la escuela pública.

En el vídeo, el ajetreo por cumplir con el sistema empieza con la protagonista en la mañana, cuando empieza la rutina de levantarse y vestirse para ir. Come cereales en el desayuno, algo trivial que difícilmente se esperaría en una canción pop, pero una primera señal de que el tema se basa en la realidad y no es idílico o idealizado.

¿Y a dónde va? A tomar el autobús escolar financiado con impuestos, que, aunque no se vea, sabemos que está hoy pintado de amarillo, igual que se ha hecho desde tiempo inmemorial, ya que realmente no hay nunca progreso o cambio en el sistema estatal. La máquina alimentada por impuestos llega a tu puerta para sacarte de casa, donde eres amado y valorado, para transportarte a la estructura de cemento que te enseña la gloria de adaptarte y de creer lo que se supone que tienes que creer.

Pero entonces el protagonista experimenta un augurio de la liberación al alcance de la mano. Llegando ante el autobús escolar hay un coche con “mis amigos”. Sonríen y la invitan a unirse a la excursión. Y es en este contexto donde se enfrenta a la gloriosa institución que por otro lado se le niega a ella y a todo alumno de una escuela pública: la decisión humana.

Podría parecer en principio una decisión trivial: sentarse delante o detrás. Pero no se trata de lo que hay que elegir, se trata de la oportunidad de ejercitar cierto grado de voluntad humana, de usar tu propio cerebro para controlar su propio cuerpo (“tengo que decidirme”) y aceptar las consecuencias de esa elección. Es una situación similar a la de cualquiera que haya salido de prisión. Esta gente expresará la sensación de júbilo que sienten incluso ante la más mínima oportunidad de tomar una decisión por sí misma.

En este momento de elección, advirtamos que la melodía abandona su recitado rutinario de una sola nota para aumentar súbitamente un quinto, intervalo musical que tradicionalmente se ha usado como un anuncio similar a un clarín. Y una vez rodeada por los amigos que ella ha elegido, la imaginación del fin del viernes se hace más real y así la melodía se hace más compleja y celebradora, explorando un amplio rango de colores y ritmos musicales.

La protagonista vuelve una y otra vez al significado profundo detrás de la decisión aparentemente trivial de sentarse en un asiento u otro. Repito, no importa la decisión tomada, sino la realidad de la propia decisión que en otro caso se le niega a ella y a todos sus amigos en el sistema dirigido por el estado.

El resto del vídeo muestra escenas de “fiesta”, que resulta no incluir drogas o bebida, sino simplemente juntarse en jardines e ir de paseo con amigos. No se trata aquí de crear un orden predeterminado, ni de ponerse en cola ni obedecer a algún plan centralizado. Más bien lo bonito se ve en el puro hecho de la asociación humana voluntaria, con chicos yendo de paseo y reuniendo este o ese grupo, llevando la ropa que elijan y hablando con los amigos que elijan.

Incluso el recitado de los días de la semana (una parte del vídeo que ha estado entre las más sometidas a ridículo) subraya el tema de la cautividad y la liberación. ¿Qué se puede hacer en prisión salvo contar los días? En la historia y la leyenda, el prisionero ve la luz fuera y hace muescas en la pared para marcar el paso del tiempo. Lo mismo pasa con esta protagonista, que usa páginas del calendario para hacer lo mismo.

Cuando finalmente anuncia, eufórica, que “No quiero que acabe el fin de semana”, está expresando más que solo el deseo de eludir permanentemente las tareas colegiales: es un grito hacia el orden cívico para que reconozca el derecho humano a la propia libertad. El vídeo acaba con esa esperanza de que no habrá un retorno a la sentencia de doce años, sino que la “fiesta” se convertirá en un estado permanente, no solo para ella sino para todos.

Es verdad que no estoy argumentando que esto fuera lo que pretendiera abiertamente el letrista o la cantante. Más bien se trata de que la carga, las esperanzas y los sueños que se reflejan en este vídeo, aunque sea inadvertidamente, tocan la sensibilidad y el deseo de una generación de cierta clase de libertad de un sistema que les acosa contra su voluntad. Esto podría ser lo que motivara su popularidad y precisamente por qué algo que la gente afirma que no le gusta se ama tanto evidentemente.

Un sueño infantil del viernes y lo que representa para los chicos atrapados en la escuela pública, chicos que son transportados en autobuses pagados con impuestos y ordenados en torno a propagandistas del estado pagados con impuestos, es una alegoría factible para los apuros de toda la gente encarcelada en entornos controlados por el estado.

 

Publicado originalmente el 6 de abril de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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