La crisis actual: Money, Sound and Unsound

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La crisis actual ha hecho que los economistas, desde los defensores de la ortodoxa de la banca central como Alan Blinder, al principal intérprete de la teoría austriaca del ciclo económico Roger Garrison, pidan un reexamen del papel de los bancos centrales y el dinero en la economía. “La naturaleza y ámbito de la autoridad de la Reserva Federal y la estructura de su toma de decisiones están ahora ‘sobre la mesa’ en un grado en que no han estado desde 1935 y la pregonada independencia de la Fed está bajo cierto ataque”.[1] Bliender esencialmente defiende, con gesto desafiante, el concepto de un banco central, afirmando que “no solo no es controvertido, sino probablemente banal afirmar que el banco central es y debería ser el único prestamista de último recurso del país y la única (e independiente) autoridad política monetaria”.[2]

Sin embargo, como argumenta convincentemente Garrison:

Tanto la teoría como la evidencia parecen sugerir que la estabilidad económica va en la dirección de la descentralización monetaria.

La descentralización del dinero, tal como propuso Hayek y exploraron Selgin y White reclama cada vez más fuertemente nuestra atención.[3] Las preocupaciones por la viabilidad política deberían distinguirse de la más importante reconsideración de una oferta monetaria basada en el mercado. A la luz de nuestra experiencia continuada con un banco central que favorece las burbujas, bien podríamos prever que un análisis comparativo de instituciones favorecería una solución de mercado para nuestros problemas de dinero y crédito. Como mínimo, una mejor comprensión de la operación de un sistema monetario descentralizado ayudaría a identificar los peligros e inconvenientes de una centralización continuada.[4]

He dado un argumento similar en un próximo trabajo:[5]

Una lección que debe aprenderse es que la creación de dinero y crédito tiene en definitiva un gran poder destrucción que dirige equivocadamente la producción y falsifica el cálculo incluso en un periodo de precios relativamente estables. Una economía con un sistema financiero complejo como el actual sistema bancario, que a su vez depende del monopolio del gobierno de la oferta de dinero, estará expuesto a ciclos y crisis incluso con la mejor gestión. Sin una base de moneda fuerte, los ciclos son inevitables y destructivos no solo en el bienestar a corto plazo sino potencialmente destructivos a largo plazo de la libertad y la prosperidad si la crisis se usa como excusa para recuperar las rémoras de las políticas colectivistas. En medio de la crisis actual, es más urgente que nunca que sigamos a Hayek en su propuesta de una reforma monetaria drástica. Se inclinaba “por proponer la desnacionalización del dinero” y una vuelta a una moneda determinada por el mercado.[6]

Hay quienes en el periodismo dominante están reconociendo la amenaza al retorno a la prosperidad que generan las instituciones monetarias que, además de los problemas mencionados, facilitan las malas conductas presupuestarias por parte de líderes políticos sin restricciones. En el Wall Street Journal del 27 de mayo, el artículo editorial de Judy Shelton se titulaba “La recuperación empieza con una moneda fuerte”. Argumentaba que “la transición a una base monetaria más firme para apoyar el capitalismo empresarial podría iniciarse ligando las principales divisas de reserva global al oro y la plata, productos desde hace mucho tiempo asociados a funciones monetarias. Lógicamente empezaría por el dólar”. Y “al ligar el dólar al oro, los estadounidenses establecerían una cabeza de playa vital para una moneda fuerte y ofrecerían un modelo que otras naciones podrían emular”.

Aunque una “cabeza de playa para una amoneda fuerte” sería una mejora respecto de las disposiciones monetarias actuales, la reforma si ha de tener éxito en librarnos de las amenazas a nuestra economía y libertad incluidas en un monopolio gubernamental del control de la oferta monetaria, deberían basarse no solo en  una comprensión de la importancia de la moneda fuerte sino asimismo en una comprensión teórica sólida que distingue claramente la moneda fuerte de la débil.[7] De ahí que la oportunidad no pueda ser mejor para la publicación por parte del Instituto Mises de Money, Sound and Unsound de Joe Salerno, el principal estudioso monetario actual en la tradición de Mises y Rothbard.

El tomo cubre cerca de 30 años de importantes confrontaciones por el Profesor Salerno, definiendo y defendiendo la moneda fuerte de sus críticos y falsos amigos. El volumen es algo que deben tener todos (ya sean estudiosos, expertos, empollones políticos o ciudadanos con formación) que quieran realmente entender nuestra crisis actual y participar de una forma sensata en un programa de retorno a la moneda fuerte.


Publicado originalmente el 9 de diciembre de 2010. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

[1] Blinder, Alan S. “How Central Should the Central Bank Be?” Journal of Economics Literature, 2010, 48:1, p. 123. Ver mi crítica del libro de Blinder de 1998, Central Banking in Theory and Practice.

[2] Ibíd., p. 132.

[3] Ver Hayek Choice in Currency. Londres: Institute of Economic Affairs. Y Selgin, G. A. y White, L. H. (1994) “How Would the Invisible Hand Handle Money?” Journal of Economic Literature 32 (4): pp. 1718-1749. — John P. Cochran.

[4] Garrison, Roger W. “Interest-Rate Targeting During the Great Moderation”. Cato Journal, vol. 29, nº 1 (Invierno) 2009, pp. 187-200.

[5] Cochran, John P. (2010 Futuro). “Capital in Disequilibrium: Understanding the “Great Recession’ and Potential for Recovery”. The Quarterly Journal of Austrian Economics, vol. 13, nº 3.

[6] Pizano, Conservations with Great Economists: Friedrich A. Hayek, John Hicks, Nicholas Kaldor, Leonid V. Kantorovich, Joan Robinson, Paul A. Samuelson, Jan Tinbergen. (Jorge Pinto Books Inc., 2009), p. 10.

[7] Ver Cochran, John P. (2004). “Capital, Monetary Calculation, and the Trade Cycle: The Importance of Sound Money”. The Quarterly Journal of Austrian Economics, vol. 7, nº 1, 17-25.

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