¿Obligará la inmigración a un cambio en las leyes laborales suecas?

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Will Immigration Force a Change in Sweden’s Labor Laws? Suecia podría estar dirigiéndose hacia la reforma de sus muy rígidas leyes laborales, que incluyen el control sindical de los salarios y la norma “último en entrar, primero en salir” para la contratación y despido. Esto significa que el aspecto hasta ahora más intocable del estado sueco del bienestar está por fin discutiéndose como problema, no como valor. Y la razón para este cambio de tono es la crisis de la inmigración.

El estado sueco impide la integración

Los problemas suecos con la inmigración se han hecho de conocimiento común. Sin embargo, lo que es poco conocido es que el problema no es el volumen de la inmigración por sí mismo. Hay mucho espacio en Suecia, pero el país, con su estado de bienestar, necesita desesperadamente jóvenes que entren en el mercado laboral al jubilarse en masa los baby boomers.

El principal problema es la integración de los que emigran: se les prohíbe trabajar hasta que se haya aprobado su petición de asilo o residencia. En otras palabras, son un coste para el presupuesto estatal y una carga para los contribuyentes (a menudo durante años), mientras los funcionarios procesan su solicitud. Otro efecto de esto es que los inmigrantes no se integran en la sociedad sueca, ya que se les impide en la práctica interactuar con los “suecos étnicos” en los lugares normales de reunión: escuela, lugar de trabajo, transporte, etc.

Una fuerza contraria a permitir que los inmigrantes se integren en la sociedad sueca son los poderosos sindicatos. No solo controlan en nivel de lo que no es formalmente (pero si en la práctica) un salario mínimo en l mayoría de los empleos, sino que también tienen poder de veto a la hora de aprobar el estatus de residencia permanente. Recientes ejemplos de lo absurdo de este sistema incluyen al propietario durante mucho tiempo de una pequeña empresa que (sobre el papel) ganaba el equivalente a 50 centavos diarios. Esto se consideró “demasiado poco” y, por recomendación del sindicato, fue deportado junto con su familia después de muchos años de vivir en Suecia.

El papel de los sindicatos

Los sindicatos son invitados habitualmente a comentar sobre los salarios de los inmigrantes que han conseguido superar casi todos los obstáculos (es decir, a los que se ha permitido trabajar). Si no ganan un salario suficientemente alto, lo que se basa en lo que ganan otros en el mismo sector, se les considera incapaces de sostenerse y son por tanto deportados. Los sindicatos, cuando se les pregunta, responden, no con su salario “mínimo” requerido, sino con el salario “medio” que ganan sus miembros. En otras palabras, salvo que los inmigrantes en cierto sector ganen al menos tanto como la media de los ya empleados, podrían tener que enfrentarse a una deportación.

Este tipo de medida de protección es parte de las muy rígidas leyes laborales suecas, que también ordenan a los empresarios despedir en el orden inverso en el que contratan: “último en entrar, primero en salir”. No hace falta decir que esto significa que los empresarios evitan contratar salvo que sea absolutamente necesario. También significa que tendrán que despedir (sin posibilidad de recontratar) a trabajadores productivos contratados después de un empleado “podrido”. Este tipo de “protección”, por supuesto, solo lleva a un mercado laboral estático, donde muy pocos trabajadores cambian de empleo, ya que así afrontarían grandes riesgos de desempleo independientemente de sus cualidades o valor para el empresario.

Los salarios también son establecidos por los sindicatos, que, en negociaciones centralizadas con alianzas empresariales, deciden los cambios salariales en todo el país. Aunque se hable de esto como “negociación”, los sindicatos han estado siempre negociando con la amenaza de acciones legales: los socialdemócratas, que gobernaron el país durante la mayor parte del siglo XX, ordenarían legalmente aumentos salariales, salvo que las partes en el mercado laboral pudieran llegar “voluntariamente” a un acuerdo.

El consenso está fracasando

El modelo centralizado ha sido siempre una parte central del estado sueco del bienestar y lo ha sido más allá de cualquier tipo de control. De hecho, el “modelo sueco” se basa en esta norma de los sindicatos socialdemócratas a través de la “negociación” con alianzas empresariales bajo la amenaza de acción legal por la otra rama del movimiento socialdemócrata: el partido.

Pero debido al reciente aumento en la inmigración y los millones de refugiados buscando alojamiento, el fracaso de la integración de los emigrantes llegó pronto ante el ojo público y con ello a la percepción entre dicho público de un grave defecto en el rígido mercado laboral. Esto ha llevado a una situación en la que hay una discusión en auge sobre la incapacidad del modelo sueco para incluir nuevos trabajadores (ya sean suecos étnicos que se gradúan en la universidad o emigrantes de otros países) y sus posibles soluciones.

¿Quién sabe? Tal vez este núcleo del estado sueco del bienestar pronto se venga abajo. Y como consecuencia, tanto suecos como inmigrantes acaben ganando.


Publicado originalmente el 13 de enero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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