El marxismo contra la mayoría

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[Extraído del capítulo 7 de Teoría e historia]

La conciencia de clase, dice Marx, produce ideologías de clase. La ideología de clase ofrece a ésta una interpretación de la realidad y al mismo tiempo enseña a sus miembros cómo actuar con el fin de beneficiar a su clase. El contenido de la ideología de clase está determinado exclusivamente por la etapa histórica del desarrollo de las fuerzas productivas materiales y por el papel que la clase social correspondiente desempeña en esta etapa de la historia. La ideología no es un hijo arbitrario de la inteligencia. Es el reflejo de la condición de clase material de los pensadores como aparece en su cabeza. Por tanto, no es un fenómeno condicionado por la extravagancia del pensador. Se impone en la mente por la realidad, es decir, por la situación de clase del hombre que piensa. Es por consiguiente idéntica en todos los miembros de la clase. Por supuesto, no todo camarada de clase es un autor y publica lo que ha pensado. Pero todos los autores pertenecientes a la clase conciben las mismas ideas y todos los demás miembros de la clase las aprueban. El marxismo no deja espacio para suponer que los distintos miembros de la misma clase puedan discrepar seriamente en la ideología. Para todos los miembros de una clase sólo existe una ideología.

Si un hombre expresa opiniones distintas de la ideología de una clase definida, es porque no pertenece a dicha clase. No hay necesidad de refutar sus ideas mediante razonamiento discursivo. Basta con desenmascarar sus antecedentes y afiliación de clase. Eso resuelve el asunto.

Pero si un hombre cuyos antecedentes proletarios y pertenencia a la clase obrera no puede ser discutido discrepa del credo marxista correcto, es un traidor. Es imposible suponer que pueda ser sincero en su rechazo al marxismo. Como proletario debe necesariamente pensar como un proletario. Una voz interior le dice en una forma inconfundible cuál es la ideología proletaria correcta. No es honrado al invalidar esta voz y profesar públicamente opiniones no ortodoxas. Es un granuja, un Judas, una serpiente en la hierba. Para luchar contra un traidor así todos los medios son permisibles.

Marx y Engels, dos hombres de incuestionables antecedentes burgueses, engendraron la ideología de clase de la clase proletaria. Nunca se aventuraron a discutir su doctrina con disidentes, como por ejemplo científicos, discutir los pros y contras de las doctrinas de Lamarck, Darwin, Mendel y Wiesmann. Tal y como lo veían, sus adversarios sólo podrían ser idiotas burguesas o traidores proletarios.[1] Tan pronto como un socialista se desviaba una pulgada del credo ortodoxo, Marx y Engels le atacaron furiosamente, le ridiculizaban e insultaban, le presentaban como un canalla y un monstruo malvado y corrupto. Después de la muerte de Engels, la oficina del árbitro supremo de lo que es marxismo correcto y lo que no se concedió a Karl Kautsky. En 1917 pasó a las manos de Lenin y se convirtió en una función del jefe del gobierno soviético.

Mientras Marx, Engels y Kautsky tenían que contentarse con asesinar el prestigio de sus opositores, Lenin y Stalin podían asesinarles físicamente. Paso a paso anatemizaron a quienes una vez todos los marxistas, incluyendo a los propios Lenin y Stalin,  consideraron como los grandes defensores de la causa proletaria: Kautsky, Max Adler, Otto Bauer, Plechanoff, Bujarin, Trotsky, Riasanov, Radek, Sinoviev y muchos otros. A quienes pudieron atrapar, los encarcelaron, torturaron y finalmente asesinaron. Sólo sobrevivieron y pudieron morir en sus camas quienes tuvieron la suerte de residir en países dominados por “reaccionarios plutócratas”.

Puede hacerse un buen alegato, desde el punto de vista marxista, a favor de la decisión de la mayoría. Si aparece una duda acerca del contenido correcto de la ideología proletaria, las ideas que sostengan la mayoría de los proletarios han de ser consideradas como las que reflejan fielmente la verdadera ideología proletaria. Como el marxismo supone que la inmensa mayoría de la gente son proletarios, esto equivaldría a asignar la competencia de tomar las decisiones definitivas en los conflictos de opinión a parlamentos elegidos  por sufragio adulto. Pero aunque hacer esto sea explotar toda la doctrina ideológica, ni Marx ni sus sucesores nuca estuvieron dispuestos a someter sus opiniones al voto mayoritario.

A lo largo de su carrera, Marx desconfió del pueblo y sospechaba mucho de los procedimientos y decisiones parlamentarios por votación. Era un entusiasta de la revolución de París de 1848, en la que una pequeña minoría de parisinos se rebeló contra el gobierno apoyado por un parlamente elegido por sufragio masculino universal. La Comuna de París de 1871, en la que de nuevo los socialistas parisinos lucharon contra el régimen debidamente establecido por la abrumadora mayoría de los representantes del pueblo francés, era aún más de su gusto. Ahí encontró realizado su ideal de dictadura del proletariado, la dictadura de una banda autonombrada de líderes. Trató de persuadir a los partidos marxistas de todos los países de Europa occidental y central de que basaran sus esperanzas, no en campañas electorales sino en métodos revolucionarios. En este sentido, los comunistas rusos fueron sus fieles discípulos.

El parlamento ruso elegido en 1917 bajo los auspicios del gobierno de Lenin tenía, a pesar de la violencia ejercida contra los votantes por parte del partido gobernante, menos del 25% de miembros comunistas. Tres cuartas partes del pueblo habían votado contra los comunistas. Pero Lenin disolvió el parlamento por la fuerza de las armas y estableció firmemente el gobierno dictatorial de una minoría. La cabeza del poder soviético se convirtió en pontífice máximo de la secta marxista. Su título para este cargo derivaba del hecho de que había derrotado a sus rivales en una sangrienta guerra civil.

Como los marxistas no admiten que las diferencias de opinión puedan arreglarse mediante la discusión y la persuasión o resolverse por voto mayoritario, no hay solución posible salvo la guerra civil. La marca de la buena ideología, es decir, la ideología adecuada para los verdaderos intereses de clase de los proletarios, es el hecho de que sus defensores tuvieron éxito en conquistar y liquidar a sus opositores.


Publicado originalmente el 18 de agosto de 2010. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

[1] Marx, Der Bürgerkrieg in Frankreich, ed. Pfemfert (Berlin, 1919), p. 7.

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