Planificación no planificada

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Los estados de EEUU se unieron en una federación voluntaria, pero no había un control unificado, ni un plan general.

Es justamente lo contrario del modelo del Viejo Mundo. En otras naciones, los señores desarrollan sus ambiciosos planes, implantados por el pelotón de fusilamiento y apoyados por enormes ejércitos depredadores. Estos planes quedan bien sobre el papel, pero están en contradicción con la naturaleza del esfuerzo humano. Siempre van contra la iniciativa individual, siempre generan opresión, llevando a la degradación humana y a la guerra.

En Estados Unidos la planificación tuvo que hacerse sobre una base descentralizada, o local. Fue un experimento novedoso. Los hombres libres iban a tener una oportunidad de vivir sus vidas, planificar sus propios asuntos y trabajar entre sí, no bajo el látigo de la autoridad coactiva, sino bajo la disciplina del interés ilustrado y la responsabilidad moral.

Por eso los estadounidenses tienen asegurada la flexibilidad necesaria para progresar. Pero eso siempre en estos Estados Unidos lo inesperado, lo impredecible, lo aparentemente irracional nos ha hecho avanzar. Unos pocos ejemplos:

Pensemos en la fundación de Kentucky de la que Richard Henderson y su compañía de terrenos fue responsable. Un hombre inteligente en el poder le habría detenido atendiendo al bienestar general. Kentucky era un país salvaje y sin ley. Al crecer demasiado deprisa, amenazaba la rebelión contra los Estados Unidos y problemas con España.

Pero el Juez Henderson siguió adelante y, con la ayuda de Daniel Boone, organizó su compañía y vendió terreno en Kentucky a colonos. Lo vendió a crédito y hubiera hecho una tremenda fortuna si los colonos le hubieran pagado. Los bulliciosos habitantes de Kentucky ahuyentaron por las armas a los cobradores de la deuda. La Henderson Land Company quebró. Pero se fundó Kentucky, ¡más de cien años antes de lo previsto!

Pensemos en la Compra de Louisiana, que extendió los Estados Unidos del Mississippi a la Montañas Rocosas. Nadie con autoridad tenía la intención de comprar esa tierra. El sentimiento general era que no era buena y que, en todo caso ya tenían bastante terreno. Incluso la gente más previsora veía al Mississippi como nuestra frontera occidental permanente. El gran río era una frontera geográfica natural. El propio Jefferson expresó la opinión de que pasarían otros 200 años (para 2000) antes de que hubiera ciudades en el Valle del Mississippi.

Sin autoridad

Pero Kentucky, como se preveía, empezó a causar problemas. Los aislados colonos occidentales amenazaron con unirse a España, de forma que podían disponer de un puerto marítimo en el Golfo de México entonces español. Jefferson entendió que se perdería todo el Oeste (es decir, la orilla oriental del Valle del Mississippi) salvo que los Estados Unidos pudieran tener acceso al Golfo. Y todo lo que quería era un puerto, sólo una pequeña bahía.

Pero en París, dos comisionados estadounidenses (de improviso y sin autoridad en Washington) compraron todo el territorio de la Louisiana por 15 millones de dólares.

Esta amplia expansión de territorio realmente pertenecía a España, pero Napoleón la vendió y tuvo la posibilidad de que sus ejércitos impusieran a España dicha venta.

Jefferson estaba aterrorizado cuando oyó la noticia y estuvo a un paso de rescindir la compra. Pero la Compra de la Louisiana se convirtió en parte de los Estados Unidos y la expansión continuó hacía el oeste.

California se arrancó a México mediante una aventura personal furtiva del General Frémont en connivencia con el Senador Benton de Missouri, quien le dijo que se moviera rápidamente antes de que le detuvieran. En ese momento, nadie soñaba que hubiera oro en esas colinas. Hombre inteligentes apuntaban que el terreno de California no valía la pena porque los Estados Unidos ya tenían más tierra de la que sus ciudadanos podían usar, que en los próximos siglos, la población de la Costa del Pacífico no sería suficiente para ofrecer un mercado a sus productos agropecuarios.

Sin plan

Dondequiera que miremos en la historia de los Estados Unidos, encontraremos ejemplos de cosas que parecen ocurrir por accidente, sin intención. Los estadounidenses no tenían ningún plan general. Tenían algo más importante. Tenían libertad personal para planificar sus propios asuntos y la avalancha de energía humana que generó tal libertad se extendió del Atlántico al Pacífico, de los Grandes Lagos al Río Grande.

En 75 años, lo que dura una vida humana, Francia y Rusia desaparecieron del continente: Inglaterra se desplazó hacia el norte. España había cedido las Floridas, Nuevo México, Arizona, California y Texas.

Toda la vasta extensión de este país se ha cubierto con una nación, una tumultuosa multitud de hombres libres (hombres de diversas razas y credos) viviendo bajo el gobierno más débil del mundo. La gente a la que se le había dejado arreglárselas por sí mismos (que había aprendido las lecciones de realismo de la forma más dura) estaba creando un nuevo mundo y realizando la revolución que estaba empezando a remover los cimientos del Viejo Mundo.


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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