Por qué reclutar mujeres es una malísima idea

0

Why Drafting Women Is a Terrible IdeaDurante el debate presidencial de Partido Republicano del pasado sábado, se preguntó a los candidatos si apoyarían un registro obligatorio para mujeres en el Sistema de Servicio Selectivo ahora que se permite a las mujeres ocupar puestos de combate en el ejército de EEUU. El Servicio Selectivo, por supuesto, es la agencia federal que mantiene una lista de reclutas potenciales si el gobierno de EEUU decidiera alguna vez restaurar el servicio militar obligatorio.

La mayoría de los candidatos aplaudieron la idea mientras que Ted Cruz la denunciaba. Pero, como es habitualmente el caso, Cruz tenía razón por motivos equivocados. Cruz parecía basar su reacción en el sentimentalismo y la política de género. Debería oponerse a una expansión del servicio militar por la sencilla razón de que es potencialmente un aumento masivo de impuestos. He aquí por qué:

No os equivoquéis. Expandir el Servicio Selectivo del 50% de los jóvenes adultos al 100% no es un asunto de igualdad o progreso o patriotismo. Aunque esas ideas sin duda se usarán para acosar a la gente para apoyar ese movimiento, el efecto en el mundo real será una expansión masiva en el poder del gobierno sobre las vidas de la población. El servicio militar, después de todo, no es sino un impuesto draconiano sobre los reclutas, que pierden su libertad durante ese tiempo, pero a los que también se les puede obligar a morir para promover las campañas políticas estatales:

“El servicio militar es esclavitud”, escribía en 1973 Murray Rothbard y, aunque el servicio militar temporal es evidentemente mucho menos malo (suponiendo que se sobreviva al plazo de servicio) que muchas otras formas de esclavitud, es sin embargo un impuesto de casi el 100% de la producción del mente y cuerpo propios. Si se trata de escapar de este confinamiento en la cárcel militar a cielo abierto, se afronta encarcelamiento o incluso ejecución en muchos casos.

El servicio militar sigue siendo popular entre los estados porque es una manera sencilla de extraer directamente recursos del pueblo. Igual que los impuestos habituales extraen ahorros, productividad y trabajo de la población general, el servicio militar extrae prácticamente todo el trabajo y esfuerzo de los reclutas. La carga cae desproporcionadamente sobre los varones jóvenes en la mayoría de los casos y estos corren el riesgo de una mucho mayor carga fiscal si mueren o quedan incapacitados permanentemente en la batalla. Si tienen la suerte de sobrevivir al conflicto, el recluta puede encontrarse viviendo el resto de su vida desfigurado o perdiendo su vista o extremidades. Puede haberse convertido en permanentemente indeseable para el sexo opuesto. Esos costes impuestos al recluta son una forma de impuestos para toda la vida.

Por suerte para los que escapan de este destino, el plazo de esclavitud termina en un momento concreto, pero mientras dura, la única libertad de la que disfruta el recluta es la que le conceden sus carceleros.

Si continúa el debate sobre este tema, es probable que oigamos mucho acerca de que la “justicia” y la igualdad requieren una expansión del Sistema de Servicio Selectivo. Pero esas afirmaciones son todas distracciones del asunto central en este caso, que es el poder del estado sobre los ciudadanos.

Después de todo, si alguna mujer quiere ayudar a Al-Qaeda en Siria (que es lo que está haciendo ahí EEUU), es libre de presentarse voluntaria. El que las mujeres puedan estar o no directamente implicadas en bombardear a invitados en bodas afganas, sin embargo, es un asunto completamente distinto del servicio militar y el Servicio Selectivo.

Los dos asuntos ya se están entremezclando, como dejaba claro el comentario de Chris Christie en el debate cuando se lanzó sobre el tema del servicio militar femenino que es importante que “las mujeres en este país entiendan que todo lo que puedan soñar, todo a lo que quieran aspirar, pueden hacerlo”.

Después de oír esto, uno se pregunta si Christie es consciente de que hay una diferencia entre ser soldado y verse obligado a ser soldado por el estado.

Aparte de esto, si preocupa la justicia, hay una forma de lograr justicia es este asunto: abolir el Servicio Selectivo para todos. Es así de fácil. Ni siquiera costaría un centavo del contribuyente. Simplemente acabar con los registros, despedir a todos lo que trabajen para el Servicio Selectivo y alquilar el espacio de oficinas para organizaciones que hagan algo útil. Así no tendríamos que escuchar nada sobre “discriminación” o el supuesto sexismo implícito en una política que escandalosamente olvida obligar a las mujeres a trabajar para el gobierno contra su voluntad.

¿Pero esto no es solo un gesto simbólico?

Algunos de los que quieren expandir el Servicio Selectivo por razones igualitarias están afirmando que todo es solo simbólico en todo caso, pero el servicio militar “nunca existirá”.

“EEUU no ha tenido servicio militar desde principios de la década de 1970”, entonaba altivamente un periodista como si eso fuera evidencia de que el servicio militar no podría retornar nunca. Guau, ¿la década de 1970? ¿Había luz eléctrica entonces?

Además, es un error pensar que el servicio militar no podría retornar porque la gente se opondría abrumadoramente a que se obligara a las personas a combatir. Aunque fuera así, no hay ninguna razón en absoluto por la que el reclutamiento obligatorio no pudiera usarse para poner a la gente en puestos que no sean de combate. Después de todo solo una pequeña parte del ejército ve combates alguna vez. La inmensa mayoría de los soldados se decían a logística, transporte y trabajo de oficina, como programación informática.

Solo una pequeña porción de las muertes militares se producen en combate. La mayoría de las muertes del ejército se deben a accidentes.

Adicionalmente no hay ninguna razón por la que el Servicio Selectivo no pueda modificarse para usarlo para reclutar gente para puestos del llamado “servicio nacional”, en el que los reclutados realizarían trabajos burocráticos y manuales sin combate. Austria y Suiza (que tienen servicio militar) permiten esta opción para los que se oponen moralmente a combatir. E históricamente (como durante la Segunda Guerra Mundial), el “servicio” se imponía sobre los objetores de conciencia que se veían obligados a trabajar en granjas o realizar otro tipo de trabajo manual en campos especiales.

Así que no, el reclutamiento no es “hipotético”, “simbólico” o algo que “nunca ocurrirá”.

Numerosos países en Latinoamérica, Europa y Asia siguen empleando el servicio militar obligatorio y difícilmente puede considerarse algún tipo de reliquia nunca usada desde el pasado lejano.

Lamentablemente, mucha de la oposición a la expansión del Servicio Selectivo ha tomado la forma de la oposición de la National Review, que se basa en la idea de que reclutar mujeres es algún tipo de maldad única y especial, muy distinta de reclutar hombres. El servicio militar es una cosa, escriben los editores, pero obligar a las mujeres es una “barbaridad”, admiten. Tienen la mitad de la razón. Es una barbaridad obligar a las  mujeres a luchar en guerras para el estado. Pero lo mismo vale para el reclutamiento de hombres.


Publicado originalmente el 12 de febrero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email