¿Realmente vale la pena el programa de vigilancia del gobierno federal?

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domesticspyunclesamLos debates de la campaña presidencial en curso nos han hecho recordar que el Estado Islámico y otros grupos terroristas continúan siendo una amenaza para la seguridad de EE. UU. Estos debates también han traído a nuestra atención que el programa de vigilancia de la National Security Agency (NSA) aún se encuentra recolectando datos de ciudadanos estadounidenses, aun cuando su eficacia, legalidad y moralidad permanecen en entredicho.

El denunciante Edward Snowden todavía se encuentra en Moscú, ocultándose del gobierno de EE. UU., quien lo acusa de cargos de espionaje por revelar información confidencial del espionaje secreto de la NSA. En junio de 2013, Snowden pudo probar que la NSA recolecta datos que van desde comunicaciones en directo hasta información almacenada como mensajes de correo electrónico, vídeos, fotos y llamadas de Skype.

En colaboración con Snowden, The Guardian y The Washington Post reportaron que la NSA tuvo acceso a detalles de conversaciones de usuarios de al menos nueve compañías, incluyendo Google, Yahoo y Microsoft.

Los incidentes internacionales de terrorismo se han incrementado y Snowden y el gobierno de EE. UU. se encuentran en un punto muerto. Es el mejor momento para interpretar las señales de los tiempos y demandar soluciones reales.

Los proponentes de la vigilancia gubernamental sostienen que la seguridad es más importante que la privacidad y que estos programas permiten que el gobierno prevenga el terrorismo antes de que ocurra. Pero este argumento no puede justificarse.

Los programas de vigilancia gubernamentales funcionan bajo un supuesto implícito: la vigilancia es el mejor método para prevenir el terrorismo. Para investigar este supuesto, se debe comparar un análisis de coste-beneficio (ACB) de la vigilancia contra los costes y beneficios de estrategias alternativas. Sin embargo, un ACB del espionaje del gobierno no se puede realizar con la suficiente precisión. Las herramientas teóricas que utilizan los planificadores centrales para realizar un ACB son poco sólidas porque se basan en la premisa de que es posible realizar comparaciones interpersonales e intrapersonales de utilidad. Incluso los análisis más cuidadosos pueden, por lo tanto, dar solo resultados tentativos que no incluyen valoraciones no monetarias.

El economista del siglo XX, Ludwig von Mises, explicó que los gobiernos no podían distribuir los recursos de una forma racional en una economía que no tuviese mercados libres para los medios de producción. Aunque Mises describió el problema del cálculo económico en un contexto de países socialistas, cualquier gobierno que opere fuera del mercado libre no puede conducir un verdadero ACB. El mecanismo de precios del mercado libre es la única institución que incorpora las valoraciones subjetivas de los individuos.

La presunción de que la seguridad pública requiere de la restricción de la privacidad no se justifica porque es imposible medir los beneficios de la vigilancia. Cualquier intento de estimar el daño prevenido sería hipotético. Si un programa de vigilancia hubiera llegado a prevenir que acto terrorista ocurriera, los analistas podrían estimar el número de vidas que fueron salvadas y el coste monetario del daño que se previno. Sin embargo, el inspector general del Departamento de Justicia de EE. UU., Michael E. Horowitz, ha admitido que los agentes del FBI no han detenido ningún acto terrorista gracias a los poderes de intromisión que le otorga la sección 215 de la Patriot Act. Por lo tanto, los beneficios financieros de la recolección de datos a granel son insignificantes.

Investigadores de la George Mason University estiman el coste de la “guerra contra el terrorismo” de EE. UU. en 1,7$ billones desde 2001. Sin embargo, hay formas más baratas y más eficientes de combatir el terrorismo. Una solución sería involucrarse en una “defensa defensiva” en lugar de una “defensa ofensiva”.

El politólogo Robert Pape estudió el impacto de la intervención militar de la OTAN o de los EE. UU. en el número de terroristas que se originan en oriente medio. Basándose en la información de 315 ataques suicidas entre 1980 y 2003, Pape encontró que la mayoría de terroristas estaban motivados por nacionalismo y por la ocupación de su tierra en lugar de por la pobreza o por fundamentalismo islámico. Los costes monetarios de los programas de vigilancia implican transferencias desde los sectores productivos de la economía a las burocracias y a los contratistas del gobierno. En lugar de que los fondos de los contribuyentes se usen para educación, salud e infraestructura, o simplemente que no se le extraigan al sector privado para empezar, miles de millones de dólares se gastan en opacos y aparentemente inefectivos programas de vigilancia.

La presunción de que la seguridad nacional requiere de inmensas invasiones a la privacidad no tiene ninguna garantía dado que existen alternativas más efectivas, que incluyen retirar nuestras tropas de oriente medio. Sin un ACB de la vigilancia gubernamental, los gobiernos no pueden justificar la vigilancia de los ciudadanos. Como la felicidad personal no es medible, es imposible que los gobiernos puedan cuantificar la importancia que un individuo le da a reducir su probabilidad de morir a consecuencia de un ataque terrorista.

El sentido de seguridad que provee la vigilancia no vale lo mismo para todos. Cada individuo debe decidir si el sentido de seguridad que le provee la vigilancia vale la pena en términos de la reducción de la privacidad personal que debe de soportar.


Publicado originalmente el 6 de febrero de 2016. Traducido del inglés por Edgar Carlos Duarte Aguilar. El artículo original se encuentra aquí.

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