Cambio de hora: Una molestia pública

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Daylight Saving Time:  A Government AnnoyanceEl 13 de marzo los estadounidenses, con su naturaleza tolerante, aceptarán de nuevo una iniciativa del gobierno (poco popular) de perder una hora y ajustar los relojes desincronizándolos con el ritmo celestial de nuestro planeta.

Después de un primer (impopular) intento de cambio de hora en 1918 y suposterior derogación en 1919, se volvió a aplicar en toda la nación bajo Nixon bajo la “Ley de Emergencia de Cambio de Hora de Conservación de la Energía de 1973”. Ahora es una reliquia de las intervenciones inadecuadas de principios de los setenta que incluían controles salariales y el límite de velocidad de 55 millas por hora. Representa lo que no necesitamos. Consideremos algunas razones para su derogación:

Naturaleza: Desequilibra lo que es naturalmente armonioso. Mediodía debería ser cuando el sol alcanza su cénit o lo más cerca que pueda estar de él, dado el uso de zonas horarias.

Ciclos de sueño: El ciclo (circadiano) de sueño no tiene que alterarse dos veces al año, no aunque lo logre una votación a mano alzada. En realidad, el proceso legislativo debería ser rechazado por su costumbre miope de pisotear el orden social pacífico establecido. Aquí abofetea con ingeniería social sin considerar a los trabajadores, por no hablar de una insensibilidad hacia los niños que pierden sueño en el ajuste.

Como se informaba en telegram.com, “El Sistema de Reporte de Accidentes Fatales mostraba un aumento del 17% en muertes en el lunes después del cambio”. Este artículo cita conclusiones de un estudio de la Universidad de Colorado en Boulder de un aumento en accidentes de vehículos a motor en los primeros seis días después de adelantar los relojes. Este estudio sugiere que el cambio de hora puede incluso aumentar el riesgo de infarto.

Libertad: Si la gente en un lugar de trabajo acuerda cambiar sus horas de trabajo, es libre de hacerlo. Esa legislación de “emergencia” impuesta por el gobierno federal, por el contrario (por muy nimia que parezca) ordena conformidad a costa de libertades básicas.

Eficiencia: Además, con las nuevas luces LED, se ha desvanecido en viejo argumento del coste de la iluminación, especialmente porque el inicio del día ya se ha adelantado aproximadamente una hora como se mencionó antes. En realidad, con más aire acondicionado, la culpa del aumento está en el uso de energía eléctrica con el cambio hora, ya que la gente vuelve a casa antes en la temporada cálida y activa su aire acondicionado.

Incomodidad: Existe la molestia de reajustar los relojes dos veces al año. Puede tomar solo 10 minutos, pero a lo largo de 60 años son 20 horas.

Todos sabemos qué se siente al llegar al trabajo y descubrir que todos han cambiado sus relojes, así que resulta que somos los únicos en llegar tarde.

Hay también efectos en el mundo real para grandes sectores. Los planes de trenes y transportes no pueden ajustarse fácilmente. Por ejemplo, Amtrak detiene de trenes (y pasajeros) durante una hora para mantener los planes en otoño y luego trata de ganar una hora en primavera dándose prisa. Mas planes horarios de trabajo necesitan ajuste ahora que más negocios abren 24-7.

Agravio: Tal vez lo peor de todo es el hecho de que no hay ganancia alguna en el número de horas de sol del día. Por tanto es presuntuoso mantener que la cultura y costumbres de la gente, expresadas por sus disposiciones y decisiones, estuvieran equivocadas antes del cambio. El benefició de la duda debería otorgarse lógicamente a la hora convencional.

Principios: Reajustar los relojes no una sino dos veces al año es menos un compromiso de esfuerzo que un principio. Contribuye a que nos habituemos a la interferencia del estado. Yo nos prostramos rellenando formularios de declaración de la renta que gravan la venta de nuestro trabajo, incluyendo la obligación de formar sin respetar la protección de la Quinta Enmienda contra la autoincriminación. Si alguna vez queremos eliminar esa afrenta a la libertad, imposiciones molestas como el cambio de hora son un buen lugar para empezar.

Antiguas leyes de puesta de sol: Thomas Jefferson sugería una disposición automática de puesta de sol para la legislación: “toda ley expira naturalmente después d diecinueve años”. En un artículo del número de abril de 2016 de Reason de Veronique de Rugy: “Qué puede aprender el gobierno de la Ley de Moore”, se sugiere una disposición de puesta de sol (que podría ser retroactiva) en todas las normas y regulaciones federales que obligue a una renovación actualizada cada dos años. Aun mejor, podría requerirse una supermayoría para su renovación. Por cierto, en tiempos de Jefferson a los relojes se les llamaba “reguladores”, pero esa regulación no derivaba de la legislación, sino de la convención social que producía un gobierno eficiente sin estado.

Con respecto a una multitud de intervenciones algunas pueden ser molestias menores, pero, como con el cambio de hora, comparten una falta de respeto por el principio de dejar sencillamente en paz a la gente. El cambio obligatorio de hora afecta a todos mientras que la hora estándar no se impone a nadie.


Publicado originalmente el 11 de marzo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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