Dadnos más ingresos fiscales o vais a ver

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La crisis presupuestaria en Luisiana es tan grave que aparentemente amenaza a la inminente temporada de fútbol americano universitario. Esto según el nuevo gobernador demócrata del estado, John Bel Edwards. El actual déficit presupuestario anual ha llegado a los 940 millones de dólares. La situación es tan mala que la educación superior en el estado afronta la posibilidad realista de quedarse sin dinero y con ellos sin deporte universitario.

Aunque todas las universidades financiadas del estado de Luisiana afrontan esta dura realidad, el punto focal de mucha de la preocupación pública se dirige a la posibilidad de que no haya equipo de fútbol americano de la LSU esta próxima temporada. Mucho del viejo sur es país de la Southeastern Conference (SEC) y el fútbol americano universitario atrae más atención allí que incluso los deportes profesionales. Así que la preocupación que proviene de la amenaza de no tener equipo de la LSU es mucho mayor en las mentes de muchos habitantes de Luisiana que la amenaza de cancelación de los deportes de otras universidades o incluso la posibilidad de cierre académico de estas. En la tierra de la SEC, el fútbol americano universitario conseguirá titulares por encima de la mayoría de otros temas. Esto es especialmente cierto cuando se ve amenazada su misma existencia.

Tras una inspección más detallada del presupuesto del estado de Luisiana, se puede ver que unos de los principales culpables del déficit han sido las donaciones a grandes empresas. Bajo el exgobernador predecesor de Bobby Jindal, el dinero entregado a los seis mayores receptores de subvenciones públicas totalizó 200 millones de dólares. Pero bajo Jindal, esa cantidad aumentó a 1.000 millones de dólares. Combinemos esto con los otros 400 desembolsos del estado, más el saqueo de los fondos de emergencia para cubrir déficits y tendremos la receta para un desastre presupuestario.

Así que para volver a poner en orden la casa fiscal de Luisiana, el gobernador Edwards ha propuesto uno de los mayores aumentos de impuestos de la historia del estado. Como parte de la propuesta del gobernador,  aumentarían los impuestos a los cigarrillos, el alcohol, el alquiler de coches y otras cosas. Pero dado que Edwards afronta un parlamento controlado por los republicanos, muchos de esos aumentos de impuestos parecen improbables. Probablemente se llegue a un acuerdo bipartidista combinando aumentos de impuestos con algunos recortes en el gasto.

Pero de todas las cosas a las que amenazar con cerrar, ¿por qué eligió Edwards a la educación superior y el deporte universitario? La respuesta está en el viejo truco político llamado síndrome del monumento a Washington (o a veces síndrome del monte Rushmore). Es un fenómeno en la que un gobierno que afronte algún tipo de falta de ingresos o crisis presupuestaria, recortará los fondos públicos que causen el daño más visible. Una vez la gente ve este daño, la opinión cambia en la dirección que desea el gobierno. En este caso, el gobernador del estado quiere aprobar ciertos aumentos de impuestos. Si no consigue lo que quiere, el fútbol americano universitario se cancelará en todo el estado. En el estado de Luisiana, pocas acciones causarían mayor dolor y protesta pública que la cancelación de una temporada de fútbol americano universitario. Así que un cargo público usará esto para amenazar al pueblo al que supuestamente sirve para aprobar la legislación que desee.

Lo peculiar concretamente con respecto a la LSU es que es uno de los solo siete programas de la Primera División que no acepta subvenciones estatales (siendo los otros Texas, Ohio State, Oklahoma, Penn State, Nebraska y Purdue). De hecho el programa deportivo de LSU generó tantos ingresos el año pasado que transfirió más de 10 millones de dólares al programa académico de la universidad. Está claro que el fútbol americano de la LSU puede sobrevivir sin dinero del contribuyente, ya que ya lo hace. Repito, cancelar el mayor programa de fútbol americano universitario del estado es simplemente una táctica de amedrentamiento utilizada para aplicar un programa político.  Después de compromiso antes mencionado quede suficientemente asegurado entre Edwards y el parlamento, los político de ambos partidos probablemente señalen al equipo de fútbol americano de la LSU saltando al campo en otoño como un gran logro político, aunque el departamento de deportes de la universidad no necesite o gaste su dinero para empezar.

Respecto del resto del sistema de educación superior del estado de Luisiana, el triste estado de cosas es una desgraciada lección de lo que puede ocurrir cuando el gobierno asume el control de una institución. La competencia de esa institución estará sometida a los caprichos de quienes controlen ese gobierno. Cualquier defecto presupuestario de cargos públicos que distribuyan este dinero afectará inevitablemente a los que dependan tanto de él. Si las universidades fueran independientes del gobierno, entonces la entrada de dinero no se basaría en una partida del presupuesto público sino en la capacidad de proporcionar un servicio al público (educación en este caso). Después de todo, no hay ninguna crisis inminente en Luisiana con respecto a la venta y compra de comida, electrónica o automóviles. Esto se debe a que la gente generalmente gasta su propio dinero en estas cosas sin intervención del gobierno. Si la educación se tratara como cualquiera de estas cosas, sería independiente de los fracasos del gobierno y distintas instituciones educativas se hundirían o flotarían en función de sus propios méritos. Pero tristemente estas universidades probablemente no aprendan la lección y continúen buscando financiación de la misma organización que está causando sus problemas actuales con la lista de la compra.


Publicado originalmente el 24 de marzo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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