Una epidemia de heroína se ha estado extendiendo por Estados Unidos, expandiéndose enormemente en los últimos años. Con ella, el número de personas muertas también ha aumentado drásticamente. Mientras los políticos ofrecen soluciones fracasadas como “asegurar las fronteras”, la solución real es legalizar las drogas.
El número de sobredosis por drogas en EEUU se está aproximando a las 50.000 anuales. De ese número, casi 20.000 se atribuyen a analgésicos legales, como el OxyContin. Más de 10.000 mueren de sobredosis de heroína. Creo que estas cifras infravaloran enormemente el número de muertes que están relacionados con el uso de fármacos con receta.
La “cara” de la epidemia de la heroína ha cambiado desde la década de 1960, cuando estaba principalmente limitada a los “yonquis” urbanos y los veteranos de Vietnam. En años recientes, la epidemia se extendió a los suburbios al convertirse la heroína en el sustitutivo barato de otras drogas. En años más recientes, la epidemia se ha extendido a áreas rurales, como pueblos pesqueros en Maine y aldeas mineras en Pennsylvania y Virginia Occidental.
El problema de la epidemia reside en dos causas. La primera es la Guerra contra las Drogas, que crea incentivos de beneficio en el mercado negro para la distribución de las drogas más peligrosas. El segundo es el complejo farmacéutico-médico-FDA, o las grandes farmacéuticas, que se benefician de tratar el dolor con productos farmacéuticos peligrosos.
El problema de los opiáceos ilegales
La Guerra contra las Drogas hace al negocio de las drogas del mercado negro más arriesgado y caro. Cientos de miles son arrestados cada año por infracciones relacionadas con drogas ilegales. Si los contrabandistas pueden hacer sus envíos de, por ejemplo, 1.000 dosis o unidades más pequeños, son más capaces de evitar la detección, captura y castigo. La forma mejor y más evidente de lograr esto es hacer contrabando de drogas más potentes o de versiones más potentes.
Los cultivadores de marihuana trataron de atender la demanda de los contrabandistas ofreciendo productos mejor procesados, mejor cultivados y eventualmente modificados genéticamente, empaquetados apretadamente en “ladrillos”. Como consecuencia, la potencia del THC en la marihuana aumentó de menos del 0,5% cuando empezó la Guerra Contra las Drogas a principios de 1970, a casi el 10% actual.
Por supuesto, el incentivo de la Guerra contra las Drogas no acaba aquí. También anima a los productores a pasarse a otras drogas que son más compactas y potentes. Por tanto, la marihuana como clase de droga está en desventaja comparada con drogas más potentes y peligrosas, como la cocaína y la heroína. Esto deja un mercado negro en el que una dosis de marihuana es relativamente más cara que una dosis de heroína.
En el mercado negro, los consumidores no saben lo potentes que serán sus compras hasta después de que se consuma el producto. En el mercado libre, la potencia de una aspirina de Bayer es siempre la misma. En el mercado negro, la potencia de los productos puede variar mucho con el tiempo. Asimismo, la tolerancia del consumidor ante una droga cambia con el tiempo. Los consumidores diarios pueden tener que aumentar su dosis a lo largo del tiempo, mientras que los nuevos usuarios o adictos reincidentes pueden necesitar solo dosis pequeñas. Si una persona toma mucho más que la dosis apropiada para ella, dejará de respirar y puede morir.
La muerte por sobredosis de Phillip Seymour Hoffman ayuda a ilustrar los inconvenientes creados por la Guerra contra las Drogas. Hoffman era un adicto que había abandonado las drogas durante muchos años. Cuando se vio abrumado por problemas personales, recayó y murió por una combinación de drogas potentes legales e ilegales. También ha habido numerosos informes acerca de heroína vendida que contiene tanto heroína como un opiáceo legal, el fentanilo, que es a menudo letal.
En un mercado libre, la heroína se vendería con una grado farmacéutico no adulterado de diversas dosis identificadas. Tendría etiquetas de advertencia e instrucciones. Podría tener que consultarse con un doctor o farmacéutico antes de comprar heroína o podría tener que irse a una clínica. Los productores, distribuidores y vendedores tendrían alguna responsabilidad por negligencia. Antes de ilegalizarse en 1914, uno de los productos de la heroína más populares era la heroína de Bayer.
El problema de los opiáceos legales
Uno de los mayores problemas de los opiáceos legales y la heroína es que el complejo médico-farmacéutico –FDA ha conseguido que se usen mucho más en años recientes. Esencialmente, las empresas farmacéuticas sobornan a investigadores médicos, doctores y burócratas sanitarios para recomendar a autoridades como la FDA promover el uso de medicinas como el OxyContin y el Vicodin, en lugar de alternativas menos poderosas y menos adictivas que se usaban en el pasado. Por supuesto, el contribuyente acaba pagando la mayoría de la factura.
Hace un par de años, mientras viajaba fui a un doctor casual por un asunto médico menor. Me examinó un auxiliar médico y me preguntó qué medicamentos tomaba. Tomé la receta después de irme y me tomé una pastilla al llegar al motel. Me senté en una silla y me quedé atontado y casi me caigo al levantarme. Tan pronto como me encontré mejor, miré la receta. Para mi asombro, era OxyContin.
El problema empeora a partir de aquí porque los médicos están también bajo presión por parte del gobierno para no excederse en la receta de analgésicos fuertes. Por ejemplo, no pueden seguir recentando analgésicos después de que una herida está claramente curada. El resultado es que la gente se vuelve adicta y luego se le quitan estas recetas de opiáceos potentes.
Sus alternativas incluyen entrar en un programa de tratamiento de adicciones, que puede ser caro, necesitar tiempo y ser ineficaz. Como consecuencia, estos nuevos adictos pueden acudir al mercado negro en busca de OxyContin y Vicodin. El problema es que pueden costar de 10$ a 25$ la pastilla y los adictos necesitan múltiples pastillas diarias. También puede ser errático el suministro de esas pastillas.
Su siguiente alternativa es la heroína del mercado negro, que parece estar más disponible que nunca y a menudo a un precio menor por dosis. Si compras grandes cantidades, puedes conseguir una dosis por solo 4$ y posiblemente menos.
El uso legal lleva al uso ilegal
Esto explica por qué hemos visto la epidemia de heroína extenderse por el país. Los doctores están recetando opiáceos legales a personas como pescadores y mineros que tienen habitualmente lesiones dolorosas. Se convierten en adictos y luego los abandonan. Al final no pueden pagar las medicinas en los mercados negros, así que recurren a la alternativa a menudo mortal, la heroína.
¿Cómo puede la legalización de las drogas resolver este enojoso problema? Primero, en un mercado libre no habría grandes farmacéuticas afectando a las prácticas médicas de doctores de todo el país creando miles de adictos cada mes. Segundo, los programas de tratamiento de adicción a las drogas podrían usar el método de mantenimiento y retirada que se usaba con bastante éxito antes de la aprobación de la Ley Harrison de Narcóticos de 1914.
Tercero, en un mercado libre, drogas como la heroína se producirían y venderían sobre una base comercial. Serían productos estandarizados y las empresas que vendieran productos peligrosos y adictivos lo harían bajo limitaciones legales severas, como la ley de daños y perjuicios. Cuarto, el cannabis sería legal y se fabricaría para varios fines médicos, como pasaba antes de la Ley de Impuestos a la Marihuana de 1937. Muchos de los productos anteriores a la prohibición se usaban para tratar el dolor, así como muchos de los síntomas asociados con la abstinencia de opiáceos, como dolor muscular, ansiedad, insomnio, náuseas y vómitos.
Con la legalización de las drogas, el número de muertes por sobredosis se desplomaría y decenas de miles de familias no verían arruinadas sus vidas cada año.
Publicado originalmente el 28 de marzo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.