Por qué Ludwig von Mises admiraba a Sigmund Freud

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Sigmund Freud lleva muerto 76 años. Aun así, sus ideas están diariamente en las noticias (debatidas y denunciadas) y siguen siendo parte de cómo pensamos. Mecanismo de defensa, deslices freudianos, proyecciones, psicoterapia… estas expresiones e ideas son parte de nuestras vidas. Incluso cuando hablamos gratuitamente del estrés postraumático como un problema mental y no físico evidenciamos su influencia. Hoy damos por sentadas sus enormes contribuciones.

Poca gente conoce la relación entre el más famoso psicólogo y el más famoso economista del libre mercado del siglo XX.

Sigmund Freud era 25 años mayor que Ludwig von Mises, pero fueron dos de las figuras más importantes del campo intelectual vienés de entreguerras. Mises citaba libros de Freud y adoptó muchos de sus conceptos analíticos para hacer su alegato contra el socialismo y a favor de una comprensión subjetivista de la economía.

Cuando Mises escribió su impresionante tratado que atacaba al socialismo en 1922, recurría a la obra de Freud para ponerse en contra del sometimiento de las mujeres, a favor de papeles de género libremente elegidos y a favor de la estructura familiar tradicional. Contra los socialistas que querían que el estado criara a todos los niños, Freud argumentaba que separar a los niños de sus padres deja secuelas permanentes. Y contra los defensores del “amor libre”, que no creen en los compromisos de pareja, Mises citaba la opinión de Freud de que la civilización requiere la canalización y maduración del instinto sexual.

Mises calificaba a Freud de “genio” por tener estas ideas.

Mises también podría haber sentido una relación política más profunda con Freud. Freud desdeñaba la política de pensamiento grupal y a los líderes políticos en general. Veía al colectivismo como una falsa terapia para enfermedades psicológicas subyacentes. Su libro Psicología de grupo y análisis del ego critica la organización de la sociedad al estilo militar y expone la mentira de que los líderes políticos pueden producir igualdad y conciencia colectiva. Por su liberalismo y posible libertarismo o incluso anarquismo, los libros de Freud fueron quemados en la Alemania nazi. El piso de Freud en Viena (igual que el de Mises) fue saqueado por soldados nazis, obligándole a exiliarse.

No fue solo que Mises apreciara las contribuciones del propio Freud. Mises menciona a menudo la psicología y la psicoterapia como avances científicos importantes, que contribuyeron a la causa de la libertad humana.

Me hubiera gustado tener la posibilidad de preguntar a Mises sobre sus opiniones en estos asuntos. Después de todo, Freud es una de las figuras intelectuales más influyentes y casi universalmente criticadas del siglo XX.

Más allá del ataque al socialismo, ¿en qué pensaba Mises que Freud había contribuido a su propia comprensión y la nuestra de las ciencias humanas? Hasta donde yo sé, Mises nunca desarrolló con profundidad este punto.

Hace solo un par de días llegué a entender el panorama general.

En 1952, Mises dio nueve conferencias en la Biblioteca Pública de San Francisco, en su mayoría tratando del socialismo y marxismo. Bettina Bien Greaves estuvo allí y tomó notas de taquigrafía cuidadosas y perfectas (¡una habilidad perdida1). Medio siglo después, reunió estas notas y las editó como bellos ensayos en un libro llamado Marxism Unmasked: From Delusion to Destruction. Se publicaron en 2006, pero, hasta donde yo sé, no fueron ampliamente leídos o discutidos. (Finalmente también fueron publicados en línea en FEE.org).

Una característica deliciosa de este libro es cómo los ensayos reflejan una prosa hablada, no un trabajo académico altamente formalizado. Así que toda la narrativa proporciona una idea adicional de la personalidad del propio Mises. Es en estos discursos donde Mises defiende a Freud con algún detalle.

Mises empieza su explicación de Freud destacando lo completamente “equivocada” que está la gente que relaciona el materialismo marxista con el psicoanálisis freudiano. Para empezar, Freud no era socialista. Más que eso, decía Mises, Freud y su contemporáneo Josef Breuer en realidad lucharon contra el pensamiento materialista y abrieron una vía completamente de comprensión de asombroso poder de la mente humana.

Antes de la psicología y el psicoanálisis, dice Mises,

Existía la suposición generalmente indiscutida entre todos los doctores de que las discapacidades mentales eran causadas por cambios patológicos en el cuerpo humano. Si un hombre tenía lo que se llamaba una enfermedad nerviosa o mental, buscaban algún factor corporal que produjera este estado de cosas. Desde el punto de vista del doctor que trata el cuerpo humano, es la única interpretación posible. Sin embargo, a veces tenían toda la razón cuando decían: ‘No conocemos la causa’. Su único método era buscar una causa física.

Mises da un ejemplo que evidentemente tuvo un profundo impacto en su pensamiento:

Ocurrió en 1889, solo unos pocos años antes de que se publicara el primer libro de Freud y Breuer. Un hombre eminente en Francia se suicidó. Por razones políticas y debido a su religión, se planteó la cuestión de si estaba cuerdo o no. Su familia quería averiguar que fue una enfermedad mental. Para demostrar su enfermedad mental a la Iglesia, tenían que descubrir una causa física.

En ausencia de una causa física, la única opción era suponer algún problema moral o que estaba exagerando los síntomas en ese sentido (se hacía el enfermo). Así que el hombre que cometía suicidio sin enfermedades físicas evidentes no podía ser enterrado en terreno sagrado, por ejemplo. Mises señala además que “El caso del príncipe coronado Rodolfo de Austria, que se suicidó en Mayerling, planteó asuntos similares”.

Mises daba otro ejemplo: una dama que estaba físicamente paralizada pero sin causa física aparente. Su parálisis estaba completamente en su cabeza. La psicología imaginó, tal vez por primera vez de una forma significativa, que la causa podía derivar de la mente a otras manifestaciones físicas y psicológicas. La forma en que pensamos, las cosas que imaginamos, los sueños que tenemos, la actitud que tomamos hacia nosotros mismos y hacia otros, pueden tener un efecto profundo sobre nosotros y sobre el mundo físico. Freud, como Mises, creía en la primacía del pensamiento como agente causal en el curso de la vida humana.

Haber descubierto que lo que pensamos y creemos puede tener efectos concretos sobre el cuerpo humano fue, decía Mises, “un cambio radical en el campo de las ciencias naturales: eso no había pasado nunca. (…) Era algo que las ciencias naturales habían negado y discutido antes”.

Antes de Freud, explica Mises, la enfermedad mental se veía, o como un problema puramente físico, o como un problema moral. Sanguijuelas o confesionario eran todo el rango posible de terapias. Con el psicoanálisis, vemos una tercera posibilidad: que el problema central, tenga o no manifestaciones físicas, es una patología de la mente y eso implica también una aproximación distinta a la terapia.

Las implicaciones humanitarias de esta posibilidad (y por tanto las implicaciones para la libertad) son profundas. Significa tener una mayor simpatía por los afligidos y tener un método de tratar el problema que no es ni físicamente coactivo (a través del estado ni espiritualmente manipulativo (a través de la iglesia) sino todavía científico. El psicoanálisis freudiano era una nueva ciencia de la mente.

Además, decía Mises en su discurso,

Freud era un hombre consciente y cauteloso. No decía: “He desacreditado completamente las antiguas doctrinas”. Decía: “tal vez algún día, después de mucho tiempo, los doctores patólogos descubrirán que las ideas ya son el producto de algún factor corporal externo físico. Entonces el psicoanálisis ya no se necesitará ni será útil. Pero por ahora debéis al menos reconocer que hay un valor temporal en el descubrimiento de Breuer y mío y que, desde el punto de vista de la ciencia actual, no hay nada que confirme la tesis materialista de que toda idea o todo pensamiento sea el producto de algún factor externo, igual que la orina es un producto del cuerpo”.

“El psicoanálisis es lo contrario del materialismo”, decía Mises. “Es la única contribución al problema del materialismo frente al idealismo que ha provenido de la investigación empírica del cuerpo humano”.

Haber encontrado este discurso es algo maravilloso. Explica por qué Mises tenía ese profundo afecto por la obra de Freud, no solo como herramienta para refutar los absurdos planes de los socialistas del amor libre, sino también para realzar el papel de los individuos y las ideas que tienen como el motor de la historia.

Tiene sentido si lo pensáis. Mises fue el gran defensor de la teoría económica subjetivista, con su observación radical de que toda la forma del mundo de la economía puede en último término remontarse a valores que residen en las mentes humanas. Freud hacía lo mismo en la disciplina de la medicina y la terapia. Ambos fueron más allá del materialismo para encontrar el poder explicativo en cómo y qué pensamos. Ambos destacaron el asombroso poder de la vida interior de la mente individual.

Es verdad que Mises reconoce todas las críticas que pueden plantearse con justicia contra la posterior evolución de la psicología, especialmente su uso por el estado. No le interesaba defender eso. Pero respecto del propio Freud, Mises mantuvo su alabanza de la psicología freudiana durante toda su vida, desde sus primeras obras a estos discursos de 1952, cuando el propio Mises tenía 71 años. Es una relación larga y resistente entre un gran intelectual y otro.


Publicado originalmente el 9 de julio de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.