Dos abajo y quedan dos

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descargaLa larga campaña de la Reserva Federal para echar abajo el temor causado por las predicciones de sus propias políticas salió a flote seriamente la semana pasada cuando oficialmente se redujo las cuatro subidas de un cuarto de punto esperadas para el 2016, cuando en diciembre se le fue sugerido, sólo dos. Teniendo en cuenta el deterioro de las perspectivas económicas, creo que hay pocas dudas de que la Fed pronto completará el proceso de capitulación y eliminará todas las expectativas de alzas adicionales este año. Incluso antes de que esto ocurra, los observadores inteligentes ya deberían haber llegado a la conclusión de que la Reserva Federal se ha quedado atascada en el barro monetario con la misma firmeza que ha tenido desde los albores de la crisis financiera en el 2008.

En lugar de expresar activamente su retiro, ya sea en su Declaración de Políticas de Marzo o en la rueda de prensa la Presidenta Janet Yellen, el cambio de política del movimiento del mercado fue enterrado en las minucias de la matriz de información de la Fed en su “diagrama de puntos”, en el que cada votador y miembro del comité da señales de sus supuestos tipos de interés que estarán en varios puntos en el futuro. Esas hojas de té necesitan ser leídas para llegar a la conclusión de su política acaba de conseguir ser mucho más pesimista. Pero a pesar de la sueva venta ambulante de la Fed, el cambio de su política tuvo un impacto inmediato en los mercados, y el dólar resulto golpeado por una variedad de monedas rivales y el oro (y más significativamente buscadores de oro) escalando subidas mensuales.

Pero tal vez la mayor víctima del anuncio fue la propia credibilidad de la Fed, que ahora está siendo estirada hasta el límite. En la conferencia de prensa de Yellen el pasado miércoles, el reportero de CNBC Steve Liesman, que quizás ha sido uno de los partidarios más fiables de las políticas de la Fed, parecía indicar que incluso él se había cansado de prevaricaciones de la Fed, al preguntarle a la Presidente Yellen: “¿La Fed tiene un problema de credibilidad en el sentido de que se dice que va a hacer una cosa, bajo ciertas condiciones, pero no llega a hacerlo? Y… si las condiciones actuales no son suficientes para que la Fed suba las tasas, … ¿Cuáles serían esas condiciones en el futuro? ”

La respuesta de Ellen se medida y larga, pero lo que realmente se redujo a “Steve, ¿por qué has tomado nuestras previsiones anteriores como un valor nominal? En realidad nunca ofrecimos compromisos firmes en nada. Tampoco estamos específicamente de acuerdo con las cosas que aparentemente hemos dicho. Y para que sepas, ustedes deberían esperar que las cosas que estamos diciendo ahora serán “evolucionarán totalmente a través del tiempo de todas formas.” O en puro español: “Steve, no sabes que por ahora no tenemos ni la más mínima idea de lo que estamos hablando, que nuestras predicciones son sólo adivinanzas, y ya que normalmente adivinamos mal, ¿por qué deberías esperar una mayor exactitud de nuestra parte ahora? En todo caso, debería ser obvio que nuestras suposiciones están sesgadas a favor de un crecimiento más fuerte, ya que la intención es que esos pronósticos optimistas es influir positivamente en la confianza, lo que ayuda a ocultar los problemas que, por razones políticas, no nos atrevemos a reconocer”.

Hablar es barato, y la Fed lo compra por quintales. Pero cuando llega el momento de hacer realmente algo, se hace la vista gorda. Al expresar su frustración, Liesman señaló que la inflación subyacente se ha incrementado en los últimos dos meses (de hecho, ya ha violado objetivo del 2% de la Fed), que el informe de empleo fue fuerte (de hecho, la economía está creando 200.000 empleos más por mes), y que la previsión de seguimiento PIB ha vuelto a dos por ciento. Y a pesar de que he explicado en muchas ocasiones por qué esos datos son todos engaños para el alza, Yellen no ha introducido ninguna cualificación. La brecha creciente entre lo que la Fed dice que va a hacer y lo que está haciendo en realidad es cada vez más difícil de tragar para la mayoría de las personas. Cuando el declive se detiene, un cambio en el mercado de proporciones considerables podría comenzar, hablando muy seriamente.

Uno punto de los datos del que Yellen le gusta aferrarse ferozmente son los informes que muestran que los consumidores confían en que la economía ha mejorado y que continuará haciéndolo. Pero siempre he creído que esos informes están mal hechos, están completamente en desacuerdo con lo que los votantes (que también son consumidores) realmente están diciendo en las urnas. Encuestas presidenciales primarias en un estado tras otro indican que la economía ha sido el tema más importante en la mente de los votantes. En términos generales, esto debe indicar que las personas no son demasiado optimistas acerca de la economía. Si lo fueran, otras cuestiones, como la inmigración, la seguridad nacional, el medio ambiente, y la salud, serian citadas como su principal preocupación.

La gran sorpresa principal de esta temporada ha sido el aumento de la popularidad de Donald Trump entre los republicanos y Bernie Sanders entre los Demócratas. Los votantes no eligen a Trump porque les gusta su pelo o Sanders porque les gustan sus gafas. Ambos son considerados los insurgentes en sus respectivos partidos. Ellos representan el cambio y su popularidad debe ser vista como un signo de la incertidumbre económica profundamente arraigada en los votantes en lugar de tener confianza. Si la confianza fuera alta, los candidatos más estrechamente alineados con el status quo deberían estar en la cima.

De acuerdo tanto con la Reserva Federal y sus perros falderos económicos de Wall Street, uno de los pocos puntos brillantes en la economía es el hecho de que la inflación está empezando ha ascender notablemente. La semana pasada se reveló que el índice subyacente de precios al consumidor (IPC) había aumentado un 2,3% con respecto al año anterior (Bureau of Labor Statistics), eclipsando por lo tanto el objetivo largamente buscado un 2% de la Fed. Los economistas sostienen que el aumento de los precios pronto conducirá al aumento de los salarios. Sí, los consumidores están pagando más por el alquiler, seguros, alimentación y cuidado de la salud, pero los aumentos salariales buscados desde hace tiempo aún no se han materializado. Por razones obvias, los consumidores tienden a evitar la celebración si sus facturas suben y su sueldo no lo hace.

Los precios más altos pueden ser la principal razón por la que los consumidores no están gastando al ritmo esperado. El mes pasado, los economistas aplaudieron cuando las ventas minoristas de enero fueron de hasta 0,2% en el mes (excluyendo automóviles y gasolina), según datos del Departamento de Comercio. De hecho, la Fed de Atlanta, citó estos números cuando se impulsó su pronóstico anual del 1er trimestre el PIB hasta el 2,7% (desde que fue revisado llegó hasta el 1,9%) (FRB Atlanta). Sin embargo, la semana pasada se nos dijo que el número de ventas minoristas de enero desde que fue revisado por última vez abajo a negativo -0.4% desde el 0.2% positivo. Excepto los automóviles y la gasolina, los números bajaron de hasta 0.4% a 0.1% en febrero. No recuerdo haber visto nunca mayores revisiones a las ventas minoristas bajando. Pero debido a que las revisiones eran tan grandes, los números de febrero podrían ser vistos como positivos a pesar de que estaban muy por debajo de las cifras de enero desde la pre-revisión.

Las ventas desaceleradas, a su vez, están dando lugar a un peligroso aumento de los inventarios de los negocios, como bienes no vendidos que se acumulan en los estantes. La relación inventarios-ventas es ahora de 1,4, la más alta que hemos tenido desde mayo del 2009, cuando el país estaba en medio de la gran recesión. De hecho, nunca ha sido tan alta en momentos en que la economía no estaba en recesión. Del mismo modo, las revisiones de datos publicados la semana pasada también indican que es posible que en una última instancia deberíamos anunciar un déficit para el 2015 de $ 481 millones de dólares, el mayor número desde el año de la recesión de 2008. Si las tasas de interés suben, el déficit podría empeorar de forma significativa. Los números de la producción industrial también están en una espiral descendente. Los datos recientes muestran una disminución de cuatro meses consecutivos, es la primera vez desde 1952 que esto ha ocurre sin los que los EE.UU. esté en recesión. Pero si ya estamos en recesión, y pienso que lo estemos, al menos que la declaración ya no sea cierta.

Todo esto se suma en una trampa inminente de la que difícilmente escapará la Fed. La economía se está debilitando mientras que la inflación se está fortaleciendo. Mientras tanto, los precios de los activos, que se han convertido en la piedra angular de toda la confianza económica que resta, son extremadamente vulnerables a un aumento de las tasas de interés.

Como resultado, habrá que esperar una continua y fuerte persuasión ante la inacción de la Fed. Todo lo que se puede hacer es rezar para que la economía se caliente, para que  finalmente se cumpla lo que ha prometido durante tanto tiempo. Pero si seguimos rascando el fondo como hemos estado haciendo, o ir más lejos dentro de la zona de peligro, esperar que la Fed quite esas dos subidas restantes que prometió hacer de igual manera que hizo tan fácilmente con los dos primeros. La última cosa que la Fed puede soportar es que una recesión se encuentre hirviéndose justo debajo de la superficie hasta el punto en que se desborde y que a la vista en los meses anteriores a las elecciones. Si esto ocurre, todos podríamos estar viendo muchas conferencias de prensa de Mar-a-Lago. Esto es un desarrollo que estoy seguro de Janet Yellen quiere evitar a toda costa.

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