Algunos políticos quieren prohibir el dinero en efectivo, argumentando que el efectivo está ayudando a los criminales. Los primeros pasos en esa dirección son la retirada de billetes de alto valor y los límites impuestos a los pagos en efectivo.
Los defensores de una prohibición del efectivo afirman que esto ayudaría a luchar contra las transacciones criminales relacionadas con lavado de dinero, terrorismo y evasión de impuestos. Estas promesas de salvación se usan para que la gente acepte una sociedad sin efectivo. Pero no hay ninguna prueba convincente de que la afirmación de que el mundo sin efectivo sería mejor. Incluso si un comportamiento indeseable se financia realmente con efectivo, sigue teniendo que responderse a la pregunta: ¿desaparecería el comportamiento indeseable sin efectivo? ¿O aquellos que cometen los actos indeseables seguirían nuevas vías y medios para alcanzar su objetivo?
Tomemos el ejemplo del billete de 500 euros. Si lo eliminamos, ¿los que quieran usar efectivo no pagarían igual con cinco billetes de 100 euros? ¿O con diez de 50 euros? ¿Y qué pasa con los costes impuestos sobre la gran mayoría de gente respetable si se prohíbe su efectivo? Usando la misma lógica, ¿deberíamos prohibir el alcohol, porque algunos no puedan manejarlo apropiadamente?
Realmente es un asunto de bancos centrales
El plan para restringir el uso de efectivo o de abolirlo paso a paso, no tiene nada que ver con la lucha contra el delito. La razón real es que los estados (y sus bancos centrales) quieren introducir tipos negativos de interés.
Aunque los bancos centrales llevan mucho tiempo siguiendo política inflacionistas para devaluar la deuda de los gobiernos, los tipos negativos de interés ofrecen una herramienta nueva y poderosa para hacer esto. Pero para hacer que funcionen bien los tipos negativos de interés, hay que librarse del dinero en efectivo.
De otra manera, si se aplican tipos negativos de interés, los clientes a corto o largo plazo tratarían de evitar los costes que imponen los tipos negativos sobre sus depósitos bancarios. Así que los depositantes, en muchos casos, atesoran efectivo. Para bloquear esta última vía de escape, los defensores de la prohibición del efectivo quieran acabar con ella.
El tipo natural de interés
Por cierto, que algunos economistas de prestigio están apoyando el plan, afirmando que el “tipo natural” se ha convertido en negativo. A causa de ello, los bancos centrales se vieron obligados a empujar los tipos de interés por debajo de cero, siendo la única forma de estimular el crecimiento y el empleo. La afirmación de que la tasa de interés de equilibrio se ha convertido en negativa no soporta sin embargo ningún examen crítico.
[RELACIONADO: El “tipo natural de interés” es siempre positivo y no puede ser negativo]Es de por sí imposible que el tipo de interés de equilibrio sea negativo. Los tipos de mercado, que conllevan un tipo de equilibrio pueden caer por debajo de cero, pero no el propio tipo de equilibrio. La política de tipos negativos de interés no es ninguna cura para la economía, sino que causa problemas económicos.
Competencia y derechos de propiedad
Prohibir el efectivo es infringir la libertad de los ciudadanos a escala masiva. Al retirar efectivo, el ciudadano es despojado de alternativas para sus pagos. Después de todo, el estado tiene el monopolio de la producción de dinero. No hay competencia sobre el efectivo. Así que nadie sino el estado puede satisfacer la demanda de dinero de los ciudadanos.
Si el estado prohíbe el efectivo, todas las transacciones deben ejecutarse electrónicamente. Para que el estado vea quién compra qué y quién viaja cuándo falta solo un pequeño paso. Así el ciudadano se vuelve completamente trasparente y su privacidad financiera se pierde. Incluso la perspectiva de que un ciudadano pueda ser espiado en cualquier momento resulta una infracción de su derecho a la libertad.
El efectivo protege al ciudadano frente a la intrusión ilimitada del estado. Si el estado aumenta demasiado los impuestos, los ciudadanos tienen al menos la opción de evitar la tribulación pagando en efectivo. El conocimiento de que los ciudadanos pueden hacerlo, hace que el estado se contenga un poco.
Los estados renunciarían a cualquier restricción una vez se prohibiera el efectivo. La preocupación justificada no se convierte en absoluto en obsoleta por los casos de Suecia y Dinamarca, donde se dice que la sociedad sin efectivo funciona a la perfección. Los ciudadanos de esos países pueden seguir usando efectivo extranjero si quieren.
El plan para prohibir el efectivo (paso a paso) es una señal del mal esencial de nuestros tiempos: el estado está destruyendo cada vez más la libertad de ciudadanos y empresas, una vez se ha convertido en un monopolio territorial y el juez máximo de todos los conflictos.
La lucha por mantener el efectivo puede sin embargo traer algo bueno: expondría la necesidad de quitar el poder al estado tal y como lo conocemos, aplicando los mismos principios del derecho a sus actividades que a las de todos y cada uno de los ciudadanos. De esa forma, el monopolio del estado sobre la producción de efectivo llegaría a su fin y el ciudadano no tendría que preocuparse de verse privado de su efectivo contra su voluntad.
Publicado originalmente el 5 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.