La guerra contra las drogas lleva a los usuarios a drogas sintéticas más peligrosas

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MarijuanaEn años recientes, se ha ganado algo de terreno en la batalla por la libertad en el frente de la guerra contra las drogas, concretamente a nivel estatal, con muchos estados adoptando leyes menos represivas con respecto a la marihuana médica e incluso algunos legalizando el uso recreativo. La posesión también se ha despenalizado en algunos casos. Sin embargo, a pesar del progreso en estas áreas, la prohibición a nivel federal sigue siendo fuerte, aunque su aplicación esté lejos de ser coherente.

Sería otra cosa si la prohibición realmente funcionara para lograr sus objetivos declarados y por tanto fuera considerada como una política nacional eficaz, aunque tal vez mal dirigida. Al menos en este caso el debate se centraría en la cuestión moral o en si el estado tiene o no el derecho a decirte cómo vivir tu vida. Por supuesto, la conclusión de sentido común (que la guerra contra las drogas es un programa totalitario inmoral pensado para dictar los detalles íntimos de las vidas personales de los individuos) seguiría siendo la misma.

Pero lo cierto es que la guerra contra las drogas ha sido un abyecto fracaso bajo cualquier punto de vista, especialmente con respecto a si logra su objetivo explícito de erradicar completamente el uso de drogas ilícitas.

El auge de la marihuana sintética

Además de los casos bien documentados de dichos fracasos, hay una perturbadora nueva tendencia que ha estado apareciendo a lo largo de la última década aproximadamente. Esta última evolución destaca la complejidad de una política de prohibición y la dificultad de aplicarla, es decir, que los traficantes de drogas inventan nuevas drogas callejeras peligrosas más rápido que las autoridades a la hora de prohibirlas.

En la ciudad de Nueva York, TexasFloridaMissouri y otros lugares el uso extendido de una marihuana sintética que tiene diversos nombres (siendo los más comunes K2 o “Spice”) se está extendiendo rápidamente. Esto se aprecia por un reciente salto en las llamadas al teléfono de emergencias de la policía y en visitas a urgencias y centros de control de envenenamiento, con pacientes mostrando una amplia variedad de síntomas.

Los productos químicos del K2 se desarrollaron por primera vez entre 1979 y 1995 y se ha reportado que el equipo de investigación de John W. Huffman en la Universidad de Clemson ha sintetizado más de 450 variedades y hay quien especula que hoy hay más de 700 variedades distintas, con otras nuevas apareciendo constantemente. Relativamente pocas de estas variedades han sido prohibidas hasta ahora por los federales.

El K2 se vende simplemente como un producto químico rociado sobre hierbas, que muchos usuarios han empezado a fabricar ellos mismos. Se está vendiendo en la calle en buena parte a vagabundos por ser muy barato, pero también en gasolineras, licorerías y estancos bajo más de 500 nombres distintos de marcas. Se vende como incienso o popurrí y marcado “NO APTO PARA CONSUMO HUMANO”, aunque esto sea evidentemente falso. Dada la naturaleza caótica de la fabricación y distribución del K2, los usuarios están a oscuras en lo que se refiere a qué variedad están ingiriendo y lo potente que es (se estima que es cientos de veces más potente que el THC). Parece que es solo el último ejemplo de cómo la Guerra contra la Drogas hace menos seguras las drogas.

Un mercado muy ágil

El truco de los fabricantes y traficantes parece ser que parecen estar fabricando variedades limitadas cada vez, así que cuando las autoridades finalmente se dan cuenta y aprueban su legislación prohibicionista, los proveedores ya tienen otra variedad esperando a iniciar de nuevo el proceso. Con 450 variedades (y por supuesto puede haber muchísimas más que estas), podría tardar mucho tiempo antes de que se prohíban completamente y esto antes incluso de que comience la abrumadora tarea de atacar el mercado negro.

Teniendo además en cuenta la aparición de otras nuevas drogas callejeras como las sales de baño, la flakka, el krokodil y muchas otras, descubrimos de nuevo que la prohibición no funciona y lleva a muchas consecuencias no pretendidas e incluso más dañinas. Esta es una lección que uno pensaría que se habría aprendido durante la ley seca de hace casi 100 años.


Publicado originalmente el 11 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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