Durante años, los que afrontan los costes de su propia educación o la de sus hijos escuchan un redoble casi incesante de lo cara que es una educación universitaria t cuánta deuda es probable que tengan que asumir. Por otro lado, se nos dice repetidamente que una educación universitaria es absolutamente esencial porque la gente con un grado universitario supuestamente gana un millón de dólares más que los que no han ido a la universidad.
Casi todos están de acuerdo en que las matrículas y tarifas están sin duda aumentando en términos de precios. Sin embargo hay menos acuerdo en por qué el precio de una educación universitaria está aumentando tan rápido.
La respuesta se encuentra en una mezcla de política pública y el hecho de que las universidades hoy gastan enormes cantidades de dinero en instalaciones y personal que tiene poco que ver con la instrucción en las aulas. Además, los gustos de muchos consumidores en educación han cambiado hacia ser más opulentos y muchos aspectos de la llamada “experiencia universitaria”, que prácticamente no existían hace 40 años, hoy se consideran necesidades para los alumnos universitarios.
Y finalmente, muchos estudiantes gastan enormes cantidades de dinero en grados universitarios que nunca contribuirán mucha a pagar realmente los préstamos ni contribuyen demasiado a que los graduados realmente se ganen la vida.
Las subvenciones públicas permiten aumentos de precios
Una de las observaciones más básicas de los economistas de todo tipo es el hecho de que se demanda menos de un bien o servicio cuanto mayor sea su precio. Por eso la curva de demanda está cayendo a la baja y por eso menos gente querrá perritos calientes a diez dólares que a dos dólares, en igualdad de condiciones.
Por otro lado, si el gobierno concede ayudas y préstamos para comprar perritos calientes o si se engaña a la gente para que crea que ganará más dinero con solo comer más perritos calientes, el precio aumentará rápidamente.
No cabe duda de que la demanda general de una educación universitaria ha aumentado debido a la idea de que dicha educación universitaria es la clave para la riqueza. La conclusión general de que una educación universitaria aumenta mucho el potencial de ganancias para toda la vida ignora el hecho de que no todos los grados universitarios fueron creados iguales.
Como demuestran estos datos, solo ciertos grados universitarios es probable que proporcionen un buen retorno de inversión. Mientras que las licenciaturas en economía e ingeniería es probable que paguen rápidamente los préstamos y mantengan el empleo a la larga, la gente que gastó seis cifras en una universidad de prestigio para graduarse en estudios de sociología latina es probable que sufran para pagar sus deudas.
Además, si eres una de esas personas con un grado en humanidades, tu electricista y tu mecánico probablemente ganen habitualmente más dinero que tú. Y consiguieron esa mayor capacidad de ganancia después de gastar muchísimo menos en términos de tiempo y dinero en su educación. Una vez empezamos a ver las cosas caso por caso, las ventajas de un grado universitario pueden desvanecerse.
Así que mucho de aumento en la demanda de una educación universitaria se basa en una falsa premisa: la idea de que cualquier grado universitario te dará un salario para vivir. Qué estudiar sigue siendo muy importante.
Sin embargo, ir a la universidad durante siglos, se ha visto como una manera de obtener o mantener un éxito financiero y la idea no acabó de entrar en las cabezas de la población en general en los últimos treinta años, cuando los precios de las matrículas empezaron a dispararse.
Lo que cambió fue la mayor presencia de préstamos de estudios y especialmente préstamos a tipos bajos de interés, gracias a las garantías del gobierno y a una política monetaria laxa.
El año pasado, el profesor de derecho de la Universidad de Colorado, Paul Campos, que no puede considerarse un defensor del laissez faire, atacaba la afirmación de que se estaba recortando la financiación pública directa de las universidades, señalando al tiempo que el papel de los préstamos de estudios en el aumento de los costes universitarios:
La idea convencional se reflejaba en una serie reciente de la NPR sobre el coste de la universidad. “Así que no es que las universidades estén gastando más dinero en educar a los estudiantes”, decía Sandy Baum, del Urban Institute, a la NPR. “Es que tienen que obtener el dinero de algún lugar para remplazar su financiación pública perdida y lo hacen a través de las matrículas y tarifas a estudiantes y familias”.
De hecho, la inversión pública en educación superior en Estados Unidos es muchísimo mayor hoy, en dólares ajustados a la inflación, que durante la supuesta edad de oro de la financiación pública en la década de 1960. Ese gasto ha aumentado a un ritmo mucho más rápido que el gasto público en general. Por ejemplo, el presupuesto militar es hoy aproximadamente 1,8 veces mayor que en 1960, mientras que las asignaciones legislativas a la educación superior son más de 10 veces mayores.
En otras palabras, lejos de ser causado por el recorte de financiación, el asombroso aumento en las matrículas universitarias se corresponde muy de cerca con un enorme aumento en las subvenciones públicas a la educación superior. Si a lo largo de las pasadas tres décadas los precios de los automóviles hubieran aumentado tan rápido como las matrículas, el coche nuevo medio costaría más de 80.000$.
Los pueden mostrar solo una correlación, pero la teoría económica básica nos demuestra una causación. Los subvenciones públicas a estudiantes han rebajado el coste percibido de ir a la universidad. Esto, a su vez, permite a un mayor número de estudiantes pagar las siempre crecientes tasas de matrícula. Dicho de otra manera, la elasticidad de la demanda para una educación universitaria ha aumentado significativamente gracias al hecho de que los estudiantes ahora pueden conseguir un préstamos de estudio no garantizado a bajo interés, en lugar de tener que ahorrar el dinero o usar un préstamo del sector privado de alto interés.
Sin estos préstamos, los estudiantes serían mucho más sensibles a aumentos en el coste de la educación y las universidades tendrían que encontrar formas de recortar costes para seguir siendo competitivas en términos de precios. Sin embargo, con una corriente casi eterna de préstamos públicos, las universidades nunca tienen que preocuparse por recortar costes. Las subvenciones públicas simplemente cubrirán la diferencia y lo estudiantes sensibles a los precios irán a la universidad en todo caso. El problema viene después, cuando los estudiantes deben pagar grandes préstamos.
Los aumentos en los costes no van a instrucción en el aula
Campos también señala el hecho de que no podemos culpar de los aumentos de precio a que aumenten los costes de la instrucción. La cantidad de recursos dedicados realmente a la instrucción en el aula, señala Campos, ha cambiado poco en términos de dólares reales. Lo que ha cambiado es el coste de administración en las universidades, donde
un factor importante en impulsar los costos crecientes es la expansión constante de la administración universitaria. Según los datos del Departamento de Educación, los puestos administrativos en las universidades aumentaron un 60% entre 1993 y 2009, lo que Bloomberg reportaba que era 10 veces la tasa de aumento de los puestos fijos en las facultades.
Aún más sorprendentemente un análisis de un catedrático de la Universidad Politécnica de California en Pomona descubría que, mientras que el número de miembros a tiempo completa de facultades en el sistema universitario creció de 11.614 a 12.019 entre 1975 y 2008, el número total de administradores creció de 3.800 a 12.183, un aumento del 221%.
Y la administración no es el único lugar en el que las universidades están gastando dinero. Los estudiantes también están pagando instalaciones pródigas, como centros de recreo y dormitorios de lujo donde cada habitación tiene su propio baño y mucho más.
En su defensa, los administradores de las universidades han echado mano de las viejas excusas de que hay que culpar a los “recortes presupuestarios” y no a la vida en la universidad propia de un club de campo de aumentar matrículas y tarifas a los alumnos, pero los inmensos aumentos en las matrículas universitarias que son necesarias para sostener estas nuevas instalaciones nunca serían económicamente viables si no fuera por el fácil acceso a préstamos baratos de estudios.
Mucha gente compra basándose en la marca, no en la calidad educativa
Otro factor detrás del aumento de costes para algunos estudiantes es el hecho de que estos compran programas caros no necesariamente por la educación que proporcionan, sino por el estatus de haber atendido una universidad con un nombre prestigioso. Igual que la gente gastará cientos o miles más en un bolso o automóvil para que se vea su compra, muchos estudiantes harán lo mismo con su educación universitaria, creyendo que hará aumentar su estatus social.
Hay poquísimas evidencias, sin embargo, de que ir a una escuela de élite con un nombre prestigioso se traduzca necesariamente en mayores ganancias para sus estudiantes.
Repito de nuevo que descubrimos que lo que se estudia importa más que dónde se hace. Así que es completamente posible que el alumno que estudie contabilidad de la universidad pública completamente falta de atractivo conocida como IUPUI en Indianapolis probablemente gane más que un licenciado en psicología en alguna universidad de élite de la Costa Este.
Y, por supuesto, se comete un error lógico suponiendo que los graduados de éxito de Harvard tuvieron éxito debido a su presencia en una universidad de élite. La gente que entra en Harvard ya son alumnos sobresalientes muy motivados. Los estudiantes de Harvard no son haraganes convertidos en intelectuales y trabajadores de élite debido a la asombrosa calidad de la instrucción en Harvard. No funciona así.
Esto no quiere decir que hay nada “erróneo” en elegir acudir a una universidad de élite si se presenta la oportunidad. Los consumidores toman decisiones basadas en una variedad de criterios subjetivos y pude ser que para algunos consumir el producto conocido como “universidad Ivy League” sea muy importante y merezca la pena el coste adicional.
Sin embargo, esta gente nos dice poco acerca del verdadero coste de obtener una educación. Los que deciden acudir a las caras universidades de la élite (cuando existen oportunidades para acudir a programas de precios más modestos) deberían ser excluidas de los análisis que afirman contarnos lo cara que se ha vuelto la educación para la persona media.
Mucha gente está dispuesta a pagar un extra por la “experiencia universitaria”
Finalmente, es importante señalar que mucho de lo que genera demanda de universidades, especialmente entre la clase media y alta, es un deseo que conseguir la llamada “experiencia universitaria”, que no tiene nada que ver con la calidad de instrucción o el potencial futuro de ganancias.
En realidad, vivir en un campus en tu primar año universitario y aprovechar toda la diversión, el estilo de vida y las actividades sociales ofrecidas a estudiantes internos es un lujo que no es esencial para conseguir una educación. Los alumnos que viven fuera del campus, por supuesto, a menudo dicen sentirse “excluidos” o en desventaja en términos de encontrar los eventos sociales correctos.
Estas cosas no dejan de tener valor y muchos estudiantes pueden concluir para sí que la “experiencia universitaria” vale el coste extra, pero no pretendamos que esas experiencias sean esenciales para obtener una educación universitaria.
Además, simplemente acudir a una costosa universidad superior un año es un lujo innecesario en general, independientemente de donde se viva. Como señala correctamente el multimillonario Mark Cuban en este vídeo, desde un punto de vista financiero, tiene muchísimo más sentido acudir los dos años de una universidad menor en la universidad más barata que pueda encontrarse en la que los créditos universitarios se transferirán a escuelas superiores más costosas.
Estos hechos económicos no detendrán sin embargo a muchos estudiantes a la hora de insistir en que deben absolutamente ir a una cara universidad de humanidades para tener la experiencia universitaria completa. (Esta mujer tenía que ir a NYU y asumió 100.000$ en préstamos para conseguir una licenciatura en estudios religiosos y de la mujer).
El coste de la educación frente al coste de la “universidad”
Igual que la preferencia de cualquier consumidor por atender una universidad de élite, no podemos decir que ningún estudiante se equivoque por atender una universidad que cueste 25.000$ semestrales de matrícula. Puede ser perfectamente racional, desde el punto de vista del estudiante, acudir a una universidad porque tenga bonitos edificios o los alumnos sean guapos.
Estar rodeados por gente guapa y edificios bellos realmente es algo de valor. Sin embargo, no pretendamos que estas cosas sean esenciales para el proceso de obtener una educación o aumentar tu propio potencial.
En el trasfondo de toda discusión política sobre educación superior está la suposición de que una educación universitaria es esencial para combatir la pobreza y otros males sociales. Así que, si vamos a llevar a cabo una discusión honrada sobre el verdadero coste de la educación, tenemos que diferenciar entre lo que se paga para una mejora financiera y lo que se paga por algunos para unas vacaciones de cuatro a seis años.
Cómo podría ser un mercado libre en la universidad
Las subvenciones a los préstamos de estudios han distorsionado tanto el mercado de la educación superior que no podemos ni siquiera contar ya las diferencias. En un mundo de universidades más orientadas al mercado, veríamos universidades que busquen enérgicamente reducir costes al tiempo que aumentan la calidad de la instrucción universitaria. Por el contrario, lo que encontramos es una carrera para producir instalaciones cada vez más lujosas o canalizar cada vez más dinero a administradores con salarios de seis cifras y personal para dirigir un centro de ocio para estudiantes de alta tecnología.
Las universidades se centrarían en proporcionar clases fáciles de atender para trabajadores a tiempo parcial (muchos de los cuales tienen rentas bajas), que deben acudir a la universidad con el menor coste posible. Los estudiantes se centrarían en conseguir requisitos básicos en escuelas y universidades más baratas mientras esperan a acceder a instalaciones más costosas y otros recursos en los años tercero y cuarto. (Muchos estudiantes de rentas bajas ya hacen estas cosas pero, en ausencia de préstamos subvencionados, las cifras totales de los que utilizan estas estrategias serían mucho mayores).
Indudablemente, aquellos con medios seguirían acudiendo a caras universidades de lujo, pero la mayoría apreciaría que esos estudiantes están pagando pro algo más que educación. Sin embargo, cifras más grandes de estudiantes acudirían a universidades que se especializaran en ofrecer educación de una forma efectiva en tiempo y coste con pocas florituras. El número de estudiantes que acudan a escuelas llenas de actividades de ocio caerían considerablemente y muchas pequeñas universidades de humanidades dejarían de funcionar. Los campus urbanos y suburbanos, aunque menos “atractivos” se beneficiarían sin embargo al acudir los estudiantes a universidad económicas fáciles de acceder que estén más centradas en habilidades laborales e integrar a los alumnos en una comunidad mayor que incluye a empresarios e industrias que necesitan empleados.
Sin embargo, mientras los préstamos públicos de estudio sigan siendo un factor dominante en los precios de la educación superior, continuaremos viendo cada vez más crecimiento en el coste de esta, lo que continuará siendo una bonanza para las propias universidades, al tiempo que plantean una dura carga sobre estudiantes que no entienden lo poco de lo que pagan que va realmente a educación.
Publicado originalmente el 7 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.