¿Serán alguna vez ricas Corea del Norte y Cuba?

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North KoreaDespués de años afirmando abrazar el marxismo revolucionario, el estado cubano está, por razones de necesidad y pragmatismo, pasando a convertirse en un estado autoritario más tradicional. Incluso cuando Raúl y Fidel Castro estén muertos, es muy improbable que el gobierno cubano transforme repentinamente un sistema político que decae visiblemente por unos mercados relativamente libres. Como ha pasado con China, la clase dirigente de Cuba encontrará vías para perpetuarse y mantener el control político, mientras mantiene para sí una cantidad sustancial de la riqueza producida por el trabajo de la gente común. Probablemente relaje su control de la economía porque se dé cuenta de que las economías más libres son más productivas que las menos libres. Pero no contéis con Cuba como un refugio para los empresarios a corto plazo.

Sin embargo, aunque la economía se convierta en ligeramente más libre, Cuba seguirá siendo más pobre que la mayoría de sus vecinos indefinidamente e incluso si Cuba se transformara en una versión caribeña de Singapur (algo que es extraordinariamente improbable), seguiría siendo mucho más pobre de que incluso muchos de sus vecinos latinoamericanos durante décadas.

Esto pasa porque, a pesar de lo que nos puedan decir nuestros políticos, el pueblo no puede hacerse más próspero por parte del gobierno sencillamente deseándolo. Después de todo, si pudiera crearse riqueza por voluntad del gobierno, entonces los regímenes cubano y norcoreano, ninguno de los cuales ha afrontado ninguna oposición política organizada, han disfrutado ambos de un poder casi sin trabas para “mejorar” sin límite la economía.

Sin embargo, en la vida real, la riqueza solo puede crearse a través del arduo proceso de trabajar, ahorrar y acumular capital. No cabe duda de que alguna gente pude beneficiarse de la redistribución pública obligatoria de la riqueza, pero, para tener riqueza, primero debe crearse produciendo cosas o servicios de valor y renunciando al consumo ahora para invertir y obtener más consumo después.

Es fácil decir esto, pero es mucho más difícil hacerlo realmente. Y lo más frustrante de todo: incluso después de que una sociedad adopta mercados relativamente libres, aún puede requerir décadas alcanzar una sociedad rica para los patrones modernos. Y lo que es peor: en el proceso de crear riqueza, muchos ideólogos y políticos apuntarán la divergencia entre países ricos y pobres y culparán a los mercados.

El caso de Alemania Oriental y el este de Europa

Aunque no existen experimentos verdaderamente controlados en los campos de la economía y la política, sí tenemos algunos casos que demuestran convincentemente cómo las revoluciones políticas son insuficientes para conseguir una revolución económica por sí mismos.

Por ejemplo, incluso 25 años después de la caída del Muro de Berlín, la áreas de Alemania que en un tiempo sufrieron el régimen de estilo soviético conocido como República Democrática Alemana siguen siendo más pobres que las áreas de Alemania que una vez formaron lo que se llamaba comúnmente Alemania Occidental.

En 2014, el Washington Post reportaba cómo Alemania Oriental tenía niveles inferiores de renta disponible, altos niveles de desempleo y era en general menos próspera. Esta a su vez ha llevado a la antigua Alemania Oriental a tener menos jóvenes, muchos de los cuales se mudan al oeste en busca de mejores trabajos.

Chris Matthews, de Fortune, continuaba observando: “Si se mira estadísticas como la renta per cápita o la productividad laboral, también señalan una gran disparidad en desarrollo económico entre este y oeste”.

Y Claudia Bracholdt señala también: “Hay, el este de Alemania tiene muchos problemas estructurales similares a los de países como Grecia y España, aunque a una escala mucho menor”.

Durante la Guerra Fría, muchos opositores al comunismo señalaban a Alemania como el ejemplo perfecto de cómo el comunismo al estilo soviético destruía la prosperidad económica. Pero eso era entonces. Hoy en día, el régimen de Alemania Oriental ha desaparecido y Alemania es, en términos relativos, una de las economías más orientadas al mercado de la tierra. Alemania Oriental comparte gobierno con Alemania Occidental. ¿Por qué entonces Alemania Oriental sigue siendo pobre comparada con sus vecinos occidentales?

La respuesta reside en el hecho de que aunque los sistemas legales y políticos en el este de Alemania son los mismos que en el oeste, el este sufre por el hecho de que perdió décadas de acumulación de capital y crecimiento en la productividad laboral mientras estuvo bajo la bota de los soviéticos.

El caso alemán ofrece la mejor comparación, por supuesto, porque antes de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes occidentales y orientales disfrutaron de sistemas políticos similares durante muchas décadas. Además, los alemanes occidentales y orientales eran similares tanto étnica como culturalmente. Así que la comparación nos permite centrarnos en diferencias de régimen en la época de la Guerra Fría.

Podemos mirar también más allá de los alemanes orientales. Podríamos preguntarnos, por ejemplo, por qué Polonia, con su orientación occidental y larga tradición de gobiernos parlamentarios y descentralizados sigue siendo tan relativamente pobre.

Lo mismo podría decirse de la República Checa, donde la ciudad principal, Praga, fue en un tiempo la segunda ciudad del Imperio Austriaco y un centro de riqueza y cultura europea. Tampoco los checos han recuperado nunca su lugar relativo en términos de riqueza europea.

Parte de la explicación reside en el hecho de que el legado de un sistema político abandonado puede durar décadas incluso después de cambiar de régimen. Como ha observado Nicolás Cachanosky en el contexto de los regímenes sudamericanos:

Los cambios institucionales (…) definen el destino a largo plazo de un país, no su prosperidad a corto plazo. (…) Por ejemplo, al abrir China parte de su economía a los mercados internacionales, el país empezó a crecer y ahora vemos los efectos de décadas de liberalización económica relativa. Es verdad que a muchas áreas en China les continúan faltando libertades importantes, pero hoy sería una China muy diferente si hubiera rechazado cambiar sus instituciones hace décadas.

Está claro que el hecho de que los países del viejo bloque oriental se hayan dirigido hacia la liberalización ha puesto a esos países en una vía hacia una mayor prosperidad económica. Sin embargo, eso por sí mismo no puede ponerlos a la par con países que nunca hayan sufrido los efectos de décadas de comunismo.

Corea: Un ejemplo extremo, pero relevante

Esto resultará mucho más evidente cuando colapse el régimen de Corea del Norte, si lo hace, momento en el cual es probable que sea absorbida por Corea del Sur. Cuando pase eso, será el momento de ver un país en el que las áreas del norte, a pesar de su constitución étnica idéntica y su extremadamente similar historia a largo plazo, será muchísimo más pobre que las áreas del sur.

Algunos alemanes hasta hoy se quejan de cuánta riqueza de los contribuyentes salió del oeste hacia el este. Pero eso no será nada comparado con la riqueza del contribuyente que irá del Sur al Norte tras una reunificación de Corea. Como observaba la BBC:

Las rentas en Corea del Sur son de 10 a 20 veces mayores que en Corea del Norte, una diferencia mucho mayor que la que había entre Alemania Oriental y Occidental. Esto significa que si se produjera la reunificación, la sacudida económica sería muchísimo mayor.

Ahora mismo, los norcoreanos que desertan descubren que sus habilidades no son adecuadas para Corea del Sur. Los doctores que desertan del Norte a menudo suspenden los exámenes médicos ordinarios surcoreanos. Todo esto indica que el inmenso esfuerzo y dinero requerido para la reunificación hará diminuta la escala de la tarea en Alemania.

Bajo ese escenario, todos los mismos asuntos encontrados en Alemania serían magnificados muchas veces en Corea. Los trabajadores jóvenes huirían al sur en busca de trabajo y educación. El norte se convertiría en una tierra de pensionistas empobrecidos viviendo de prestaciones sociales pagadas por trabajadores del sur. Solo tras muchas décadas en capital se trasladaría lentamente hacia el norte y Corea del Norte podría incluso adoptar las características de un estado fronterizo en el que la economía se basa en buena parte en la extracción de recursos y donde el trabajo debe importarse de otras partes del país o incluso encontrarse en el extranjero.

Indudablemente, este proceso podría acelerarse con transferencias forzosas de riqueza y capital pagadas por el sur, pero esto por supuesto supondría un gran coste para los surcoreanos.

La reacción política

Pero incluso aunque sea evidente que los sistemas de mercado traen mayor riqueza y prosperidad, esos cambios en Corea y Cuba traerían una reacción política, igual que paso, en cierto grado, en Europa oriental. Los males sociales en los países recién occidentalizados serán atribuidos al “excesivo capitalismo”, al migrar los trabajadores siguiendo al capital, dejando tras sí una economía vacía en las áreas antes comunistas. Como la riqueza no puede aparecer mágicamente en todas partes al tiempo, perviviría una pobreza importante en muchas áreas, pero ahora, en lugar de culpar a los reaccionarios burgueses nacionales, se culpará al capitalismo en general y entonces la presencia real del capitalismo hará al argumento mas convincente. La relativa pobreza de las antiguas áreas comunistas perdurará. A pesar de las inmensas ganancias en el nivel de vida. Se culpará también a los capitalistas por esas desigualdades. Como escribía Andrei Lankov en el contexto coreano:

Riqueza y pobreza son esencialmente categorías relativas. Hay pocas dudas de que en los primeros años que siguieran a la unificación, el trabajador medio norcoreano de la línea de montaje o el granjero ricos compararían sus nuevas vidas con las que solían tener bajo la familia Kim, siendo esas comparaciones favorables para el nuevo sistema. Sin embargo, solo es cuestión de tiempo, tal vez unos pocos años, para que el punto de mira se dirigiera hacia el sur contemporáneo. Los norcoreanos empezarían a comparar su situación, no con el pasado anterior a la unificación, sino con el presente de Corea del Sur y estas comparaciones no irían a ser muy favorables o seriamente estimulantes.

En otras palabras, mantener la subsistencia bajo el régimen norcoreano sería remplazado por un deseo de llegar a ser ricos. Con ello llegará la nostalgia por un tiempo “más sencillo” y una tendencia a culpar al capitalismo, de nuevo, por una desigualdad persistente. Las lecciones de lo que impedía la riqueza en primer lugar ser olvidarían inmediatamente.

Algo similar es probable que ocurra en Cuba. Si Cuba continúa liberalizándose lentamente (económicamente, si no políticamente), sin embargo seguirá siendo mucho más pobre que Estados Unidos y también México, Chile y todos los llamados “pumas del Pacífico” que continúan moviéndose hacia sistemas de economías más basadas en el mercado en Latinoamérica.

Consumidos por la desigualdad percibida, los cubanos tenderán a demandar “cambio”, pero, en lugar de liberalizar más, pueden por el contrario ir por la vía de Venezuela buscando otra vez un atajo en lo que desgraciadamente podría ser un ciclo casi infinito.


Publicado originalmente el 1 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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