Los expertos están cada vez más de acuerdo en que la TSA es inepta y no ha evitado realmente ningún ataque terrorista en aviones. Recientemente, Seguridad Nacional envió un equipo para tratar de pasar armas de fuego y bombas en aviones. El llamado “equipo rojo” tuvo éxito en 67 de 70 intentos, ¡más de un 95% de las veces! Bruce Schneier, un experto en seguridad, supuestamente encontró “básicamente cero evidencias de que la agencia haya evitado ningún ataque. Incluso en el caso ampliamente publicitado (por la TSA) de Kevin Brown, la TSA no impidió que estallara un avión, porque Brown fue detenido tratando de registrar equipaje que contenía materiales para hacer una bomba casera. Pero la TSA nunca ha tenido un caso en el que detuviera a alguien que tratara realmente de hacer estallar un avión. (Afirman que es por razones de seguridad nacional, lo que curiosamente no es aplicable al caso Brown).
No solo hay una ausencia de evidencias de que la TSA salve vidas, sino que hay evidencias de que puede en realidad causar un número importante de muertes. En un artículo, los economistas Garrick Blalock, Vrinda Kadiyali y Daniel Simon estimaban que, con los demás factores constantes, los procedimientos de control de equipajes implantados después del 11-S redujeron el volumen de pasajeros en un 6% en general y en un 9% saliendo de los 50 aeropuertos más activos de la nación. Curiosamente, el estudio también concluía que la introducción de las inspecciones federalizadas de pasajeros no redujo significativamente el volumen de pasajeros. Los autores combinaron estos resultados con los de un trabajo anterior que habían escrito sobre el efecto directo del 11-S en reducir los viajes aéreos y aumentar la conducción y, por tanto, las muertes en accidente de automóvil. Los autores concluían que, a lo largo de un periodo de tres meses,
aproximadamente 129 personas murieron en accidentes de automóvil resultantes de que viajeros sustituyendo el avión por el coche en respuesta a incomodidades relacionadas con la inspección de equipajes.
Como señalaba descarnadamente un comentarista, esta cifra anualizada es “el equivalente a cuatro Boeing 747 a plena carga estrellándose cada año”. Aunque se podrían hacer objeciones nimias con las cifras precisas, varios estudios tras el 11-S han confirmado la relación entre una reducción entre el volumen de pasajeros de aerolíneas y un aumento en la conducción e, inevitablemente, el número de muertes por accidentes de automóvil.
En resumen, los beneficios de la TSA son mínimos y los costes incluyen (además de un presupuesto anual de 7.000 millones de dólares) posiblemente cientos de muertes al año. A la luz de estos hechos, las consideraciones de eficiencia económica y de deceencia humana básica reclaman que se derogue la TSA y que la importante tarea de proporcionar seguridad a los pasajeros de líneas aéreas se encomiende a aerolíneas y aeropuertos en competencia, que ansían encontrar soluciones de mercado eficaces, eficientes y amables con los pasajeros para proteger su propiedad, reputación y las vidas de sus clientes.
Publicado originalmente el 24 de mayo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.