La “diversidad en la Fed” y el ámbito del discurso aceptable

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sanders and clintonThe Washington Post informaba sobre las propuestas de los candidatos demócratas para cambiar la Reserva Federal. Clinton ha anunciado recientemente “que la Fed tiene que ser más representativa de Estados Unidos en su conjunto y que se están demorando durante mucho tiempo reformas de sentido común, como sacar a los banqueros de los consejos de los bancos regionales de la Reserva Federal”. En una carta a Janet Yellen, la actual presidenta de la Fed, Sanders ha realizado declaraciones similares con otros políticos (tal y como cita el artículo del Washington Post):

“Dada la relación crítica entre la política monetaria y las experiencias de lo abnegados estadounidenses, no puede menospreciarse la importancia de garantizar que esos puestos estén ocupados por personas que reflejen y representen los intereses de nuestro diverso país”, dice la carta. “Cuando se excluyen de las discusiones clave las voces de mujeres, afroamericanos, latinos y representantes de los consumidores y el trabajo, sus intereses quedan olvidados a menudo”.

Por desgracia, cambiar la composición demográfica de los cargos oficiales en un intento de aumentar las rentas de grupos demográficos concretos es como poner una etiqueta de comida en una caja de raticida para hacer que sea aceptable para su consumo.

Debería ser evidente que las consecuencias de la expansión del crédito son completamente independientes de quien tire de la palanca, así que este énfasis en la diversidad en la Fed está mal dirigido, especialmente porque la Fed genera y exacerba la misma desigualdad de rentas y riqueza que la izquierda progresista pretende despreciar.

Por supuesto, su impulso a la diversidad en la Fed va unido a un impulso a una prologada política de tipos bajos de interés: “También pedían al banco central considerar la alta tasa de desempleo entre algunos grupos raciales al debatir si seguir retirando su apoyo a la economía estadounidense”. Incluso las reclamaciones débiles y comprometidas a una vuelta a tipos de interés “normales” (aunque sigan siendo artificiales) y una política monetaria más sensata (aunque siga estando planificada centralizadamente) pueden ser calificadas con antidiversidad o racistas. La narrativa políticamente correcta marginará, radicalizará y demonizará aún más las posturas más sensatas como acabar con la Fed, eliminar las intervenciones públicas y permitir que florezcan los mercados no intervenidos.

Lo paradójico es que estas posturas están marcadamente a favor de la cooperación social, la prosperidad y contra la desigualdad producida por auges y declives artificiales, los efectos Cantillon, y la intervención pública. Aun así en el ámbito dominante actual establecido para la discusión, en el que todo parece ser su contrario, estas posturas “extremistas” no son ni siquiera tan despreciadas, sino que quedan cada vez más fuera de los límites e ignoradas completamente. El debate se está alejando de si deberíamos tener o no bancos centrales (en la medida en que esto estuviera en algún momento en el debate) y se acerca a qué grupos demográficos deberían tener el honor de crear el desastre en nuestra economía manipulando los mercados crediticios.


Publicado originalmente el 13 de mayo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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