El monocultivo académico de la educación superior

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mortarboard[El mensaje de la ceremonia de graduación es que es moralmente superior estar en organizaciones que consumen productos fabricados por otros que estar en organizaciones que fabrican ese producto. – Thomas Sowell]

Enseñamos en un milenio en el que nuestros estudiantes de tercer y cuarto nivel y graduados llegan adoctrinados para detestar el mal del capitalismo, dirigiendo su educación para trabajar, o bien para el gobierno, o bien para organizaciones sin ánimo de lucro. Quieren salvar al mundo sin darse cuenta de la correlación entre de dónde procede la financiación del gobierno y dichas organizaciones y aquellas malvadas corporaciones capitalistas que aborrecen. La educación superior está ofreciendo muy poca ideología para ilustrar estas actitudes.

En un reciente ensayo en el Wall Street Journal, “My Antibusiness Business Education,” Matthew Tice relata su experiencia para graduarse en empresariales en el Bentley College y cómo tanto sus “cursos empresariales y cursos no empresariales conllevaban una actitud antiliberal hacia el capitalismo estadounidense y los negocios en general”. Cree que para muchos estudiantes, “esos mensajes de internalizarán y trasmitirán a lo largo del tiempo de la universidad al mundo laboral, lo que es probablemente el objetivo a largo plazo”.

No hay debate ni diversidad intelectual

En un ensayo titulado “Conservative Faculty? Where?” Michael Strain argumenta que la enorme infrarrepresentación de la facultad conservadora en la educación superior de EEUU “sin duda afecta a los temas de investigación que elige la facultad, los trabajos de investigación que se eligen para su publicación por parte de los editores de las revistas académicas y, tal vez lo más importante, la formación de los alumnos”. Como miembro libertario a tiempo completo en una facultad de artes liberales ha tenido que asistir disconforme a años de reuniones de facultad en las que la crítica abierta a Reagan y sus políticas era un evangelio interminable. Hay quien diría que está hegemonía ideológica constituye un lugar de trabajo hostil en el que el debate sólo se permite bajo el riesgo de colegialidad, enfado en la facultad y ostracismo. Después de que Mises Daily publicara nuestro artículo sobre “Las siete reglas de la burocracia”, el jefe del departamento envió un desagradable correo electrónico diciendo lo vacuo y falso que era el artículo, rechazando reconocer la obra publicada en la evaluación anual y aplaudiendo por el contrario un ensayo sobre el feminismo hip-hop por parte de otro miembro de la facultad.

En el proceso de terminar The Righteous Mind, en el que Jonathan Haidt afirma que los seres humanos son inherentemente moralistas, críticos y juiciosos, recuerda haber hecho una encuesta en una reunión de intelectuales en la Society for Personality and Social Psychology sobre afiliaciones políticas, creyendo que no había mucha diversidad política en el grupo. Nadie se identificó como conservador y sólo un 1% como libertario. A partir de esta investigación informal, vio la necesidad de crear una Academia Heterodoxa, para alertar a la gente de que los campus académicos son bastiones de la izquierda: un monocultivo. En un estudio que entrevistaba a 153 profesores universitarios conservadores, Jon Shields y Joshua Dunn Sr. descubrían que sólo el 6,6% de los profesores de ciencias sociales son republicanos, concluyendo que: “La inclinación política expresada una orientación intelectual, que nos predispone a considerar algunas cuestiones como más importantes y algunas explicaciones como más factibles”. Los conservadores a menudo encuentran que obtener empleo y cargo fijo en la universidad es un dilema de “no preguntes, no digas”.

Alice Eagly, de la Northwestern University, presenta una investigación intelectualmente convincente de que tanto la academia como los medios de comunicación conspiran diciendo uno a uno estudios que confirman su inclinación liberal de izquierdas, mientras ignoran toda la investigación actual que contradiga ese punto de vista. Un enfoque se realiza sobre la afirmación de que la diversidad de género en los consejos de administración y la diversidad racial en los grupos de trabajo tengan beneficios incuestionablemente positivos para la eficacia y eficiencia organizativa. Escribiendo acerca de la cerrilidad en las universidades actuales, John McWhorter argumenta que los profesores universitarios deberían responder abiertamente “No” cuando estudiantes que protestan les dicen que están ofendidos por diferentes ideas y que debería limitarse la libre expresión. Pero, dice, “Al que diga que no, se le llamará racista (o que se odia a sí mismo) durante meses en los medios sociales de comunicación y en la universidad. Sin embargo, los adultos que saben que su respuesta a la ideología gangsteriles se basa en la lógica y la compasión sobrevivirán emocionalmente. Por supuesto, esa gente teme por su trabajo”.

El papel de la financiación pública

Universidades en todo EEUU reciben ahora más financiación federal que estatal, llegando a los 73.000 millones de dólares en 2013. Esto incluye todo, desde becas Pell y becas para fines generales, hasta TRIO (para los desfavorecidos económicamente) y becas de investigación de los Institutos Nacionales de la Salud a la Fundación Nacional de Ciencias. En las ciencias sanitarias y naturales y de ingeniería, la obtención de becas es una de las zonas más seguras de conseguir empleos fijos y promociones. Tristemente, conlleva un enorme coste ideológico. Las facultades universitarias se han hecho cada vez más dependientes y deudoras de las ortodoxias investigadoras del gobierno federal, incluyendo el cambio climático y la agenda progresista de un solo mundo. No sorprende que las asociaciones de científicos “preocupados” hayan atacado a Exxon Mobile por su propia investigación, que sugiere que los modelos de cambio climático han sido históricamente imprecisos, las amenazas se han exagerado y el dinero se ha desperdiciado.

Muchos parlamentos estatales en todo EEUU están pasando a estándares de financiación por rendimiento para matricular y graduar tantos estudiantes como sea posible dentro de 3 a 5 años. Se presiona a las facultades para que aprueben a todos los estudiantes admitidos independientemente de su rendimiento académico. Tristemente, los graduados universitarios están pagando el precio. La Reserva Federal de Nueva York publicó un informe en 2014 que demostraba que los graduados recién salidos de la universidad seguían sin tener éxito a la hora de encontrar empleos apropiados para su nivel de educación. La realidad más probable pero no mencionada es que no tengan una educación de calidad, debido a los nuevos estándares de financiación por rendimiento, la ausencia de pensamiento crítico y el abierto desdén por el capitalismo.

La arrogancia del monocultivo en la educación superior se ha convertido sorprendente. El vicedecano de investigación en la universidad de artes y ciencias de nuestra institución solicitado formalmente que todo miembro de la facultad detallada como sus actuales esfuerzos investigadores se alinean con los objetivos estratégicos de la ONU (por ejemplo, lograr la igualdad de género, acabar con el hambre en el mundo, promover sociedades pacíficas e inclusivas para un desarrollo sostenible, establecer acciones urgentes para combatir el cambio climático y sus impactos, etc.). No había ninguna mención a la innovación, el sostenimiento de los mercados libres, libre pensamiento o libre expresión. Después de revisar cuidadosamente estas exquisiteces liberales de izquierdas, respondí a mi jefe de departamento que lo sentía, pero que yo sencillamente no era un verdadero creyente. Al ser un intelectual de la retórica, me contestó: “Me limitaré a decirte que no te has bebido la porción”.


Publicado originalmente el 16 de junio de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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