La violencia islamista frente a la ética de la libertad y la lógica

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Orlando-Atentado-islamista-ISIS-GayTras los terribles atentados de esta semana en Orlando y en París, nos encontramos una vez más en las redes sociales y en los debates de la calle con una postura muy poco racional, que conviene analizar. Muchas personas reaccionan a esa clase de atentados manifestando un profundo rechazando al Islam. En principio, ese rechazo resulta fácilmente aceptable para alguien no creyente, como es mi caso. Pero lo que resulta inadmisible es que se rechace también a todos los musulmanes por el mero hecho de serlo, como sucede con frecuencia.

Conviene diferenciar bien entre las ideologías o confesiones religiosas y sus seguidores. Los adeptos a cualquier pensamiento no pueden ser culpados por las acciones cometidas por otros adeptos. Las personas son racionales, libres y responsables de sus actos, de modo que no tienen porqué cometer ninguna clase de crimen, incluso aunque su ideología o sus creencias pudieran eventualmente justificarlo. Por eso hacemos responsables de los crímenes a quienes los cometen y no a terceros.

Entre sus muchas aportaciones al conocimiento de la acción humana, Ludwig Von Mises nos proporciona la impagable reflexión de que hay una sola lógica. No hay una lógica de pobres y otra de ricos, ni una lógica de proletarios y otra de burgueses, ni una cristiana y otra musulmana… La lógica es sólo una, la misma para todos. Es decir, todos nosotros razonamos esencialmente del mismo modo. Las diferencias que vemos en las conductas humanas se deben a los diferentes incentivos a los que estamos sometidos, no a que razonemos de manera distinta. El polilogismo, la creencia de que las personas razonan de manera diferente según su clase social, religión, etc., es una falacia.

Sin embargo, sí hay muchas éticas y muchas morales. Grupos políticos, religiosos, filosóficos, etc., elaboran sus propias doctrinas, las divulgan, y las defienden. Siendo la lógica sólo una y las doctrinas éticas y morales tantas, es inevitable que casi todas ellas se contradigan en alguna medida con la lógica. Por supuesto, las diferentes doctrinas éticas y morales también se contradicen entre ellas, lo cual a veces termina en la justificación de actos brutales, como ya sabemos.

Pero la cuestión es que la mayoría de las personas tienden a aplicar esas doctrinas a su realidad cotidiana de manera pragmática, supeditándolas a la lógica. De algún modo la lógica es dominante. En la práctica diaria, las personas se ven expuestas a una realidad compleja que les obliga a utilizar su raciocinio. Aprenden que las acciones llevadas a cabo a la luz de la lógica son más convenientes que aquellas que la desprecian.

Por eso muchas personas desatienden algunos dogmas que forman parte sus creencias, para aplicar lo que su propia experiencia les muestra como más lógico, más razonable, más conveniente; eligen la lógica frente a su fe. Generalmente lo hacen sin darse cuenta de la contradicción en la que incurren, o bien emplean algún mecanismo cognitivo que les permita eludirla. El verdadero problema es que algunos individuos organizados tratan, mediante el uso de la coacción, de evitar ese proceso evolutivo racional.

Pero existe una ética que no se opone a la lógica; es la ética de la libertad. Es una ética de mínimos, que permite aplicar a la vez la mayor parte de cualquier otra doctrina. Es una ética que nos impele a respetar al menos tres cosas fundamentales: la vida, libertad y propiedad de las personas. Por ser tan simple, y al ser sus postulados tan fácilmente deducibles de la lógica que tiende a regir el comportamiento social humano (no hagas a los demás lo que no querrías que te hicieran a ti mismo… por la cuenta que te trae), puede encajar con cualquier otra doctrina. En lo demás, cada individuo debe ser libre para enfrentarse a la lógica del día a día y decidir si debe prestarle atención, o bien perjudicarse al tomar alguna decisión contraria a la lógica, que sus creencias pudieran dictarle.

En definitiva, sí podemos convivir cristianos, musulmanes, judíos, comunistas, etc., a condición de que no haya coacción y se respeten esos tres fundamentos básicos. En la práctica diaria, la lógica nos convencerá rápidamente a todos de que esos principios deben ser respetados para vivir en paz. Pero hoy no se respetan cabalmente la vida, libertad y propiedad de las personas, de lo cual todos somos víctimas en alguna medida. La causa de ello es que hay poderosas minorías que obtienen beneficios de rechazar la ética de la libertad y obligar a otros a que la rechacen. Son esas minorías a las que todos deberíamos aprender a identificar, para defendernos de ellas.


Publicado originalmente aquí.

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